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25 años de telebasura

Telecinco comenzó a emitir el 3 de marzo de 1990. Es decir, que ya lleva 25 años embruteciendo a los españoles con una programación infecta. Felicidades. Sin esta cadena, diseñada con el desparpajo, la ordinariez y el gracejo de la mejor fiesta bunga bunga de Berlusconi, el término “telebasura” no tendría sentido en nuestro país.

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“Telebasura tu puta madre”, dijo Javier Sardá, presentador de “Crónicas marcianas”, en 2008. “Telebasura tu puta madre”, insistió tres años después Jordi González, presentador de “La Noria”. “No hago telebasura. Prefiero el término Fast TV, matizó Jorge Javier Vázquez, presentador de exquisitices tales como “Aquí hay tomate” o “Sálvame”. “La telebasura es un invento”, aseguró Paolo Vasile, el capataz, “una expresión despectiva de los que no entienden el gran valor de una comunicación que se dirige, indistintamente, a todas las franjas del público”.

Un cuarto de siglo de TELEBASURA, insisto. Y para utilizar el término con mayúsculas me baso en una selección con lo mejor de su programación a lo largo de estos 25 años. Las Mama Chicho de “Tutti Frutti” allá por 1990. “La máquina de la verdad” de Julián Lago entre 1992 y 1994. “Goles son amores”, el programa de fútbol de Manolo Escobar. “Su media naranja”, con Jesús Puente, y “Contacto con tacto”, liderado por Bertín Osborne. “Esta noche cruzamos el Mississippi”, de Pepe Navarro, se emitió entre 1995 y 1997. “Crónicas Marcianas” de Javier Sardá. “Aquí hay tomate” y “Sálvame”, con Jorge Javier Vázquez. Y por supuesto “Gran Hermano”, con sus múltiples ediciones y maravillosos concursantes y presentadores.

Un lujo, ¿verdad? No me diga usted que no recuerda con agrado las memorables crónicas sobre el triple asesinato de Alcàsser, con fotografías de los cadáveres de las niñas incluidas, en “Esta noche cruzamos el Mississippi”. O que no añora aquella pieza inolvidable de “Crónicas marcianas” en la que, según reconoció el Tribunal Constitucional (TC), se burlaron de un ciudadano con una capacidad física y psíquica del 66% y vulneraron su derecho al honor y a la propia imagen. O cuando el Instituto de la Mujer consideró “de máxima gravedad” la intervención de un maltratador en el programa “Sálvame Deluxe” de Jorge Javier Vázquez, considerándolo “difusión de una apología de la violencia contra las mujeres”.

Como colchonero tengo que confesar que, de entre toda la morralla de Telecinco, siento especial debilidad por “Las noches de tal y tal”, el espacio que allá por el verano de 1991 presentaba rodeado de hermosas señoritas Jesús Gil y Gil, entonces presidente del Atlético de Madrid, desde su jacuzzi de Marbella. Una de esas exquisiteces para aquellos telespectadores que, según Paolo Vasile, “tienen el paladar fino”.

¿Le ha gustado esta pequeña selección de los muchos buenos momentos que ha ofrecido Telecinco a los telespectadores? Normal. Se trata de una cadena que pasará a la historia por convertir a Belén Esteban en reina del pueblo, por hacer de “Gran Hermano” un modelo vital para muchos jóvenes, o por transformar seres humanos en descerebrados cachos de carne dispuestos a protagonizar esperpentos tan degradantes como “Mujeres, hombres y viceversa”.

Pero no sería justo hablar de estos 25 años de Telecinco y no recordar los momentos, pocos, en que se podía sintonizar la cadena sin sentir vergüenza o asco. En 1990 estrenaron “Twin Peaks” de David Lynch, y más tarde “Expediente X”. El “Caiga quien caiga” del Gran Wyoming señaló el camino de la televisión crítica y ácida. Y también… Bueno, seguro que si usted le dedica un rato le viene a la cabeza otro programa aceptable. Poco bagaje, en cualquier caso, para tan largo viaje.

Telecinco. 25 años insensibilizándonos, idiotizándonos, haciéndonos peores personas. Una fórmula mágica: Mediaset España obtuvo un beneficio neto de 59,5 millones de euros en 2014, lo que supone multiplicar por catorce la ganancia del año anterior. Enhorabuena.

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El hombre que agredió en Barcelona a una mujer, a la que derribó de una patada mientras era grabado por sus amigos en vídeo, es de Talavera de la Reina. Afortunadamente ha sido localizado y detenido. Su padre le justifica: “Ha cometido un fallo. Se ha pasado, había bebido. Ha hecho una tontería como usted podía haber hecho, como cualquiera que se tome dos copas de más”.

El agresor, un tipo de 24 años, se recrea en su violencia gratuita, elige a la víctima y la señala, la golpea de manera traicionera y graba la brutal patada. ¿Una tontería como usted podía haber hecho, como cualquiera que se tome dos copas de más? Nos estamos volviendo locos.

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Ayer mismo, en una parada de autobús de Talavera de la Reina. No se si tiene relación con la P.D. anterior…

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Para no terminar con mal rollo, una imagen alucinante. El pájaro carpintero y la comadreja. Aún no me creo que no se trate de un montaje, pero me gustaría que no lo fuese.

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Un príncipe para Corina

La sensación televisiva del momento es un programa que emite Cuatro y se llama “Un príncipe para Corina”. El pasado lunes se pudo ver “el striptease del Capitán América”, acontecimiento con el que logró batir su record de audiencia con un 9,3% de cuota, convirtiéndose en la segunda opción del prime time, solo superado por la serie “Águila Roja” (TVE). Manuel Villanueva, director de contenidos de Mediaset España y uno de los cerebros de nuestra actual televisión, comprendió rápidamente que estaba ante un espacio destinado a la gloria: “Supe que esto era la versión tróspida de un cuento”.

Tróspida. No es un insulto del capitán Haddock en una de sus peores resacas. Es la palabra de moda en tv. Si en los últimos meses usted ha construido más de cuatro frases seguidas hablando de televisión sin utilizar la palabra “tróspida” es que es un aburrido, un patán y un fracasado. No es cool, y no tiene el más mínimo talento. ¿Que qué significa “tróspida”? Pues tróspida significa que el programa en cuestión es una mierda, pero como soy tan brillante utilizando palabros resulto chispeante.

Dicen que “Un príncipe para  Corina” es un reality-dating, pero yo juraría que es la telebasura de toda la vida. Tróspida telebasura, si así lo quiere el señor Villanueva, pero telebasura. Y de la peor calidad. Y del tamaño de los excrementos de un dromedario. De esa telebasura reciclada de otras telebasuras. Porque “Un príncipe para  Corina” es una versión, o una adaptación, como usted prefiera, de esperpentos del calibre de “Granjero busca esposa” o “¿Quiere usted casarse con mi hijo?”. En este caso un puñado de hombres, 24, de diferentes calañas y con innumerables defectos de fábrica, deben conquistar a la clásica rubia guapa: Corina Randazzo Lagamma, malagueña de 21 años. Imaginen el resto…

Un programa inconcebible al revés, es decir, con un hombre guapo, Corino, al que tendrían que conquistar un grupo de mujeres gruesas, torpes o freaks. Se acusaría inmediatamente a la cadena de machismo. No sucede eso con “Corina”, donde los hombres denigrados son considerados “participantes”.

Lo dicho. Telebasura. Un éxito de audiencia, pero también un serio aspirante al título de peor programa de la historia de la televisión.

 

Un motivo para NO ver la televisión

La vida simple.

Autor: Sylvain Tesson.

Editorial: Alfaguara.

El diario El País dedicó hace unos días más de media página a entrevistar a Sylvain Tesson, autor de “La vida simple”, libro del que hablaban maravillas. Esto no quiere decir gran cosa, puesto que se trata de un título publicado por una editorial que pertenece al grupo del periódico. Publicidad vendida como información. Pero recurro a ese texto porque destaca una frase que define en buena medida la obra de este escritor francés: “Abandonar la sociedad siempre es mejor que tratar de destruirla”.

Creo que la frase es sonora, un buen titular, pero que está llena de trampas. Hay muchas opciones entre abandonar y destruir. En cualquier caso, no es esa frase lo que me interesa, sino la afición de Tesson por las sentencias. Eso es “La vida simple”: una buena idea rodeada de sentencias más o menos brillantes. La idea, por cierto, la tuvo Thoreau hace 168 años: abandonar la civilización y recluirse en una cabaña, en soledad y en contacto directo con la naturaleza. Tesson, como Thoreau, se busca a sí mismo.

La cabaña del francés está en la orilla del lago Baikal, en Siberia. Nuestro hombre abandona su ático en París y vive seis meses en un chamizo de nueve metros cuadrados. Dispone de una estufa (las temperaturas son heladoras), 80 libros de todos los génereos, alimentos, cañas de pescar y litros y litros y litros de vodka. En estas circunstancias, Tesson corta leña, da grandes paseos, escribe un diario (el libro que tenemos en la mano) y se emborracha. Algunas páginas son brillantes, otras pedantes, las más, interesantes: un viajero moderno se convierte en Robinson Crusoe de manera voluntaria, durante un periodo de tiempo controlado, y reflexiona sobre la vida que pasa. La famosa vida simple. Recomendable.

Onda de lo peor

“Onda callejera / onda sin honor / Maldita onda / onda de lo peor”. Ry Cooder.

Usted puede ganar un premio Ondas. Sí, usted, lector anónimo sin criterio informativo, sin grandes dotes como presentador, incapacitado para la comunicación… Usted, que carece de pudor y nunca tuvo escrúpulos. Usted, ignorante y ambicioso zoquete, puede conseguir el galardón que cada año, desde 1954, otorga PRISA a través de Radio Barcelona de la Cadena SER. ¿No me cree? ¿Piensa que se trata de un premio prestigioso sólo al alcance de los profesionales más distinguidos? Pues está confundido: anoche recibió uno de esos caballitos alados Jorge Javier Vázquez. Sí, el del Tomate. Concretamente resultó agraciado con el galardón al mejor presentador por, agárrese, “renovar con brillantez y sentido del humor el rol del presentador en un género controvertido”. Me imagino que con “género controvertido” se refieren a los programas del corazón y la infamia. Es decir, a la telebasura.

Premio Ondas

¿Qué más puedo decirles? Pues que el listón está muy bajo. Y que a partir de ahora cualquier individuo ambicioso sin moral ni principios, capaz de ponerse delante de una cámara de televisión, puede ganar un Ondas. Sólo tiene que estar dispuesto a ser una sanguijuela. Es decir, a dar paso a cuatro vídeos en los que un reportero analfabeto acosa a un famoso, a insinuar que fulanito es homosexual o que fulanita se acuesta con menganito, a hurgar en la intimidad y las miserias de los demás. “Cuando la gente se sienta en un plató me da igual que cuenten verdades o mentiras. Solo quiero que entretengan”, dice sin ruborizarse Jorge Javier Vázquez.

El flamante ganador del Ondas es el perfecto ejemplo de la decadencia de la televisión en España. Su currículo sirve para explicar cómo se triunfa en el medio, cómo se construye una programación rastrera y pestilente: “Sabor a ti”, “Día a día”, “El programa de Ana Rosa”, “Aquí hay tomate”, “Sálvame”… Paz Padilla, que sustituyó ayer a Vázquez al frente de este último programa, le entrevistó en directo: “Te van a entregar el Onda”, dijo la pobre, que aún no sabía que lo que daban a su compañero horas después era un premio, no un coche japonés. Lydia Lozano, gran periodista y colaboradora del actual programa del galardonado, le recordó a Vázquez alguno de los detalles que le han ayudado a ganar el galardón: “llora, que sube la audiencia, como me dices tú a mí”.

Llorica habitual, Vázquez comparte con Boris Izaguirre la costumbre de quedarse en gayumbos en sus programas. “¿Cómo puede escribir tan bien un tío tan malo?”, dijo Federico Jiménez Losantos de Vázquez en un intento por convertir al también colaborador de El Mundo en un nuevo Izaguirre. Ya saben, otro presentador con ínfulas de escritor y algún premio-basura en la mochila.

Pobres Ondas. Pero ¿un solo garbanzo podrido puede estropear todo un cocido? Me temo que sí. Fíjense en El Mundo, que hace un par de días inauguró un seminario internacional, denominado “El periodismo del siglo XXI”, con el que pretende “arrojar luz sobre la encrucijada ante la que se encuentra el periodismo actual”. ¿Saben a quién eligieron para la primera jornada como representante español de los “arrojadores de luz”? Pues nada más y nada menos que a Federico Jiménez Losantos. Su garbanzo podrido. La radiobasura. Mala onda, onda de lo peor. Cualquier día le dan un Ondas.

 

El dato

Dos, cruzados. El Ministerio de Defensa ha pagado 75 millones de euros por 100 vehículos blindados RG-3. Ya tienen 55, seis ruedan por Afganistán, y antes de que acabe el año recibirán otros 25. El Ministerio de Educación ha pagado 200 millones de euros para que este curso todos los alumnos de 5º de primaria tengan, como prometió Zapatero, un ordenador portátil. Estamos en noviembre y en ocho comunidades aún no ha llegado ningún ordenador.

Un motivo para NO ver la televisión

Una canción post Halloween del gran Roky Erickson. Esquizofrénico genial, brillante compositor psicodélico, miembro de los legendarios 13th Floor Elevators… Su versión acústica de “La noche del vampiro” es un excelente homenaje a Jorge Javier Vázquez. [youtube=http://www.youtube.com/watch?v=lAzbwFDm7mo&feature=player_embedded]

El caso Gürtil

Los dos escándalos que preocupan en estos momentos a los españoles empiezan por G. Ya saben, el punto G de un país, el nuestro, francamente tenso. ¿G de gilipollas, como cantaba allá por 1987 el grupo Pabellón Psiquiátrico? Pues igual… G de Guti y G de Gürtel. G de gañán y de gandul, de gorrón y de gusano, de golfo y de gánster, de grimoso y de garrapata, de golpista y de guano, de garrulo y de graznido, de gaviota y de gallina, de garduño y de gorrino. De gentuza.

Ric Costa

José María Gutiérrez, Guti, centrocampista del Real Madrid, y Ricardo Costa, Ric, Secretario General del PP valenciano, son dos hombres hechos con la misma pasta. Ya saben a qué pasta me refiero. Españoles de bien que, perfectamente vestidos y mejor peinados, con sus cochazos y sus pelucos, sus voces acaponadas y sus declaraciones huecas, se están convirtiendo en iconos de un país que necesita líderes con carácter. Ya saben, esos tipos con dos cojones que, como el futbolista y el político, son perfectamente capaces de enseñar el dedo corazón al público de Alcorcón o a un registrador de la propiedad gallego. Dos bravucones que, pillados in franganti, no dudan en rebelarse contra la autoridad y mandar a tomar por el culo a sus entrenadores. Guti a Pellegrini y Ric a Rajoy, respectivamente.

Las historias de Guti y Ric acaparan los informativos de televisión, lo cual les convierte en el ejemplo perfecto de la decadencia absoluta del deporte y la política. Y de la superficialidad de la información. Se podrían analizar las razones del 4-0 que le endosó el Alcorcón al Real Madrid, o de la victoria de los madridistas la última jornada de liga con un jugador menos, pero es más interesante comentar los detalles de cómo Guti faltó al respeto a su técnico. De igual manera, la prensa podría ser más exigente con unos políticos descompuestos que se niegan a responder, que contestan estupideces, pero se limitan a ponerles la alcachofa delante de la boca. Es periodismo dócil. Es decir, no es auténtico periodismo.

Atraídos por el tufo de la carroña, la prensa rosa extiende sus garras. Belén Esteban y Marujita Díaz se les han quedado pequeñas. Necesitan carne fresca, esa que pueden proporcionar, porqué no, unos futbolistas descerebrados y unos políticos corruptos. En la telebasura cada día es más habitual que Jesulín y Esperanza Aguirre compartan protagonismo. ¡Llevemos el fútbol hasta el esperpento absoluto! ¡Banalicemos definitivamente la política!

“Lejos de nosotros la funesta manía de pensar”, escribió un anónimo ciudadano a Fernando VII en plena decadencia absolutista. Por ahí deben ir los tiros. 

P.D.

Noticia enternecedora: la Comunidad Valenciana dedica 16.000 euros a la mejora de sus árboles ornamentales. Cuatro mil euros menos de lo que cuesta uno de los relojes de Costa…

 

Un motivo para NO ver la televisión

Elliott Murphy en España

La última rock star. Eso es Elliott Murphy, un neoyorkino afincado en París que nació musicalmente en los setenta, con Springsteen como compañero de viaje y ánimo de convertirse en el nuevo Dylan. No lo consiguió: sólo es uno de los cantautores más grandes de todos los tiempos. Y una garantía de calidad. He visto a Elliott decenas de veces y nunca, jamás, me ha decepcionado. La última, el pasado sábado en el comienzo de su nueva gira española.

Sobre un escenario Elliott Murphy es un poeta enchufado a una torre de alta tensión. Y sus cuatro primeros discos (“Aquashow”, “Lost Generation”, “Night Lights” y “Just a Story From America”), auténticas obras maestras en las que el equilibrio entre la música y la letra es perfecto. En Ávila presentó “Alive in Paris”, un directo grabado con canciones de todas sus épocas. Le acompaña  The Normandy All Stars, una banda clásica formada por guitarra, bajo y batería en la que destaca, para bien o para mal, el espíritu eléctrico-acústico del sonido. Me explico: tanto Elliott como su (excelente) guitarrista tocan acústicas como si fuesen eléctricas. Éstas son las fechas de los próximos conciertos: día 4 Sala Wah-Wah, Valencia; día 5 Circulo Bellas Artes, Madrid; día 7 Teatro Cervantes, Bejar; día 12 Café Del Teatre, Lleida; día 13 Biribay Jazz Club, Logroño; día 14 Circulo De Arte, Toledo.

Elliott Murphy  haciendo una versión del “Wild horses” de los Stones.

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=KemytAqlf0A]