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Cuaderno de Manchester

Un motivo para NO ver la televisión

Cuaderno de Mánchester.

Autores: Luis Martín y Pol Ballús.

Editorial: Malpaso.

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El subtítulo de este libro explica a la perfección su contenido: “De cómo y con quién Pep Guardiola conquistó Inglaterra”. Porque “Cuaderno de Mánchester” habla del entrenador que ha arrasado en la última Premier con el Manchester City, de su carácter y su concepción del fútbol, pero presta especial atención a su entorno, a sus colaboradores y amigos, a aquellos que participan de manera directa en el éxito internacional de Guardiola, un hombre que ha triunfado en todos aquellos lugares en los que ha dirigido equipos. Ésta es la principal conclusión a la que se llega cuando se termina la última página del libro. Guardiola nunca está solo: la elección de aquellos que le rodean, desde Txiqui Beguiristain y Ferrán Soriano, la cumbre de la pirámide City, hasta la nutricionista o el entrenador de porteros, es un prodigio de inteligencia, equilibrio y, evidentemente, acierto. El grupo organizado por Guardiola forma una maquinaria perfecta, basada en el trabajo y las ganas de ganar. Guardiola no solo es bueno entrenando equipos. Creándolos es el mejor.

“Turno de Txiqui: ´Pep es una bestia. Lo que curra… su talento… ¿Distinto al de Barcelona? Sí, seguro. Creo que ya no busca tanto el afecto de los jugadores: si lo odian es casi mejor, ahora solo quiere su rendimiento. Ahora le preocupa que ellos se lleven bien, ya no se siente tan cercano como entonces, y eso es bueno porque sufre menos. Los estruja, les saca lo mejor y así debe ser… De hecho, en alguna charla no lo ha ocultado: ´Odiadme. Si jugáis mejor no me importa`”.

“Cuaderno de Mánchester” es la continuación perfecta a “Herr Pep” (Editorial Córner/Roca), la crónica escrita por Martí Perarnau sobre el aterrizaje de Guardiola en el Bayer de Munich en la temporada 2013-14. Cuando acaba esta narración íntima y detallada de la aventura alemana comienza “Cuaderno de Mánchester”. Y no se produce bajón alguno en la calidad del producto: Luis Martín y Pol Ballús manejan toneladas de información de primera calidad, y saben utilizarla, ofreciéndola de manera tan ordenada como brillante. Son más de 300 páginas repletas de nombres conocidos, de personajes anónimos pero fascinantes, de partidos memorables, de anécdotas jugosas, de datos sorprendentes. Una obra redonda que entusiasmará no solo a los amantes de Guardiola y su forma de concebir el juego, de poner patas arriba este deporte con ideas revolucionarias. “Cuaderno de Mánchester” nos recuerda que el fútbol no es cosa de suerte, o al menos no solo de suerte, de si la pelota quiere entrar o no. El fútbol es análisis, concepto, estrategia, disciplina, discurso y mil detalles más. Y Guardiola quiere controlarlos todos. Fútbol total, periodismo deportivo total. Muy recomendable.

“Siempre he sido muy de cuidar la táctica. Como todo juego, el fútbol requiere táctica. Sin ella no tiene ningún sentido. En el ajedrez hay estrategia, en el baloncesto también. Todos los juegos tienen estrategia. Y la razón por la que soy entrenador es la táctica. Pero se que con el tiempo iré dejando estos matices para ir más al ser humano. Ahora estoy dos horas viendo un partido y se que dejaré de hacerlo para pasarme dos horas hablando con un jugador o con el cocinero o el fisio”, dice Guardiola.

Top Puag

Un buen periodista trabaja las 24 horas del día. Cuando se ducha, cuando duerme, cuando lee a Heidegger y hasta cuando come, el periodista es periodista. Y el crítico de televisión es un periodista, no lo olvidemos. De una de las subespecies más olvidadas, arrinconadas y menospreciadas, pero periodista a fin de cuentas. Por eso el otro día no pude evitar, al pasar por un Mc Donalds, ejercer la profesión. Periodismo de investigación. Entré en el local de comida basura y, con dos cojones, pedí “la hamburguesa esa que ganó el concurso del programa de Chicote”. La señorita sonrió lateralmente: “Se refiere usted a la Grand McExtrem Top Chef, creada por el concursante de Top Chef Javier García Peña. La hamburguesa que le sirvió para ganar la inmunidad en el programa de Antena 3. ¿La quiere para llevar?”. Me subí aún más el cuello de la gabardina: “Por supuesto, tengo una reputación, alguien podría verme aquí…”.

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Ya en casa, sentado a la mesa, recordé la descripción televisiva del producto mientras abría la caja contenedora y un botellín de Mahou: “Una gran hamburguesa doble de carne 100% vacuno extremeño, acompañada de sofrito, salsa cremosa de soja, lechuga Batavia y su inconfundible pan. Además, contiene novedosos ingredientes, nada comunes en las hamburguesas que comercializa esta cadena, como espárragos y setas, crujiente de maíz tostado, todos ingredientes naturales”.

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¡Qué cabrones! La “gran hamburguesa doble de carne 100% vacuno extremeño” de la promoción ha quedado reducida en mi plato a dos obleas resecas de algo que podría ser carne, pero también serrín apelmazado. ¿Extremeño? Puede que se trate de una masa de bellotas trituradas. ¿Biomasa? Tranquilamente. O bien cualquier simulación en diferido de tejidos animales arracimados, amazacotados y endurecidos. Un asco de pelotas.

Afortunadamente nada es lo que anuncian, y la “salsa cremosa de inspiración oriental a base de mayonesa y salsa de soja” es en realidad un regurgitado de Shrek, capaz de adormecer la lengua, anestesiar el paladar e inhabilitar durante horas las papilas gustativas. A partir del momento en que ingieres esa repulsiva pócima ya nada importa, el resto sabe todo igual: a pisto fermentado o, si lo prefiere usted, a regüeldo revenido de trol con acidez.

¿El resto? Mucha lechuga mustia, y un pan de hornazo reseco como solo una multinacional especializada en masas horneadas de manera industrial es capaz de hacer. Es decir, un Big Mac sin queso, sin ketchup, sin pepinillos y más seco que el ojo de un tuerto. Sin rastro de setas, espárragos y demás florituras. ¿Kikos machacados? Y por supuesto sin el mínimo parecido con las fotografías promocionales del programa.

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Con recomendaciones como esta la credibilidad de Chicote se va, como diría el propio Chicote… ¡a la mierda!

P.D.

Para compensar semejante desatino, el periodista que se zampó tan infecta hamburguesa completó su dieta con una cerveza artesana de triple fermentación, un revuelto de boletus con yemas de huevo y unos lomitos de sardina escabechados a la veneciana. Ahora sí, Top Chef.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Gus y yo.

Autores: Keith Richards y Theodora Richards.

Editorial: Malpaso.

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La vida de Keith Richards va mucho más allá de unos riffs memorables, una carrera llena de excesos y el espíritu libre de un superviviente. Ahí donde le ven con sus anillos de calaveras, sus pañuelos piratas y su sonrisa de crápula, Keith Richards ama la lectura. Es una leyenda del rock and roll, de la vida salvaje, que adora los libros. Recuerdo una fotografía de la casa del guitarrista de los Rolling Stones, incluida en un libro sobre bibliotecas, en la que el músico aparece tumbado, con una Gibson acústica en las manos, rodeado de abarrotadas estanterías…

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El guitarrista de los Stones ama los libros, y ha escrito unas memorias memorables: “Vida”. Hoy hablamos de Richards por una obra bien distinta. Un libro para niños, escrito por Keith e ilustrado por su hija Theodora. Un homenaje a la música, a la familia y a la sencillez. A los sonidos directos y a los dibujos luminosos. A la vida simple y los acordes no inventados. A los cielos afinados y a las guitarras que reposan sobre pianos. A los guitarristas que, tras aprender a tocar “Malagueña”, son capaces de atreverse con cualquier otra cosa. La magia de los dinka-plinks, esos trucos del abuelo para crecer agarrado a un mástil, enredado en los trastes, aferrado al clavijero. Un placer atemporal, con CD de Richards incluido.