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Jorge Javier Vázquez: “No leeré nada”

Comenzaré el post de hoy pidiendo perdón. Yo, que tantas veces me he quejado del mal periodismo, de la manipulación y la falta de rigor, no he podido resistirme y he caído en las garras del amarillismo más feroz y de la adulteración más torticera. ¿Ve el título del post de hoy? Atractivo, qué duda cabe: el presentador de la nueva edición de esa fábrica de palurdos ignorantes que es “Gran Hermano” (Telecinco) reconoce que no tocará un libro en su vida. “Pues como hasta ahora”, dirá algún lector graciosete. Pues bien, es falsa. La noticia, el titular, todo…

“No leeré nada de lo que se escriba sobre mi”, ha dicho en realidad Jorge Javier Vázquez. Una frase mucho menos atractiva, con menos gancho que la que he utilizado para encabezar el post. La oración auténtica me venía mucho peor, para que engañarnos. Y como el presentador no se va a enterar, reconoce que no leerá nada de lo que se escriba sobre su persona, me he decidido a retorcer la realidad y transformarla en primicia.

Las estadísticas aseguran que más de la mitad de los españoles no tocan un libro en su vida. Y que de la otra mitad, solo una mínima parte lee habitualmente. Una población de pardillos ideal para que triunfen individuos sin escrúpulos como el tal Jorge Javier Vázquez. Y lo de la ausencia de escrúpulos se lo digo no por “Gran Hermano”, que podría, sino por la campaña publicitaria que ha hecho en televisión. Yobingo.es. Sí, la ludopatía del siglo XXI. La apuesta actualizada. El cartón, el rotulador y el cenicero a rebosar dejan paso al móvil de última generación.

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Contra estas miserias modernas, los bingos on line y la telebasura, el mejor antídoto es la lectura. Apague la televisión y abra un libro. Léalo todo. Viva.

P.D.

Hablando de periodismo chusco… Quizá se perdió usted la contraportada del AS de ayer, un ejemplo de coherencia y… machismo.

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Un motivo para NO ver la televisión

Brújula

Autor: Mathias Enard.

Editorial: Literatura Random House.

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“Brújula” es, como escribe el autor en un momento del libro, un largo camino hacia el este, una serie de estaciones que arrastran al lector, de forma inexorable, cada vez más lejos en dirección a Oriente buscando algo que ignoramos. La búsqueda del sentido de una civilización infinita. “Brújula” es mucho más que una gran historia de amor. Es un periplo insuperable por un mundo mágico, una guía perfecta de la cultura de Oriente Próximo, una aventura atemporal a través de la música, el arte y la ciencia de un universo legendario. “Brujula” es ocurrente y divertido (“Para aprender árabe decentemente hacen falta 20 años. Este periodo puede reducirse a la mitad con la ayuda de un buen diccionario de piel de nalgas”). “Brújula” es el libro que le hubiese gustado escribir al capitán Richard F. Burton. “Brújula” es la pasión oriental.

“Europa ha socavado la Antigüedad bajo los sirios, los iraquíes, los egipcios; nuestras gloriosas naciones se han aprovechado de lo universal a través de su monopolio de la ciencia y la arqueología, desposeyendo mediante este pillaje a las poblaciones colonizadas de un pasado que, de resultas, es fácilmente vivido como algo alógeno: los atolondrados demoledores islamistas manejan tanto más fácilmente la excavadora en las ciudades antiguas cuanto que alían su profunda e inculta necedad al sentimiento más o menos difuso de que ese patrimonio es una extraña emanación retroactiva del poder foráneo”.

Mathias Enard ha ganado el premio Goncourt con un libro que se lee con la boca abierta y una libreta para tomar apuntes: las referencias literarias, y geográficas, y sonoras, y culturales, son tantas y tan jugosas que merece la pena anotarlas. Son una fuente inagotable de placer y conocimiento.

“La vida es una sinfonía de Mahler, nunca da un paso atrás, nunca vuelve sobre sus pasos. En ese sentimiento del tiempo que es la definición de la melancolía, la conciencia de la finitud, no hay refugio alguno, aparte del opio y del olvido”.

Estamos ante una obra que excita la curiosidad y la imaginación del lector, y le descubre horizontes prodigiosos. Erudito en saberes orientales, Enard escribe de manera apasionada. Entre observaciones, anécdotas y digresiones sobre los protagonistas del libro aparecen sutiles reflexiones antropológicas y políticas, en un alarde de multiculturalismo y habilidad literaria. Es la confirmación de un escritor con talento y músculo, de estilo apasionado y feroz, capaz de cambiar nuestra visión de Oriente. Simplemente maravilloso.