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Lo que no interesa

El telespectador normal, ese que trabaja mañana y tarde y se informa viendo los telediarios mientras engulle un plato de lentejas, puede hacerse una idea muy equivocada de la realidad. Porque me temo que los editores de los informativos son muy… digamos que finolis, y no les gusta emitir según qué cosas. Por ejemplo, aquellas opiniones de los ciudadanos que no son políticamente correctas o difieren de la línea editorial de la cadena en cuestión…

Estamos en Castilla La Mancha Televisión. La reportera de la cadena autonómica pregunta a un señor, que se encuentra sentado en un bar, o jugando una partida de mús, con qué personaje famoso le gustaría tomarse una caña y por qué. El señor responde que con María Dolores de Cospedal. ¿Por qué? Muy sencillo: “Porque es famosa y así podría decirle todo lo hijaputa que es”. Hasta aquí todo normal, ¿no? Lo terrible es la puntualización de la reportera, que lejos de rebatir la opinión del ciudadano, o reprenderle por el tono montaraz que ha utilizado, se limita a echarle en cara que la grabación no le sirve: “Pero sabe usted, caballero, que esto no lo puedo utilizar”.

Lo que no nos interesa, no sirve. En TVE sin ir más lejos han recuperado un viejo programa de José Mota, del año 2010, en el que había un sketch que no les venía bien: se burlaba de las descabelladas promesas electorales del Partido Popular. ¿Qué han hecho? Pues cortar el sketch y emitir el programa capado, a su medida, a la medida del PP. Como exige una televisión pública en un país realmente democrático, no como en esas miserables dictaduras venezolanas.

P.D.

Más Crowdfunding, ¡Qué se note la recuperación económica! Ayer aflojamos para el nuevo libro de Mongolia, hoy para una película llamada simplemente “B”. Una película que pone en escena de manera textual la segunda declaración de Bárcenas ante el juez, aquella en la que canta la Traviata. Estará dirigida por David Ilundain, protagonizada por los mismos actores que la magnífica función teatral, Pedro Casablanc como Bárcenas y Manolo Solo como Ruz, y con el mismo guionista, Jordi Casanovas. Lo tienen claro: “Bárcenas reunió 200.000 euros en 48 horas para salir de la cárcel. Nosotros buscamos 50.000 en 40 días para llevarlo al cine”.

Un motivo para NO ver la televisión

El comisario Lascano

Autor: Ernesto Mallo.

Editorial: Siruela.

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Insiste editorial Siruela en su magnífica idea de reunir en un solo volumen varias novelas de autores policiacos consagrados. Hace no demasiado tiempo comentábamos “Los tres evangelistas”, de Fred Vargas. Hoy le toca el turno a “El comisario Lascano”, otro grueso pero manejable libro con tres casos del comisario más famoso, y perro, de la Policía Federal argentina: “Crimen en el barrio del once”, “El policía descalzo de la plaza San Martín” y “Los hombres te han hecho mal”.

Periodista, guionista y dramaturgo, Ernesto Mallo ha diseñado un personaje clásico del lumpen policial: el “perro” Lascano es un poli duro, que se mueve con soltura entre la escoria de la sociedad, estrato que incluye tanto a asesinos, ladrones y narcotraficantes como a policías y políticos corruptos. Olvide la exitosa novela negra escandinava, los innovadores del género que apuestan por la ambientación gótica o los investigadores post modernos que no se sabe si aman o no a las mujeres. Lascano pertenece a la vieja escuela, a los maderos hechos a sí mismos, a los supervivientes atormentados cargados de debilidades, sueños rotos, resquemores e inseguridades.

Mallo ha conseguido con Lascano como protagonista una serie impecable de novela negra, de lectura vertiginosa y placer intenso, que invita al disfrute sin rechazar la reflexión. Y algo mucho más difícil, puesto que traza un mapa minucioso y fiel de la Argentina de los últimos años.

Portavoz a la venta

Dicen que Teresa Mesa, la mujer que ejerce de portavoz de la enferma de ébola Teresa Romero, tiene un contrato en exclusiva con el programa de Ana Rosa Quintana (Telecinco). Tiene que ser cierto, porque quien lo asegura es el periodista David Gistau, tertuliano del programa de Susanna Griso (Antena 3): “Ha firmado con el programa matinal de Ana Rosa Quintana un contrato en exclusiva idéntico al que habría gestionado el reportero de Wilder. Incluye un horario específico, de 9 a 13, durante el cual la portavoz tiene prohibido emocionar a todo público televisivo que no sea el de la feria de Telecinco”. Una vergüenza, porque es evidente que la feria de Antena 3 donde trabaja Gistau tiene el mismo derecho a emocionar a su público que la cadena de Vasile.

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Mientras tanto Cuarzo, la productora de Ana Rosa Quintana, niega con rotundidad que “exista contrato alguno con Teresa Mesa y que se le haya pagado. Nunca pagamos a los testimonios, sólo a los colaboradores”. Por su parte, la portavoz de la auxiliar enferma se ha apresurado a “dejar claro que no estoy cobrando, lo hago por cariño a la familia”. “¿Cómo es posible que un portavoz cobre a los medios por hablar? ¿Como es posible que los medios paguen? Lo sabe Teresa? Con laSexta no cuenten”, dice tan digno como sorprendido César González Antón, director de Informativos de La Sexta, hermana pequeña de Antena 3, en Twitter.

¿A quién creemos? ¿A las rivales por el título de la telebasura matinal? ¿A sus opinadores a sueldo? ¿A los periodistas de medios próximos, familia directa? ¿O a la propia portavoz, que niega la mayor?

En esta sociedad enrarecida por la corrupción y la crisis económica se ha instalado la desconfianza: es difícil poner la mano en el fuego por nadie. En cualquier caso, si hay que buscar un culpable es necesario mirar a las televisiones, que si no han pagado en esta ocasión, habitualmente sí pagan. Quizá no a portavoces, pero sí a tertulianos repugnantes, a famosetes ignorantes, y a cualquier delincuente o pelagatos que ayude a conseguir una miaja de audiencia. No es la única polémica: “¿Es ético que un portavoz favorezca a un medio sobre otros?”, se preguntaban en algunos medios. Yo creo que es perfectamente ético. Un portavoz no puede tratar de la misma manera que al resto, yo al menos no lo haría, a medios como ABC o La Razón, que desde el primer día se apuntaron a la caza de brujas que inició el Consejero de Sanidad de Madrid con la auxiliar enferma. O a la COPE, que llegó a anunciar su muerte.

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Un motivo para NO ver la televisión

La otra piel.

Autor: David Mark.

Editorial: Siruela.

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Aector McAvoy es una especie de John Wayne british: feo, fuerte y formal. Bueno, no tan feo, puesto que la tensión sexual con una de sus superiores, Trish Pharahon, es una de las constantes en esta novela negra protagonizada por un detective de alma blanca. Porque McAvoy es todo nobleza y bondad. Incluso cuando se ve sumergido en peleas gitanas a la vieja usanza.

David Mark es un escritor de Carlisle, Reino Unido, que ya nos sorprendió con “El oscuro invierno”, una novela negra británica sorprendente que ya comentamos en esta web. Lo mejor que se puede decir del libro que hoy nos ocupa es que mantiene el nivel de “El oscuro invierno”. Bien escrita, bien estructurada, con la intensidad creciendo constantemente y unos personajes creíbles, en ocasiones emocionantes. La historia es compleja, puesto que mezcla varios problemas: cultivadores vietnamitas de marihuana, narcotraficantes de mayor nivel, políticos de élite aficionados al sexo extremo, una chica frágil que añora a su amigo homosexual y está a punto de ser asesinada, una familia adorable con raíces gitanas…

David Mark lo ha vuelto a hacer. Eso sí, con la ayuda de Aector McAvoy, uno de los policías más originales y entrañables de los últimos años.

Pincha para comenzar a leer “La otra piel”.

Dallas

“Desde el cabo de Gata hasta Finisterre / hay que ver la gente como está con J.R.” Pepe Da Rosa.

Antena 3 ha recuperado “Dallas”, una de las series más populares en la historia de la televisión. Ya sabe, intrigas, ambiciones, odios, pasiones y amores a cascoporro. Todo un culebrón tejano. Lo que estrenó la noche del martes la cadena de Lara es una nueva versión de la historia de la familia Ewing. Los herederos de la serie legendaria que estrenó CBS en el año 78, y que durante 14 temporadas fascinó a más de 400 millones de espectadores. De aquellos personajes inolvidables, tres han sobrevivido al paso del tiempo: Bobby, Sue Ellen y por supuesto J.R.

¿Recuerda usted a J.R.? Yo le consideraba un malo de manual, con su Stetson negro y su sonrisa de hijo de perra.  Uno de esos malos imposible de superar, el perfecto enemigo, un tipo sin escrúpulos, de ambiciones desenfrenadas, capaz de las mayores felonías y traiciones. Muy bien podríamos haberle llamado entonces “J.R. el cabrón”. Pero en aquellos días yo era muy joven, y sabía muy poco de la maldad, la intriga y la corrupción.

En la España actual, “Dallas” es recibida por el público como algo blando, sin maldad, poco más que una serie infantil. Apenas competencia para Pocoyó y Bob Esponja, me temo. Los viejos Stetson y las corbatas de lazo resultan patéticos: ¡al rodeo con ellos! Somos el país de la delincuencia y las mafias, la nueva Sicilia, el lugar donde se mueve dinero negro, se esconden fortunas en paraísos fiscales, los empresarios corrompen a los políticos y los políticos se forran con comisiones y privatizaciones. Para el Financial Times vivimos “La escalada de lo que se ha convertido en uno de los escándalos de corrupción más graves de la historia democrática de España”. Reuters asegura que los escándalos han “desencadenado protestas sobre la corrupción política en unos españoles enfadados, que sufren los efectos de una recesión larga, el alto paro y los recortes del gasto”. Y el The New York Times asegura que, “en un momento de recesión y malos tiempos económicos, el escándalo de los trapicheos también ha contribuido a hundir la popularidad de Rajoy a un nivel record”.

¿J.R.? Un pardillo. Si las televisiones comerciales quieren conquistar a los españoles deben ofrecerles droga dura. Ficción potente, que nos remueva las tripas y despierte nuestros miedos y fantasmas. Tensión criminal, terror psicológico, pavor nocturno. La nueva “Dallas” es, si tenemos en cuenta el mundo que nos ha tocado vivir, poco más que una chuche de fresón. Blanda, empalagosa… superada por la realidad.

Un motivo para NO ver la televisión

El oscuro invierno

Autor: David Mark.

Editorial: Siruela.

“El oscuro invierno” es una novela negra británica. Es decir, una novela en la que los detectives no beben bourbon. No es la única diferencia: varían los perfiles de los personajes, las ambientaciones, las tramas… Pero afortunadamente la gente sigue igual a ambos lados del charco: tienen envidias, roban, matan… Dan trabajo a la policía. El protagonista de este libro es el sargento McAvoy, un auténtico armario, capaz de atemorizar con su presencia y su honestidad, que sin embargo tiene infinitas dudas existenciales. Y un gran corazón.

Los hechos tienen lugar en Hull, East Yorkshire. Un anciano que cuarenta años antes ha sobrevivido a un naufragio, muere mientras recrea la tragedia para la televisión. Por otro lado, una niña es apuñalada hasta la muerte en una iglesia. McAvoy tropieza con el asesino, y ya no olvidará jamás sus ojos húmedos y azules. Poco después, un borracho arde en el sofá de una casa que no es la suya. Demasiada violencia junta, en una localidad tan pequeña, como para no estar relacionada…

Estamos ante la primera de lo que sin duda será una larga serie de casos del sargento McAvoy, uno de esos policías inolvidables. El perfecto debut como novelista de David Mark, periodista de sucesos del New Shire Post.

 

El despilfarro

El nuevo director de Castilla-La Mancha Televisión ha denunciado, en su primera comparecencia en las Cortes regionales, el despilfarro que ha tenido lugar en la cadena pública. Ignacio Villa, el que fuera mano derecha de Federico Jiménez Losantos, esbirro ahora de Dolores de Cospedal, asegura que en tiempos de José María Barreda y García Candau en la televisión castellano manchega se tiraba la pasta. Y pone ejemplos que le dan la razón: José Ángel de la Casa, leyenda de la locución futbolera prejubilado en TVE, firmó un contrato de 200.000 euros por dos años, mientras que José Antonio Luque cobra actualmente 600 euros por retransmitir cada partido. Por las corridas de toros se pagaban entre 70.000 y 80.000 euros, cuando Canal Sur paga 40.000 por las que se celebran en la Maestranza. Y así, numerosos nombres y cifras que bordean el derroche.

El legado de Barrera es repugnante. No seré yo quien lo discuta. Y la cadena que nos dejó, un ejemplo de televisión rancia, anticuada y casposa. Estamos de acuerdo. Por último, deberíamos agradecer a Ignacio Villa desvelar todas esas cifras obscenas y devolver la razón y el orden a la tele castellano manchega. No olvide que Villa se ha rebajado el sueldo un 20% con respecto a su predecesor, y ha renunciado al Audi A6 que le correspondía.

Villa, ex director de informativos de la COPE, se conforma con otro coche de gama más baja y con un sueldo de 120.000 euros de nada. Un tipo prudente y ahorrador este Villa, ¿verdad? Igual que su jefa, una política austera con los necesitados (el 60% de su plan de recortes afecta a sanidad y educación) y olvidadiza con las promesas: ¡Cospedal propuso en su momento privatizar la cadena pública! Tras el fragor de la batalla, y una vez lograda la victoria, ¿quién se acuerda de las promesas? En manos del PP la cadena autonómica deja de ser un despilfarro, y vuelve a ser útil y necesaria para los castellano manchegos. Será para Cospedal lo que Telemadrid para Esperanza Aguirre: un instrumento de manipulación y desinformación. Financiado, no lo olvide, por la gente manipulada y desinformada. Otra forma de despilfarro.

 

Un motivo para NO ver la televisión

El triturador de huesos

Autor: Wolf Hass.

Editorial: Siruela.

A medio camino entre el humor surrealista y la novela policiaca tradicional, la nueva aventura del detective austriaco Brenner es, cuando menos, muy original. Hass ha escrito una segunda novela breve, que se lee en dos asaltos, con la que deja absolutamente desorientado al aficionado a la literatura criminal. Un merendero de pollos asados es el escenario donde se desarrolla la acción, un  complejo ejercicio de estilo con un puñado de personajes estrafalarios que se cruzan formando un laberinto capaz de triturar del cerebro del lector más avezado. En ocasiones tronchante, a veces espesa y enrevesada, esta novela es tan original que puede resultar incluso desconcertante.

Pincha para leer un fragmento.