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Por un puñado de votos

“El populismo no ha traído más que miseria y opresión”. Esperanza Aguirre segundos antes de vestirse de chulapa y bailar un chotis con un inmigrante negro sobre un sofá Chester.

Maria Teresa Campos, presentadora del programa de Telecinco “¡Qué tiempo tan feliz!”, bailó un chotis en directo con Antonio Miguel Carmona, candidato socialista a la alcaldía de Madrid. Y le invitó a cantar una de “las canciones de su vida”: “Le gusta cantar, y como le gusta cantar ¿nosotros qué hemos hecho? Traerle rápidamente al escenario y decirle cántanos esta canción que te gusta a tí tanto de Dean Martin que cuando estabas en San Francisco cantabas…”. El picarón Carmona pregunta “¿te la puedo dedicar a tí?”, y ríe como un maníaco su propia gracia. “Verán, verán, porque es un magnífico eso que antes llamaban crooner, sentencia Campos, y da paso a un Carmona que comienza a aullar como un coyote en celo. Pinchen sobre estas palabras y no se pierdan, sobre todo si alguna vez barajaron la posibilidad de votar al socialista, estas imágenes para la historia del despropósito.

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¿Se puede caer más bajo? El político con aspecto de apoderado de novilleros destroza el clásico “Everybody Loves Somebody Sometimes”. Como si estuviera borracho como una cuba en el karaoke del burdel de un puerto olvidado, el socialista no duda en hacer el ridículo para arrancar un puñado de votos. ¿Todo vale? No le quepa duda alguna. ¿Hay límites? Ninguno.

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Con su enésimo ridículo televisivo Carmona solo trata de neutralizar a Esperanza Aguirre, su rival, la política que piensa que “el populismo no ha traído más que miseria y opresión”. Sí, la misma Aguirre que, solo unos días antes y en el mismo programa, tarareó una canción de Joaquín Sabina.

“¡Qué tiempo tan feliz!”, aullan Carmona y Aguirre, rivales políticos unidos por la ausencia de pudor, capaces de cantar y saltar, de abrazar al hambriento y besar al leproso, de bailar sobre sus propias tumbas, de rebajarse a la categoría de peleles. ¿Ideología? ¿Programa? ¿Proyecto? Por favor, estamos hablando en serio, está en juego el futuro de Madrid. ¡Qué suba el volumen de ese organillo! ¡Qué vivan los político huecos, mentirosos y manipuladores capaces de mover el esqueleto al ritmo de un chotis!

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Un motivo para NO ver la televisión

Carmen y Jimena: futuro imperfecto

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Ayer se estrenó este documental multimedia, resultado de una campaña de micro-mecenazgo, cinco meses de trabajo y un deseo enorme de dar voz a dos adolescentes, Carmen y Jimena, para que nos ayuden a comprender mejor las desigualdades sociales en la España actual. Una idea de Por Causa, proyecto de periodismo de servicio público apoyado en datos y equipos multidisciplinares que impulsa proyectos de investigación y periodismo sobre pobreza y desigualdad.

“El futuro de un país descansa en la buena salud de los sueños y expectativas de sus jóvenes, grandes protagonistas en los titulares pero con escasa presencia en el debate público. Sin embargo, hoy en España crece una generación entre las cenizas de una prolongada crisis económica y social. Crisis que sienten, y que pone en peligro sus aspiraciones de desarrollo personales y profesionales.

La escasez de recursos en muchos hogares (producto de las altas tasas de desempleo, el recorte en las ayudas y servicios sociales, el aumento de las tasas educativas, el incremento del IVA, del precio de la energía, la pérdida de la vivienda…) condiciona sin paliativos la calidad de vida de miles de jóvenes. El acceso a una formación que les permita conseguir un empleo de calidad y el disfrute de un ocio es esencial en esta etapa de la vida para el crecimiento personal”.

 

 

Lee o revienta

En España, la edición se desploma. El 2013 ha sido un año nefasto para los lectores: se han publicado un 16,3% menos de títulos que el año anterior, y han desaparecido decenas de editoriales. “Nunca hasta el momento se había vivido un desplome de títulos tan grave”, asegura un reportaje publicado por El Confidencial.

Quema de libros por nazis

Me acerque a la Feria del Libro de Talavera de la Reina, ciudad con más de 90.000 habitantes, y quedé muy sorprendido. Tristemente sorprendido. Apenas una docena de casetas, todas muy comerciales, ninguna especialmente atractiva: la de los libros más pequeños del mundo, la de El Corte Inglés, la de enciclopedias en oferta, la de saldos editoriales, la de títulos provinciales… Y la de la librería local, con best sellers y novedades. Pese a estar emplazada frente a las puertas de la estación de autobuses y los grandes almacenes, en el centro neurálgico de la ciudad, la feria es un fracaso: la gente pasa por delante de las casetas sin tan siquiera mirarlas, nadie se detiene a husmear, podría parecer que los libros apestan, que producen rechazo, que son objetos de otro tiempo.

Leer no es cool. En un eBook, con libros descargados de páginas piratas, todavía. Pero en papel, pagando, ni de coña. Ni siquiera con ejemplares de la biblioteca pública. Los libros son cosas de viejos, de maniáticos, antiguallas polvorientas condenadas a la extinción. ¿Qué necesidad tenemos de leer cuando podemos ver la televisión?, me pregunto.

Es mucho más fácil ver la televisión que leer. Por eso cada vez se editan menos libros, y cierran más editoriales y librerías. Por eso aumenta el consumo de televisión: el año pasado los españoles vieron una media de 246 minutos al día (19 minutos más que en 2008). Es decir: 4,1 horas al día, casi 1.500 horas al año o el equivalente a 62,35 días. Si dedicas dos meses al año a ver la televisión, es imposible que tengas tiempo para leer. O para ir al cine o al teatro. O incluso para pensar. Te queda el tiempo justo para comer, dormir, defecar y cuatro cosillas más. Que no se te vaya la hoya

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Cada vez me cuesta más trabajo pensar sin la tele puesta. Puede que esté aturdido por las confesiones de César Antonio Molina, el que fuera ministro de Cultura hace cinco años, recordando las razones por las que Zapatero le sustituyó por Ángeles González Sinde: “El Presidente reprochó mi austeridad, y me dijo que quería una chica joven y más glamour”.

¿Soy un alarmista? Puede. Quizá no sea para tanto. Dos novedades editoriales ponen en duda este preocupante post, y ofrecen un rayo de esperanza de cara al futuro del lector en particular y de la cultura en general. Por un lado, María Teresa Campos sigue los pasos de Ana Rosa Quintana y pone en los quioscos su nueva revista, titulada “Qué tiempo tan feliz”. Por otro, y esto ya son palabras mayores, se edita el libro “La leyenda del Mississipsi”. ¿De Mark Twain? No, de Pepe Navarro.

No todo está perdido…

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Un motivo para NO ver la televisión

Ryley Walker

Cd: All Kinds of You.

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Hoy un disco para iniciados, para gourmets, para aficionados al fingerstyle,  esa forma mágica de tocar la guitarra. Un disco para amantes del folk británico. Para seguidores de Tim Buckley y de Davy Graham, de Ben Jansch, de John Martyn y de Tim Hardin. Para quienes disfrutan con el jazz suave, el blues melancólico, la psicodélia tranquila y las guitarras acústicas.

Ryley Walker nació en Chicago hace 24 años, y antes de este álbum sólo había editado dos casetes y el EP “West Wind”. El recién publicado “All Kinds of You” es un disco de largo recorrido, difícil de definir y de disfrutar, que requiere tiempo, atención y paciencia. Es un disco folk con violas y reminiscencias celtas, con alma de cantautor y delirios de grandeza. Un trabajo denso e intenso. La obra de un virtuoso en estado de gracia. Todo un descubrimiento.

 

No estoy muerto, estoy en Telecinco

Imagine su peor pesadilla. Sí, ese momento que bajo ningún concepto le gustaría vivir. No sé, déjeme pensar… Tener que besar en la boca a Carmen de Mairena o en el cuello a José Manuel Lara. O aguantarle diez asaltos a Mike Tyson. O tomarse un café con Aznar para que le explique las miserias del nacionalismo y la grandeza de la unidad de España. O… Pues el otro día viví, gracias a Telecinco, una de esas pesadillas capaces de desorganizarnos neurosicológicamente y provocarnos trastornos mentales irreversibles: Pedro Ruiz y María Teresa Campos cantando a dúo el “Quizás, quizás, quizás” de Los Panchos.

Al homicidio sonoro, que tuvo lugar en horario infantil, habría que añadirle un agravante más: mientras Pedro Ruiz y María Teresa Campos destrozaban el bolero, en unas pantallas a sus espaldas se podía ver a los Hermanos Calatrava. Sí, también al feo. Para colmo de males, la cruel ironía del título del programa que ofrecía tal cúmulo de despropósitos: “¡Qué tiempo tan feliz!”. Y no se pierda usted la justificación de la cadena de Paolo Vasile para invitar a un ser como Pedro Ruiz y darle la oportunidad de cantar y hasta de hablar en directo: presentaba su nuevo espectáculo, titulado “No estoy muerto estoy en el Apolo”.

¿Acaso no está sufriendo bastante el ciudadano español con la crisis? Pues parece que nos quieren machacar aún más. ¿La degradación humana no tiene límites? No cuando se trata de la televisión. Por si le sirve de consuelo, le diré que en otros países están todavía peor que nosotros. Si no me cree ahí tiene Afganistán.

No me refiero ni a las atrocidades de la guerra, ni a la miseria, ni al narcotráfico, ni a los talibanes, ni a otras obviedades. Me refiero al inminente desembarco en el país asiático de Ana Obregón. Como se lo cuento. La bióloga y guionista asegura estar preparando un proyecto “muy del estilo de Homeland”, y dice que las primeras escenas se rodarán en Afganistán. Para tranquilizar a la población afgana, suficientemente maltratada por la vida, me gustaría decir tres cosas: que la noticia es una exclusiva del diario ABC, que a Obregón se la conoce como “Antoñita la fantástica”, y que hizo estas declaraciones no en el Midem que acaba de celebrarse en Cannes, sino en el Festival Taurino de Chinchón. Donde el anís.

Un motivo para NO ver la televisión

La costa bárbara.

Autor: Ross Macdonald.

Editorial: RBA.

La editorial RBA presta una atención muy especial al género negro. Por un lado edita novedades importantes, como pueden ser los últimos títulos de Michael Connelly o Denis Lehane, auténticas estrellas. O del menos conocido pero fascinante David Peace, británico que revolucionó la novela policiaca con una tetralogía sobre el destripador de Yorkshire. RBA ha lanzado recientemente “Tokio Año Cero”, su última obra.

Pero hoy quería hablar de sus ediciones de clásicos. Decenas de títulos fundamentales, la mayoría reediciones, que ponen a disposición de los lectores más exigentes libros difíciles de encontrar, y que son toda una garantía de calidad. Dashiell Hammett, Jim Thompson, Lawrence Block, Chester Himes, James M Cain, Eric Ambler… Decenas de nombres imprescindibles, entre los que no podia faltar Ross Mcdonald. Hasta nueve títulos se pueden encontrar del escritor californiano, considerado por muchos como uno de los clásicos del negro USA.

Uno de ellos es “La costa bárbara”, una novela negra en la que no falta de nada. Muertos de manera violenta, un detective de corte clásico (Lew Archer), numerosos personajes implicados de diferentes maneras en los crímenes, policías corruptos y decenas de pistas falsa, de hombres que intentan aparentar lo que no son y de mujeres que son lo que nadie imaginaba. Emoción y suspense desde la primera a la última página. Como tiene que ser.

 

Anita

Ana Pastor entrevista a Rafael Correa, presidente de Ecuador, en “Los desayunos de TVE”. Ella le llama a él “presidente”, y él le llama a ella “Anita”. ¿Amiguetes? No, es que los políticos campechanos son así: se pasan a la prensa por los aledaños del perineo. Los nuestros evitan a los periodistas, les ignoran, no admiten sus preguntas, les ocultan sus verdaderas intenciones. Correa habla por los codos, sonríe en exceso, interrumpe y suelta grandes verdades junto a tremendas perogrulladas y toneladas de populismo. Pero lo peor es la soberbia, característica inseparable de un político de éxito, unida a esos posos paternalistas, e incluso machistas, que arrastra el diminutivo. “Anita”.

“Demasiados negocios privados dedicados a la comunicación social. Debería haber más medios públicos, sin ánimo de lucro”, dice un Correa convencido de que existen “conflictos de intereses. No hay crítica, hay manipulación”.

¿Se arrepiente de cómo ha manejado el tema (del diario El Universo), que ha llegado al indulto?, pregunta Ana Pastor. Y Correa inicia un monólogo por momentos muy interesante, a veces demagógico, siempre sobrado, que termina con una duda: asegura desconocer la ley de prensa que está a punto de aprobar en su país. Estas son algunas de sus reflexiones:

– Más que hospitales y colegios y carreteras, hay que construir la verdad. Es necesario. En América latina se miente demasiado.

– Si algo he aprendido en este oficio es responder a la gente, no a los medios de comunicación.

– Rescatemos la política.

– En un estado de derecho, mi querida Anita, no se persiguen periodistas, se persiguen infracciones, se persiguen delitos.

– En la política, el pecado capital es decir la verdad.

– Derriben el mito de los políticos malvados persiguiendo a pobres periodistas. Desmitifiquen eso, es al revés…

– Ustedes (los medios de comunicación) se creen propietarios de la opinión pública… No, ustedes son propietarios de la opinión publicada.

¿Suena coherente Correa? Sin duda, excepto cuando acusa a Human Rights Watch de estar financiada por el cártel de Sinaloa o cuando llama “Anita” a una periodista que se dirige a él como “presidente”.

P.D.

La muerte en directo (II)

Hace solo seis días nos horrorizábamos con un programa de la televisión China en la que una presentadora entrevistaba a condenados a muerte a punto de ser ejecutados. “La muerte en directo”, se titulaba el post. La muerte en directo es lo que ofreció Telecinco solo unas horas después, cuando María Teresa Campos tuvo que anunciar en la muerte de Paco Valladares, su amigo íntimo.

Mientras Campos estaba hablando, pusieron un rótulo con la frase “ha muerto Paco Valladares”. Televisión en estado puro. Eso debieron pensar quienes comunicaron la noticia a la veterana presentadora mientras realizaba su trabajo. Campos se derrumbó, lloró y tuvo que abandonar el plató. Uno de esos momentos de gran intensidad emocional que tanto gustan a los analistas de audiencias.

A nivel moral la cosa no está tan clara. Podemos recuperar, por última vez, la frase de un productor de televisión con algo de corazón: “La perversión social a través de los medios y la deshumanización frente a un mundo ávido de una nueva pornografía”.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Shooter Jennings

Cd: Family Man.

El hijo del gran Waylon Jennings y Jessie Colter grabó en 2005 un disco magistral, “Put The O Back In Country”, y desde entonces su carrera no había dejado de empeorar. Se rompieron todas las promesas, y los siguientes tres discos resultaron decepcionantes. Shooter parecía haber perdido el norte, quizá superado por las excelentes críticas obtenidas o el acelerado ritmo de vida.

Con “Family Man” regresa al sendero correcto, que no es otro que el del country fogoso, sin prejuicios, con un pie en los clásicos vaqueros y otro en el rock sureño/duro. Cuentan que la culpa de este gran disco es de la estabilidad alcanzada por nuestro hombre, convertido en padre de familia tras años de excesos. ¿Domado? No, solo apaciguado. El regreso del hijo pródigo, de la mano de canciones como “The Deer And The Dollar” o “The Long Road Ahead”.