“Volvemos con Franco”, dice la reportera de Antena 3. ¡Coño! Al bloguero, que estaba leyendo un libro en traje de baño, se le pone la carne de gallina. Conoce las limitaciones de nuestra democracia bananera, sometida a toda clase de maltratos por unos políticos mediocres cuando no corruptos, pero la verdad es que no imagina un retroceso tan brutal. ¿Volvemos con Franco? Quizá es que el dictador nunca se ha ido del todo. Ahí tiene usted a Ana Mato hablando de “la falta de varón” en pleno 2013. Y no olvide que en este país existe una Fundación Francisco Franco. La misma que demandó al artista Eugenio Merino por “intromisión ilegítima en el honor” al exhibir en Arco la obra “Always Franco”, en la que se mostraba una imagen del sátrapa dentro de una nevera. Un Juzgado de primera instancia de Madrid acaba de desestimar tan estúpida demanda: congelar a Franco es arte, y punto.

El Franco de Antena 3 está en Murcia, y dentro de una jaula, lo que en principio resulta tranquilizador. Que esté dentro de una jaula, lo de Murcia es irrelevante. Franco está vivo, se mueve, viste camiseta negra, tiene bigote y lleva un palo en cada mano. Dos tigres vigilan cada uno de sus movimientos. Es el mismo domador al que hace meses los felinos atacaron “con las cámaras de Antena 3 en vivo y en directo”. La cadena rozó entonces el drama, pero se quedó ahí, y ya se sabe que los trabajos hay que terminarlos: Franco volverá a meterse hoy en la jaula con los grandes gatos. A ver si ahora tenemos más suerte…

“Isabel… ¿tú vas a entrar en la jaula?”, le pregunta a la reportera la presentadora del programa matinal. “Estoy segura de que lo va a hacer, lo veremos después de unos minutos de publicidad”. En el plató se descojonan ante la posibilidad de que la reportera se meta en la jaula con los devoradores de hombres. Por eso rozan el éxtasis cuando, al retomar la conexión,  ¡Isabel está dentro de la jaula junto a Franco, “un domador de raza”, y los dos tigres!

Isabel: ¿Corremos algún peligro?

Franco: Ninguno.

¿Ninguno? Pero si hace un año casi hacen picadillo al pobre Franco. El domador obliga a los felinos a subir y bajar de unas plataformas, les amenaza con los palos, los tigres le enseñan los dientes… Aplausos y vítores. El plató se viene abajo. Pero se trata de una huída hacia adelante…

La sensación de fracaso es absoluta. Las viejas imágenes de Franco zarandeado, arañado y mordisqueado por los tigres, con la camisa rota y el rostro descompuesto, se emitieron una y otra vez en Antena 3. Las nuevas, sin una gota de sangre, están condenadas al olvido. Así de exigente es el prime time. Así de asquerosa y de sórdida es nuestra televisión.

P.D.
No se deben utilizar animales en los circos. Lo que para el espectador es diversión, para el animal es una tortura. Las razones son obvias: las condiciones de esos espectáculos, generalmente itinerantes, no son las adecuadas para los animales. Viajes constantes, jaulas diminutas, cadenas, hacinamiento, temperaturas inadecuadas… La mayoría sufre conductas neuróticas (esos movimientos repetitivos). Todos están privados de lo que debería ser su vida en libertad, de sus instintos naturales.

Recordemos un texto de Desmond Morris, antropólogo experto en comportamiento animal: “La noción de que es divertido ver animales siendo coaccionados para actuar como torpes humanos, o entretenido ver a animales fuertes reducidos y acobardados por golpes y latigazos, apoya la vieja idea de que somos superiores a animales de otras especies y tenemos derecho a dominarles”.