A Liborio Ruiz, cantante del grupo de rock Rokavieja, le quieren poner 700 euros de multa por decir “mucha policía, poca diversión” en el momento en que los agentes expulsaban a un joven durante un concierto celebrado en Yecla (Murcia). La frase, que los maderos me perdonen, es todo un clásico: La cara A del primer single de Eskorbuto, la banda punk de Santurce que arrasó en los años 80, se llamaba “Mucha policía, poca diversión”.
¿Qué fue de la libertad de expresión? Que le pregunten al cantante de Rokavieja. O a los titiriteros. O a cualquiera que se ponga al frente de una manifestación y lance un grito que no sea del agrado de la policía. La libertad de expresión es una vieja canción de Dylan, un grito lanzado desde la cumbre de la montaña rusa, un libro prohibido y un Cristobita apaleado, esa papeleta que jamás entrará en la urna, el poema escrito en la pared de un retrete… Un unicornio rosa.
Han reinventado la libertad de expresión. García-Page, presidente de Castilla La Mancha con evidentes lazos genéticos con determinadas familias sicilianas, nos enseña cómo se utiliza ahora: “A Pedro Sánchez le esperan informaciones peligrosas”, ha dicho sin inmutarse. Y sin que le multen. La policía, la Mafia o los órganos internos de un partido que, máscaras fuera, tira de navajas y de cabezas cortadas de caballo.
Y a esto le llaman democracia.
Un motivo para NO ver la televisión
Luke Winslow-King
Cd: I´m Glad Trouble Don´t Last Always
Dudaba entre dedicarle el “motivo” de hoy a Bob Dylan, flamante premio Nobel de literatura, o hacer lo que más he admirado de los premios Nobel de literatura: descubrir talentos. Talentos que al menos yo ignoraba. Como Dylan es prácticamente de la familia en este blog, en él está todo lo que amamos, me he decido por la segunda opción. Y he apostado por un cantautor que toca la guitarra, adora las músicas tradicionales norteamericanas, escribe canciones musculosas… y juguetea con el blues, el folk, el rock, las raíces, el country y hasta el jazz.
Desde Cadillac, Michigan, el cantante y guitarrista que debió nacer en los años 40: Luke Winslow-King. Dudo si su nuevo disco, este “I´m Glad Trouble Don´t Last Always” editado en el prestigioso sello Bloodshot Records, es el mejor de su carrera. Grabado en Italia, suena a Nueva Orleans y a Georgia, a sur profundo y a campos de cereal, a cruces de caminos y a garitos de música negra. Una formación sencilla, con Luke cantando y tocando la guitarra y tres músicos más (batería, bajo y órgano), consigue un efecto sorprendente, quizá gracias a la producción de Colin Dupuis, el ingeniero de los Black Keys.
En “I´m Glad Trouble Don´t Last Always” hay músicas antiguas, pero no hay nostalgia. Ni un ápice. Canciones vibrantes de estructura clásica son tratadas como música del siglo XXI. El resultado es contundente, respetuoso y contemporáneo. Un placer que podremos disfrutar en directo: entre el 9 y el 19 de noviembre Luke Winslow-King estará tocando en vivo en Bilbao, Gijón, Santander, Santiago de Compostela, Sevilla, Madrid, Valencia, Barcelona y Zaragoza. No se lo pierdan.