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Inteligencia relativa

Solo unos minutos después de que Javier Bardají, director general de Atresmedia Televisión, presentase en la sede de La Razón el libro “De Antena 3 a Atresmedia pasando por La Sexta. Innovación en la gestión de marcas audiovisuales”, editado por Deusto (Grupo Planeta), se pudo ver en el prime time de Antena 3 cómo a Fernando Esteso se le caía la baba mirando las piernas de Anna Simón.

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“¿Tenías miedo de tener una erección cuando hacías películas de destape?”, le preguntó Pablo Motos a Esteso en “El Hormiguero” (Antena 3). El actor confesó que en ocasiones se ponía hasta tres calzoncillos. Innovación en las gestión de empinamientos audiovisuales. Poco antes de la jugosa entrevista, durante la presentanción de su libro, el director general de Atresmedia había asegurado que “la exitosa unión de Antena 3 y La Sexta se debe a que ambos canales comparten un entretenimiento inteligente”.

El concepto de entretenimiento inteligente de los cerebros de algunos grandes medios de comunicación es relativo. Incluso el concepto mismo de inteligencia puede serlo. Podrían llegar a considerar que una demostración no solo de inteligencia, sino de imaginación, talento y calidad literaria, es, por ejemplo, trabajar en Atresmedia, editar un libro en Planeta y presentarlo en La Razón. Algo solo al alcance de los mejores escritores, los más inteligentes.

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Sacar en prime time a Fernando Esteso mirando una minifalda mientras se le pregunta por sus erecciones es otra cosa. Gran televisión, sin duda. Pero entretenimiento inteligente, inteligente, no sé yo.

El problema es el de siempre. La gente de la tele lo quiere todo. La pasta, Atresmedia logró en 2015 un beneficio neto de 99,2 millones de euros, y la inteligencia. Forrarse y escribir libros. Esteso mirando chicha e innovación audiovisual. Y eso es imposible. Ricos, sin duda. Inteligentes…

Un motivo para NO ver la televisión

Tú no eres como otras madres.

Autora: Angelika Schobsdorff.

Editorial: Periférica & Errata Naturae.

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Dos editoriales pequeñas pero con gran criterio, de esas que no publican libros malos, han unido fuerzas para lanzar uno de los títulos del año. No le será fácil encontrar una novedad tan intensa, tan emotiva, tan sorpredente y tan bien escrita como “Tú no eres como otras madres”. La historia de la vida de Else, una mujer libre, inteligente, intensa, burguesa y judía que amaba el amor y la vida sobre todas las cosas.

“Else era –en un mundo de autoengaño, de disimulo e hipocresía- tan auténtica y elemental como sólo puede serlo una criatura de la naturaleza. Y al mismo tiempo tenía un intelecto agudo, un pensamiento mucho más ágil, rápido e independiente que las mujeres de su época. En efecto, era distinta… No solo por ser judía y ejercer por ello cierto encanto exótico, quizá incluso prohibido, sobre sus conciudadanos alemanes, sino por ser autónoma y estar muy adelantada a su generación”.

Else tuvo tres hijos, Peter, Bettina y Angelika, con tres hombres distintos a los que amó con intensidad pero de diferente manera: “Lo cierto es que no se hubiera podido dar con una situación más complicada: una judía que convivía bajo el mismo techo con su marido, la amante de éste, un amante suyo y dos hijos de padres diferentes”.

Es Angelika quien narra la vida de su madre en un libro formidable, en el que describe la ascensión y caída de una mujer excepcional que rompió las reglas de su tiempo y apostó por aprovechar cada día de su vida, por conocer gente luminosa y divertida, por amar sin cortapisas. “Poco antes de su muerte me decía en su última carta: ´Como mujer de mi generación, yo era algo nuevo, insólito y sospechoso. Me salía del marco, por así decir, tenía que ser muy fuerte y hacerme mis propias leyes. Nadie me ayudó, al contrario: se me aceptaba, en el mejor de los casos; y en el peor, se me tenía por una degenerada´”.

“Tú no eres como otras madres” no solo cuenta la vida de una mujer diferente, también es la crónica social y política de una época, de un país en descomposición y del nacimiento de un régimen totalitario: el nazismo. Desde el ambiente bohemio del Berlín de los años veinte, días de música e intelectualidad, de fiestas y placeres, al exilio en Bulgaria, con la familia repartida por una Europa que se deshace en manos de Hitler. Los que rodean a Else son judíos, medio judíos o judeoalemanes, caen en desgracia y, tras los días de gloria y esplendor, deben preocuparse por sobrevivir, por no perder para siempre a los suyos.

“Las preguntas que a ella le interesaban eran: ¿cómo maneja uno el miedo y el dolor sin reventar? ¿Cómo vive en un país extranjero, con personas extranjeras cuyo idioma, cultura y costumbres desconoce? ¿Cómo protege a sus hijos de daños psíquicos de por vida? ¿Cómo sobrelleva el adiós a sus padres sabiendo que los deja en el infierno y que, con gran probabilidad, no volverá a verlos? ¿Cómo comprenderá jamás los instintos bestiales que se manifestaron en el sumamente culto y sumamente civilizado pueblo alemán, cómo asimilará esa realidad?”.

Un libro hermoso y emocionante que es mucho más que una obra maestra del género biografico. Jamás olvidaremos a Else, la protagonista, una judía indómita, inquieta y libre que vivió con gozosa intensidad tanto los buenos como los malos tiempos. Inmortal, eterna.

Contracultura, contraperiodismo

Las élites culturales y periodísticas españolas están muy preocupadas ante la situación que atraviesa el país. Y advierten: ¡Salvemos la cultura! ¡Salvemos el periodismo! Las élites culturales españolas son aquellas que acarician la mano de Lara en la cena de los premios Planeta, que viajan por Iberoamérica a gastos pagados defendiendo el castellano, que mamonean en la SGAE, que corren a hacer la reserva para comer en el nuevo restaurante con tres estrellas Michelin, que se sientan junto a Vargas Llosa en un palco de Las Ventas o que orinarían en las cuencas vacías de los ojos de su madre si les invitasen a la ceremonia de los Premios Príncipe de Asturias. Las élites periodísticas son aquellas a las que se les llena la boca de independencia, libertad y rigor en la entrega de los Premios Ondas (Prisa) y los Premios Periodísticos de El Mundo (Unidad Editorial), acontecimientos ambos celebrados el pasado martes.

Ante semejantes élites culturales y periodísticas no sería descabellado afirmar que tanto la cultura como el periodismo están en las últimas.

“La cultura no puede existir sin dinero público”, asegura el sociólogo y periodista francés Frédéric Martel en el V Congreso Iberoamericano que se celebra en Zaragoza.  Sin dinero público no hay bibliotecas, ni museos, ni teatros… Sin dinero público la industria del cine se tambalea, y el mundo editorial se viene abajo. Sin dinero público ABC y La Razón estarían en la ruina, más, lo cual sería una auténtica pena.

Si el Estado te paga, el Estado te tiene cogido por los huevos. Cultural y periodísticamente hablando. Necesitamos, por tanto, contracultura y contraperiodismo. La cultura y el periodismo actuales son un coñazo, una antigualla y un bodrio, y son todo esto y más porque están en manos del poder. De un poder que considera la cultura y el periodismo como dos lujos, dos caprichos, en el mejor de los casos dos negocios.

Mientras llegue ese día, el de la contracultura y el contraperiodismo, debemos conformarnos con la biografía de Belén Esteban, que se titula “Ambiciones y reflexiones” y acaba de ser editada por Espasa. Se puso a la venta el pasado martes y ya está agotada la primera edición, de 20.000 ejemplares. ¿Quién dijo que en este país no se lee? Un libro vibrante sobre una vida fascinante, con reflexiones que pueden ayudar mucho a nuestros jóvenes en estos momentos de crisis económica y moral: “Me encantaría dejar la televisión y vivir sin hacer nada, pero ahora no puedo, necesito el dinero”, asegura Esteban en este ambicioso proyecto literario.

Los libros sobre personalidades ejemplares están de moda: ahí tiene calentitas las de Aznar, Zapatero, González, Bono, Solbes, Anguita e incluso la de Fernando Álvarez Miranda, fundador de Izquierda Democrática Cristiana y miembro de UCD. Esta  eclosión de la bio-basura es muy interesante, puesto que indica por dónde van los gustos de los lectores: no olvide que las grandes editoriales se limitan a “echar de comer” a sus clientes.

¿Cultura? ¿Periodismo? No en España, un país cada vez más inculto, más gris, más sumiso, más triste y desamparado, menos  educado, menos informado. Un pais peor.

P.D.

Gran periodista e intelectual de enorme peso, Luis María Ansón flirtea con la reportera de 13Tv, la cadena que mide su audiencia en términos de “cuota social”, que “tiene más merito todavía”.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Los bosnios

Autor: Velibor Colic.

Editorial: Periférica.

“Los bosnios” es un libro sobre gente que hace la guerra. Gente que mata, que muere, que hace daño, que resulta herida, que desprecia a su vecino y ama a su hermano. Gente que sufre, odia y se avergüenza de demasiadas cosas. Gente, los bosnios, que en medio de ese desastre encuentra un hueco para la piedad, para la esperanza y hasta para el humor. Gente que sobrevive a gente, mientras escribe un catálogo inconmensurable de desgracias y sufrimientos. Gente que humaniza la debacle de los Balcanes.

Velibor Colic, el autor, forma parte de esa gente. Y formó parte de esas batallas: estuvo en el ejército bosnio durante la última guerra de los Balcanes, y desertó en 1992. Quizá por eso escribe a ráfagas, dejando profundas huellas en un lector que por momentos se siente tiroteado. “Los bosnios” es un libro violento, desgarrador, desolador, que se olvida de estrategias bélicas y enredos políticos para describir de manera minuciosa los sentimientos de decenas de personajes destruidos por un conflicto fratricida. Las víctimas. Perfiles dolorosos de ambos bandos, que sirven para denunciar lo injusto de esta guerra, de todas las guerras. Impresionante.