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capar a juan carlos

Esta mañana he capado a un cerdo. Pensaba hacerlo el próximo 14 de abril, pero igual para entonces ya se han metido los calores. Sé que cada persona tiene sus propias fantasías, y que todos hemos soñado con poner en su sitio a un sargento chusquero, un cura salido o un impostor de andares principescos. Pero yo no hablo de ajustes de cuentas, sino de funcionalidad: acaponar el gorrino para evitar el llamado “olor macho”. Si no castras al guarro cuando es lechón, la androstenona y el escatol hacen que con el tiempo su carne apeste. Y la de los suyos. Por eso llamé al veterinario, agarramos a Juan Carlos por las patas y por las orejas, y procedimos…

Mi cerdo recién capado se llama Juan Carlos. Un nombre como otro cualquiera. Tengo otro que se llama Dragó, como el legendario árbol canario pero con el acento en la última sílaba, usted ya me entiende. Y otro que se llama Silvio. Y otro que atiende por Lequio. Y estoy pensando en comprarme un gorrino por cada concursante de “Hombres, mujeres y viceversa”, por cada tertuliano de Intereconomía y por cada político mentiroso. Sí, quiero tener una cabaña porcina realmente grande, con ejemplares de todas las familias, razas, pelajes y sangres. Y quiero tenerla cerca para poder darme el capricho de caparles con mis propias manos…

Una vez sujeto con firmeza el tertuliano, perdón, el chancho, se le levantan las patas traseras hasta que su ojete quede a la altura de los ojos del veterinario. La parte violenta del proceso dura solo unos segundos: un certero primer corte, un empujón a las huidizas bolillas, sección del cordón espermático y extracción limpia de las regias cholas. Pulverización con espray antibiótico… y a correr. Ligero de equipaje, como los hijos de la mar.

“Cuatro días en un bote con vinagre, cinco minutos a la plancha… y padentro”. Criadillas soberanas. La receta no es de Robin Food, sino de un espectador que no le quita ojo a los cojoncillos ensangrentados de los gorrinos. Que le aprovechen…

Sin olor a macho, sin poder reproducirse, por fin libre de tan pesadas cargas, ¡ahora sí que resulta realmente campechano el trote de Juan Carlos por la dehesa!

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Un motivo para NO ver la televisión

Reina del crimen.

Autor: Megan Abbott.

Editorial: Valdemar / Es Pop Ediciones.

Dos mujeres de armas tomar protagonizan esta novela negra, el nuevo y excelente thriller de la editorial Es Pop. Lo de armas tomar entiéndalo al pie de la letra, puesto que la pareja en cuestión es responsable de una de las escenas más violentas de la novela negra de los últimos tiempos. Un amante jugador y traicionero, una pistola, un abrecartas, odio en las miradas, lobas cazando en manada… La sangre salpica al lector, que tiene que tomar aire entre párrafo y párrafo de una escena demoledora.

Título en singular para una historia plural, la de dos reinas del crimen, la titular y la aspirante al trono. Gloria Denton es la gran dama de la mafia, superviviente de los viejos y buenos tiempos, al frente de un negocio de cobro de apuestas y otras zarandajas. Una mujer solitaria, despiadada y amoral que elige a una mocosa ambiciosa y la instruye hasta convertirla en su brazo derecho. Protegida y heredera. Juntas parecen imparables. Un castillo de naipes construido sobre mentiras. “Claro que estoy mintiendo, nena, siempre miento, pero solo porque mienta no quiero decir que no sea también la verdad”. En ese momento debería sonar una canción de Tom Waits…

“Reina del crimen” ha recibido numerosos premios, incluido el Edgar Allan Poe 2008 a la mejor novela de misterio. Todos merecidos. Sobre la portada, obra de El Pulpo Design, lo mejor que puede decirse es que está a la altura del contenido.

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