Tengo una idea. Una gran idea. Una idea acojonante destinada a cambiar la historia de la televisión moderna. La bombilla se encendió ayer por la mañana, mientras estaba adormecido en el sofá, tomando una copa de pacharán y fumando algo de crack, a la espera de la sentencia del juicio a Ortega Cano. La idea, ya lo habrá adivinado, tiene forma de programa de televisión. Pero de programa de televisión de los buenos, cuidado. De los de prime time en Telecinco. Un gran espectáculo audiovisual, con un plató luminoso y mucho componente humano, grandes cantidades de violencia y sangre, miserias, alcohol y drogas a cascoporro, un presentador homosexual y una piscina sin agua, pero con trampolín.
Imagen del plató de “La cárcel de los famosos”.
El programa se llamará “La cárcel de los famosos”, y recogerá a todos esos famosos, famosetes y famosillos que, pese a hacer todo lo que está en sus manos para acabar en prisión, no logran que se cumpla su sueño (cama y comida por la cara) y se arrastran por las cadenas de televisión en busca de una limosna. Será, seguro que ya lo ha adivinado, un reality show chironero. El plató estará fuertemente custodiado por la policía, y tendrá rejas en todas las ventanas y las puertas estarán blindadas. Cientos de cámaras registrarán todos los movimientos de los recluso-concursantes, incluidos los que tengan lugar en servicios y duchas: el telespectador tendrá acceso a esas imágenes en directo las 24 horas del día. Un jurado popular, formado por reclusos auténticos con delitos de sangre, elegirá cada semana al concursante más educado, más solidario, menos imbécil, ese que no descuida su higiene corporal o que comete alguna irresponsabilidad, como leer un libro, y le expulsará sin contemplaciones.
Podrán concursar famosillos de todos los pelajes, desde vagos hasta narcotraficantes. Al casting estarían invitados la Pantoja, Coto Matamoros, Hermann Tertsch, Belén Esteban, Aida Nizar, María Antonia Iglesias, Maite Zaldívar, Pipi Estrada, Jesús Mariñas e incluso los directores de ABC y La Razón. El ganador se convertirá en el famoso más depreciable de España. El premio es precisamente ese, ser el famoso más depreciable de España, circunstancia que cuando acabe su condena le permitirá recorrer los platós de todas las cadenas de televisión del país, de la mañana a la noche y con un caché de ensueño. Los españoles odiarán al vencedor, que por tanto se convertirá en una leyenda mediática.
El estreno de “La cárcel de los famosos” está previsto para dentro de unos meses, coincidiendo con la puesta en libertad de Ortega Cano. El hombre que pasó de matar toros a matar personas puede tener un papel relevante en este reality, puesto que para entonces tendrá experiencia en todos los terrenos: el show televisivo y la sombra carcelaria. ¿O quizá no? La juez ha desestimado la prueba de alcoholemia. Y la defensa recurrirá la pena. ¿Cree usted que el torero acabará en la jaula o que estará dentro de cuatro días paseando por El Rocío, gin tonic en mano?
Yo apuesto por El Rocío. Y por que presente la segunda edición de “La cárcel de los famosos” con un traje de rayas.
Un motivo para NO ver la televisión
Tierra
Autor: David Vann.
Editorial: Mondadori.
¿Recuerda a David Vann? Es uno de los escritores más sorprendentes, por original y duro, por la enorme tensión que imprime a sus increíbles historias, de los últimos tiempos. En este blog hemos hablado maravillas de “Sukkvan Island” y “Caribou Island”, los dos primeros libros editados en España de este autor nacido en Adak, Alaska. “Tierra” no decepcionará a los seguidores de un Vann que, siguiendo los pasos de Cormac McCarthy, lleva camino de convertirse en un peso pesado de la literatura norteamericana.
Galen tiene veintidós años y vive en California. Sí, en California. Vann abandona la salvaje Alaska para situar a los protagonistas de su nueva historia en la Costa Oeste, un lugar cálido que, sin embargo, si uno se lo propone puede ser tan desangelado y triste como el que más. Galen es capaz de dormir desnudo, en los surcos de un huerto, con la tierra húmeda retorciéndole los huesos, y levantarse con los pulgares bajo las axilas emitiendo “un mañanero cocoricó”.
Esa escena tiene lugar en la página 24, al comienzo del libro. Pero enlaza con un párrafo de la página 217, al final de la novela: “Galen no sabía que significaba todo aquello, pero sí que la tierra era su maestro. A cada momento y de forma inesperada, la tierra le mostraba algo. Mejor que ir a la universidad”.
A Galen le gusta la tierra. Seguramente más que las personas. Galen no es muy popular. Vive con su madre, visita a su abuela en el asilo, y pasa el fin de semana con su tía y su prima Jennifer. Juntos forman una pandilla de inadaptados. Jennifer le desvirga, su tía quiere robar la herencia de su abuela, y su madre simplemente está ahí, para ser odiada.
“Eres un demonio”, le dice la madre cuando un desenlace terrible parece inevitable. “Eres el brazo de la maldad. No es que te hayas vuelto malo, llevas eso dentro desde el principio. Es porque eres así”. Galen es así porque no consigue vencer a sus fantasmas, porque todo se tuerce, porque California no es tan soleada. Y porque tiene los pies hundidos en montoncitos de tierra suelta…
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