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Pretemporada

El vertiginoso descenso a los infiernos de TVE parece no tener límites. Si no me cree tenía que haber visto el pasado viernes, 24 de julio, el partido amistoso que enfrentó al Oporto portugués y al Borussia Mönchengladbach alemán. Sí, a las siete de la tarde y en la cadena estrella de la televisión pública, una pachanga futbolera entre dos equipos extranjeros. Y la cosa no termina ahí: TVE ha comprado otros tres partidos del Oporto en pretemporada. Partiduchos. Auténtica morralla, adquirida con el dinero de los telespectadores con una excusa que no se sostiene: la presencia de Iker Casillas en la portería del equipo portugués.

¿Esto es todo lo que puede ofrecernos TVE? Así parece. Los cerebros de la televisión pública quizá justifiquen su absurda decisión en conceptos aún más surrealistas, como que TVE fue el medio de comunicación que ofreció en exclusiva la noticia del fichaje de Casillas por el Oporto. Casi nada. A partir de ahora tendrán que retransmitir hasta los campeonatos de petanca que juegue Casillas en su pueblo. Por el periodismo de investigación…

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El descanso del Borussia-Oporto resultó especialmente patético. En TVE quisieron hacer un homenaje a la carrera del que fuera portero del Real Madrid, y les salió un churro en forma de acelerado resumen, cuatro paradas rescatadas del archivo. No había por donde coger la emisión de ese partido, auténtico relleno, indigno de TVE. Y la cosa no acaba aquí: al Oporto le esperan el Schalke 04, el Stoke City

Solo puede haber una explicación: quieren acabar con la televisión pública, quizá en previsión de una pérdida de Gobierno en las próximas elecciones. Otra cosa no tiene sentido. Es imposible hacer peor las cosas, gestionar con menos talento un medio público, ser más tendencioso y menos profesional. Contratar partidos amistosos del Oporto solo porque juega Casillas escapa de todo concepto no ya de servicio público, sino de televisión comercial. Es antitelevisión.

P.D.

“Lo que tenemos aquí es una máquina perfecta. Una máquina devoradora. En realidad, es un milagro de la evolución. Lo único que hace esta máquina es nadar y comer y hacer tiburoncitos y eso es todo” (Jaws).

“¡Saquen a los niños del agua! ¡Cierren las playas!” (Jaws)

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Un motivo para NO ver la televisión

Días felices en el infierno.

Autor: György Faludy.

Editorial: Pepitas y Pimentel.

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Primero una orden: compre este libro de hermosa portada desplegable. Y léalo en vacaciones, disfrutando de cada frase, de cada personaje, de cada diálogo, de cada reflexión y cada aventura. Me lo agradecerá el resto de su vida: ¡estamos ante uno de los mejores libros publicados en España en meses! Y ahora hablemos algo del autor y la obra…

György Faludy (1910-2006) fue todo un personaje: poeta, traductor, periodista… y sobre todas las cosas, superviviente. Esta es la fascinante biografía de quince intensos años de su vida, en los que el escritor húngaro tiene que abandonar su país acosado por el nazismo. Aterriza en París, viaja hasta Casablanca, salta a Nueva York, y termina en 1949 en el campo de trabajos forzados de Recsk, en Hungría. Un periplo alucinante en el que Faludy lucha por su vida, y por la de aquellos que le rodean, tanto a nivel físico como intelectual. Nuestro hombre es un escritor, algo que en 1938 no estaba bien visto en toda Europa: el nazismo y el comunismo acorralaban a todos aquellos que pensaban de manera diferente.

“La lengua húngara era el único sitio del que jamás podrían echarme”, escribe Faludy en este maravilloso libro de aventuras. Y es que hasta en los momentos más duros, que son muchos, nuestro hombre recuerda su país, su lengua y su poesía: resulta emocionante ver cómo escribe sin papel, memorizando los poemas en pleno campo de trabajo. Y cómo muchas de las situaciones que vive en la Hungría comunista, una dictadura feroz, nos recuerdan los días actuales: “Las gentes comunes, aquellas gentes a las que el profeta había querido alimentar no con pan, sino con ideología, siempre lo habían mirado con desconfianza. Y ahora estaban felices de que, en vez de pan, se les ofreciera circo”.

“Días felices en el infierno” es una crítica feroz a los totalitarismos. Pero también a la ignorancia, a la brutalidad, a la deslealtad, al desprecio por los placeres y las bellezas de la vida.  Estamos ante la crónica de un periodo terrible de la historia de Europa, y ante los esfuerzos titánicos de un hombre especial por mantenerse cuerdo, por tener amigos y amantes, por beber y vivir, por enfrentarse a sus miedos y sus demonios.

Candidato al Nobel, Faludy se casó en dos ocasiones. Cuando falleció su segunda esposa comenzó una relación de 26 años con el bailarín y poeta Eric Johnson, al que dejó en 2002 (“el primer hombre de la historia abandonado por un amante de 92 años”) para casarse con una escritora de 26 años llamada Fanni Kováks. Juntos protagonizaron la portada de la edición húngara de Penthouse. Así era el bueno de Faludy, ese tipo al que muchos nos gustaría parecernos…

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