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Actualidad macabra

La reportera Isabel, de Telecinco, habla del accidente de autobús en Ávila mientras a su espalda el personal sanitario tiene que desplegar un enorme plástico azul, a modo de mampara, para impedir que se tomen imágenes de algún cadáver o de los heridos que en ese momento están siendo atendidos. Vaya por dios…El cámara tiene que tirar de zoom y enfocar al vehículo siniestrado, en lontananza. Hierros retorcidos, el guardarraíl hecho jirones, restos de telas, cristales rotos…Apenas se ve sangre. Vaya por dios… “Pasamos al juicio de José Bretón”, dice la sustituta de Ana Rosa Quintana. “Al rociar con combustible de manera progresiva, Bretón tuvo que ver cómo sus hijos se consumían en la hoguera”, asegura el necrófago de turno, también desplazado al lugar de los hechos.

Nada sorprendente, ¿verdad? Telecinco en estado puro. Muertos, dolor, sangre, tristeza… Sinceramente, creo que medios audiovisuales tan prestigiosos como la cadena dirigida por Paolo Vasile tienen que dar un paso adelante con esto de las informaciones siniestras. Los televidentes estamos cansados, la monotonía nos mata, exigimos más. Un ejemplo de superación: puesto que los equipos médicos de urgencias no dejan trabajar a la prensa, permitiendo que tomen buenas imágenes de los cadáveres de un accidente, será necesario sortearles. Lo exige la audiencia. Pensemos, pensemos… ¿Qué tal un helicóptero? Sería perfecto, pero resultaría muy costoso… ¡Excepto si estuviera patrocinado!

No tire las campanas al vuelo, que me temo que está todo inventado. Telecinco ya ha dado algún paso en esta dirección del patrocinio siniestro. Y es que cuando crees que lo has visto todo en el mundo de la televisión cutre y zafia, de la telebasura más ramplona y vergonzante, de la degradación humana y la miseria audiovisual, ahí está Telecinco. Siempre dispuesta a superarse a sí misma.

El pasado 27 de junio Raquel Sánchez Silva, presentadora de televisión que perdió a su marido el 30 de mayo, regresó a la pantalla en el programa de Ana Rosa Quintana. Y lo hizo amparada por una compañía de telefonía: “Me llegaron todos vuestros mensajes gracias a mi Sony Xperia Z”, dijo ante la mirada inerte de Ana Rosa.

¿Un pésame patrocinado? Cuentan que la marca japonesa le ha recriminado el comentario, una publicidad no autorizada de efectos negativos. Pero lo cierto es que quizá estemos viviendo el comienzo de una nueva etapa en el mundo de la información siniestra y la publicidad macabra. ¿Qué tal una marca de barbacoas financiando las informaciones sobre Bretón y los niños desaparecidos en Córdoba? Todo se andará…

P.D.1

Ni periódicos tan serios como El País (risas) se libran del sensacionalismo macabro: “Las imágenes del siniestro”, titulaba ayer la web del diario de Prisa solo unas horas después del accidente de autobus. El clásico álbum de fotos para incentivar al lector a “pinchar”. Imágenes del accidente tomadas a pocos metros del lugar donde se produjo, algunas incluso con las víctimas siendo atendidas en camillas. Otras con bomberos trasladando cadáveres cubiertos por sábanas ensangrentadas. ¿Innecesario? Sin duda. ¿Impresentable? Evidentemente.

Por cierto, la web de El Mundo tenía prácticamente el mismo titular en portada: “Vea las imágenes del accidente”.

P.D.2

Enésima metedura de pata de Mariló Montero, la presentadora de “Las mañanas de La 1” (TVE), al comparar las aglomeraciones en los encierros de San Fermín con la tragedia del Madrid Arena. “Había aquí un tapón que me recordaba a uno de los peores momentos vividos en Madrid, el Madrid Arena”, dijo.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Vivir de noche.

Autor: Dennis Lehane.

Editorial: RBA.

La última novela del gran Dennis Lehane cuenta una historia de amor mafiosa. Me explico: Joe Coughlin se ha criado en el Boston de comienzos del siglo XX y, pese a ser hijo de policía, elige el lado equivocado: “El vicio, observó Joe, era algo a prueba de depresiones”. Se convierte en un gángster, crece con la Ley Seca y sobrevive a las trampas callejeras de la época. Todo normal, excepto quizá por la pasión desenfrenada por Emma Gould, el amor de su vida: “No somos hijos de Dios, no somos personajes de un cuento de hadas de un libro sobre el amor verdadero. Vivimos de noche y bailamos rápido para que no nos crezca yerba bajo los pies”. Un “accidente” profesional acaba con la mujer y deja a Joe hundido, en la soledad más absoluta.

Para superar el trauma, para tratar de olvidar a la inolvidable Emma, Joe abandona Boston y se convierte en el líder del lado oscuro de Tampa. Controla las destilerías ilegales, corrompe a políticos y policías, y hace que los beneficios de su zona se multipliquen por cuatro. Las cosas van viento en popa para Joe, un mafioso con corazón que perdona la vida a su amigo traidor y trata de rehacer su vida amorosa. Pero todo se complica, como tiene que ser, y arrastra al lector a un final apoteósico.

“Vivir de noche” es, sin duda, una de las grandes novelas sobre la época dorada de los gánsters. La continuación perfecta de esa obra maestra llamada “Cualquier otro día”.

Con su habitual maestría, Lehane funde los datos históricos reales, las calles y garitos con nombre propio, y los personajes legendarios, como Lucky Luciano, con un enorme despliegue imaginativo y literario. Escribe condenadamente bien sobre los temas clásicos de la novela policiaca (odio, venganza, poder, traición), da forma a personajes creíbles y emocionantes, y los sumerge en situaciones tan brutales, física y emocionalmente, como para que leerle se convierte en un placer inigualable. Sencillamente imprescindible.