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Derrotarlos para que España cambie

 

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Un partido que da pena (y asco)

“Sánchez ha resultado no ser un dirigente cabal, sino un insensato sin escrúpulos que no duda en destruir el partido que con tanto desacierto ha dirigido antes que reconocer su enorme fracaso”. Editorial-Comunicado de El País, 29 de septiembre de 2016.

Los especialistas en televisión se preguntan si “Gran Hermano 17 está siendo tan aburrido como parece”. Normal. La política está contraprogramando de manera despiadada al famoso reality, rival directo en cuanto a audiencias televisivas en estos momentos. La crème de la traición y la mala educación, de la mentira y la chabacanería, de las ambiciones desenfrenadas y las estrategias sucias, ya no está en un chalé de Guadalix de la Sierra, sino en el número 70 de la madrileña calle Ferraz. La telerealidad grosera es una fruslería si la comparamos con la chusca actualidad política.

Como me sucede con Gran hermano, el PSOE me da pena. Y asco. Pena me dan las víctimas colaterales, los espectadores y los votantes, respectivamente. Me dan asco González y Sánchez, Bono, García Paje y Susana Díaz, Antonio Miguel Carmona y Corcuera… Da asco un partido que se mueve por ambiciones personales, por odios y filias, por estrategias de poder, por conservar privilegios. Un partido que no tiene nada que ver con los ciudadanos, con los trabajadores, con el socialismo.

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El gran beneficiado por la crisis del PSOE es el Partido Popular. Ya nadie se acuerda de esa Rita Barberá dormida como una vieja marmota en su primer día en el nuevo curro. Ya nadie habla de Rato o de Blesa. Su corrupción endémica queda en segundo plano. Los focos, todos, iluminan a los socialistas, y los populares se frotan las manos.

Los grandes perjudicados por la crisis del PSOE somos los ciudadanos: El nuevo gobierno del PP, con Rajoy al frente, es cuestión de días. Justo lo que querían Felipe González, Susana Díaz, Cebrián y compañía.

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Un motivo para NO ver la televisión

Natural Child

Cd: Okey Dokey.

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Estamos ante la banda desconocida de rock and roll más grande sobre la faz de la tierra. Que se dice pronto. Son tres tipos de Nashville, capaces de sonar como una apisonadora de blues pesado, como una grabación inédita de los Stones de los 70, como un viaje al pasado en la nave de los 13th Floor Elevators o como la reencarnación del mismísimo Gram Parsons. Y todo en el mismo disco. Y todo sin que rechine, sin que suena a impostura, sin que parezca un álbum Frankenstein.

“Okey Dokey” es un disco formidable que no puede pasar desapercibido. Su sexta grabación, primera para su propia compañía discográfica, es un trabajo honesto que recorre terrenos bien diferentes. Decir que Natural Child, guitarra-bajo-batería, es una banda de garaje sería atarles de pies y manos. Por sus venas circula rock sureño de alto voltaje, en ocasiones suavizado con referencias a clásicos de country, desgarrados acordes hard o incluso vaciles punk. Auténticos forajidos de suburbio. Canciones que pueden y deben crecer en directo, terreno en el que se mueven con comodidad estos tres espíritus libres. Muy sorprendentes, muy recomendables.

Rata come rata

Se veía venir. Cuando el barco se hunde, las ratas abandonan el navío. Las que saben nadar. Las que no saben se van a la bodega a pegarse el último banquete, o a montar una gran orgía final… o le sueltan un bocado a esas otras ratas a las que tienen ganas.

El Partido Popular es, desde hace tiempo, un barco a la deriva con el casco agujereado. A partir de esta peliaguda situación le dejo a usted que imagine quiénes son los roedores, en qué consiste el banquete y qué orificios resultarán sellados con carne en la última bacanal. ¿Las ratas que comen rata? Muy sencillo. “No está diciendo toda la verdad”, dicen unos vicesecretarios del PP que se niegan a seguir defendiendo a José Manuel Soria, el último ministro enjardinado en su propio laberinto de mentiras.

Ratas de élite mordisqueando los testículos de una rata líder. El acabose. Barra libre en las alcantarillas de la derecha española. Y si no me cree, un segundo detalle de esta explosión de canibalismo roedor: el ministro de Hacienda Cristobal Montoro ha multado con 70.403 euros a José María Aznar por irregularidades fiscales, y le obliga a pagar otros 199.052 en una liquidación complementaria. ¿Complementaria? ¡Coño, como el sinvergüenza de Monedero!

“Si todos los españoles hiciéramos eso, a ver cómo pagábamos los servicios públicos educación y sanidad”, dijo la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría. Y tenía toda la razón del mundo, ¿verdad? Tanta que el mismo José María Aznar estaba de acuerdo, allá por 1997, con la sinvergonzonería de los defraudadores: “El fraude fiscal es incompatible con una sociedad moderna y solidaria. Lo que uno deja de pagar, lo acaban pagando otros”.

Ratas comiendo ratas. Un banquete antropófago que no ha hecho más que empezar.

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P.D.

“Nunca pactaremos con populistas”, dijo en una ocasión la socialista Susana Díaz. ¿Se refería a un acto de onanismo político sin precedentes? Seguro…

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Pedagogía permanente revisable

Pedro Sánchez, líder socialista en el alambre, ha firmado un pacto antiterrorista con el presidente del Gobierno Mariano Rajoy. El pacto incluye la prisión permanente revisable, que viene a ser la cadena perpetua de toda la vida pero con vaselina. La línea roja que prometieron no cruzar jamás. Con la tinta aún fresca se han hecho una fotografía, en la que Sánchez se deja la poca credibilidad que le quedaba y se consolida como muerto viviente: “Me gustaría que hubiese más acuerdos de fondo como el que hemos firmado para luchar contra el terrorismo”, ha dicho Sánchez durante una conferencia impartida en el Círculo de EconomíaSusana Díaz, recuperada milagrosamente de la gripe que le impidió asistir a la convención socialista del pasado fin de semana en Valencia, sonríe desde la invisibilidad que le concede ser la sombra, la mala sombra, de Sánchez. Si parpadeas, te apuñalo. Su navaja de siete muelles aún tiene sangre de Izquierda Unida

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Así las cosas, en el PSOE dicen que lo que tienen que hacer es pedagogía. Explicar bien su política. Demostrar que son un grupo unido, una piña, una opción de futuro. Esclarecer cualquier duda sobre el liderazgo. Demostrar que su partido, lejos de ser un nido de víboras, es una alternativa de izquierdas al bipartidismo, que como hoy todo el mundo sabe está formado por PP y Podemos.

La pedagogía es la mejor inversión, qué razón tienen. Si la Consejería de la Presidencia andaluza, que se ha gastado mil millones en comunicación en los últimos cinco años, de ellos 574 bajo mandato de Susana Díaz, hubiese invertido ese dinero en pedagogía, ahora toda España sabría que el PSOE es un partido con ideas, socialista y obrero hasta la médula, sin miserias internas, en el que las ambiciones personales quedan arrinconadas en favor del interés ciudadano. Lástima que lo hayan invertido en comunicación.

Susana Díaz ha vetado la presencia de Pedro Sánchez en la precampaña andaluza. Normal. No querrá que su líder de paja quede manchado por el caos que reina en una sanidad andaluza en la que 8.500 trabajadores temporales están pendientes de renovación. No querrá que Sánchez le recuerde que el 58% de los votantes socialistas andaluces no quieren que Díaz se presente a las primarias.

Con Sánchez y Díaz en fraternal hermandad, todo por los ciudadanos, el PSOE se desmorona, se descompone, se desintegra. Cualquiera que sepa algo de pedagogía permanente revisable comprenderá que la culpa es de Izquierda Unida, por no dar la estabilidad necesaria al Gobierno andaluz, y de Podemos, que hace promesas bolivarianas a unos ciudadanos de izquierdas que, no lo olvide, pertenecen en exclusiva a Ferraz.

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Un motivo para NO ver la televisión

Yo, asesino.

Autores: Antonio Altarribia y Keko.

Editorial: Norma.

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Blanco y negro radical, sin apenas grises, dureza de pedernal, para una historia que solo admite pinceladas en rojo sangre. Y es que un asesino artista, un filósofo del dolor y la muerte, está suelto y es muy activo. Viaja de la universidad a la sala de exposiciones, de la conferencia a la biblioteca, del apuñalamiento rápido y voraz a la tortura meticulosa y precisa.

El protagonista, un cincuentón bien parecido llamado Enrique Rodríguez, es profesor de historia del Arte en una universidad del País Vasco. Sus compañeros discuten con dureza sobre el terrorismo de ETA. Él piensa que matar no es un crimen, es un arte. Pero no con bombas o metralletas, sino con la sensibilidad artística de un poeta, de un pintor, de un psicópata. “Se apuñala, se envenena, se decapita… A traición o por decreto… A los extraños y a los de la propia estirpe… Todo para despertar el camino hacia el trono… es lo que yo llamo la Vía Macbeth”, reflexiona un intelectual que cree que “el poder es siempre asesino… Se mata para conquistarlo y también para conservarlo”.

“Yo, asesino” es un cómic de sorprendente complejidad. Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952), Premio Nacional de Cómic con “El arte de volar”, trabaja de nuevo junto al dibujante Keko (Madrid, 1963) en una obra que despelleja no solo cuerpos, puesto que arremete contra el mundo del arte contemporáneo y de la universidad.

“Yo quería que reflexionáramos sobre hasta qué punto matar nos es algo ajeno, de locos y dictadores, o si llevamos dentro la pulsión asesina. En Mentes criminales o Dexter el asesino en serie es perverso, sádico y frío pero yo me he mirado en el espejo. ‘Todos somos asesinos’, dice el protagonista, pero leyendo el libro nadie parece sentirse aludido. Eça de Queirós lo plantea en un relato. Parte de que crees que nunca matarías a alguien a quien quieres, a alguien cercano, pero cada vez te sitúa la víctima potencial más lejos de tu afectividad y más fácil de asesinar hasta que te dice: imagínate que tienes una campanilla y si la tocas, en el otro extremo del mundo un mandarín tiránico, rico y viejo morirá y tú heredarás su fortuna y no te pasará nada. ¿Cuántos tocarían la campanilla? Te pone el espejo delante”, afirma Altarriba. “El asesinato está en nuestras vidas, seguimos asesinando -señala-. Los occidentales con una guerra maquillada, con drones e imágenes de videojuego. Los islamistas, con primeros planos de decapitaciones, exhibiéndose. Y con la crisis, no solo con los desahuciados que se suicidan sino con asesinatos profesionales, cuando te dicen que te reinventes, anulando tu vocación y tus deseos, según las necesidades del mercado”.

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