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Casa nostra, casa vostra

En la ciudad de Barcelona se celebró el pasado sábado la manifestación más grande de Europa a favor de los refugiados. El lema “Casa nostra, casa vostra”. Los organizadores hablan de medio millón de personas, la Guardia Urbana de 160.000. Las fotografías aéreas son impresionantes: miles y miles de ciudadanos con pancartas azules, en unas calles abarrotadas, pidiendo acoger a las personas refugiadas y defender su derecho a asilo. Algo que debería hacer el Gobierno de Rajoy, pero no hace.

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De los periódicos de tirada nacional, solo El País ha considerado la noticia digna de su portada de papel. En ABC han preferido dedicar tan exclusivo espacio a la frase “A la infanta la han sentado en el banquillo por ser quien es”. En La Razón han apostado por una foto a toda página de alguien de la familia, María Dolores de Cospedal: “Veo a Rajoy candidato…”. Y en El Mundo desvelaron que en Podemos se ha “consumado la purga”.

La solidaridad ejemplar de Barcelona, la ciudad más cosmopolita y europea de este país, saca los colores al resto del Estado. Lo cual es un problema: Que Colau o la Generalitat o Cataluña hagan bien las cosas… no le interesa al gobierno del PP. Los catalanes son egoistas, roñosos, aburridos… independentistas. Usted ya me entiende. “Hagamos como que no ha pasado”, piensan de la manifestación algunos directores de periódicos, empresas privadas entregadas a intereses particulares. En TVE, una televisión pública, la cosa es bien distinta, ¿verdad? Hablamos de servicio público pagado por todos los ciudadanos…

Pues resulta que según denuncia UGT-RTVE, el presentador y director de los informativos del fin de semana, Pedro Carreño, censuró algunas de las imágenes que los periodistas de la redacción de informativos de TVE habían seleccionado para informar de la manifestación de los refugiados. Carreño quería que salieran menos esteladas en su televisión. Este tipo de actuaciones ha conseguido que 2.225 trabajadores de los informativos de RTVE, un tercio de los 6.400 que forman la plantilla, presenten un escrito en el Congreso pidiendo que la televisión pública “no sea utilizada como instrumento de propaganda partidista o gubernamental”.

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Un tercio de los trabajadores de RTVE pide pluralidad e independencia. A los dos tercios restantes les deben ir bien las cosas como están. Lastima. La radiotelevisión pública debería ser, recuerde aquel Casa nostra, casa vostra, la televisión de todos los españoles. De todos.

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Un motivo para NO ver la televisión

El buen soldado.

Autor: Ford Madox Ford.

Editorial: Sexto Piso.

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En la contraportada del libro de hoy, Graham Green asegura que “El buen soldado”, quizá la obra cumbre del escritor británico Ford Madox Ford, es “una de las mejores novelas del siglo XX”. No seré yo quien lleve la contraria al autor de “El americano impasible” y “Nuestro hombre en La Habana”. Se trata de un ejercicio literario complejo, con idas y venidas en el tiempo, con personajes que entran y salen, con situaciones que se cruzan y tramas que aparecen y desaparecen: “Soy consciente de haber contado esta historia de un modo tan desordenado que tal vez resulte difícil que alguien encuentre el camino en lo que quizá sea una especie de laberinto”, reconoce el narrador, la voz del autor, en la recta final de la obra. No le crea. Madox Ford resuelve con enorme solvencia y brillantez ese problema: el lector jamás se siente perdido en el tiempo, no tiene una sola duda sobre el espacio, se encuentra en todo momento situado en el lugar correcto. El laberinto se recorre con facilidad y gran placer.

“Ella no debería haberlo hecho. No debería haberlo hecho. Se interpuso entre él y Leonora movido por un estúpido espíritu de santurronería. ¿Puese usted creer que mientras fue la amante de Edward estuvo constantemente intentando reconciliarse con su esposa? Acostumbraba a sermonear a Leonor sobre el perdón… desde el alegre punto de vista estadounidense. Aunque Leonora solía tratarla como la furcia que era. En cierta ocasión le dijo a Florence al encontrarse con ella a primera hora de la mañana:

- Vienes directamente desde su cama a decirme que es mi lugar. Ya lo sé, gracias”.

Dos parejas protagonizan el arranque de “El buen soldado”: los Dowell y los Ashburnham. Son dos parejas aparententemente bien avenidas, de cómoda posición económica, una norteamericana (a la que pertenece el narrador) y otra británica, que hacen buenas migas. O eso parece. La relación se mantiene, pero sufre diversos… digamos que contratiempos. ¿Lo normal en una amistad, en un matrimonio, en una vida? Lo normal en una gran novela sobre sentimientos desencadenados. Porque de eso va este libro, de la vida y sus reveses. De la pasión y la soberbia, del amor y el adulterio, del desequilibrio y la sinceridad, de los arrebatos y las decepciones, de las mentiras y la muerte.

“Creo que en todas las relaciones conyugales existe una constante: el deseo de ocultar a la persona con la que vivimos algún punto debil de nuestro carácter o de nuestra vida. Pues resulta insoportable vivir constantemente en compañía de un ser humano que percibe nuestras debilidades más mezquinas. Resulta verdaderamente insoportable. Es por eso que tantos matrimonios son infelices”.

Publicada en 1915, “El buen soldado” es, en el fondo, un catálogo de miserias humanas. Un catálogo triste, por momentos furibundo y lúgubre, que viene envuelto en papel de regalo: es imposible escribir sobre el desamor, la decadencia y la derrota mejor que Ford Madox Ford. Una grandísima novela, tenía razón Greene.

I Master de Rock and Roll Matutino Sobre Ruedas.

You Got To Walk That Lonesome Valley

“Mississippi” John Hurt

Se llamaba John Smith Hurt, pero todos le conocían como “Mississippi” John Hurt. Nació cerca de Avalon, Misisipi, allá por 1893. Y tocó el blues con alma folk: una guitarra acústica que se dejaba acariciar (¡fingerstyle!), canciones con letras que trataban los problemas de cada día, y una voz que susurraba y podía parecer melancólica o dolorosa.

Mississippi grabó numerosos discos, algunos tan redondos como “Today!”, “The Inmortal” o “Last Session”. Todos son recomendables, porque estamos ante el bluesman acústico por excelencia. Como nos sirve cualquiera de sus clásicos, aprovechemos éste grabado en glorioso blanco y negro: You Got To Walk That Lonesome Valley.

El contrapunto

De un tiempo a esta parte me sentía mal conmigo mismo. La razón es muy sencilla: cuando veía en televisión las imágenes de Miguel Blesa saliendo del juzgado, aterrorizado, y un ciudadano estafado por su banco le rozaba con una pancarta en la cabeza… me sentía bien. Es más, notaba cierto placer sucio. Imaginaba que el palo de la pancarta alcanzaba su objetivo. Sonreía viendo el miedo en el rostro descompuesto del que fuera orgulloso presidente de Caja Madrid. Todo esto hacía que me sintiese un miserable, un ser vengativo y cruel, una rata. ¿Necesitaba apoyo especializado? ¿Medicación? ¿Quizá confesión?

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Entonces escuché al bueno de Manuel Jabois en la Cadena SER recordando un correo electrónico intervenido a Blesa en el que habla de la serie de televisión “Aída” (Telecinco): “Cuando cuento que soy un entusiasta de semejantes personajes, la gente me mira mal y creen que les tomo el pelo, pero me parece un contrapunto perfecto a mi vida, mi lenguaje y mis costumbres”.

Mano de santo. Más eficaz que el mejor y más caro de los psicólogos, que las pastillas más potentes, que el sacerdote más misericordioso. Escuchar a Blesa poner como contrapunto a su vida la serie “Aída”, una ficción costumbrista que cuenta las aventuras de una familia de clase trabajadora que vive en el imaginario barrio humilde de “Esperanza Sur”, tuvo efectos milagrosos en la conciencia de quien escribe este blog. Está claro. No se trata de simples ladrones, sino de auténticos psicópatas. No es un despilfarro insultante, y una gestión bancaria mafiosa, es una burla al ciudadano modesto, al proletariado, al trabajador y al ahorrador, a la justicia y a la democracia.

No son carteristas trajeados, son enfermos (yonquis del dinero, que diría Benavent) capaces de comparar su vida como delincuentes de guante blanco con las miserias de familias trabajadoras. ¿Recuerda la escena inicial, ese palo de la pancarta que rozaba la cabeza de Blesa y me hacía sentir incómodo? Pues ahora lo imagino convertido en un bate de béisbol manejado con precisión asesina por el más joven y fuerte de los preferentistas. Y duermo como un niño pequeño.

Un motivo para NO ver la televisión

Preparación para la próxima vida.

Autor: Atticus Lish.

Editorial: Sexto Piso.

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Estamos ante una historia de amor tan desesperada y visceral como tierna y conmovedora. Amor infantil y salvaje, según las circunstancias, según los miedos, según el grado de desesperación. Un amor vehemente y lírico que tiene lugar en las calles, bajo la lluvia, entre sábanas de pensión, apartamentos compartidos y restaurantes baratos. Un amor que es un salvavidas y una trampa mortal, que ofrece esperanza y redención, que cicatriza unas heridas y abre otras. Un amor de novela. De novela moderna, escrita de manera sólida y original, capaz de sorprender al lector más exigente. Apunten el nombre del autor: el destino de Atticus Lish es la gloria.

“Sus episodios de llanto todavía no se habían iniciado, pero empezarían pronto. Al parecer, el amor de Zou Lei, algo a lo que no estaba acostumbrado, precipitaba el desbordamiento emocional. La falta de sueño y la irritabilidad ya estaban ahí, eran familiares; el amor de ella no tenía la culpa de eso. Pero Skinner buscaba algo o alguien a quien culpar, y eso sí era típico. No comprendía lo que pasaba. No había estudiado medicina. Aquello no era un proceso curativo; hundirse es lo opuesto a eso. Tampoco era una catarsis. Skinner carecía de suficientes conocimientos como para estar tan asustado como correspondería, pues de lo contrario habría acudido a la administración de veteranos”.

Zou Lei y Brad Skinner. La primera es una inmigrante ilegal china de origen musulmán, un ser suave y quebradizo. El segundo es lo que queda de un veterano de la guerra de Irak: “un enfermo mental que día tras día transitaba por la zona de combate agravando sus daños: cortes que no cicatrizaban, dolor de espalda, diarrea, pérdida auditiva, visión borrosa, cefaleas, calambres en las manos, insomnio, apatía, ira, tristeza, desprecio, depresión, desesperación”. Estar juntos es su ultima oportunidad. El mundo está empeñado en arrollarles, y ellos corren de la mano en busca de refugio. Zou es la fragilidad y el miedo, Brad la fuerza y el desequilibrio. Lish cuenta su aventura de supervivencia en un entorno urbano salvaje, ese Estados Unidos que margina a los perdedores, olvida a los héroes y persigue a los inmigrantes ilegales.

Lish ha creado dos personajes inolvidables, vagabundeando por una ciudad en llamas, y ha escrito un texto sorprendente sobre los lazos que atan: la necesidad de amar y compartir, la marginalidad y la soledad, la necesidad de creer en alguien, preocuparse por alguien, soportar a alguien. Ganador del PEN Faulkner Award, este libro dará que hablar. O debería. Es lo que se espera de la literatura en estos tiempos convulsos.

Narcisa

Un motivo para NO ver la televisión

Narcisa

Autor: Jonathan Shaw.

Editorial: Sexto Piso.

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Narcisa es una gran historia de amor. De amor al crack, al sexo sincopado, al desprecio, la manipulación y la autodestrucción. De amor a una mujer que te utiliza, te necesita y te chupa la sangre. Porque Narcisa, cuerpo de niña y carácter de vampiro, podía llegar a ser mucho más que una prostituta drogota: “era un arquetipo espiritual, una especie de entidad angelical, no una puta cualquiera; ni siquiera era una persona…”.

Narcisa es dura hasta parecer despiadada. Se revuelca por el barro, recorre los violentos callejones, maltrata a quienes la idolatran y se retuerce castigada por la memoria. “¡Ja! A mí me han violado tantas veces, me cago en la puta, que ni siquiera me acuerdo, cara! Dejo de contar con doce años, ¿lo pillas? Ni siquiera me salgo con la mía con este dichosos cuerpo en el que soy prisionera con vosotros, putos terrícolas, ¡nunca he tenido el privilegio de hacer ni una puta cosa que he querido en esta vida de mierda en vuestro dichoso planeta!”.

¿Setecientas páginas dedicadas a las andanzas de una drogadicta caprichosa y egoísta? Efectivamente. Y no sobra ni una línea. Si el autor, un tatuador llamado Jonathan Shaw que se estrenó en el mundo de la literatura en 2008 con esta obra, hubiese suprimido un solo párrafo, podía haber sido éste: “Narcisa sería capaz de fumarse los trozos de uña amarilla recién cortada de los dedos de los pies de Margaret Thatcher sin pensáselo dos veces”. Y estará de acuerdo conmigo en que hubiese sido una lástima. ¿Acaso se puede describir mejor una adicción? Shaw sabe de qué habla, y se recrea en las miserias de la pareja protagonista y en el lumpen de Río de Janeiro, lugar donde se desarrolla la historia, pero no resulta ni morboso ni melodramático. Iggy pop, Jim Jarmusch, Robert Crumb y Hubert Selby Jr le adoran. Por algo será.

“Pensaba que lo sabía todo sobre adicciones. De primera mano. Lo que no había acabado de pillar es que un heroinómano es como un viejo perezoso sedado colgado de su árbol pedo perdido, en comparación con el hiperactivo mono de cola anillada de una yoncarra supersónica como Narcisa. Los toxicómanos pueden pasarse años dando vueltas y vueltas en el retrete sin que el remolino los engulla. Los yoncarras, no. ¡A los yoncarras, tío, hay que sacarlos de ahí y pegarles un tiro!”.

Narcisa ve a Cigano, un ex presidiario y ex yonqui que la adora, la protege y le financia la adicción, como al resto de los hombres: “un pene andante y parlante pegado a una hucha con forma de cerdito”. Y Cigano va y viene, entre la pasión, los celos y los disgustos: “¡Joder! Estoy enganchado a ti, princesa. Igual que tú al crack”.

Narcisa es el corazón y el alma de “Narcisa”, evidentemente, pero Shaw encuentra momentos para arrinconar a la protagonista del libro y dar paso a un desfile de ilustres fracasados. Una parada de los monstruos, un circo de derrotados, anti héroes y “bichos raros”: “borrachuzos, carteristas, escuálidos matones preadolescentes, fulleros depravados, travestis entrados en años, putas viejas alcohólicas de cuerpo fláccido y fracasados más feos que un pecado”.

Elliott Murphy cantaba a las maravillosas perdedoras neoyorkinas de los setenta. Narcisa podría haber sido una de ellas, carne de crack y de canción electroacústica, subidón y bajonazo, hechizo y desprecio, espíritu de supervivencia y detonante de pasiones, odios y azares. Una obra maestra underground.

Los nuevos indignados

Sergio Martín, director del canal 24 Horas y presentador de “La Noche en 24 horas”, estaba indignado. No por la corrupción, la miseria o los datos sobre el paro, cinco años seguidos con un desempleo del 20%. No. Sergio Martín estaba indignado porque no había recibido invitación para asistir al Mutua Madrid Open de tenis. “El buffet es espectacular”, le recordó Alfonso Rojo, uno de los tertulianos habituales en los programas de Martín. “Yo me dejo invitar con elegancia”, insistió el trabajador de la televisión pública española. Todo en directo y en TVE.

¿Vanidad? ¿Ironía? ¿Cinismo? ¿Simple estupidez? Vete tú a saber. En cualquier caso, y como no queda muy claro que se trate de una broma, resulta impropio de una televisión pública. Otra cosa es que TVE fuese el cortijo del Gobierno, cuidado.

Leyendo la prensa es posible encontrar pistas sobre el tema: la alcaldesa de Madrid Manuela Carmena ha dinamitado los privilegios tenísticos del ayuntamiento y ha repartido más de 4.000 entradas para el Open de tenis, de las que un total de 3.461 corresponden a palcos VIP, entre colegios, clubes deportivos y entidades sociales. El ayuntamiento mantiene butacas para la estricta representación municipal.

“Me sorprende que siendo como sois, estrellas rutilantes de la televisión, no os inviten. Me parece indignante. No lo digo por mí. Lo digo por vosotros”, insistió, dirigiéndose a los tertulianos, un Sergio Martín que quizá como periodistas sea solo un mamporrero, pero como humorista es un auténtico genio.

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Y es que la cosa es tronchante, ¿verdad? La decisión de Carmena, digo. Pura demagogia, que exige sin duda que desde TVE se cachondeen de mala manera. Para este tipo de servicio público, ironizar sobre las decisiones cabales de políticos rivales, fueron concebidas las televisiones públicas, evidentemente.

P.D.

Y hablando de vanidosos, de austeridad, de estrellas, de ciudadanos y de espectáculos… El gran Rosendo Mercado, orgullo del rock español y del barrio de Carabanchel, cree que hay cosas más importantes en las que gastarse el dinero que la estatua que Ahora Madrid quiere levantar al autor de “Agradecido”.

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Un motivo para NO ver la televisión

Su pasatiempo favorito.

Autor: William Gaddis.

Editorial: Sexto Piso.

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La editorial Sexto Piso insiste en recuperar la obra de William Gaddis, grande de las letras norteamericanas desconocido para buena parte de los lectores españoles. Una lástima, porque se trata de un escritor de enorme originalidad que arriesga en cada párrafo, demuestra una mordacidad envidiable, domina los diálogos, arriesga con la estructura de la narración, experimenta con cada palabra y exige toda la concentración del lector. No es un escritor para pusilánimes: Gaddis reclama la atención en cada línea, una pequeña obra maestra encajada con precisión en las 690 páginas de este libro apabullante.

“¡Pero qué listo! O sea que puede demandarlos y llevarse un millón ¿no? Según los periódicos todos los días se dictan unas sentencias fabulosas”.

“Su pasatiempo favorito” es enfrentarse al sistema judicial norteamericano. Escrito en 1994, este libro obtuvo el National Book Award. No podía ser de otra manera. Se trata de una obra tan difícil como trascendente, que analiza de forma profundamente socarrona el tema del plagio, de la propiedad intelectual, de la picaresca y de los conflictos legales tan del gusto de una sociedad decepcionada con la mediocridad que siente una profunda admiración por el éxito y el dinero.

“Estas tonto o qué, te los puede trael Lily y no se te ocurra encender otro, vamos que estar dando vueltas por la habitación como si tal cosa cuando en cualquier momento puede aparecer un agente de la compañía de seguros para comprobar que estás inválido… ¿tú te crees que se va a creer que eres el señor Boatwright nuestro fontanero de toda la vida con ese traje que llevas? Y entonces ya puedes despedirte de la indemnización por ese absurdo accidente tuyo, por el dolor y el sufrimiento, desfiguramiento permanente y todo lo demás y también del millón de dólares si tu dichoso sir John pone a esos actores profesionales a hacer cabriolas en un escenario mientras Kiester y toda su pandilla te aplauden como posesos y tú aquí embobado contemplando el Gran Mar Destellante con un montón de facturas de…”.

“Su pasatiempo favorito” arranca descubriendo sus cartas: “¿Justicia? La justicia se encuentra en el otro mundo. En éste lo que hay son leyes”. Dicho lo cual comienza a zarandear al lector con diálogos majestuosos, con giros impredecibles y análisis enloquecidos, y por supuesto con frases tan contundentes y certeras como el mazo de un juez: “Los que se presentan ante los tribunales exigiendo justicia lo único que andan buscando es llevarse un millón de dolares”. Imprescindible para los seguidores de Gaddis, muy recomendable para lectores constantes y aventureros en busca de gran literatura por explorar.