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Venezuela al límite

“Delincuencia, inflación, pobreza…”, resume el periodista de Antena 3 en la promoción del programa “Venezuela, al límite”, emitido anoche por la primera cadena de Atresmedia. “¿Cuánto cuestan una barra de pan y un rollo de papel higiénico?”, le pregunta el presentador del matinal “Espejo público” en un alarde de originalidad y perspicacia informativa. El reportero responsable del reportaje responde melodramático: “Es más fácil conseguir una pistola que una barra de pan”. Estremecedor. En la parte inferior de la pantalla, un rótulo: “Los delincuentes son los amos de las calles en Venezuela”.

“Un programa imprescindible para hacer una radiografía de Venezuela”, dice otro presentador de “Espejo público” tras ver unas imágenes de la búsqueda de Iñaki de Juana Chaos. Un ejercicio de periodismo de investigación sin precedentes en el que, atención, “desvelan las amenazas del etarra a su casero” en un audio de baja calidad. “En Venezuela es muy fácil que te descubran y llamen a la policía”, dice el aguerrido reportero para justificar la mala calidad de la grabación sonora. “Tuvimos que irnos, empezaron a tomarnos la matricula del coche”, reconoce el valiente reportero.

“Orgullo”, sentenció Susanna Griso tras la promoción matinal del programa sobre Venezuela. Solo unos minutos antes uno de los subalternos de la presentadora, especializado en noticias macabras, había preguntado al sindicalista Diego Cañamero: “¿Es verdad que en Marinaleda están vendiendo aceite a Venezuela?”.

Venezuela se ha convertido en el epicentro del lado oscuro del planeta. No hay otro país con tanta miseria, con tanta violencia, con tantos etarras… con tanta relación con Podemos. Quería ver el programa sobre “el lugar más peligroso del mundo”, pero después de esta imagen no tuve estómago…

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¿Cómo, que no es Venezuela? ¿Que es México? Mecagüen…

Un motivo para NO ver la televisión

El show de Gary.

Autor: Nell Leyshon.

Editorial: Sexto Piso.

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Gary es un chorizo, en muchas de las diferentes acepciones del término. Desde ladrón de pisos a carterista en el metro. Tiene un sexto sentido que le permite localizar la llave de una caja fuerte escondida, sentir la llegada de los propietarios de una vivienda e incluso oler la presencia de la pasma. Es un mangante de primera categoría, de casta le viene al galgo, que se inicia en el mundo del hurto de la mano de su padre. Su madre, alcohólica, espera en casa sin apenas mirar a sus otros dos hijos. Estamos en el sur del Londres de los setenta y los ochenta, un lugar donde “la lluvia cae lo bastante fuerte para aguarte la sangre y las hojas embozan las alcantarillas”. Un mal sitio para crecer en la miseria y el abandono. “La cuestión, Gary, es que no te pillen. Eso es lo importante”, le dice su padre como gran consejo para el resto de su vida.

“Lo que tenemos que entender, Mandy, es que todos nacemos desnudos de gente malograda”.

“Porque alguna gente la caga. A alguna gente no le han enseñado cómo hacer las cosas”.

Nell Leyshon, autora del inolvidable “Del color de la leche” (Sexto Piso), hace que sea el propio Gary quien cuente la historia de su vida. Un narrador de lujo para una historia de miseria, decadencia y derrota. Gary tiene un gran concepto de sí mismo, se ve como un delincuente indestructible, un tipo superdotado para el delito gracias a su inteligencia y su magnetismo. No sabe que solo es un superviviente.

“Es una putada. Dejas de beber y de drogarte, dejas de vaciar bolsos y bolsillos, dejas de colarte en casas y de revolver en los cajones de las bragas, dejas de repartir droga, dejas de mangar en tiendas, empiezas a pagar tus cosas y abres una cuenta en el banco y tienes tu propia llave de casa, empiezas a dar paseos de puta mañana, a cambiarte de calzoncillos y calcetines todos los días, empiezas a decir la verdad, ¿y sabes qué pasa? Que la gente espera una tormenta. Espera que te vuelvas del revés y que todos tus secretos caigan rodando como si fueras un bolsillo”.

Gary sube y baja. Parece que rozará los cielos, pero solo asciende para caer desde más alto. “Ahora sabes mucho de mí porque has leído mis memorias, de hecho sabes la hostia, como ya te he dicho. Pero si hay una cosa que sabes de verdad (y si no, es porque no has prestado atención y necesitas que te den un cabezazo) es ésta: yo lo sé todo. Y como soy una persona que lo sabe todo, sé lo que piensas. Y sé lo que quieres”.

Termino de leer “El show de Gary” con la música que genera en los medios la muerte de Manolo Tena. Y veo puntos en común entre ambos personajes. Tipos que han apostado fuerte, que se han querido y se han maltratado, que rozaron la gloria pero eligieron los infiernos. Supervivientes, a fin de cuentas, que se jugaron la vida a la ruleta rusa. Leyshon, una de las grandes de las nuevas letras británicas, borda las memorias de un maravilloso perdedor. Vibrante desde las primeras páginas hasta la derrota final, como no podía ser de otra manera.