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A todo se acostumbra uno

¿Recuerda usted los buenos tiempos de Lionel Messi? Sí, allá por 2010, cuando metió ocho goles en una sola semana, dos tripletes incluidos. Autor de todos los tantos de su equipo en el 4-1 al Arsenal en partido de Champion, el argentino parecía imparable. Se movía por la cancha liviano como una bailarina, discreto, entre líneas, y golpeaba con la contundencia y la precisión de un peso pesado. Verle jugar era un placer infinito. Se dijo que era mejor que Maradona, que definía mejor que Ronaldo (el gordo), que era más decisivo que Pelé. Acabó la Liga con 34 goles, fue jugador del año, Pichichi, Bota de Oro…Pero a todo se hace uno: con el tiempo, sus slaloms interminables, sus toques sutiles y precisos, sus pases imposibles y sus goles estratosféricos comenzaron a parecernos algo asiduo, repetitivo, casi vulgar y anodino. De tan habitual, lo espectacular comenzó a dejarnos indiferentes. Consideramos su talento algo normal. Nos acostumbramos a lo que debería ser excepción.

Algo así está pasando con la corrupción. Galáctica sin duda, pero tan habitual y repetitiva como para resultar rutinaria, monótona y hasta aburrida. Y es que en la misma página de El País del lunes, la 12, se podían leer tres noticias diferentes pero absolutamente iguales: “Ruz imputa por estafa procesal a Bárcenas y su mujer por la mentira de los cuadros”, “Floriano admite que se alquiló el piso donde vive Pons para usos del partido” y “El PP respalda que García-Escudero no declarara un préstamo que le concedió”.

A todo se acostumbra uno, dicen en mi pueblo. Nosotros nos estamos acostumbrando a vivir con la corrupción. Una pena: es admitir que la sociedad está muerta, que la democracia no existe, que no hay futuro. Y cuidado porque el delincuente también se acostumbra a la impunidad. Un día de la pasada semana, creo recordar que fue el miércoles, el diario El País incluía trece páginas, trece, dedicadas a temas relacionados con la corrupción. Y ese día lectores y ciudadanos no nos reunimos en las sedes de los partidos, y en las centrales de los bancos, para pegarles fuego. Estamos acabados, doblegados por la desidia de la putrefacción diaria, constante, tenaz, inmisericorde.

El Roto, como siempre y para no salir de El País, resumió la situación con cuatro trazos perfectos…

 

Un motivo para NO ver la televisión

Como amigo.

Autor: Forrest Gander.

Editorial: Sexto Piso.

Gander nació en el desierto de Mojave, creció en Virginia y es profesor en la Universidad de Brown. Muy bien podría ser ornitólogo: los pájaros sobrevuelan por las páginas de este “Como amigo”, un libro inquietante que escarba en las entrañas de un puñado de perdedores sureños.

Todo comienza con la descripción, larga y detallada, por momentos dolorosa y excesiva, de un parto complicado. Los primeros supervivientes. Y un macho alfa, Les, que vive acorde a sus propias leyes. Tiene una mujer, una amante fija, un sinfín de amantes ocasionales, y un amigo que quiere ocupar su lugar al frente de la manada.

De esa amalgama de amor, derrota, envidia, celos e insatisfacción están fabricadas estas páginas. En algunas ocasiones siguen el ritmo de una novela. En otras son simples ideas, reunidas como un rosario de pensamientos o frases. “Está levantando el final de las frases al cantar. No es un zorzalito rojizo. Apostaría la vida a que es un tordo de mejillas grises, pero no se dejará ver” (página 89). “Llevo dentro el insoportable peso de las últimas palabras que te dije” (página 119).

Hiriente y resultón como un tatuaje, “Como amigo” es una tragedia rural, una canción country escrita por Leonard Cohen, una hermosa manera de ver las relaciones entre seres deshechos, el rastro de una serpiente de cascabel.

Hienas

Los hiénidos son unos mamíferos carnívoros absolutamente encantadores. De físico estilizado y armonioso, gozan de un carácter afable y de una sonrisa sincera y limpia. Viven en grupos familiares estables, y son cariñosos a rabiar con sus crías. Escribo estas líneas en la instalación de las hienas del zoo de Barcelona, a escasos centímetros de un enorme ejemplar adulto que dormita plácidamente al sol. ¡Qué animal tan imponente! Solo nos separa un cristal, por lo que puedo disfrutar plenamente de su hermoso aspecto: esa barriga hinchada, esa espalda contrahecha, esas cortas patitas traseras. ¿Y qué me dice de los restos de sangre que luce en la comisura de los morros? Sin duda restos de su última pitanza.

Dicen que los tiempos de crisis son tiempos de oportunidades. Es decir, de oportunistas. Pues no hay mayor oportunista que un necrófago. Me declaro sincero y profundo admirador de los carroñeros, desde el modesto cangrejo al altivo quebrantahuesos. Pero por encima de todos ellos, en la cumbre de una pirámide de cadáveres en descomposición, la hiena. Vivimos tiempos de hienas. Ser una hiena es cool.

Por eso no acabo en entender la polémica que se ha montado con motivo de un video de Tv3 en el que se compara a los jugadores del Real Madrid con hienas. “Un programa deportivo de la cadena ha recopilado algunas de las más duras entradas recibidas por Leo Messi relacionándolas con el hábito de caza de los depredadores”, se podía leer en La Vanguardia, que sentenciaba:  “La guerra entre los entornos mediáticos del Barça y el Real Madrid vuelve a ensombrecer el ambiente futbolístico de los dos mejores clubs del mundo”. Tanto es así que el equipo merengue ha anunciado su intención de demandar a la autonómica catalana por el vídeo-montaje.
“La metáfora fue desafortunada”, afirman en Tv3 con visible canguelo. Quizá porque quisieron decir que Messi es una gacela y Pepe una hiena. Error. Messi es una gacela y Pepe, solo por cómo cocea a Casquero (jugador de Talavera de la Reina, por cierto), es una mula. Concretamente una mula parda. Dejen por tanto en paz, señores de la televisión catalana, a la élite de los carroñeros, las hienas, y busquen en los híbridos estériles a las víctimas de sus chanzas. Se lo dice un seguidor del Atlético de Madrid que, lógicamente, sabe mucho de hienas, de mulas y de toda clase de bestias salvajes.
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Un motivo para NO ver la televisión

Freud

Autores: Corinne Maier y Anne Simon.

Editorial: Norma.

Una excelente portada para un cómic basado en la vida de Freud, ese hombre “tan conocido como Shakespeare o Einstein, sobre el que se han escrito miles de libros, que exploró un continente desconocido: el espíritu humano”. La psicoanalista Corinne Maier y la dibujante Anne Simón firman esta obra gráfica interesante, aunque por momentos superficial, que sobrevuela diferentes aspectos del trabajo del creador del psicoanálisis.

El superyó, la catarsis, el complejo de Edipo, la represión, el inconsciente… Todo visto a través de trazos brillantes, apenas tres o cuatro páginas para cada tema, en saltos mortales diseñados a través de la vida de Freud. Desde sus primeros años en Viena a su muerte en Londres. Dibujos sencillos de colores exquisitos, con penes flotantes y ratas negras sobrevolando la conciencia humana. Y un Freud en ocasiones tiránico, unas veces revolucionario y otras conservador, siempre apasionado y brillante. Una forma divertida y liviana de acercarse al pensamiento de una leyenda.

el peor espectáculo del mundo

Si no llega a ser por Messi, y su serpenteante slalon en el segundo gol, no hubiésemos visto fútbol. Ni un ápice de fútbol. Sólo tensión. Y violencia, en ocasiones contenida, en otras desbocada. “El nivel de crispación es terrible”, dijo el comentarista de Castilla La Mancha Televisión. “Esto parece pressing catch”, le respondió Míchel, entrenador del Getafe. El planteamiento rácano del entrenador del Real Madrid, añadido a su forma de calentar el partido durante los últimos días, convirtieron lo que podía haber sido una noche inolvidable en una auténtica pesadilla. El peor espectáculo del mundo.

Afortunados aquellos cántabros que, por carecer de televisión autonómica, no pudieron ver un partido lamentable, con un equipo cobarde dirigido por un entrenador resultadista y manipulador. ¿El puto amo? El puto bocazas: “Me daría vergüenza haber ganado la Champion que ganó Guardiola”, dijo Mourinho en la rueda de prensa posterior al partido.

En estas condiciones la victoria del Barcelona, o si prefieren la derrota del Real Madrid, fue mucho más que una victoria del fútbol. Limitar ese éxito al deporte sería simplificar, y olvidar que el asunto de la pelota es mucho más que un juego. La victoria del Barça es la derrota de Mourinho, el entrenador que quiere ganar los partidos desde las salas de prensa, sin pisar la hierba, maltratando el balón, enseñando a los chavales la peor cara del deporte. El entrenador de las excusas, que incita a la violencia, que menosprecia a los rivales. La derrota del Real Madrid es la victoria de la humildad, del fútbol divertido concebido para entretener y meter goles, no exclusivamente para ganar.

El gol de Messi es una exquisita patada en la ingle al fútbol roñoso, y a la petulante filosofía vital, que propone Morinho. Y un homenaje a todos los niños argentinos que, cuando regresaban del campo de fútbol, demostraban entender a la perfección la grandeza de este deporte cantando aquello de “Ganamos, perdimos / Igual nos divertimos”.