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¿Volverá Urdaci?

Hace años, muchos años, me contaron una anécdota sobre RTVE que, además de no haber podido comprobar jamás hasta que punto resultaba verídica, se ha ido difuminando en mi memoria con el paso del tiempo. Pese a todo, se la resumiré en un par de brochazos: un viernes dimite el director de RTVE. Inmediatamente uno de los miembros del consejo se ofrece para ser nombrado director provisional, hasta que el lunes se nombre el definitivo. ¿Para que no esté el Ente un fin de semana sin cabeza? preguntan al voluntario. No, responde como un resorte, para poder poner en mi currículo que fui director de RTVE.

No se si la anécdota es cierta o no, o hasta que punto se ajusta a la verdad histórica. Lo importante es comprender que solo puede tratarse de una historia vieja, muy vieja, de los lejanos tiempos en que ser director de RTVE proporcionaba prestigio. En la actualidad ese cargo miserable, político, sitúa al elegido en la cumbre de la mediocridad y el servilismo.

Le cuento todo esto porque ha cambiado el director de RTVE. Le evitaré el baile de nombres, todos perfectamente olvidables, pero le recordaré un dato: el director entrante ya ocupó el cargo durante la presidencia de José María Aznar. Muy a gusto debió de quedar con su trabajo el hombre de los abdominales de acero para que el presidente con cara de plasma recurra nuevamente a sus servicios.

“Es por el bajón que ha sufrido la audiencia de TVE”, dicen los jefes de la actual televisión pública. Olvidan que en estas cadenas lo importante no es la audiencia, sino el servicio público. Excepto si quieres emplear la tele como elemento de propaganda para, por ejemplo, llegar a tope a las próximas elecciones municipales.

Desde hace tiempo se comentaba en el PP, el partido con caja B que gobierna España, que con esta televisión no era suficiente. Que para presentarse a las elecciones con posibilidades de ganar tenían que hacer cambios. Y aquí están los cambios. Llega José Ramón Díez, un veterano de la propaganda que desempeñó este mismo puesto a finales de los años noventa, cuando Pío Cabanillas ocupaba la dirección general del entonces ente público. Un hombre que, en un derroche de humor solo comparable a las chirigotas de Cádiz, asegura que su objetivo será “revitalizar la cadena y hacerla más competitiva, si bien manteniendo sus señas de identidad y su encomienda de servicio público”.

En mayo de 2000 el recién nombrado director de RTVE abandonó por primera vez su cargo. ¿Y sabe quién se convirtió entonces en jefe de informativos? Alfredo Urdaci. Rece para que no se repita el ciclo…

 

Televisión Popular Española

Dicen que el Gobierno de Mariano Rajoy no está contento con el funcionamiento de TVE, y que el presidente en persona estaría diseñando, junto a Soraya Sáenz de Santamaría, profundos cambios en la dirección del ente y en los informativos de cara a las próximas elecciones. Sí, el Partido Popular reina en TVE, y tiene a un presidente y a un jefe de informativos a sueldo, pero por lo que parece no es suficiente. Los telediarios son vergonzosos, o auténtica publicidad de los populares o encubrimiento de sus fechorías, pero los chicos de Rajoy no se sienten satisfechos. Quieren que la televisión pública sea un elemento fundamental en su campaña para las municipales de la próxima primavera. “Con esta RTVE no podemos ir a las elecciones”, ha llegado a decir un miembro del Gobierno que resume el sentir del resto de líderes populares.

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En el Partido Popular no tienen límites. Es lo que tiene la impunidad, que te convierte en insaciable: siempre quieres más. Más control sobre los informativos públicos, más manipulación, más propaganda. Es decir, menos información equilibrada y veraz. Nada de servicio público. Quieren que la televisión pública esté total y completamente a su disposición. Desconfían incluso de Echenique y Somoano, dos de sus más sumisos siervos. Quieren convertir TVE en Telemadrid, la meca de la desinformación y la propaganda. “Todos los gobiernos utilizan las televisiones públicas, nosotros también debemos hacerlo si queremos recuperar el voto perdido”, asegura un miembro de la cúpula del PP, según informa El País.

Así que se trata de recuperar el voto perdido. Para hacerlo, bien podrían plantearse cambiar de estrategia política y gobernar desde la honradez y la cordura, o bien cumplir sus promesas electorales, o incluso devolver el dinero robado con los famosos sobres de Bárcenas o con las obras de la sede de su partido pagadas en B. Pero prefieren otros sistemas. Prefieren quedarse con lo robado, mantener sus privilegios actuales, consolidar los futuros, gobernar para los más ricos… y ganar las elecciones recuperando el voto perdido con una RTVE a su servicio. ¿Puro Goebbels? No, pura democracia moderna.

P.D.

“Los asuntos de familia se tratan en familia”. Alberto Ruiz Gallardón sobre la fuga de su hijo tras protagonizar un incidente de tráfico.

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¡Viva la música!

Ha muerto Fernando Argenta, un gran amante de la música, un enorme divulgador. Argenta dirigió durante 32 años el programa de RNE “Clásicos populares”, y presentó durante casi una década “El conciertazo”, un espacio de educación musical emitido por La 2 de TVE entre 2000 y 2009. No sé si usted me ha entendido bien, si se ha dado cuenta de la importancia de la frase anterior: Argenta presentó un programa de educación musical. Repito, de educación musical. Sí, en TVE, la televisión pública española, la misma que ahora emite “Uno de los nuestros”, uno de esos mugrientos talent shows surgidos tras el éxito de “Operación Triunfo”.

Por cierto… Argenta fue a morir el día en que comenzaban las pruebas para conseguir las licencias de músico callejero. A él no le hubiese gustado que exigiesen a estos artistas “ser aptos para entretener, pero sin molestar”.

 “RTVE ya no es mi casa, no la conozco”, dijo Argenta en una entrevista publicada hace algunos años en El País. El divulgador musical fue prejubilado. “El conciertazo” dejó de sonar. Y los telespectadores se perdieron uno de los acontecimientos televisivos más fascinantes de todos los tiempos. Una orquesta en directo, espectáculo en estado puro, humor desbordante, euforia colectiva… y todo alrededor de la música de Bach, de Mozart o de Beethoven.

Me fascinaba el entusiasmo de Argenta, esa contagiosa pasión por su trabajo que solo se encuentra en las personas que aman profundamente lo que hacen. Me vienen a la cabeza personajes televisivos con ese don, como el mago Juan Tamariz, los  cocineros David de Jorge y Arguiñano, el periodista Sebastián Álvaro (“Al filo de lo imposible”)… Este último cuenta, en una entrevista publicada ayer mismo por el diario El Mundo, que “si TVE no hace programas como “Al filo” lo que tiene que hacer es desaparecer”.

Programas como “Al filo” y como “El conciertazo”. Auténtica televisión pública, el tipo de espacios que las cadenas comerciales jamás harían. “Si las televisiones públicas sólo sirven para meter enchufados de los partidos y para exaltar los logros del Gobierno, no tienen ningún sentido. El poder quiso que se perdiera la televisión pública”, sentencia Álvaro, también prejubilado por TVE.

P.D.

Brutal. La portada del nuevo Mongoliú

Un motivo para NO ver la televisión

Lydia Loveless.

CD: Boy Crazy.

Lydia Loveless es una de esas perlas escondidas de la música nortemericana de raíces, comparable tanto a las grandes voces femeninas de los últimos años (Lucinda Williams) como a las leyendas (Patsy Cline). Nació en Ohio hace solo 23 años, y ha grabados dos discos de larga duración. Este EP con cinco canciones es su tercer trabajo, el segundo para el prestigioso sello Bloodshot. Puro rock and roll, sin concesiones, sin sorpresas, sin tregua.

En Loveless hay mucho country, pero también mucho Springsteen y un fuerte espíritu punk. Transmite honestidad en toda su obra, incluidos los cinco nuevos y grandes temas, apenas veinte minutos de música sin relleno, de este disco imprescindible pese a lo espantoso de la portada. Un soplo de aire fresco, la confirmación del enorme talento de una mujer destinada a ser toda una estrella. La reencarnación femenina de Hank Williams.

De cabrones y hombres (II)

En el último post comentamos la condena del juzgado número 5 de Madrid al supuesto periodista Carlos Dávila por llamar “cabrón” al juez Santiago Pedraz, ¿recuerda usted? Dávila deberá indemnizarle con 5.000 euros, tendrá que pagar una multa de 9.900 euros por delito de injurias y deberá hacerse cargo de las costas procesales. Normal: aunque seas periodista, que ya sabemos que es poco menos que ser dios, no puedes ir por el mundo llamando “cabrón” a un juez. Excepto, cuidado, si el juez se llama Baltasar Garzón

Federico Jiménez Losantos, otro de esos predicadores montaraces de la escuela de Dávila, dijo en sus programas de radio y sus columnas de prensa que el entonces juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón era un “paleto”, un “botarate”, un “oportunista” y un “malcriado”. Losantos aseguró que cuando a Garzón se le pilla “con las manos en la pasta” pisotea el Código Penal, y que “intelectualmente es un botarate, políticamente un oportunista y socialmente una peonza”.

Acabamos de saber que el Tribunal Supremo considera que en tan hermosas palabras, y tan reflexivas descripciones, no hay ni menosprecio personal ni insultos. Y considera que debe prevalecer la libertad de expresión del locutor. Bueno es saberlo.

No lo olvide. Llamar “paleto”, “botarate”, “oportunista” y “malcriado” a un juez no es delito. Es libertad de expresión.

P.D.1

Son las seis de la tarde. En la madrileña estación de Atocha, la policía detiene a un mantero. Hasta aquí todo normal, si no fuera porque los cuerpos de seguridad utilizan una contundencia incomprensible, digna de los GEO durante la captura del líder de un sangriento comando terrorista. Derriban al subsahariano, le aplastan la cara contra el suelo, le ponen la rodilla en los riñones y le atan las manos a la espalda. No es un criminal peligrosísimo, solo es un vendedor ambulante de gafas de marca falsas.

Los viajeros, que esperan la salida de su tren o acaban de llegar a la estación, increpan a los policías. “¿Por qué no detienen así a Bárcenas?”, dicen, visiblemente enfadados. Insultan a los policías, e insultan a unos  políticos a los que consideran responsables de la violencia empleada por los primeros.

¿Cómo se sentiría ese inmigrante, acosado, derribado y amarrado por varios policías? Como un animal acorralado. Quizá por eso me recuerda a las imágenes publicadas por el torero João Moura Jr en su página de Facebook. Imágenes que han causado gran indignación en Portugal, y en las que se puede ver a cuatro perros de presa atacando a una vaquilla en la finca del torero.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Manu

Autor: Manuel Jabois.

Editorial: Pepitas de calabaza.

Manuel Jabois es el mejor de los nuevos columnistas. Y con mucha diferencia. Así de sencillo. Sus textos, siempre interesantes, en muchas ocasiones espléndidos, se pueden leer en El Mundo, donde ocupan el hueco que ha dejado libre David Gistau. A la chita callando Pedro J, que puede ser lo que usted quiera a nivel moral pero no tiene ni un pelo de tonto, se ha hecho con los servicios de Jabois y Enric González, lo mejor del periodismo de opinión en estos momentos. Con permiso de Gregorio Morán, por supuesto…

“Manu” es un libro pequeño que cuenta una gran historia: la de cómo el inconsciente, inmaduro y borrachuzo Jabois llega a convertirse en padre. Con un sentido del humor encomiable, nuestro hombre siempre se ríe en primer lugar de sí mismo, invita al lector a sumergirse en todo el proceso reproductor: desde los instantes previos a la penetración hasta el momento en que le echan del hospital por roncar en la cama en la que deberían reposar madre e hijo. Un comienzo tronchante que advierte del tono del libro, las joviales reflexiones de un niño grande.

Un librito que se lee de un tirón, entre risas y sonrisas, y que advierte del enorme potencial de Jabois en distancias más largas que la columna. Un tipo con talento, y con un futuro espectacular.

Pinchar para leer las primeras páginas.

P.D.

En el más que probable caso de que, tras leer este “Manu”, el lector se quede con ganas de más Jabois, resulta muy recomendable el libro “Irse a Madrid”, una selección de columnas publicadas en el Diario de Pontevedra, en El Progreso y en su blog de la revista digital Frontera D.