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Castillo de naipes

Dice el prestigioso diario El País en su página dedicada a la televisión que España necesita un “House of Cards”. La periodista que firma la pieza asegura que “A pesar del boom de las series políticas, la ficción nacional todavía no se ha adentrado en los entresijos del poder contemporáneo”.house-of-cards-season-3-poster_5jvy.1920

Una pena, la verdad. Porque los entresijos de nuestro poder contemporáneo son acojonantes. Ya me estoy imaginando a Antonio Resines interpretando a Mariano Rajoy en una ficción sobre el caso Gürtel. Canela fina. Mario CasasJesús Castro competirían por hacer de Pedro Sánchez. Arévalo sería Martínez-Pujalte, y Elsa Pataky bordaría a Esperanza Aguirre. Tendríamos que buscar a dos grandes de la interpretación para recrear a Marhuenda e Inda, los Carl Bernstein y Bob Woodward ibéricos. ¿Y los guiones? Pues un mano a mano entre Alfonso Ussía y Arturo Pérez Reverte. Eso sí, nada de emitirse en cadenas generalistas: la torpeza de TVE y los intereses económicos y políticos del duopolio Mediaset/Atresmedia aconsejaría no invertir en un proyecto que podría molestar al poder, y repercutir en los beneficios, o a la hora de obtener nuevas licencias o vaya usted a saber qué otros provechos, rentabilidades o rendimientos. “Castillo de naipes” tendría que emitirse en la tele de “La Tuerca”.

En España no se hacen series políticas porque no interesa. Material no falta, es evidente… Faltan ganas. Son los políticos los que han diseñado la televisión como la conocemos, un sistema mafioso basado en dos empresas todopoderosas que controlan la audiencia y la publicidad, y que tienen mucho cuidado en no tocarle las pelotas al Gobierno. Quieren que parezca que se las tocan, pero lo cierto es que no aprietan. Acarician. Ahí tienen a La Sexta, el colmo de la progresía antigubernamental, con Planeta detrás y Marhuenda e Inda como tertulianos estrellas de sus debates. Maquillaje. La tele es el poder, y la pasta. Cosas con las que no se juega. El que quiera series políticas, con talento y crítica social, que se abone al Canal +. Aquí somos más de Bertín Osborne, “El secreto de puente viejo”, “Constructores a la fuga” o “Mujeres hombres y viceversa”.

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P.D.

El debate…

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La máquina del fango

“Hoy no salir en televisión es un signo de elegancia”. Umberto Eco.

Umberto Eco regaló al programa “Salvados” el título perfecto para el programa que Jordi Évole dedicó el pasado domingo a la intencionalidad política de determinados medios de comunicación: “La máquina del fango”. El filósofo y escritor italiano aseguró que “para deslegitimar a alguien es suficiente con decir que ha hecho algo, con crear una sombra de sospecha”. Y no se refería precisamente a las declaraciones de su compatriota Rossi, un mal perdedor que acusó a Márquez de haberse convertido en escudero de Lorenzo para que éste consiguiera el título de Moto GP. Hablaba de periodismo…

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“Salvados” se propuso analizar el estado de los medios de comunicación. Dejaban caer una pregunta: ¿Para desprestigiar al adversario político se utilizan diarios, televisiones y radios? La respuesta debían ofrecerla, no se lo pierdan, el exdirector de El Mundo, Casimiro García-Abadillo, la periodista de Onda Cero, Julia Otero y la subdirectora de La Razón, Pilar Gómez. No está mal el lote, pero yo sin duda hubiese recurrido a las estrellas de la cadena, a esos periodistas que día tras día refuerzan la imagen de periodismo creíble y serio de que presume La Sexta: Francisco Marhuenda y Eduardo Inda. Sin estas dos leyendas de la información veraz y el periodismo crítico no hay análisis posible sobre el desprestigio de los medios. La ausencia de Marhuenda resulta especialmente dolorosa, puesto que lidera La Razón, empresa hermana de La Sexta.

Évole tenía a la estrella de la noche, al hombre con todas las respuestas, en su propia casa, Planeta. Un tipo que dirige La Razón, diario famoso en el mundo entero por sobrevivir durante 15 años sin obtener beneficio económico alguno, tiene que tener todos los secretos sobre “la máquina del fango”. Si le queda a usted alguna duda, sobre el espesor del cieno o la pestilencia del mismo, puede recordar alguna de sus legendarias portadas: “Rajoy vence a Rubalbárcenas”, “Los malos estudiantes agitan la educación” o “Monedero se esconde en el metro”.

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Quizá Marhuenda no sea el inventor del ingenio mecánico, pero desde luego es un diligente encargado del mantenimiento y uno de los máximos beneficiarios del funcionamiento del mismo. Por eso un programa de televisión sobre la máquina del fango sin uno de sus maquinistas más dotados, queridos amigos de La Sexta, es un programa incompleto. Combustible para la caldera de una locomotora que, vaya por dios, parece que arranca: La Razón ha cerrado el ejercicio 2.014 con, ¡milagro! unos beneficios de 5.000 euros antes de impuestos. Una gran noticia para el periodismo en general y para la libertad de expresión en particular.

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Un motivo para No ver la televisión

Sherwood Fleming

Cd: blues Blues Blues.

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Nació hace casi 80 años en Lula, Misisipi, y creció recogiendo algodón y escuchando canciones tristes. Poco después se trasladó a California, donde grabó algunos temas para pequeñas discográficas que pasaron sin pena ni gloria. Sherwood tiró la toalla y abandonó el mundo de la música. Han tenido que pasar décadas, y el sello Dynaflow ha tenido que utilizar todo su poder de convicción, para que nuestro hombre regrese a los estudios de grabación. Menos mal: ha registrado un disco memorable, blues de enorme calidad, en el que destacan cuatro composiciones propias y dos versiones de clásicos de Ike Turner y Buddy Guy. Nunca un título describió mejor un disco: Blues, blues, blues… La mejor sorpresa posible para los amantes del género de los doce compases.

Rekarte, La Sexta, Planeta…

¿Recuerda usted que hace unos días hablábamos de la entrevista que realizó Jordi Évole en La Sexta al que fuera miembro de ETA Iñaki Rekarte? Me sorprendió el gran apoyo de Atresmedia (Antena 3 y La Sexta) al espacio en cuestión. En un post comenté que “La maquinaria promocional de La Sexta se empleó a fondo con un programa, “ETA desde dentro”, que se convirtió en el más visto del domingo, por encima incluso de la Fórmula 1”. Una entrevista que se anunció hasta en la sopa, brutal campaña de autopromoción, y consiguió “Éxito de audiencia, trending topic, periodismo en estado puro, minutos en todos los programas de Atresmedia…”.

“Una entrevista para la historia”, dijeron algunos, valorando sin duda las dificultades que hubo de superar el equipo del programa para conseguir que un sanguinario ex terrorista hablase, diese la cara, desnudase su negra alma ante un medio de comunicación. Fue el pasado diez de mayo. Otro puntazo para La Sexta, cadena que como bien dice su director Antonio García Ferreras, hace del periodismo su religión.

Su religión… y su negocio. Solo unos días después de la famosa entrevista con el ex etarra Iñaki Rekarte se ha puesto a la venta “Lo difícil es perdonarse a uno mismo”, la autobiografía de, no se lo pierda, ¡el ex etarra Iñaki Rekarte! Pero como la realidad siempre supera a la imaginación, cerremos la historia con una guinda: ¿Imagina qué editorial publica el libro? ¡Bingo! Planeta, la empresa propietaria de Atresmedia (Antena 3 y La Sexta).

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Una entrevista para la historia, sin duda. Concretamente para la historia del periodismo entendido como un gran negocio, como un excelente instrumento de manipulación, como una forma de ejercer poder, de rentabilizar la concentración de grupos, de hacer dinero.

Le llaman periodismo, pero solo es marketing.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Oso

Autor: Marian Engel.

Editorial: Impedimenta.

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Lou es una joven bibliotecaria, de vida ordenada y rutinaria, que un buen día recibe órdenes de su jefe: tiene que viajar a una perdida isla canadiense, instalarse en una vieja mansión, y hacer inventario de su biblioteca, donada por el fallecido coronel Jocelyn Cary. Lou hace las maletas, llega al fin del mundo, conoce a los pocos habitantes de la zona y se instala en la casa. Un lugar salvaje, en medio de la nada, donde deberá realizar su trabajo en plena naturaleza. Es la única habitante del lugar. Si exceptuamos al oso. “Es un buen oso”, le aseguran.

“Lo que él le había transmitido, Lou lo desconocía. No era la simiente de los héroes, ni magia, ni ninguna virtud asombrosa, porque ella seguía siendo la misma; pero por un momento intenso y singular había notado en los poros de su piel y en el sabor de su boca que sabía para qué servía el mundo. No se sentía por fin humana, sino por fin limpia. Limpia, sencilla y orgullosa”.

“Oso” es mucho más que un libro que escandalizó a la sociedad canadiense de los años setenta. Un libro con múltiples premios, eso sí. Y la historia que cuenta va más allá de la relación, en ocasiones íntima, entre un oso y una mujer. “Oso” habla de la naturaleza salvaje, de la soledad y los miedos, de la autosuficiencia en todos los sentidos. Sorprendente. 

Puto fútbol

En la cadena SER entrevistan a Paco Ibáñez. Me sorprende enormemente que una cadena tan conservadora y pusilánime como para deshacerse del programa “Carne Cruda”, un soplo de aire fresco, sea capaz de invitar al veterano cantautor valenciano, un auténtico punk. El hombre de negro, con permiso de Johnny Cash. A punto de cumplir los 80 años, Ibáñez no decepciona. Se siente de todos los lugares (“España es una palabra que se me queda corta”), llama mediocres y ladrones a los políticos, maldice a los pusilánimes y exige compromiso: “Se llenan los campos de fútbol, es donde se duerme mejor, así las otras cosas no las ves. Puto fútbol por aquí, puto fútbol por allá. Es casi obsceno… El fútbol no es un sarampión, es un cáncer para la humanidad”.

“Despierta el alma dormida”, exige un Paco Ibáñez absolutamente atemporal que sigue confiando en Goytisolo y Celaya, en Góngora y Blas de Otero, en una guitarra y cuatro acordes. Con motivo del premio Premio Principe de Asturias concedido a Quino he escuchado estos días, en diferentes lugares y por medio de distintas voces, que las viñetas de Mafalda siguen siendo tan actuales como hace 40 años. Algo parecido sucede con Paco Ibáñez, con su poesía popular y su espíritu inconformista y gruñón. Lo cual me hizo recordar a Quevedo, poeta del Siglo de Oro que sigue estando hoy tan vigente como antaño. Y es que medio siglo después, don dinero sigue siendo el más poderoso de los caballeros…

Paco Ibáñez es un hombre de otro tiempo. Se lo dice un hipster (ver comentarios de ayer). Y es que en estos tiempos de etiquetas y miserias, de superficialidad e ignorancia, no hay hueco para aquellos que navegan contra la corriente. Cuando escribo estas líneas el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz cita a declarar como imputado a Ángel Acebes, ex secretario general del PP y ex ministro con José María Aznar, en el caso de los papeles de Bárcenas. Sí, el Acebes ministro de Interior que 48 horas después de los atentados del 11-M seguía acusando a ETA. No es la única noticia de la tarde: La Audiencia de Barcelona obliga a Núñez, expresidente azulgrana, a ingresar en prisión por sobornar a inspectores de hacienda.

En el tocadiscos (sí, como tiene que ser), ajeno a estas miserias, suena, como un visionario, como un huracán, el Paco Ibáñez que en 1969 llenó hasta la bandera el Olympia de París: “Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan / decir que somos quien somos, / nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. / Estamos tocando el fondo” (Gabriel Celaya).

P.D.

Pedazo de portada…

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Un motivo para NO ver la televisión

Las cuatro torres.

Autor: Leandro Pérez.

Editorial: Planeta.

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Un post titulado “Puto fútbol” era el lugar perfecto para reseñar esta novela, auténtica crónica negra de un deporte en descomposición: “El fútbol es una máquina de fabricar rumores, una máquina de cotilleos alimentada por todos”. La historia comienza cuando Juan Torca, un tipo duro curtido en mil hazañas bélicas, llega a Madrid en retirada. Vive de las rentas, en un hotel de la Gran Vía desde el que cubre todas sus necesidades: cama, mujer y footing. Un periodo de reflexión, tras un tiempo de conflictos que pretende olvidar, que salta en pedazos cuando aparece un viejo colega llamado Marsé. ¿Podrías encontrar al topo que filtra información a la prensa del vestuario del Real Madrid? Un favor personal que se complica con una primera muerte, con personajes dibujados con bisturí que entran y salen de escena con vaselina, con informes y un maletín, con cuatro torres deslumbrantes, con una trama que se enreda de manera inteligente, xxxxxx, constante.

“Las cuatro torres”, primera novela de mi colega Leandro Pérez, es un thriller con pinceladas literarias y periodísticas. El autor domina ambos terrenos, puesto que además de leer ha trabajado en periódicos y para editoriales, y eso se nota en cada cita, en cada fuente, en la manera de manejar la hemeroteca. Pero cuidado, porque sumergirse en esta obra, imagino que la primera de una larga serie con Torca como protagonista, es un placer no apto para pusilánimes. No siempre es fácil seguir los pasos, en ocasiones a la carrera, del improvisado investigador: “Marsé no era tan sádico como Santa ni tan retorcido como Krauze, ni tan sagaz como Luisito, ni tan alocado como Samu, ni por supuesto tan disciplinado como Ortega o Jaime, tan bruto como Jandro o tan sanguinario como Hernández”.

Esta aventura policíaca ibérica, profundamente madrileña excepto por algunos detalles burgaleses, viene para hacerse un hueco en la cumbre del género, junto a los clásicos de Juan Madrid, de García Pavón o de Vázquez Montalbán. Y es que Juan Torca, como Plinio o Carvalho, está aquí para quedarse.