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El río

Un motivo para NO ver la televisión

El río.

Autor: Rick Bass.

Editorial: Volcano.

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Conocemos a Rick Bass, geólogo y escritor tejano afincado en Montana, gracias a “Invierno”, la historia que cuenta cómo el autor se instala con su pareja en un rancho (editada en España por Errata Naturae). Es decir, que ya sabíamos del talento de Bass para reflejar en sus escritos la fuerza y precisión de las batallas que deben librar con la naturaleza quienes pretenden domarla. Estamos ante un hombre habituado a diseccionar tanto la complejidad del ser humano como la grandeza de la vida salvaje. Bass conoce ambos mundos, los considera inseparables y los convierte en protagonista y escenario de unas historias breves pero intensas.

“No he hecho nada”, le decían a Lily cuando volvía a casa a última hora de la tarde, todos los días. Miles de páginas de sermones, esparcidas por el despacho entero. La casa estaría caldeada, más que su despacho con todas esas corrientes de aire, y la cena, preparándose, con verduras y carne al fuego, en la estufa de leña. Mahatma Joe disparaba a los alces y ciervos que invadían su huerto; también a osos y uapatíes, y a cualquier cosa que apareciera escabulléndose por allí en busca de los productos del señor. Colgaban los animales en el garaje para que Lily los despellejara y los despiezara. Siempre tenían carne”.

Tres relatos forman este libro, una obra que huele “al heno recién cortado del verano” y habla de personas y de bosques, es decir, de amor y de soledad, de grandeza y agonía, de brutalidad y de jugadores retirados de fútbol americano, de osos y de predicadores, de vientos gélidos y, sobre todo, de cursos de agua por los que circula la vida y la muerte. Bass parece conocer en profundidad todos estos conceptos, y su poderosa influencia en aquellos que consideran la naturaleza su hábitat, el lugar del que jamás se debe salir. El primer relato cuenta la llegada de un predicador a un pacífico pueblo de Montana y de cómo patinar sobre el agua helada se convierte en sinónimo de libertad. En el segundo, un hombre enorme que nada desnudo a contracorriente, con una canoa anudada a la cintura, conoce el amor. Y muchas cosas más. Finalmente en El río, la historia que da título al libro, un ex jugador de fútbol americano participa en una jornada de pesca con unos colegas. Los mapaches contemplan desde el bosque algo más que hombres persiguiendo a peces cabeza de acero en la oscuridad, en un agua gélida repleta de trampas. Es el hombre contra la naturaleza.

“El salmón, lanzado como un cohete, salta del agua, se retuerce, se agita, rueda y vuelve a estamparse en el río, salta de nuevo, pero todavía está enganchado. Jack lo tiene en el sedal, sigue siendo el pez de Jack; Jack es el dueño y señor de ese trozo de vida salvaje, y aquello es una lucha, nada más que una lucha, no llegarán a ningún acuerdo, el pez es demasiado grande. El animal terminará en tierra, apaleado, llevado a casa y engullido (igual que les ha ocurrido a otros peces a lo largo de su vida)… O conseguirá escapar”.

Tres relatos perfectos, reunidos en un libro que consigue la armonía. Como sucede en esos bosques y arroyos de los que tanto habla. Una armonía en este caso conseguida al encajar excelentes historias con personajes creíbles, situar a estos últimos en espacios salvajes y posiciones complejas y, por supuesto, contarlo todo de manera tan luminosa como contundente. Rick Bass sabe de qué habla, y sabe cómo contarlo. Un libro fundamental para entender la moderna literatura de naturaleza.

Invierno

Un motivo para NO ver la televisión

Invierno

Autor: Rick Bass.

Editorial: Errata Naturae.

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Rick Bass, escritor y periodista tejano afincado en Montana, dedica prácticamente medio libro a describir cómo corta leña, transporta leña, almacena leña… a contar cuan importante es la leña, lo peligrosa que puede llegar a ser una motosierra de cortar leña, cuál es la mejor madera para utilizar como leña… ¿Un texto soporífero, como el sonido de un serrucho troceando un tronco para hacer leña? De ninguna manera, porque Bass escribe de maravilla y convierte cada paseo por el bosque, evidentemente en busca de leña, en una pequeña aventura vital.

“Queremos que haga frío, queremos nieve, ansiamos el aislamiento, la desolación, la reclusión, el silencio. Por eso estamos aquí arriba, por eso todo el mundo está aquí arriba. No es que resulte especialmente halagüeño admitirlo, pero aquí venimos todos huyendo de algo y ese aislamiento nos hace sentirnos seguros; sin embargo, al derretirse la nieve y volverse transitables otra vez las carreteras (accesibles a cualquier turista de mierda que quiera venir de visita, a cualquier viejo peregrino), nos sentimos expuestos.

Quiero más frío, más dureza, más profundidad, no más calor”.

El escritor y su pareja buscan la soledad, el aislamiento, y lo encuentran muy lejos de su cálido hogar tejano. En la gélida Montana, donde tienen la fortuna de descubrir una finca grande y aislada que cuidar mientras su propietario vive en la ciudad. De eso habla “Invierno”. Del frío y las penurias de la naturaleza salvaje, de los pequeños pueblos con bares diminutos, de los vecinos que han llegado huyendo quien sabe de qué, de una fauna tan numerosa (lobos, linces, alces…) como esquiva, de la supervivencia física y mental a 40 bajo cero. Bass utiliza un lenguaje sencillo, pero preciso y contundente, para contar detalles de ese valle tan hermoso, de un invierno atroz, de unos humanos que cazan, beben, conducen camionetas y, por supuesto, cortan leña.

“Para mí hay dos mundos (y para cualquier otro, creo) y se me da mejor uno que otro. Antes podía existir en ambos, pero, conforme voy prestando más atención a uno de ellos, el de los bosques y este valle, me veo, cada día que pasa, menos capaz de funcionar en el otro.

El invierno es una época para soñar. ¿Los osos y otros animales sueñan cuando hibernan”.

Bass no es Thoreau, y su rancho no es la cabaña del de Concord. Pero su espíritu es el mismo: disfrutar viendo caer los primeros copos de nieve del año, admirar las huellas de un puma sobre el barro, estudiar el manual de tu primera motosierra, oler cómo la madera de alerce arde en la chimenea. Los pequeños placeres que encontramos cuando bajan las temperaturas, hibernan los osos y los árboles caídos cortan las carreteras. Abríguese, cargue la estufa y lea.

“Este valle tiembla de misterio, de belleza, de secretos; aun así, no da ninguna respuesta. A veces creo que este valle (tan alto en las montañas y entre tanta espesura) es como un paso más cerca del cielo, el último lugar antes de llegar a lo auténtico”.