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Agencia de Dignidad

Cuando tu lucha es humilde, evitar que cierren el colegio rural de tu pueblo o que supriman la línea de autobuses que te mantiene en contacto con la civilización y la asistencia médica (un bus de ida y otro de vuelta a Talavera al día), los llantos porque Barcelona se quede sin Agencia de Medicamentos suenan lejos, muy lejos. Quizá porque hasta hace solo unos días desconocía la importancia económica de una sede de la Agencia de Medicamentos. Tal vez porque desde que me lo contaron fui plenamente consciente de que cualquier resultado se utilizaría como instrumento de propaganda. Unos dicen que la culpa del fracaso la tienen la aplicación del 155 y la represión policial. Otros, que los independentistas están hundiendo la economía catalana. Que digo catalana… ¡Española!

La economía que me rodea, lo he contado en numerosas ocasiones, lleva mucho tiempo hundida. Mucho más de lo que pudiera estar la catalana por la pérdida de la famosa agencia. Castilla La Mancha se está hundiendo sola, sin necesidad de diabólicos independentistas. Simplemente con unos políticos ineficaces, y el abandono de la administración toledana, Talavera de la Reina y comarca están al frente del paro en España (con excepción de algunas ciudades de Cádiz). ¿Agencia de Medicamentos? Nos conformaríamos con una fábrica de tornillos, con un tren digno que nos comunicase con el resto del país, con que los jóvenes no tuviesen que marcharse para no volver. Con que permitiesen que conserváramos algo de dignidad.

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Un motivo para NO ver la televisión

Mort Cinder

Autores: Alberto Breccia y Héctor G. Oesterheld.

Editorial: Astiberri.

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Palabras mayores. Hablo de la nueva edición en Astiberri de “Mort Cinder”, una de las obras más importantes de la historia del cómic. Seguramente la cumbre del género en blanco y negro, con permiso de Will Eisner y su Spirit. Palabras mayores, insisto, no aptas para todos los públicos: “Mort Cinder” es un trabajo denso, minucioso, en ocasiones áspero y enrevesado, siempre profundo y sorprendente. Una obra maestra, sin duda, que regresa en una edición respetuosa, monumental, que recoge en toda su grandeza la intensidad con que trabajaban Breccia y Oesterheld. El primero con su dominio del blanco y negro, de los rostros angustiosos y los fondos siniestros, de los grises que inundan la página y conmueven al lector. El segundo con un guión que parte de la sencillez absoluta, el objeto, para enredarse en tramas complejas capaces de mezclar de forma coherente la historia y la fantasía, la realidad y la magia.

“¿Es ilusión mía, o todavía vibran en el clavicordio, que durante años estuvo en un pequeño salón de Versalles, las últimas notas de un minué que decidió el destino de dos personas?

¿Está el pasado tan muerto como creemos?”.

Frank Miller dice que “con Breccia empezó todo”, y no seré yo quien lleve la contraria al hombre que firmó “Sin City”. Con Breccia empezó quizá el más adulto de los cómic, que no el más aburrido. Un cómic que husmea en las entrañas del cerebro humano, de sus miedos y obsesiones, de esos deseos materiales que se cruzan con los desajustes psicológicos. Nada es lo que parece en “Mort Cinder”. O quizá todo sea como ha sido, como nos muestra la historia, como ha quedado reflejado en el pasado. Oesterheld y Breccia juegan con el tiempo, con la inmortalidad del protagonista, para recordar al lector su fragilidad. Una narración entre Lovecraft y Borges que solo admite un lenguaje: el de la línea y la sombra, la pesadilla y el misterio, el recuerdo demasiado vivo. El del mejor blanco y negro registrado en una historieta. Simplemente imprescindible.

“- ¿Y tu Mort? ¿Qué será de ti, ahora? Necesitas un empleo…

- Sí, pero es posible que el empleo me lo des tú, Ezra. En tu tienda de antigüedades tienes muchos objetos mal clasificados. Yo te los clasificaré como corresponde, ubicándolos en la época exacta. Tengo muy buena memoria y me acuerdo muy bien de todo”.

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¡Basta ya!

El pasado sábado 40.000 personas salieron a la calle en Talavera de la Reina (84.000 habitantes) para, al grito de “¡Basta ya!”, solicitar la atención del Gobierno de Castilla La Mancha. Talavera es la ciudad con más paro de esta comunidad, y la cuarta de toda España. Las reivindicaciones de los talaveranos estaban muy claras, y no eran descabelladas: inversiones en empleo, infraestructuras, servicios, Universidad y el fin del trasvase Tajo-Segura.

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La manifestación acabó sin incidentes, en un ambiente festivo pero triste. La gente quiere ser optimista, pero no puede: la ciudad pierde vida, hay calles enteras con los comercios cerrados, muchas familias sobreviven gracias a las pensiones de los abuelos, a sus huertos y gallinas. La manifestación fue un éxito, pero la sensación que tengo es que sirvió para poco, excepto para unir a los talaveranos.

¿Quién puede dar importancia a una manifestación en Talavera, el culo del mundo, con la que está cayendo fuera? Comentaba con unos amigos que, sin llegar al modo en que otras comunidades han solucionado años atrás sus problemas, quizá sí deberíamos haber llamado más la atención. Por ejemplo cortando la autovía de Extremadura durante 24 horas con montañas de neumáticos en llamas. Toda la prensa, todos los informativos de televisión, recogerían entonces las penalidades de una población tan olvidada hoy como el pasado viernes.

Cuando pase todo el follón de Cataluña, que aunque parezca mentira pasará, volveremos a la realidad general. Con Mariano Rajoy o alguno de sus clónicos en el poder. Pedro Sánchez, quizá. Y todo seguirá como estaba. Igual. Nada habrá cambiado, excepto el nombre de aquellos que nos ignoran.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Corto Maltés: Equatoria.

Autores: Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero.

Editorial: Norma.

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Segundo libro con las aventuras de Corto Maltés tras la muerte de Hugo Pratt, creador y alma del aventurero más carismático de la historia del cómic. Lo mejor que puede decirse de este excelente trabajo, muy superior al primer intento (“Bajo el sol de medianoche”, Norma Editorial) es que el lector olvida en las primeras páginas que el dibujante italiano nos dejó en 1995. El espíritu de Pratt está en cada viñeta, en el rostro de cada personaje, en la sonrisa cínica de Corto y en los magistrales diálogos.

“-Señora, lamento decirle que las damas no tienen permitido el acceso a esta sala. Aunque venga con su marido.

- No estamos casados. Solo somos dos buenos amigos charlando y compartiendo unos cigarros. ¿Cuál es el problema?

- Una dama que esté fumando no es algo que esté bien visto.

- Pues no mire.

- Cuando uno viaja en este tipo de barcos ha de aceptar las normas, caballero.

- Será por eso que nunca viajamos en estos barcos”.

Pero la cosa no queda en una simple revisión de un clásico. “Inspirado en la obra de Hugo Pratt”, advierte la portada, cuando la realidad es que “Equatoria” va más lejos. Canales y Pellejero se sienten más confiados, más cómodos, y comienzan a imprimir su toque personal en esta nueva etapa de las andanzas del vagabundo nacido en Malta. Es justo lo que necesita el nuevo Corto: unos padres adoptivos que le lleven por nuevos senderos, por diferentes mares, que le enfrenten a distintos enemigos. La búsqueda de un espejo mágico, en la tradición del mejor Indiana Jones, ofrece al protagonista de este cómic todo lo que necesita para enamorar al lector: viajes exóticos, mujeres hermosas, culturas diferentes, peligros inimaginables y, sobre todo, situaciones excitantes que sacan lo mejor de Corto, de su desbordante ingenio y su lengua afilada.

“- ¿Cuanto tiempo llevas traficando en la región?

- ¿Conoces dónde está la tumba de Emin Pasha?

- Sus más fieles acompañantes le sacaron el corazón y lo enterraron bajo un árbol.

- Igual que a Livingston.

- Siguieron el mismo método que con Livingston. Secaron su cuerpo con sal y se lo llevaron de vuelta al fuerte de Wadelai”.

“Equatoria” sacia la sed de Corto que teníamos los viejos seguidores del hijo de la gitana y el marinero. Y nos hace esperar ansiosos una nueva entrega que, de seguir progresando a este ritmo, podría incluso superar a los originales (algunos un tanto espesos). Por cierto, hablo de la versión en color, absolutamente espléndida. Hay una versión en blanco y negro a la que no he tenido acceso.

25 años de telebasura

Telecinco comenzó a emitir el 3 de marzo de 1990. Es decir, que ya lleva 25 años embruteciendo a los españoles con una programación infecta. Felicidades. Sin esta cadena, diseñada con el desparpajo, la ordinariez y el gracejo de la mejor fiesta bunga bunga de Berlusconi, el término “telebasura” no tendría sentido en nuestro país.

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“Telebasura tu puta madre”, dijo Javier Sardá, presentador de “Crónicas marcianas”, en 2008. “Telebasura tu puta madre”, insistió tres años después Jordi González, presentador de “La Noria”. “No hago telebasura. Prefiero el término Fast TV, matizó Jorge Javier Vázquez, presentador de exquisitices tales como “Aquí hay tomate” o “Sálvame”. “La telebasura es un invento”, aseguró Paolo Vasile, el capataz, “una expresión despectiva de los que no entienden el gran valor de una comunicación que se dirige, indistintamente, a todas las franjas del público”.

Un cuarto de siglo de TELEBASURA, insisto. Y para utilizar el término con mayúsculas me baso en una selección con lo mejor de su programación a lo largo de estos 25 años. Las Mama Chicho de “Tutti Frutti” allá por 1990. “La máquina de la verdad” de Julián Lago entre 1992 y 1994. “Goles son amores”, el programa de fútbol de Manolo Escobar. “Su media naranja”, con Jesús Puente, y “Contacto con tacto”, liderado por Bertín Osborne. “Esta noche cruzamos el Mississippi”, de Pepe Navarro, se emitió entre 1995 y 1997. “Crónicas Marcianas” de Javier Sardá. “Aquí hay tomate” y “Sálvame”, con Jorge Javier Vázquez. Y por supuesto “Gran Hermano”, con sus múltiples ediciones y maravillosos concursantes y presentadores.

Un lujo, ¿verdad? No me diga usted que no recuerda con agrado las memorables crónicas sobre el triple asesinato de Alcàsser, con fotografías de los cadáveres de las niñas incluidas, en “Esta noche cruzamos el Mississippi”. O que no añora aquella pieza inolvidable de “Crónicas marcianas” en la que, según reconoció el Tribunal Constitucional (TC), se burlaron de un ciudadano con una capacidad física y psíquica del 66% y vulneraron su derecho al honor y a la propia imagen. O cuando el Instituto de la Mujer consideró “de máxima gravedad” la intervención de un maltratador en el programa “Sálvame Deluxe” de Jorge Javier Vázquez, considerándolo “difusión de una apología de la violencia contra las mujeres”.

Como colchonero tengo que confesar que, de entre toda la morralla de Telecinco, siento especial debilidad por “Las noches de tal y tal”, el espacio que allá por el verano de 1991 presentaba rodeado de hermosas señoritas Jesús Gil y Gil, entonces presidente del Atlético de Madrid, desde su jacuzzi de Marbella. Una de esas exquisiteces para aquellos telespectadores que, según Paolo Vasile, “tienen el paladar fino”.

¿Le ha gustado esta pequeña selección de los muchos buenos momentos que ha ofrecido Telecinco a los telespectadores? Normal. Se trata de una cadena que pasará a la historia por convertir a Belén Esteban en reina del pueblo, por hacer de “Gran Hermano” un modelo vital para muchos jóvenes, o por transformar seres humanos en descerebrados cachos de carne dispuestos a protagonizar esperpentos tan degradantes como “Mujeres, hombres y viceversa”.

Pero no sería justo hablar de estos 25 años de Telecinco y no recordar los momentos, pocos, en que se podía sintonizar la cadena sin sentir vergüenza o asco. En 1990 estrenaron “Twin Peaks” de David Lynch, y más tarde “Expediente X”. El “Caiga quien caiga” del Gran Wyoming señaló el camino de la televisión crítica y ácida. Y también… Bueno, seguro que si usted le dedica un rato le viene a la cabeza otro programa aceptable. Poco bagaje, en cualquier caso, para tan largo viaje.

Telecinco. 25 años insensibilizándonos, idiotizándonos, haciéndonos peores personas. Una fórmula mágica: Mediaset España obtuvo un beneficio neto de 59,5 millones de euros en 2014, lo que supone multiplicar por catorce la ganancia del año anterior. Enhorabuena.

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El hombre que agredió en Barcelona a una mujer, a la que derribó de una patada mientras era grabado por sus amigos en vídeo, es de Talavera de la Reina. Afortunadamente ha sido localizado y detenido. Su padre le justifica: “Ha cometido un fallo. Se ha pasado, había bebido. Ha hecho una tontería como usted podía haber hecho, como cualquiera que se tome dos copas de más”.

El agresor, un tipo de 24 años, se recrea en su violencia gratuita, elige a la víctima y la señala, la golpea de manera traicionera y graba la brutal patada. ¿Una tontería como usted podía haber hecho, como cualquiera que se tome dos copas de más? Nos estamos volviendo locos.

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Ayer mismo, en una parada de autobús de Talavera de la Reina. No se si tiene relación con la P.D. anterior…

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Para no terminar con mal rollo, una imagen alucinante. El pájaro carpintero y la comadreja. Aún no me creo que no se trate de un montaje, pero me gustaría que no lo fuese.

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Las ferias

Terminaron las ferias de Talavera de la Reina. Miles de personas reunidas en un recinto de tierra donde se funden las músicas, los olores y las luces. No soy hombre de feria, pues en esas circunstancias solo aprecio ruido y tufo. Me deslumbra el resplandor.

Dos cosas me han sorprendido de las ferias de este año. La presencia de un mono, acompañado de su explotador humano. Y la venta de bebidas alcohólicas a menores. Lo del mono podría parecer un tema menor, un mico vestido de flamenca, traje de volantes con lunares y flor en la cabeza, con el que la gente se hace fotos a cambio de unas monedas. No lo es. El patético macaco, su no menos patético proxeneta, y sus impresentables clientes, me recuerdan la España vieja de los setenta, en blanco y negro, con Manolo Escobar, el bombero torero y sus enanos rejoneadores, los tullidos en carrito y los civiles con capa y tricornio. El animal protegido en manos de un feriante que lo explota sin problemas, ante la indiferencia de unas autoridades que se cruzan con el esperpento y se resisten a considerar al animal un ser con derechos. No es un caso aislado: hace solo unos días un tipo se dejó atado un oso a una farola mientras entraba a beber a un bar, durante las fiestas de moros y cristianos de Cárcer (Valencia).

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Pero entiendo que es una locura exigir a la policía protección para un mono cuando en el mismo lugar a niños y adolescentes les sirven cubatas, mojitos y calimochos.

Las ferias son un asco, con sus monos explotados, sus niños bolingas, sus atracciones desvencijadas (una niña murió electrocutada el pasado día 19 en las fiestas de Maribañez, en Los Palacios (Sevilla) y sus pregones sobrevalorados. Ahora sabemos que el ayuntamiento de Elda (Alicante) pagó en 2011 a David Bustamante la friolera de 15.340 euros por un pregón de 15 minutos… ¡en las fiestas de moros y cristianos!

Las ferias, las fiestas y las tradiciones son algo que muchos pueblos no se pueden permitir. Y no hablo sólo de Tordesillas. Conozco bien Navalcarnero, a unos treinta kilómetros de Madrid, y recuerdo sus encierros nocturnos, su magnífica nueva plaza de toros, sus espléndidos fuegos artificiales, sus innumerables estatuas decorativas, sus famosos pregoneros. Pues ahora resulta que Navalcarnero, gobernado por el mismo alcalde del PP desde 1995, admite una deuda de 114,5 millones de euros. El pueblo, que no presenta cuentas desde 2008 y no celebra plenos desde febrero, “no es sostenible financieramente”, sentencia el interventor.

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En la imagen, rotonda en el barrio de San Cosme y San Damián de Navalcarnero. Costó a los vecinos 212.280 euros. Una minucia. El ayuntamiento de este pueblo madrileño, que tiene la segunda mayor deuda por habitante de España, ha gastado en los últimos años más de quince millones de euros en estatuas.

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La Agencia EFE pide perdón por utilizar la siguiente etiqueta…

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Así se ve, así se hace…

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Un motivo para NO ver la televisión

Graham Parker and the Rumour.

Cd: Dont Ask Me Questions.

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Graham Parker quizá sea el más norteamericano de todos los grandes del pop-rock británico. Elvis Costello o Nick Lowe han tenido sus momentos USA, incluso han jugueteado con sonidos vaqueros, pero ha sido Parker quien ha llevado más lejos sus devaneos con la música del otro lado del Atlántico. Sin embargo esta magnífica recopilación, dieciocho canciones simplemente brillantes, se centra en su primera etapa. La más british. Parker sumergido en la nueva ola, componiendo de manera adictiva y cantando de forma convincente. Le acompaña una de las mejores bandas de la época: Bob Andrews, Brinsley Schwarz, Martin Belmont, Andrew Bodnar, Stephen Goulding. The Rumour. Un disco imprescindible.