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Poder bruto

A los humanos nos encantan los animales. Siempre, eso sí, que se puedan comer, cazar o torear.

“Estamos hartos de las grullas”, dicen los vecinos de Villar de Cañas (Cuenca), el municipio de medio millar de habitantes elegido por el Gobierno de Cospedal para construir un silo nuclear donde recoger los residuos nucleares de toda España. Y es que las grullas, querido lector, son el ejemplo perfecto de bichejos que no sirven para nada. Carecen de valor gastronómico y cinegético, y pese a ello, y aunque parezca increíble,  están protegidas por la ley. Normal que los habitantes de Villar de Cañas prefieran un almacén nuclear, garantía de futuro y sinónimo de seguridad, antes que una laguna llena de avechuchos que van y vienen.

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Otra cosa es que en Cuenca hubiese leones. O se pudiesen soltar leones de granja, como en Zimbabue, para que los cazadores se dejasen la pasta practicando su noble y valerosa afición. Ahí tiene a Walter James Palmer, el dentista de Minneapolis (EEUU) que se ha gastado 50.000 dólares en matar a Cecil, el león más hermoso del país africano. ¿Fusilamiento y tortura más que caza? Por supuesto, si tenemos en cuenta que se trata de animales criados en cautividad y que Cecil tardó 40 horas en morir desangrado. Pero ¿qué me dice usted de esos 50.000 boniatos? Ya estoy escuchando a los vecinos de Zimbabue: “Estamos hartos de los leones”.

De lo que no estamos hartos es de los toros. Amamos de manera tan intensa a estos herbívoros, con tanta pasión y sinceridad, que aprovechamos las vacaciones de verano, cuando más tiempo libre tenemos, para divertirnos juntos. Que si una capea, que si un encierro, que si una corrida con picadores, que si una vaquilla para el populacho… El verano es tiempo de toros. De demostrarle a los toros que les queremos tanto, tanto, tanto que, como ese maltratador psicópata humano que asesina a su mujer, tenemos que matarlos (después de torturarlos un buen rato).

“A los animales les cuidamos y somos solidarios con los animales”, ha reconocido el gran torero Ortega Cano nada más salir de prisión. Y ha argumentado esta reflexión con enorme brillantez: “Si no fuera por los toros, muchos animales se comerían unos a otros”, dijo, antes de aclarar que “los toros aportan el 1,5 del poder bruto” de este país.

Pues eso mismo. El poder bruto del ser humano.

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La cárcel de los famosos

Tengo una idea. Una gran idea. Una idea acojonante destinada a cambiar la historia de la televisión moderna. La bombilla se encendió ayer por la mañana, mientras estaba adormecido en el sofá, tomando una copa de pacharán y fumando algo de crack, a la espera de la sentencia del juicio a Ortega Cano. La idea, ya lo habrá adivinado, tiene forma de programa de televisión. Pero de programa de televisión de los buenos, cuidado. De los de prime time en Telecinco. Un gran espectáculo audiovisual, con un plató luminoso y mucho componente humano, grandes cantidades de violencia y sangre, miserias, alcohol y drogas a cascoporro, un presentador homosexual y una piscina sin agua, pero con trampolín.

Imagen del plató de “La cárcel de los famosos”.

El programa se llamará “La cárcel de los famosos”, y recogerá a todos esos famosos, famosetes y famosillos que, pese a hacer todo lo que está en sus manos para acabar en prisión, no logran que se cumpla su sueño (cama y comida por la cara) y se arrastran por las cadenas de televisión en busca de una limosna. Será, seguro que ya lo ha  adivinado, un reality show chironero. El plató estará fuertemente custodiado por la policía, y tendrá rejas en todas las ventanas y las puertas estarán blindadas. Cientos de cámaras registrarán todos los movimientos de los recluso-concursantes, incluidos los que tengan lugar en servicios y duchas: el telespectador tendrá acceso a esas imágenes en directo las 24 horas del día. Un jurado popular, formado por reclusos auténticos con delitos de sangre, elegirá cada semana al concursante más educado, más solidario, menos imbécil, ese que no descuida su higiene corporal o que comete alguna irresponsabilidad, como leer un libro, y le expulsará sin contemplaciones.

Podrán concursar famosillos de todos los pelajes, desde vagos hasta narcotraficantes. Al casting estarían invitados la Pantoja, Coto Matamoros, Hermann Tertsch, Belén Esteban, Aida Nizar, María Antonia Iglesias, Maite Zaldívar, Pipi Estrada, Jesús Mariñas e incluso los directores de ABC y La Razón. El ganador se convertirá en el famoso más depreciable de España. El premio es precisamente ese, ser el famoso más depreciable de España, circunstancia que cuando acabe su condena le permitirá recorrer los platós de todas las cadenas de televisión del país, de la mañana a la noche y con un caché de ensueño. Los españoles odiarán al vencedor, que por tanto se convertirá en una leyenda mediática.

El estreno de “La cárcel de los famosos” está previsto para dentro de unos meses, coincidiendo con la puesta en libertad de Ortega Cano. El hombre que pasó de matar toros a matar personas puede tener un papel relevante en este reality, puesto que para entonces tendrá experiencia en todos los terrenos: el show televisivo y la sombra carcelaria. ¿O quizá no? La juez ha desestimado la prueba de alcoholemia. Y la defensa recurrirá la pena. ¿Cree usted que el torero acabará en la jaula o que estará dentro de cuatro días paseando por El Rocío, gin tonic en mano?

Yo apuesto por El Rocío. Y por que presente la segunda edición de “La cárcel de los famosos” con un traje de rayas.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Tierra

Autor: David Vann.

Editorial: Mondadori.

¿Recuerda a David Vann? Es uno de los escritores más sorprendentes, por original y duro, por la enorme tensión que imprime a sus increíbles historias, de los últimos tiempos. En este blog hemos hablado maravillas de “Sukkvan Island” y “Caribou Island”, los dos primeros libros editados en España de este autor nacido en Adak, Alaska. “Tierra” no decepcionará a los seguidores de un Vann que, siguiendo los pasos de Cormac McCarthy, lleva camino de convertirse en un peso pesado de la literatura norteamericana.

Galen tiene veintidós años y vive en California. Sí, en California. Vann abandona la salvaje Alaska para situar a los protagonistas de su nueva historia en la Costa Oeste, un lugar cálido que, sin embargo, si uno se lo propone puede ser tan desangelado y triste como el que más. Galen es capaz de dormir desnudo, en los surcos de un huerto, con la tierra húmeda retorciéndole los huesos, y levantarse con los pulgares bajo las axilas emitiendo “un mañanero cocoricó”.

Esa escena tiene lugar en la página 24, al comienzo del libro. Pero enlaza con un párrafo de la página 217, al final de la novela: “Galen no sabía que significaba todo aquello, pero sí que la tierra era su maestro. A cada momento y de forma inesperada, la tierra le mostraba algo. Mejor que ir a la universidad”.

A Galen le gusta la tierra. Seguramente más que las personas. Galen no es muy popular. Vive con su madre, visita a su abuela en el asilo, y pasa el fin de semana con su tía y su prima Jennifer. Juntos forman una pandilla de inadaptados. Jennifer le desvirga, su tía quiere robar la herencia de su abuela, y su madre simplemente está ahí, para ser odiada.

“Eres un demonio”, le dice la madre cuando un desenlace terrible parece inevitable. “Eres el brazo de la maldad. No es que te hayas vuelto malo, llevas eso dentro desde el principio. Es porque eres así”. Galen es así porque no consigue vencer a sus fantasmas, porque todo se tuerce, porque California no es tan soleada. Y porque tiene los pies hundidos en montoncitos de tierra suelta…

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Yo no he matado a nadie

Hace quince años entrevisté a El Juli para La Revista, el suplemento dominical de El Mundo. Me sorprendieron muchos detalles del joven torero, la mayoría consecuencia de su inmadurez y del éxito prematuro: despreciaba los estudios, que había abandonado un par de años antes, y hablaba enlazando tópicos taurinos sobre la muerte, el arte y la templanza. Pero lo que más me impresionó es que llegó a la entrevista conduciendo un Ibiza rojo Supra Rallys 16 válvulas. “La verdad es que este coche va como una bala”, dijo entonces El Juli. “¡Madre mía, cuando cogía los baches de la carretera de Despeñaperros… ¡Parecía que nos íbamos a echar a volar!”, confesó Manuel Muñoz Sevilla, Sevillita, banderillero y hombre de confianza del torero.

Me impresionó porque el Juli tenía entonces 16 años. Tanto él como su entorno consideraban normal que condujese el coche: era un triunfador. “Juli, qué grandes los tienes”, le gritaba la gente en la plaza.

El pasado 23 de enero el Juli tuvo un accidente en la A-5, a la altura del término municipal pacense de Trujillanos. Viajaba con su familia, y se salió de la carretera. “Gracias a Dios estamos todos bien y con daños menores de algo que ha podido ser horrible. Y gracias especialmente a esas personas que me ayudaron en el accidente mostrando una grandeza humana que nunca olvidaré… abrazos a todos”, dijo el torero, ya con 30 años.

Le cuento todo esto porque acaba de arrancar el juicio al torero Ortega Cano, acusado de un delito de  homicidio imprudente y dos contra la seguridad vial: con 1,26 gramos de alcohol por litro de sangre estampó su coche contra otro, cuyo conductor perdió la vida.

Le cuento todo esto porque Karim Benzema, el delantero de 25 años del Real Madrid, fue cazado en la madrugada del 3 de febrero por un radar de la M-40 cuando circulaba a 216 kilómetros por hora en un tramo limitado a 100.

Le cuento todo esto porque Carlos Gracia Fuertes, presidente de la Federación Española de Automovilismo, se ha quedado sin carné de conducir tras haber sido condenado por conducir en estado ebrio. En la madrugada del pasado 20 de octubre, una patrulla de la policía local de Zaragoza observó que un vehículo hacía un giro en dirección prohibida en el céntrico Paseo de la Constitución. Le dieron el alto y le sometieron a la prueba de alcoholemia. Gracia conducía superando la tasa máxima permitida. “No voy a dimitir, yo no he matado a nadie”, ha dicho el todavía presidente de la Federación Española de Automovilismo.

En este país tan surrealista, toreros y futbolistas representan lo mejor y lo peor. El éxito social, y el desprecio por la sociedad. Pero no es trabajo suyo dar ejemplo. Estadios de fútbol y plazas de toros están para entretener, las últimas para torturar y matar. Para educar ya están familias, colegios y universidades, ¿verdad? Por tanto no exijamos a deportistas y matarifes responsabilidades que no les corresponden. Simplemente juzguémosles como al resto de ciudadanos, con la misma severidad y dureza. El Juli conducía con 16 años sin ningún problema, sin cortarse ante la prensa, y Benzema consiguió retrasar el juicio por su exceso de velocidad para poder jugar un partido. Ha sido convocado para el próximo día 26, pero como esa noche se jugará el partido entre las selecciones de España y Francia podrá pedir un aplazamiento.

Normal que ante tanto cachondeo, el presidente de la Federación Española de Automovilismo se venga arriba y diga que de dimitir, nada de nada. ¿Bebido? Puede, pero eso no tiene nada que ver: “Yo no he matado a nadie”.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Josh Ritter

Cd: Live at the Iveagh Gardens.

Hoy, un regalo: el disco en vivo del cantautor de Idaho Josh Ritter Live at the Iveagh Gardens”, más dos canciones incluidas en su nuevo álbum de estudio, titulado “The Beast In Its Tracks”. Y por supuesto totalmente legal, por medio de la excelente página de música norteamericana Noisetrade. La mejor relación calidad-precio del mercado.

Pinchar, bajar y disfrutar…

 

La palabra

No había bebido, te lo juro por mis hijos…”, dijo todo digno Ortega Cano solo unos días después de tener un accidente de coche en el murió un hombre. Y sólo unos días antes de que el informe policial definitivo confirmase que había bebido (1,26 gramos cuando el límite es de 0,5) e invadido el carril contrario a 123 kilómetros por hora (cuando el límite de velocidad estaba en 90). La palabra vive una profunda crisis, es un valor inútil y anticuado, no tiene ningún futuro. Lejos de abandonar la civilización y recluirse de por vida en una cueva de las montañas afganas, Ortega Cano regresará en breve a revistas y televisiones, de las que recibirá miles de jugosos euros por unas intervenciones que carecen de sentido, de interés y por supuesto de credibilidad. Lo importante no es que la verdad. Ni siquiera que te crean o no. Lo importante es hablar: el relleno páginas y programas huecos.

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