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El nacimiento del ruido

Un motivo para NO ver la televisión

El nacimiento del ruido

Autor: Ian S. Port.

Editorial: Neo Sounds.

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Estamos ante uno de los libros de historia más atronadores de todos los tiempos. Solo le diré que comienza con cinco californianos sonrientes, vestidos con camisas veraniegas de rayas, tocando surf en la playa. ¡A todo volumen! Sí, los mismísimos Beach Boys cantándole a las olas, la playa, las chicas… con la ayuda de sus inseparables Fender enchufadas a la red. Porque éste es un libro de historia de la guitarra eléctrica, y de dos de los máximos responsables del invento que revolucionó la música popular: Leo Fender y Les Paul. El nacimiento del ruido, y “de la rivalidad que dio forma al rock and roll”.

“Una noche del otoño de 1949, después de cerrar la fábrica, Leo Fender y George Fullerton tomaron la autopista 101 hasta una popular sala de baile que había al norte de Los Angeles, llamada Riverside Rancho. El Rancho, que se anunciaba como “el hogar de la música country”, era el local de este estilo más importante de la zona y casi todos los días ofrecía actuaciones en directo… El ambiente olía a cerveza rancia. En la oscuridad, las voces masculinas sonaban a whisky… Leo y George estaban aguardando a que el grupo se tomara un descanso para poder hablar con el guitarrista cuando en el local entró un joven que reparó en el extraño instrumento, que estaba encima de la mesa, y se acercó a ellos… Les preguntó por la guitarra con un fuerte acento georgiano. Leo le mostró el prototipo, seguramente con una sonrisa… Bryant subió el volumen del amplificador a niveles lacerantes y comenzó a ejecutar unos pasajes fluidos recorriendo de arriba abajo el delgado mástil de la guitarra… En comparación con sonido cálido y a menudo farragoso que producían las guitarras huecas de la época, el de la Fender era brillante y nítido, con unos graves y unos agudos potentes y unos tonos medios suaves. Las notas atravesaron la sala llena de humo como si procedieran de una steel guitar eléctrica, tal como había pretendido Leo”.

Bien escrito y mejor documentado, “El nacimiento del ruido” no debería faltar en la biblioteca de todos los aficionados al rock, el blues, el country o el pop. Cuenta cómo la electricidad se introdujo en las entrañas de las guitarras de madera, cómo nació el hermano ruidoso de un instrumento en evolución, cómo alrededor de esa joya se crearon estilos y surgieron mitos. Fascinará a todos los guitarristas: tras leer “El nacimiento del ruido” mirarán de otra forma el artilugio de seis/doce cuerdas que tienen en las manos. Y servirá para conocer en profundidad a Leo Fender y Les Paul, responsables de dos marcas de leyenda: Fender y Gibson. Instrumentos que son historia.

“Para Eric Clapton, John Lennon y Paul McCartney, Buddy Holly fue el vínculo que unió el sonido y la imagen de la guitarra eléctrica de cuerpo sólido al rock and roll, la música a la que le dedicarían toda su vida… La Stratocaster de Holly también lo revelaba. A pesar del sentido práctico de Fender, su nuevo instrumento tenía un aire libinidoso. No era una herramienta de trabajo para un hombre modesto, sino un fabuloso objeto de deseo. La Telecaster no había tenido tal efecto, como tampoco lo tenía la Les Paul. La Stratocaster era el cochazo deportivo, la chica del calendario de los instrumentos musicales. Para los adolescentes que estaban viendo a Buddy Holly en sus casas, aquellas formas lascivas sugerían que ese cantante, a pesar de sus simpáticas corbatas, de la confianza que, a diferencia de artistas como Elvis Presley, inspiraba en los adultos, deseaba follar tanto como ellos”.

Otis Readding

Otis Redding

Autor: Jonathan Gould.

Editorial: Neo Sounds.

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Quizá estemos ante el mejor libro sobre un artista de música negra jamás escrita. Y es que “Otis Redding” es una biografía redonda que describe la vida y milagros de uno de los mejores cantantes soul de todos los tiempos… pero también es muchas más cosas. “Otis Redding” es un libro de historia, puesto que analiza con precisión y claridad el nacimiento de la música sureña, los problemas racistas en los años 50 y 60 en Estados Unidos, el funcionamiento de la industria discográfica… Un libro sobre un soulman que ofrece detalles impagables sobre, entre otras muchas cosas,  la literatura de las regiones más olvidadas de la Norteamérica rural. “Otis Redding” es el texto que deben leer todos aquellos que veneran no solo al vocalista de Georgia, sino al soul en general y a estrellas del género como Little Richard, Ray Charles, Sam Cooke

“Cuando Bob Weir, de los Grateful Dead, dijo que había sido como ver a Dios sobre un escenario (Otis Redding en el festival de Monterrey), estaba hablando en nombre de toda una generación de jóvenes que anhelaban fundar una religión propia bajo el credo hedonista del sexo, las drogas y el rock and roll”.

Fue un coloso. Física y musicalmente. Un tipo grande que jamás renegó de sus raíces, que grabó algunos discos mágicos (Dictionary of Soul), que consiguió ser importante sobre un escenario y que, poco antes de morir con solo 26 años, dejó una canción para la eternidad: “Sittin´ on the Dock of the Bay”.

“Parecía imposible –recordaba Steve Cropper-. El mero hecho de entrar en el estudio resultaba ya difícil. Otis era Stax y estábamos destrozados. Pero lo hicimos”. Durante la semana previa al funeral, Cropper dio los últimos retoques a The Dock of the Bay. No le cabía la menor duda de que ese era el sencillo que había que lanzar; sabía lo orgulloso que Otis estaba de la canción, lo seguro de que iba a ser un gran éxito. Cropper sentía lo mismo, pero nadie más en Stax pensaba igual que él”.

Jonathan Gould, músico y escritor, ha realizado un trabajo espléndido. Reconstruye al detalle la breve pero intensa vida del cantante, sitúa su obra en el tiempo y el lugar, y confirma su importancia dentro de la música negra. Un libro imprescindible para entender el soul en toda su grandeza, para visualizar la Norteamérica profunda de la primera mitad del siglo XX, y para recordar a uno de los mejores cantantes de la historia.

La historia de Rolling Stone

Un motivo para NO ver la televisión

Sticky Fingers.

Autor: Joe Hagan.

Editorial: Neo-Sounds.

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Joe Hagan, periodista, cuenta en este libro de 700 páginas la vida de Jann Wenner. ¿Cómo, que no sabe usted quien es Jann Wenner? Pues ni más ni menos que una de las grandes leyendas del periodismo musical: el creador de la revista Rolling Stone. Quizá usted se pregunte si la cosa da para semejante trabajo, si el tal Wenner influyó tanto en el mundo del rock como para inspirar tamaño tocho. La respuesta es un contundente sí. Wenner no solo fue un visionario a nivel periodístico. También fue un tipo excesivo, en ocasiones genial y en otras insoportable, consumido por su ambición y su ego. “El punto de partida era el rock and roll, pero la pieza fundamental era la fama”, escribe Hagan. Pero sobre todas las cosas fue un privilegiado: asistió en primera fila a algunos de los episodios más importantes de la historia del rock and roll.

“Era su naturaleza esquizofrénica – una combinación de vulnerabilidad y ambición furiosa – la que impulsaba la revista. Wenner era un liberal antibelicista y un capitalista rapaz, inocente y taimado, amigo y enemigo, heterosexual y homosexual, editor y editorial. Su madre dijo de él: “Yo siempre pensé que Jann era como un niño de doce años a punto de cumplir sesenta y cinco. Sin duda es el miembro más conservador de la familia”.

Para muchos fue un depredador (“Le atrae el poder sexual”, Annie Leibovitz), para otros un peligro (“Wenner piensa como una serpiente venenosa”, Truman Capote), para la mayoría un visionario, un genio (“Me intimidaba… había creado algo fantástico”, Elton John). Desde su pedestal al frente de Rolling Stone, la revista musical más importante de todos los tiempos, Joe Wenner revolucionó dos mundos hasta entonces ajenos, el periodismo y el rock. Los músicos se sentían orgullosos de ser valorados y tratados con seriedad. Los periodistas descubrieron que tras la música se escondían historias jugosas. La fusión funcionó a la perfección: “Rolling Stone llegó a producir unos beneficios netos anuales de treinta millones de dólares, lo que convirtió a Jann Wenner en un auténtico magnate de los medios de comunicación de Manhattan”.

“Wenner convirtió la portada del Rolling Stone en un confesionario del rock and roll, con Paul Simon, George Harrison, James Taylor, Carly Simon y Crosby, Still, Nash and Young dispuestos a rebasar las líneas que la enmarcaban para revelar sus dramas y, a menudo, sus cuerpos desnudos, como si la revista tuviera el poder de santificarlos”.

Todos los amantes del rock and roll deberían leer este libro. Por un lado les ayudará a comprender cómo una música básica y primitiva se convirtió en un fenómeno de masas, en una revolución cultural y, finalmente, en un grandísimo negocio. Por otro, disfrutarán con las anécdotas que salpican cada página de este libro. Anécdotas protagonizadas por seres tan interesantes, y diferentes, como los Beatles y los Stones, Jon Landau, Hunter S. Thompson, Dylan… Anécdotas de una época salvaje marcada por las drogas, el sexo y, en este caso, la ambición. Un master sobre dos grandes negocios: el periodismo y la música.

TVE salve a la reina

Comienza el informativo estrella de la televisión española, domingo a las tres de la tarde, televisión pública, y lo hace con imágenes en las que todos los ciudadanos podemos ver la felicidad que vive la familia real, unida como una piña en el hospital para visitar al abuelo operado de rodilla. El día anterior, sábado, ese mismo informativo había arrancado con el niño Gabriel, asesinado hace semanas. Un tema macabro el día 7 para camuflar la noticia del día: la presencia de Cifuentes en un congreso del PP que cada día parece más una reunión de la Camorra. Un tema absurdo el día 8 para maquillar a una familia en descomposición, la real, que se consume en su propia hipocresía, entre Corinas, elefantes, Urdangarines y malos modos.

TVE, la televisión de todos los españoles, al servicio del PP… y de la familia real. Lo primero no es ninguna novedad. Lo segundo es un asco. Para el telespectador y para los profesionales de la información que tienen que soportar imágenes como las que se vieron ayer: la niña que hace unas horas arrancaba de su hombro la mano de su abuela ahora la acaricia con cariño. La madre que le limpiaba a la niña el beso de la abuela en la frente ahora sonríe feliz con la presencia de su suegra. Ya no impiden que se hagan fotografías, ya no se lanzan miradas asesinas, ya no se desprecian. TVE ha conseguido que posen juntos con alegría, que parezcan una familia no ya normal, sino hasta feliz. Y lo ha conseguido con el dinero de todos los españoles.

Nos toman por idiotas, y eso sí que no. Si mantenemos a la familia real, al menos que de espectáculo. Más Corinas, más Urdangarines y Marichalares, más froilanes en el bingo, más cacerías vergonzosas y más negocios con dictaduras, más mierda de la que poder burlarnos los plebeyos. Y menos maquillaje a costa de nuestros bolsillos, que esa partida no está incluida en los presupuestos de la Casa Real.

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Un motivo para NO ver la televisión

Nos vemos en el baño.

Autor: Lizzy Goodman.

Editorial: Neo-Sounds.

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¿Recuerda los tiempos del CBGB, el templo del rock undergroung durante 30 años en la Gran Manzana? Coincidían en su escenario en la misma noche Patti Smith, los Ramones, Blondie, Richard Hell, Warhol, David Byrne… Eran buenos tiempos, los setenta y parte de los ochenta, vividos en esa ciudad sin remilgos que derrochaba talento, que se movía a ritmo de punk y de new wave. Mucho se ha escrito de aquellos días, de aquellas bandas, de aquellos conciertos, de aquella mítica movida neoyorkina. “Por entonces Nueva York daba miedo. Era como en Taxi Driver, esas escenas, esas luces, y las putas; las putas tenían aspecto de estrellas de rock” (Jesse Malin). Era, es, nuestra cultura. Pues bien, hoy hablaremos de otro movimiento musical, más reciente pero no menos brillante, que sucedió en el mismo lugar a comienzos del siglo XXI.

Esta es la historia del último tsunami sonoro que ha sufrido la ciudad de Nueva York, la penúltima oleada de bandas de rock and roll unidas por unas calles, por unos garitos, por las mismas ganas de divertirse, de hacer buena música, de tocar en directo y, en ocasiones, de derribar lo viejo y aburrido para dar paso a los sonidos del futuro. “Nos vemos en el baño” es la crónica de un instante, entre 2001 y 2011, y de las bandas de rock and roll que nacieron entonces para devolver a Nueva York su viejo esplendor musical. Con el final del siglo XX la ciudad de las ciudades había perdido buena parte de su lustre cultural: ya no era el Nueva York de los setenta. Era la meca de lo moderno, de lo punto com. Era el culo del rock and roll.

Pero entonces, como surgidos de las cenizas de las Torres Gemelas, comienzan a aparecer grupos que se habían formado en las catacumbas, en la clandestinidad. The Strokes, The Killers, Kings of Leons, The White Stripes… Y por supuesto tipos que rezuman creatividad y clase, que saben cuáles son sus raíces pero miran al futuro: Jack White, Jesse Malin, Ryan Adams, Conor Oberst“¿Quieres venir? Por supuesto… Y de repente habíamos formado un grupo. La idea de la sincronización, de ser libres por las calles, de disponer de tiempo y espacio para aburrirte, eso existía en Brooklyn en aquella época” (Ryan Adams). La última gran hornada de genios del rock and roll que nos regala Nueva York, digna heredera del punk y el Nuevo Rock Americano. “Todos –público y artistas- perseguíamos lo mismo: una sensación de rebelión, de posibilidad, de promesa, de caos. Teníamos que encontrarla para descubrir quiénes éramos en realidad y no podíamos hacerlo sin los demás”, sentencia la autora de un libro repleto de anécdotas musicales.

De eso habla “Nos vemos en el baño”, la crónica apasionada y apasionante de una ciudad y una música escrita por Lizzy Goodman, periodista musical que para trazar el perfil sonoro de la primera década del siglo XXI ha realizado más de 200 entrevistas, ha escuchado miles de canciones y de discos, ha recorrido cientos de tugurios y ha descubierto a decenas de buenas bandas. Su trabajo ocupa casi 700 páginas, pero se lee en un suspiro: es historia viva a ritmo de rock, contada en persona por los protagonistas de la misma. Una gozada.