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Pajarracos

Me cae bien Henk, un holandés descerebrado que ha convertido su casa en una mierda de museo franquista. Henk es facha porque su abuelo luchó con los golpistas en la Guerra Civil española, y no oculta sus gustos: banderas anticonstitucionales, escudos con aguiluchos, fotos de dictadores, manos levantadas… Quizá no tenga dos dedos de frente, seguramente se trate de un peligroso tarado, pero tiene dos cojones: en España mucha gente es franquista hasta las corvejas y lo niega las 24 horas del día. “Franco era un dictador”, aseguran todo dignos mientras piden que no se retiren las placas dedicadas a Millán Astray o al Generalísimo de las calles y no se saque a los muertos de la cunetas.

Henk dice que los que no son como él, es decir, los que no son fascistas, son “pajarracos”. Lo cuenta el diario El País en un reportaje un tanto surrealista, puesto que concede al freak en cuestión, y a su miserable casa-museo, una importancia que no tienen: “Las piezas exhibidas en esta muestra gratuita, en realidad, no tienen mucho valor, por muy orgulloso que esté su propietario. Son souvenirs que pueden comprarse en ventas de camioneros de las antiguas carreteras nacionales, junto a casetes de Camela y Junco. Más que un museo es una sucursal de Casa Pepe, un bar de Despeñaperros repleto de utilería kitsch con el sello del yugo y las flechas”.

En España das una patada a un bote y salen tres o cuatro Henk. Fachas tapados que se agazapan en las grietas del sistema, que juegan a disfrazarse de demócratas, que como decía Javier Krahe de Felipe González, hablan con lengua de serpiente. Escuchar a Rafael Hernando decir por la mañana que Franco era un dictador y por la tarde que las víctimas del franquismo solo se acuerdan de sus familiares “cuando hay subvenciones”, es simplemente repugante. Henk va por la vida sin careta, a pecho descubierto, como el facha majadero que es. Un pajarraco, sí, pero con dos huevos.

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Un motivo para NO ver la televisión

Cory Branan

Cd: Adios.

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A la sexta llegó la vencida. El cantautor de Southaven, Misisipi, ha grabado su disco más amplio, más ecléctico, más completo. Una colección de canciones muy diferentes, todas interesantes y algunas magníficas, que van desde el country del siglo XXI (The Vow) hasta el power pop (Yeah, So What y Chameleon Moon) pasando por esos temas que no pueden faltar en el repertorio de los buenos cantantes y compositores de corte clásico (Blacksburg o Cold Blue Moonlight). Branan no es un músico de primer disco memorable. Es un artista en proceso de formación, que no deja de crecer, y que está alcanzando la madurez mientras busca su propio sonido, su particular forma de entender el rock and country.

Recuerdo el primer disco de Cory Branan, editado allá por el 2002, como una agradable sorpresa. El potencial era enorme. Pues desde entonces el protagonista de la recomendación de hoy ha evolucionado favorablemente: es una esponja, escucha a Hank Williams y a Black Sabath, y cada vez resulta más original, más personal, menos estándar. “Adios” está formado por catorce canciones brillantes, tiene una producción sólida y adecuada al tono de cada tema, y Branan se encuentra en su mejor momento como cantante. El resultado es un gran disco de Americana, con pinceladas de todos aquellos generos que han participado en la formación musical del autor. Un excelente trabajo, un talento al que seguir muy de cerca.

 

Hiena come perro

Enciendo la televisión a las ocho y media de la mañana y me encuentro con un carnívoro carroñero de la peor calaña. ¿Sintonizo el canal National Geographic? ¿Se trata de la enésima reposición del clásico leones versus hienas rodado en Botsuana por el matrimonio Joubert? No, Antena 3. Gruñendo a la madrugadora Susanna Griso se encuentra Rafael Hernando, portavoz del Partido Popular en el Congreso, el camorrista contratado por Mariano Rajoy para rebajar el nivel de la política, para ladrar en discusiones tabernarias y morder en peleas en el barro. Trajeado y encorbatado Hernando no parece el macarra que es. A estas alturas ya deberíamos saber que las apariencias engañan, y que hay hienas que visten de Armani.

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“Hablamos con Rafa Hernando”, dice el rótulo del programa “Un café con Susanna”. ¿Rafa? El invitado comienza hablando de negociaciones, de reformas, de vetos e ideologías, de presupuestos, del eslogan y la pancarta, de ese sistema de bienestar que llevan años intentando destruir… Es imposible creerle una sola frase, admitir su hipocresía ultra, no sentir nauseas ante su sonrisa cínica. Políticamente hablando, Hernando es un especialista. Y como tal, pasará a la historia de la política española por su gran hazaña: intentar calzarle una hostia a Rubalcaba.

Despertarse con Hernando es un puto asco. Prefiero una resaca de patxarán, Anís del Mono y Jack Daniels que escuchar a este individuo decir que “ya hay bastante crispación social, ayudemos a rebajarla”. Griso no puede evitarlo: “No se si es usted la persona más adecuada para hablar de mesura”, dice, justo antes de recuperar las palabras de Hernando sobre la muerte de Rita Barberá. Suenan de nuevo sus ladridos acusando a los medios del trato que recibió la ex alcaldesa, abandonada a su suerte por Rajoy sus secuaces: “Si en el PP hemos hecho algo malo ha sido inducidos por algunos medios de comunicación”, sentencia.

Hernando habla entonces de cainismo. Y de Podemos: “Esta gente solo quiere que se hable de ellos. No se han leído ni las leyes ni la Constitución y van con el eslogan y la pancarta”. Y de corrupción. “Antes no pasaba nada, y ahora resulta que todo el mundo es corrupto. Tolerancia cero. Nosotros hemos hecho que los corruptos devuelvan hasta el último duro, incluso con su patrimonio”, dice, con dos cojones, llamando idiotas a los telespectadores, el compañero de partido de un Luis Bárcenas que, en ese momento, quizá estaba desayunando en su casa unos huevos benedictine regados con Moët & Chandon.

Un motivo para NO ver la televisión

Palos de ciego.

Autor: El Irra.

Editorial: Astiberri.

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No es este un tebeo para pusilánimes en busca de un rato de entretenimiento superficial, de un cómic con el que desconectar y entretenerse. “Palos de ciego” te golpea en las tripas en la primera página y, cuando llegas a la última, tienes la sensación de haberle aguantado diez asaltos a Mick Tyson. Bueno, mejor a Poli Díaz. Por el carácter barriobajero, a veces marginal, de una historia que revuelve las entrañas.

El extrarradio de Sevilla. Circulan viejos coches conducidos por tipos sin carnet, los bares están vacíos, suenan Bambino, Triana, Nino Bravo… Un chaval lía un porro, otro se mete una raya, al fondo alguien pasea un gorrino atado a una cuerda. En este barrio, La Esquina del Gato, y con esta gente, intenta vivir Jesús, un chaval que se ha quedado escuchimizado y solo quiere rehacer su vida. Junto a su padre, junto a su abuela, y con Irene, su antigua novia (ahora puta), como compañera de viaje. Pero nada es fácil, nada sale gratis, en un lugar marcado por el odio.

“Entre las doce y la una anda la mala fortuna.

¿Ya empezamos?

Ya sabes, mi madre siempre me lo repetía una y otra vez de chico.

Ya. Pues mi madre tan solo me enseñó una cosa… Que al hombre solo hay que enseñarle medio chocho”.

Cuando el reto es sobrevivir no se hacen prisioneros. Jesús tiene amigos, pero lo que necesita es un trabajo. Pero no hay trabajos que merezcan ese nombre. Como en la España actual, en esos lugares y para esas gentes. “Palos de ciego” recuerda al cine quinqui, por el ambiente. Y a los flamencos gitanos, por la energía desgarradora. La realidad urbana y popular de una época, de una gente, con sus propios códigos de honor, su sabiduría callejera y sus personajes característicos.

“Es muy triste, pero el trabajo es lo único que le queda al pobre. Lo único sagrado que tenemos. Lo único que nos mantiene alejados de los malos pensamientos. Y los malos hábitos. Lo único que nos mantiene cuerdos ante el monstruo de la rutina y las costumbres”.

El Irra juega hábilmente con todos estos elementos. Crea una estética gráfica, rojos sangre y negros muertos, líneas duras, con personajes a medio camino entre el Vaquilla y Makinavaja que te agarran por el cuello desde las viñetas iniciales y te sacuden, al ritmo de una canción de Burning o de La Paquera de Jerez, hasta sacarte los higadillos. Un cómic duro e inquietante, difícil de digerir y de olvidar, con una portada simplemente perfecta.

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Un poquito de humanidad

“Aquellos que la han abandonado le han roto el corazón”. Sobrina de Rita Barberá durante el funeral.

Dice Rafael Hernando, el portavoz del PP en el Congreso que quiso calzar una hostia a Rubalcaba, que su partido apartó a Rita Barberá para evitar su linchamiento. Pero que “las hienas siguieron mordiéndola”. Sí, Hernando ve hienas. Y no precisamente cuando se afeita, en el espejo, sino en esos medios de comunicación que convirtieron a la ex alcaldesa de Valencia “en un pimpampum al que golpear permanentemente porque daba audiencia… periodismo de acoso y escrache… La Sexta especialmente”.

¿La Sexta especialmente? ¿Una cadena anti-PP con Ferreras, Inda y Marhuenda? ¿Estás seguro, Hernando? “Humanidad”, pidió un blandengue Llamazares. Y humanidad pido también yo, pero para unos medios de comunicación que bastante tienen con lo que tienen como para cargar con la muerte de Barberá. ¿Quién la mató? ¿La pena de telediario? ¿O el tabaco, la obesidad, los gin tonics, el estrés que supone tener a todo tu grupo parlamentario imputado y, además, ser abandonada por el partido al que has dedicado toda tu vida?

“Hay que recuperar la presunción de inocencia”, sentenció en TVE todo digno un tertuliano que comparte mesa con Alfonso Rojo. “Barberá no ha cumplido con los requisitos de dignidad ni de ejemplaridad”, dijo hace poco un tal Javier Maroto. “Vea si aporta o no a este partido, porque, con todos los respetos… hay vida fuera de la política”, aconsejó a Barberá un tal Pablo Casado. ¿Periodistas antisistema de La Sexta? No, qué va: vicesecretario Sectorial y vicesecretario de Comunicación del PP, respectivamente.

Vocero de un partido podrido, macarra tabernario a las órdenes de Rajoy, Rafael Hernando quiere aprovechar las circunstancia para transmitir una idea: “Y todo esto por mil euros”.

¿Corrupción? ¿Corruptos? ¿Mil euros? Un poquito de humanidad, hienas.

P.D.

El informativo estrella de la televisión pública española del jueves, Telediario de las nueve de la noche de TVE, abre con unas imágenes de la “despedida a Rita Barberá”. ¿La bomba en Bagdad con más de cien muertos? Hienas, que sois unas hienas…

A la ceremonia íntima, sin políticos por deseo de la familia, asistieron Mariano Rajoy, Cospedal, Ana Mato, Ana Pastor, Celia Villalobos, Juan Cotino, José Manuel Soria, Francisco Camps“La alcaldesa del pueblo”, sentenció este último. Palabras que confirmaron un puñado de ancianos que asistieron al acto, y dejaron su opinión a las cámaras de TVE: “Ha sido la mejor alcaldesa de la historia”. Al publireportaje, de unos ¿siete minutos?, solo se le puede poner una pega: terminó sin decir ni una sola vez que Barberá se encontraba imputada en el momento de fallecer.

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Un motivo para NO ver la televisión

¿Qué es el humor?

Autor: Orgullo y Satisfacción.

Editorial: ¡Caramba! / Astiberri.

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La pregunta tiene cojones. ¿Que qué es el humor? Pues depende… Depende de quién hace el chiste, de quién lo escucha, del momento, de las circunstancias, de la transigencia del individuo, del carácter del país, de la cultura, del sentido del ridículo, del miedo, del Gobierno, de la actitud, de la religión. De muchas cosas, todas ellas interesantes, abiertas, importantes. Le pese a quien le pese, el humor es imprescindible. Es una de las cosas por las que merece la pena vivir. ¿Morir? Coño…

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El equipo de “Orgullo y Satisfacción” ha elegido 100 chistes para tratar de responder a la pregunta del millón. Desde Fontdevilla y Ágreda a Chumy Chúmez o Vergara pasando por Guillermo, Paco Alcázar, Luis Bustos o González Vázquez. Todos ofreciendo lo mejor de sí mismos, a viñeta por página, con un punto de vista la mayoría de las veces irónico e inteligente, siempre tronchante.

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Vivimos en el país que ha enchironado a dos titiriteros por una obra de ficción, que ha puesto contra las cuerdas a un político por unos tuits negros, que rediseña cada poco una ley mordaza para silenciar al populacho crítico. Vivimos en una monarquía diseñada por un dictador. Vivimos en un estado aparentemente laico pero profundamente religioso. La corrupción política y las desigualdades sociales nos están comiendo las entrañas. Necesitamos más que nunca el humor, en todas sus formas, colores y dimensiones. Por eso éste es el mejor libro de autoayuda: se lee con una sonrisa de oreja a oreja, te invita a mirar el mundo con otros ojos y te deja cuerpo de jota. ¿Qué es el humor? El humor sois vosotros, jodíos. ¡Gracias!

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La nueva política

Estoy en shock. ¿Porque Rafael Hernando, el perro rabioso del ahora dialogante Rajoy, pretenda sembrar de pulgas el sagrado Congreso de los Diputados? No, es su trabajo. Estoy en shock por Antonio Hernando. No puedo evitar pensar en sus amigos, en su familia, en sus vecinos. Ver al portavoz socialista cambiar de opinión, del Rajoy nunca al Rajoy presidente, en cuatro días, y defender en público esa incongruencia, esa contradicción, esa traición…. ha sido algo histórico. Algo que puede traumatizarte para siempre.

¿Qué tiene la política que les vuelve locos?

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Un motivo para NO ver la televisión

Basura

Autor: Derf Backderf.

Editorial: Astiberri.

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Un consejo inicial, para crear ambiente: localice “Rush never sleep” (el moho nunca duerme), undécimo disco de Neil Young, y escúchelo a un volumen generoso. Muy generoso. Es la perfecta banda sonora para disfrutar del libro que hoy nos ocupa, una obra tan pestilente como entrañable dedicada por entero al mundo de los desperdicios. Humanos.

Primero deberíamos recordar quién es Derf Backderf, dibujante y guionista que pasará a la historia del cómic por “Mi amigo Dahmer” (Astiberri), la absolutamente acojonante novela gráfica sobre el asesino de Milwaukee. No le desvelaré los detalles de esta obra alucinante, solo le diré que corra a su librería favorita y adquiera un ejemplar. Se sorprenderá. Pero si pese a todo quiere saber más, aquí tiene la reseña que en su día publicó El Descodificador.

“Basura” comienza y termina con una breve historia del mundo de los residuos, y de cómo nos organizamos para deshacernos de ellos. Pero que estos detalles pedagógicos, apenas una docena de páginas, no le confundan. “Basura” es la adaptación de un periodo de la vida del autor, basurero entre 1978 y 1980. De sus aventuras y las de sus colegas, una pandilla basura, si me permite el chiste, que nos recuerda lo marginal y sórdida que puede ser la vida de un trabajador en la meca del capitalismo.

“¡Estamos jodidos, tío! Es un trabajo como éste o deber 30.000 dólares por un título sin valor de una universidad pública de mierda… y no tener futuro cuando nos licenciemos. De modo que sí, tienes razón. Seguiré agarrado a este camión un tiempo… hasta que perciba una señal de que debo pasar a otra cosa”.

Derf Backderf utiliza su etapa como basurero para hablar de los desperdicios que producimos en cantidades ingentes, de cómo la mierda gana terreno. Pero también para criticar algunos problemas sociales y laborales de la sociedad norteamericana. La desigualdad, por ejemplo. Recorren subidos en Betty, el camión del servicio de recogidas municipales, la distancia insignificante que les lleva desde los Heights, “donde viven todos los paletos” y las casas y las basuras están más pegadas, hasta el “barrio superpijo de las mansionazas” donde están los “palurdos blancos”.

“¡Si alguna vez levantan un monumento a las víctimas de Wall Street, debería ser una estatua gigante de la basura de los desahucios!”, dice un basurero mientras recoge una caja con fotos abandonada en la acera por una familia que ha perdido su casa. “Imagina la economía como un aparato digestivo gigante. Nosotros estamos en el recto del mercado libre para limpiarlo todo”, responde el protagonista.

En medio de toda esta montaña de porquería, las personas. Los jefes del protagonista, auténticos bastardos, y sus colegas, una banda de marginados que comen salchichas, beben cerveza y visten camisetas con frases como ésta: “Sólo lo llaman guerra de clases cuando nosotros contraatacamos”. No se lo pierda: Derf Backderf es ya un clásico underground.

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