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El nuevo periodismo

Como usted ya sabrá, en la Cadena SER han prescindido de Ignacio Escolar como analista político por resultar “incompatible” con… con… A ver si me explico de manera directa y sencilla: ¿publicar que la ex mujer de Juan Luis Cebrián aparece en los papeles de Panamá? ¿Asegurar que Cebrián es accionista de una petrolera controlada desde paraísos fiscales?

“Uno de los principios básicos de cualquier democracia es la defensa de la libertad de información”, se puede leer en el editorial del pasado día 22 del diario El País, del que Cebrián es consejero delegado. Y qué mejor forma de dar credibilidad a tan sabias palabras, de defender con uñas y dientes la sagrada libertad de información y la bendita democracia, que poner en la calle a un periodista por no estar de acuerdo con lo que ha publicado en un medio de comunicación.

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Me parece escuchar las voces de los trabajadores de Prisa, y de los miembros de las Asociaciones de la Prensa, dirigiréndose como una horda de encabronados bárbaros al despacho de Cebrián, con antorchas y bates de béisbol, al grito de ¡Por la libertad de información! ¡Por la democracia!

Me da la sensación de que el periodismo está pidiendo cambios. Urgentes. Solo los más listos han comprendido el giro que se está produciendo en la profesión, y han sabido reciclarse y estar a la altura de los nuevos tiempos. Ahí tiene a Bertín Osborne, quien tras su salto a Telecinco se ha confirmado como un entrevistador del nivel de David Frost, Pepa Bueno o Rosa Montero. Y lógicamente, se ha venido arriba: quiere realizar un monográfico sobre el ciudadano rey con ayuda de Pedro J Ramírez.

Bertín es el nuevo periodismo. El Tom Wolf de Telecinco, el Hunter S Thompson del siglo XXI. El futuro de esta profesión imprescindible. ¿No me cree? ¿Piensa que estoy de coña? Lea dos de las preguntas y respuestas de la entrevista que publica este mes la revista Vanity Fair al cantante de rancheras con sociedad en Panamá…

  • Vanity Fair: ¿Si pudieras entrevistar a cualquier personaje de la historia de la humanidad?
  • Bertín: Creo que la entrevista soñada sería la de Hitler. Saber lo que tiene un tío como ese en la cabeza debe ser surrealista. Ha habido muchos monstruos, pero él es el más reciente.
  • Vanity Fair: Tengo entendido que usted no entrevistaría jamás a Nicolás Maduro
  • Bertín: Bueno, es que a sinvergüenzas y delincuentes, procuro no tenerlos cerca, y entrevistarles, menos.

P.D.

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Un motivo para NO ver la televisión

Malaria

Autor: Jali.

Editorial: Astiberri.

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Jali es José Ángel Labari Ilundai, un licenciado en Bellas Artes que nació en Pamplona y tiene la cabeza llena de caminos que zigzaguean sin final, nubes de caramelo, tumbas vacías, sombreros táctiles, cangrejos parlanchines y ojos de mosca. Jali es un genio alternativo, entre clásico y futurista, entre siniestro y vanguardista, entre los góticos de Valdemar y los hijos de Tim Burton. Jali firma “Malaria”, una historia gráfica que se lee en un suspiro para, nada más recobrar el aliento, volver a empezar a leer.

“Malaria” es la historia de una niña muerta y la troupe que le acompaña en su camino al más allá. Un viaje a pie por las entrañas de la soledad. Un paseo por el lado salvaje de la tristeza que salta de la melancolia al humor (negro), de la nostalgia al amor incondicional, del ataúd más oscuro a la más bonita de las flores.

La flor que abre los ojos muertos de la niña. La belleza, que lo es todo. Incluso la publicación de este libro hermoso, editado con mimo, que se lee y se relee, que se sueña y se fantasea, que se imagina y se anhela. Lo más parecido a volar sin mover los pies del suelo.

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Cebrián cambia de paradigma

Juan Luis Cebrián es un periodista y empresario que, en plena debacle económica de los medios de comunicación, es capaz de decir que “la crisis de la prensa no es una crisis, es un cambio de paradigma”. Ante un análisis tan lúcido y creativo, talento en estado puro, solo se puede estar de acuerdo. Por la brillantez de la reflexión y, para qué engañarnos, porque es un crack: el presidente de Prisa es un tipo capaz de subirse el sueldo un 9,7% en 2015, y cobrar 2,061 millones de euros el año en que la compañía ganó 5,3 millones de euros, después de perder 2.236 en 2014. Cojones con el paradigma…

Dicho esto, que Cebrián es un genio de las finanzas y las frases huecas, conviene recordar que tiene la piel muy fina. Pese a su saneada cuenta corriente y a sus brillantes análisis periodísticos, el hombre que comparte fundación altruista con Felipe González, otro genio atemporal y eterno, no admite de buen grado las críticas: cuando ha visto su nombre en algunos medios, al ladito mismo de la palabra “Panamá”, ha sacado toda su artillería mediática a la calle y ha comenzado a disparar. Ayer martes, pataleo en la portada de El País y en los informativos de la Cadena SER: “PRISA emprende acciones legales contra La Sexta, ElConfidencial.com y ElDiario.es”.

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El País, diario de Cebrián, decía hace cuatro días en su editorial “Iglesias ataca a la prensa” cosas como, por ejemplo, que “el modelo de medios de comunicación de Pablo Iglesias es el de radio y televisiones bajo control público. Al estilo bolivariano”. La campaña de El País contra Pablo Iglesias ha sido dura, tanto desde las páginas de información como desde la opinión. Y no ha pasado nada. De hecho, cuando Iglesias se quejó de cómo le sacudían los medios de comunicación, El País creyó que estaba atentando contra la libertad de prensa: “Uno de los principios básicos de cualquier democracia es la defensa de la libertad de información”, decía el comienzo del editorial del diario de Cebrián el pasado día 22. Y sentenciaba: “la regla de juego básica de la prensa en una democracia es la veracidad, y que su labor fundamental es el control del poder para evitar abusos, corrupciones o agresiones gratuitas”.

Amén. Excepto, claro, cuando el protagonista de la noticia difundida por los medios de comunicación es Juan Luis Cebrián. Entonces no se trata de libertad de información o de controlar al poder para evitar abusos o corrupciones. Entonces se trata de difamación. Un cambio de paradigma, que diría Cebrián, al más puro estilo bolivariano.

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Un motivo para NO ver la televisión

La violación de Nanking.

Autora: Iris Chang.

Editorial: Capitán Swing.

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El ejército japonés conquistó Nanking, la capital de la China nacionalista, el 13 de diciembre de 1937. Una victoria que fue más allá de la política, y se convirtió en uno de los momentos más tristes y sangrientos de la historia de la humanidad, solo comparable al Holocausto nazi o al genocidio de Ruanda. En menos de dos meses los japoneses mataron, con extremada crueldad, a entre 250.000 y 350.000 hombres, mujeres y niños chinos. Más víctimas que en los bombardeos atómicos norteamericanos en Hiroshima (140.000) y Nagasaki (70.000). Incomprensiblemente, el suceso ha permanecido si no oculto, sí olvidado: “En su empeño por seguir eludiendo el juicio, los japoneses se han convertido en cabecillas de otra acción criminal. Tal y como el premio Nobel Elie Wiesel advirtió hace años, olvidar un holocausto es matar dos veces”.

La periodista norteamericana de origen chino Iris Chang no creía en el olvido, creía en el periodismo, y por eso contó en este texto doloroso, pero fascinante, todo lo que pasó en esas siete semanas de sangre y odio. “Mi mayor esperanza es que este libro inspire a otros autores e historiadores a investigar los relatos de los supervivientes de Nanking antes de que las últimas voces del pasado, que se van perdiendo cada año que pasa, callen para siempre. Y lo que quizá sea aún más importante: espero que agite la conciencia de Japón para que acepte la responsabilidad por este suceso”.

Memoria histórica, usted ya me entiende.

Entre 20.000 y 80.000 mujeres chinas fueron violadas, mutiladas, y destripadas en Nanking. Obligaron a los padres a violar a sus hijas, y a los hijos a sus madres. Y luego los castraron y desmembraron a todos. La tortura alcanzó momentos de insospechada sofisticación: colgaron a la gente de la lengua, les clavaron en las paredes, les enterraron vivos, les ofrecieron a perros hambrientos… Azuma Shiro, combatiente japonés que participó en la masacre, recuerda algunos momentos en unas cartas terribles que demuestran una ausencia absoluta de sentimiento de culpa: “Quizá, mientras la violábamos, la veíamos como a una mujer, pero cuando la matábamos solo pensábamos en ella como en un cerdo, o algo así”.

El historiador chino Wu Zhikeng asegura que si los muertos de Nanking se cogieran de la mano, unirían esa ciudad con otra situada a 200 millas de distancia. La sangre pesaría 1.200 toneladas y los cuerpos, que llenarían 2.500 vagones de tren, apilados unos sobre otros alcanzarían la altura de un edificio de 74 plantas.

“Un día el subteniente Ono nos dijo: “Aún no han matado a nadie, así que hoy vamos a hacer prácticas de matar. No deben considerar al chino como ser humano, sino como algo de bastante menos valor que un perro o un gato. ¡Sean valientes! Y ahora, aquellos que quieran presentarse voluntarios a las prácticas de matar, que den un paso adelante” (testimonio oral del recluta japonés Tajima).

“La violación de Nanking” es un libro duro, bien escrito y mejor documentado, que se lee con la boca abierta y los ojos como platos: husmea en algunas de las mayores miserias vividas por el ser humano. Un texto riguroso, atroz, bien enfocado y mejor resuelto, que no desentona en absoluto entre los clásicos del genocidio. Nazi, camboyano, armenio, ruandés, franquista… y japonés.

Prométeme una televisión

PRISA se ha ido deshaciendo de sus proyectos televisivos: ha vendido la mayoría de Digital + a Telefónica, y Cuatro a Mediaset. Necesitan dinero para cubrir sus pufos, para pagar  nóminas. Pero si quiere seguir siendo un gran grupo mediático necesita obligatoriamente una televisión, por aquello de no perder influencia, de no ceder poder. La tele te da ese algo que no se paga con dinero. ¿Cómo solucionar el problema? se preguntó un buen día Juan Luis Cebrián, cerebro del imperio PRISA…

Muy fácil, se respondió Cebrián a sí mismo. Descolgó el teléfono y llamó a su amiga la vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría. “Hola Soraya, maja, soy Juan Luis, que quería saber cómo está el tema de las seis licencias de nuevas cadenas de televisión que sacais a concurso… Nos vendría muy bien una… ¿Trataros mejor en nuestros medios de cara a las elecciones? Eso está hecho, berberecho”.

¿Así funcionan las cosas? Se preguntará el lector sin mundo, ese que no ha salido del pueblo. Pues más o menos… Ya se que se trata de una llamada ficticia, una recreación periodística digna de la mejor portada de ABC, pero al tratarse de un blog abierto en agosto la licencia literaria está permitida. Todo el sector audiovisual da por sentado que PRISA tendrá su nuevo canal de televisión. Todo el sector periodístico da por hecho que los medios de PRISA han levantado el pie del acelerador y han rebajado su agresividad con el Gobierno. Es más, según algunos medios de comunicación “Cebrián presume de que Santamaría le adjudicará una televisión”: “Según fuentes cercanas al consejero delegado del Grupo Prisa, Cebrián comenta a sus círculos más cercanos que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, le ha prometido una televisión”.

¿Corrupción? ¿Mafia? No, no, por favor, eso es lo de Bárcenas y Granados. Esto no tiene nada que ver, esto es solo política y negocios.

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La follonera

Mercedes Milá tiene dos caras, pero no tanto. Como el propietario de una fábrica de bombas racimo, que hace puntualmente donaciones a una ONG de ayuda a huerfanitos afganos mutilados, la mediática estrella de Telecinco lleva una doble vida televisiva. De día presenta y anima “Gran Hermano”, la bazofia que ensucia incansablemente nuestras pantallas. Pero los lunes, cuando cae la noche, se disfraza de comprometida y avezada periodista de investigación y presenta “Diario de…” (Cuatro), un espacio de supuesta investigación. En realidad todo es lo mismo: telebasura. El circo de la casa-prisión y el show de la cámara oculta.

En Diario de… veréis temas que me quitan el sueño”, asegura una melodramática Mercedes Milá, presentada por El País (accionista de Mediaset, propietaria de Cuatro) como super periodista que “dispara contra las consecuencias de la crisis”. La follonera. En la pieza promocional, vendida como información, dejan para el párrafo final la utilización de cámara oculta, “un procedimiento bajo el punto de mira de la justicia en los últimos meses”.

¿Sobre qué se construye el actual periodismo televisivo? Miradas críticas, investigaciones, conflictos que alimentan el drama… No. El periodismo televisivo se construye sobre el periodista. Porque la televisión comercial actual no concibe el periodismo sino como espectáculo. Al día siguiente del promo-reportaje sobre Milá y su “Diario de…” El País dedicaba el mismo espacio, la página de Pantallas, a la emisión en Canal + (canal de pago de Prisa) de “Con las barras bravas”, un reportaje de Jon Sistiaga sobre los violentos aficionados argentinos al fútbol.

No es lo mismo, pero es igual. El periodista, protagonista.