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Sé fuerte, Bigotes

Cuando la Mafia quiere negociar con un delincuente, para evitar que cante y delate a la organización, lo primero que hace es averiguar dónde se encuentra en ese momento. ¿Dentro o fuera? No es lo mismo un hombre libre, que reposa en la paz del hogar, rodeado por su mujer y sus hijos, comiendo gambas de Huelva y bebiendo Vega Sicilia, que un preso con traje a rayas y bandeja de chapa con gachas. No lo es. Se negocia mucho mejor con un hombre bien comido, bien bebido, bien dormido e incluso bien follado, que con uno que se ducha mirando para atrás, con el agua templada y el ojete encogido.

Bárcenas ha sido fuerte, y es de los primeros. A ver de que pasta salen Correa, Crespo y El Bigotes. El día de San Valentín pasaron los tres por el módulo de ingreso de Picassent, residencia pública donde les esperan trece años a la sombra y decenas de reclusos en celo. Mucho tiempo cuando tienes 60 años y un pastón escondido en el exterior. Si te descuidas sales con más de 70 tacos, un viejo, carne de residencia, el dinero robado para dentaduras postizas y operaciones de próstata.

Mariano tiene que negociar, y rápido. Sé fuerte, Correa. Sé fuerte, Crespo. Sé fuerte, Bigotes. Sed fuertes y callad. ¿Acaso no visteis en TVE nuestro 18º Congreso? Hemos demostrado a toda España que en el Partido Popular la corrupción es historia. Sois historia, Correa, Crespo y Bigotes. Concretamente nuestra historia, la historia reciente del PP, de un Mariano Rajoy que fue la estrella de actos electorales organizados por la Gürtel.

Llegó el momento de ver en acción al mejor Mariano. Olviden al pusilánime que lee el Marca, fuma puros y deja que los problemas se solucionen solos. Ahora podremos disfrutar del negociador despiadado, del sofisticaso estratega, del auténtico político.

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Un motivo para NO ver la televisión

América.

Autor: Manuel Vilas.

Editorial: Circulo de Tiza.

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Arranca de maravilla este “América”, una recopilación de crónicas periodísticas escritas por un poeta sobre diferentes localidades de Estados Unidos. Sorprende por su prosa sencilla y eficaz, por su ritmo endiablado, por un encantador tono irónico que se desliza entre líneas, por una capacidad de observación privilegiada… Y por supuesto por su capacidad para adivinar el futuro: “Tal vez cuando este libro se publique ya haya llegado, sí, es muy posible que al final gane Trump, porque la gente ha elegido el caos, la aniquilación, la enfermedad, el rencor, la melancolía pesada, porque los basements le están ganando la partida a Abraham Lincoln. Porque quien vota ya no es un ser humanao sino un zombi. Es posible, sí, muy posible que gane Trump. Porque si el pueblo judío esperaba un Mesías, el pueblo zombi espera la llegada de un Terminator”.

Decía que arranca de maravilla este “América”. Y luego se va viniendo ligeramente abajo. Demasiados hoteles y lecturas en público de poemas. A medida que se suceden las ciudades, los aeropuertos y las universidades se echa en falta más contacto humano, o zombi si usted lo prefiere. Más calles y bares, más ciudadanos de a pie y menos tumbas de escritores. Pero puede ser deformación profesional: como lector, me hubiese gustado algo más de periodismo. De antropología, tal vez. Saber qué piensa un tipo tan interesante como Manuel Vilas de una familia de dibujos animados está muy bien, pero prefiero su opinión de los norteamericanos vivos.

“Ya no hace falta ser Errol Flynn para ser americano, basta con ser Homer Simpson. El éxito en la vida sigue siendo tener una familia, aunque sea una familia de majaras. Por eso Los Simpsons es una serie universal y global y sigue exhibiendo los valores políticos americanos más primordiales, porque no ataca a la familia, y transmite este razonamiento especial: somos nada y nadie, somos repulsivos y cómicos, pero somos una familia, somos americanos y nos amamos”.

Un libro, en cualquier caso, interesantísmo. Tanto como su autor, un escritor reposado y analítico que se marca algunas páginas, algunas descripciones, algunos análisis, simplemente espléndidos. Como por ejemplo éste, del que comparto hasta la última coma, del país que nos ha tocado vivir, que no es América: “Estados Unidos me hizo ver que mi desafección por España podría tener un fondo de nobleza, de dignidad, de necesidad, o de legítima defensa; que podría ser una desafección razonable, ineludible. No a causa de los españoles, que los pobres nada tienen que ver con España, y a quienes siempre quise y amé, sino de las élites españolas y de la fabricación de su cultura canónica y de su mitología literaria, en donde nunca me sentí cómodo. He dicho élites y debería haber dicho castas. Castas convencionales que acabaron produciendo un país previsible o anestesiado, un país con más pasado que futuro, pero con un pasado imprecisable y oligarca, siempre huyendo de la imaginación carnavalesca y de la celebración de la vida…”.

I Master de Rock and Roll Matutino Sobre Ruedas.

Born To Run

Bruce Springsteen

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Samuel, uno de los tres únicos alumnos presenciales del curso de rock and roll sobre ruedas, se ha sacado el carné de conducir. Homenaje. ¿Cuál es la mejor canción de la historia sobre coches y carreteras? Difícil elección, sin duda. Born To Be Wild, de Steppenwolf. King Of The Road, de Roger Miller. Higway To Hell, de AC/DC. Roadrunner, de los Modern Lovers de Jonathan Richman. Running on Empty, de Jackson Browne. Route 66, de Chuck Berry. Y los temas dedicados a coches concretos, entre ellos dos de mis favoritos de todos los tiempos: Mustang Sally, de Wilson Pickett, y Little Red Corvette, de Prince.

Pero hay una que está por encima de todas ellas. Una canción que te invita a pisar el acelerador, bajar la ventanilla y dejar que el viento te sople en la cara. La escribió Bruce Springsteen en 1974, y la incluyó en su tercer disco de estudio. Se llama Born To Run, y es un glorioso y desesperado canto a la libertad.

Esta ciudad te arranca los huesos de la espalda 
Es una trampa mortal, es una invitación al suicidio 
Tenemos que salir mientras seamos jóvenes 
Porque vagabundos como nosotros, nena, nacimos para correr.