You are currently browsing the El Descodificador posts tagged: Miguel Blesa


La pena y el asco

Llega uno de vacaciones, con un collar de flores en el cuello y arena en el ojete, y se encuentra con que Miguel Blesa ha dejado el top 10 de enemigos públicos de este país. Y lo ha hecho a la tremenda, por decisión propia, como consecuencia según la televisión de que “le abucheaban en los restaurantes”. El veraneante, que llega aturdido por las horas de vuelo, el principio de insolación y el estrés traumático post vacacional, se debate entre la pena y el asco.

La pena y el asco no como mezcla de sentimientos encontrados, sino como versión ibérica de El ruido y la furia. Faulkner eligió a un retrasado para contar la decadencia de una vieja familia conservadora del sur de Estados Unidos. En España ese papel de tarado está reservado para José María Aznar, el narrador ideal de la historia negra que vivimos: fue el tipo que sembró la semilla del mal. “¡Con él empezó todo!”, gritaría Piqué un día de euforia. Con él acabó todo, podrían decir los familiares de un Blesa que aceptó la manzana envenenada.

La pena se pasa cuando se recuerda que en los últimos cuatro años, tras sentir en el cogote el aliento de la ley, el muerto se deshizo de todo su patrimonio. En el registro de la propiedad ya no figuran a su nombre las cuatro propiedades que tuvo, repartidas entre Madrid, San Lorenzo de El Escorial y las localidades de Orcera y Linares, ambas en su Jaén natal. Y no queda ni rastro de la indemnización de 2,8 millones de euros que cobró por abandonar Caja Madrid. Finalmente, un disparo acabó con cualquier responsabilidad criminal y con las eventuales obligaciones económicas subsidiarias del banquero. “Eres libre”, le susurró al oído la escopeta.

La furia se siente al ver llorar a las humildes víctimas de la estafa de las preferentes. Cuando se escucha a Blesa decirle al juez que “Un jubilado no tiene por qué ser un ignorante financiero”.

156345-944-550

Un motivo para NO ver la televisión

The hunt.

Autor: Álvaro Laiz.

FullSizeRender

Es mucho más que un libro de fotografía. Es una pequeña obra de arte de carácter artesanal que nace de una buena idea, crece como apuesta personal, y queda reflejada en esta maravilla que entra por el tacto, una portada rugosa como la lengua de un tigre, y se cierra con un mapa luminoso que incluye los créditos.

“The hunt” habla de la caza. Es decir, de los cazadores y de las presas, del bien y el mal, de la supervivencia y el instinto primitivo, de las fronteras lejanas y los hombres sencillos. De las tierras perdidas del oriente ruso y los cazadores udegei. “The hunt” es un trozo de vida auténtica, de taiga y de demonios del norte, de gruñidos y zarpazos, de hombres-ciervo y rastros en la nieve. Es una sucesión de preguntas a las que contestar con la respuesta del cazador. Es la aventura en estado puro.

Un trabajo formidable, insisto, consecuencia de la constancia y el talento. Tóquelo, véalo y disfrútelo junto a “El tigre”, de John Vaillant, y sentirá cómo la sangre vuelve a correr por sus venas. Una belleza.

 

 

El contrapunto

De un tiempo a esta parte me sentía mal conmigo mismo. La razón es muy sencilla: cuando veía en televisión las imágenes de Miguel Blesa saliendo del juzgado, aterrorizado, y un ciudadano estafado por su banco le rozaba con una pancarta en la cabeza… me sentía bien. Es más, notaba cierto placer sucio. Imaginaba que el palo de la pancarta alcanzaba su objetivo. Sonreía viendo el miedo en el rostro descompuesto del que fuera orgulloso presidente de Caja Madrid. Todo esto hacía que me sintiese un miserable, un ser vengativo y cruel, una rata. ¿Necesitaba apoyo especializado? ¿Medicación? ¿Quizá confesión?

1390565528_889169_1390568587_noticia_fotograma

Entonces escuché al bueno de Manuel Jabois en la Cadena SER recordando un correo electrónico intervenido a Blesa en el que habla de la serie de televisión “Aída” (Telecinco): “Cuando cuento que soy un entusiasta de semejantes personajes, la gente me mira mal y creen que les tomo el pelo, pero me parece un contrapunto perfecto a mi vida, mi lenguaje y mis costumbres”.

Mano de santo. Más eficaz que el mejor y más caro de los psicólogos, que las pastillas más potentes, que el sacerdote más misericordioso. Escuchar a Blesa poner como contrapunto a su vida la serie “Aída”, una ficción costumbrista que cuenta las aventuras de una familia de clase trabajadora que vive en el imaginario barrio humilde de “Esperanza Sur”, tuvo efectos milagrosos en la conciencia de quien escribe este blog. Está claro. No se trata de simples ladrones, sino de auténticos psicópatas. No es un despilfarro insultante, y una gestión bancaria mafiosa, es una burla al ciudadano modesto, al proletariado, al trabajador y al ahorrador, a la justicia y a la democracia.

No son carteristas trajeados, son enfermos (yonquis del dinero, que diría Benavent) capaces de comparar su vida como delincuentes de guante blanco con las miserias de familias trabajadoras. ¿Recuerda la escena inicial, ese palo de la pancarta que rozaba la cabeza de Blesa y me hacía sentir incómodo? Pues ahora lo imagino convertido en un bate de béisbol manejado con precisión asesina por el más joven y fuerte de los preferentistas. Y duermo como un niño pequeño.

Un motivo para NO ver la televisión

Preparación para la próxima vida.

Autor: Atticus Lish.

Editorial: Sexto Piso.

978841667715

Estamos ante una historia de amor tan desesperada y visceral como tierna y conmovedora. Amor infantil y salvaje, según las circunstancias, según los miedos, según el grado de desesperación. Un amor vehemente y lírico que tiene lugar en las calles, bajo la lluvia, entre sábanas de pensión, apartamentos compartidos y restaurantes baratos. Un amor que es un salvavidas y una trampa mortal, que ofrece esperanza y redención, que cicatriza unas heridas y abre otras. Un amor de novela. De novela moderna, escrita de manera sólida y original, capaz de sorprender al lector más exigente. Apunten el nombre del autor: el destino de Atticus Lish es la gloria.

“Sus episodios de llanto todavía no se habían iniciado, pero empezarían pronto. Al parecer, el amor de Zou Lei, algo a lo que no estaba acostumbrado, precipitaba el desbordamiento emocional. La falta de sueño y la irritabilidad ya estaban ahí, eran familiares; el amor de ella no tenía la culpa de eso. Pero Skinner buscaba algo o alguien a quien culpar, y eso sí era típico. No comprendía lo que pasaba. No había estudiado medicina. Aquello no era un proceso curativo; hundirse es lo opuesto a eso. Tampoco era una catarsis. Skinner carecía de suficientes conocimientos como para estar tan asustado como correspondería, pues de lo contrario habría acudido a la administración de veteranos”.

Zou Lei y Brad Skinner. La primera es una inmigrante ilegal china de origen musulmán, un ser suave y quebradizo. El segundo es lo que queda de un veterano de la guerra de Irak: “un enfermo mental que día tras día transitaba por la zona de combate agravando sus daños: cortes que no cicatrizaban, dolor de espalda, diarrea, pérdida auditiva, visión borrosa, cefaleas, calambres en las manos, insomnio, apatía, ira, tristeza, desprecio, depresión, desesperación”. Estar juntos es su ultima oportunidad. El mundo está empeñado en arrollarles, y ellos corren de la mano en busca de refugio. Zou es la fragilidad y el miedo, Brad la fuerza y el desequilibrio. Lish cuenta su aventura de supervivencia en un entorno urbano salvaje, ese Estados Unidos que margina a los perdedores, olvida a los héroes y persigue a los inmigrantes ilegales.

Lish ha creado dos personajes inolvidables, vagabundeando por una ciudad en llamas, y ha escrito un texto sorprendente sobre los lazos que atan: la necesidad de amar y compartir, la marginalidad y la soledad, la necesidad de creer en alguien, preocuparse por alguien, soportar a alguien. Ganador del PEN Faulkner Award, este libro dará que hablar. O debería. Es lo que se espera de la literatura en estos tiempos convulsos.

Ahorra luz, apaga la tele

En las últimas semanas José Manuel Soria, ministro de Industria, Energía y Turismo, ha asegurado en repetidas ocasiones que no subirían las tarifas eléctricas. Hace solo unos días el Partido Popular rechazó la llamada ‘tregua invernal’, que proponía no cortar la luz a las rentas bajas que no pudieran pagar la factura eléctrica. Hoy sabemos que en enero el recibo de la luz subirá al menos un 11%.

“Voy a estar donde tengo que estar. Soy como soy”, dijo Mariano Rajoy, el increíble presidente menguante, en la cena de los idiotas con la que su partido celebró la llegada de la Navidad. Y tenía  mucha razón. Es como es: un pelele. Y en la imagen se ve que está donde tiene que estar: rodeado por  corruptos, sinvergüenzas e inútiles. Por cierto, ¿hablábamos de empresas energéticas? Pues no olvidemos que Felipe González es consejero independiente de Gas Natural Fenosa. José María Aznar es asesor de Endesa. Elena Salgado fichó como consejera de una filial chilena de Endesa. Pedro Solbes se sentó en el consejo de administración de la italiana Enel, empresa que posee el 92% de la eléctrica española Endesa. Miguel Roca es vocal del consejo de administración de Endesa. Luis de Guindos era miembro del comité de nombramientos y retribuciones de Endesa antes de incorporarse al Gobierno. Miguel Boyer ocupa un sillón de consejero en Red Eléctrica. Etc.

Pero seamos positivos… El año televisivo se cierra con una excelente noticia para nuestra factura de la luz: el Tribunal Supremo ordena al actual Gobierno que ejecute la sentencia que dictó hace más de un año por la que anulaba las frecuencias de TDT que fueron adjudicadas por el Ejecutivo de Zapatero, sin que mediara un concurso público, a los operadores que ya estaban emitiendo. Uno de esos trapicheos en los que se concedieron cadenas a dedo, engordando a los grupos mediáticos ya existentes. Un cierre que perjudica a los cuatro grupos de ámbito nacional -Atresmedia, Mediaset, Net TV (Vocento) y Veo TV (Unidad Editorial)- y beneficia a los telespectadores con criterio.

La engañifa de la TDT, ese invento que prometió televisión de calidad y solo trajo bazofia, seguirá costando dinero a los ciudadanos: los operadores solicitarán indemnizaciones. Indemnizaciones por el cierre de cadenas de serie B que rellenan sin apenas costes, con refritos y grandes bloques de publicidad. Y por la noche, con tarot y póker. ¿Calidad? ¿Indemnizaciones? Más de uno debería dar las gracias por ser liberados de un negocio que no saben gestionar ni mucho menos rentabilizar.

De todo el follón de la TDT solo queda La Sexta, como estaba previsto. Los que se conformaron con las migajas digitales fueron engañados como chinos. Y los que confiaron en la reforma audiovisual de Zapatero ahí tienen los resultados: la televisión española, más empobrecida y menos plural que nunca, en manos de dos grandes grupos, Atresmedia y Mediaset.

Los negocios son así: unas veces se gana y otras se pierde. Salvo cuando estás en el poder, o junto al poder. Entonces siempre ganas. Ganas incluso mucho: Miguel Blesa acumuló 20 millones de euros en sus últimos ocho años en Caja Madrid.

Afortunadamente el Gobierno del PP, comandado con mano firme por Mariano Rajoy, está luchando a brazo partido contra la corrupción. Prueba de ello, su apuesta por la transparencia y los castigos a los corruptos. ¿Transparencia? Ignacio González ha vetado 39 iniciativas sobre su ático en la Asamblea madrileña. ¿Castigos a los corruptos? El nuevo Código Penal de Ruiz-Gallardón se olvida de endurecer las penas por corrupción.

Apaga y vámonos.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Hud, el salvaje.

Autor: Larry McMurtry.

Editorial: Gallo Nero.

Larry McMurtry, tejano de 1936, es guionista de cine y televisión. Suyas son las adaptaciones de guiones de películas tan grandes como The Last Picture Show, de Bogdanovich, o Brokeback Mountain, de Ang Lee, esta última basada en un relato de Annie Proulx. Escritor sobrio obsesionado con la Frontera y sus personajes, McMurtry describe como pocos tanto esa forma de vida tradicional, tremendamente sencilla y dura, como las contradicciones de los protagonistas de sus historias.

Publicada en 1961, “Hud, el salvaje” es la primera novela de McMurtry. Cuenta la vida en un rancho tejano y las peripecias de los personajes que viven en él, a mediados del siglo XX. Homer Bannon es el propietario, un anciano decente y trabajador que sigue los principios de la Frontera. Y que aguanta la maldad intrínseca de su hijastro, un bastardo ególatra y arrogante llamado Bud. El narrador es Lonnie, el nieto de Homer, un observador atento y perspicaz que trata de entender los intereses y caracteres que le rodean. En ocasiones brutal, a veces épica, siempre emotiva, “Hud…” es mucho más que una novela iniciática de vaqueros. Es un canto a los valores tradicionalistas del viejo Oeste, enfrentados a los despiadados tiempos modernos.

Festival del humor

Ana Samboal, presentadora de la televisión autonómica madrileña, asegura en una entrevista publicada por El Mundo que “es mentira que en Telemadrid haya manipulación”.

Tras este detalle humorístico, capaz de introducirnos en el post con una carcajada, nos metemos en faena… ¿Qué le parece si hablamos de la violencia en el deporte, analizando esas imágenes estremecedoras de las palizas en un campo de fútbol brasileño? No, demasiado brutales. ¿Comentamos ese nuevo proyecto del Gobierno según el cual los vigilantes privados podrán patrullar y detenernos por las calles? No, demasiado absurdo. ¿Analizamos el indulto que ha solicitado Jaume Matas por razones “humanitarias”? De ninguna manera, demasiado obsceno. ¿Recordamos cómo celebró Miguel Blesa por mail el éxito de las preferentes? Imposible, es aún más obsceno.

Hablemos de Mariano Rajoy Brey, un presidente del Gobierno capaz de dejar cada día un titular para la historia. El de ayer, desde Twitter: “De regreso a casa tras un emotivo funeral. Gran homenaje merecido”. Simplemente brillante. El hombre que justifica la presencia de concertinas en las fronteras con África resulta que admira el espíritu libre de Mandela. El presidente que ignora a las víctimas del franquismo, esas de las que solo se acuerdan sus familiares cuando hay subvenciones, destaca la capacidad de Madiba para la reconciliación.

Como puede usted comprobar hemos regresado al humor descarnado con que arrancamos el post. Así las cosas, le propongo terminar no ya con una sonrisa, sino con una descomunal risotada. Una de esas explosiones de hilaridad y jolgorio que solo un tipo como Rajoy, un cascabel, es capaz de provocar. El penúltimo gran titular de La Razón, ese diario que el presidente del Gobierno dirige personalmente desde su despacho en Moncloa, es fantástico: “Rajoy confiesa que, muy a su pesar, su hijo pequeño es colchonero”. Lea, lea usted, y quizá así comprenda porque estamos donde estamos y como estamos.

Faemino y Cansado, Tip y Coll, Mongolia y El Jueves… Todos unos pelagatos. Jamás podrán superar el humor que genera esa pareja informativa formada por La Razón y Rajoy. Y si algún día se pregunta cómo pueden sobrevivir estos panfletos, recuerde la publicidad del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad que se puede ver en la parte superior de la relevante información que nos ocupa…

 

P.D.

Músicos callejeros pasando la prueba de la Botella.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Coral Glynn.

Autor: Peter Cameron.

Editorial: Libros del Asteroide.

Coral Glynn es una enfermera que cuida ancianos en fase terminal. Clement es un militar que arrastra graves heridas sufridas durante la Segunda Guerra Mundial. Son dos seres llenos de cicatrices condenados a conocerse, a necesitarse, a sufrir juntos, a vivir una historia de amor imperfecta, repleta de charcos, incongruencias y malentendidos.

El mundo rural de la Inglaterra de mediados del siglo XX. Una bucólica casa en el campo. Coral se encarga de los cuidados de la madre de Clement. Poco a poco los protagonistas de este libro, solitarios supervivientes en un mundo indiferente, encuentran consuelo en una relación tan necesaria como difícil: necesitan enamorarse sobre todas las cosas. Un robo, una pérdida y un asesinato terminan por enredar la espesa telaraña en la que se pierden sus sentimientos y pasiones.

Peter Cameron, norteamericano de New Jersey, es uno de esos escritores que confía en el lector, puesto que prefiere sugerir a contar. “Coral Glynn” es un magnífico boceto de una hermosa aventura sentimental, a veces profundamente triste y otras enormemente esperanzadora. Una pequeña delicia.