Mi primer libro sobre agricultura ecológica, “El huerto biológico” de Claude Aubert (Integral), lo compré en la legendaria Librería Agrícola, en la madrileña calle Fernando VI. Ahí también pude adquirir el clásico de John Seymour “La vida en el campo y el horticultor autosuficiente” (Blume), y decenas de obras menores, pero no menos interesantes, como “Cultivo moderno del tomate”, de Rodríguez, Tabares y Medina (Mundi-Prensa). El pasado lunes me acerqué a la Librería Agrícola en busca de algún libro sobre plagas del huerto, y cómo combatirlas sin utilizar pesticidas. ¿Y saben qué me encontré? Pues que en lugar de la Librería Agrícola estaba Le Marché Aux Puces…
En el escaparate donde habitualmente estaban los últimos títulos sobre naturaleza, medio ambiente y agricultura y ganadería ahora descansan unos zapatos anudados, y unos mocasines amarillos y naranjas junto a un sombrero Atlantic City. Complementos, ropa para ese hombre “que sabe apreciar el gusto por los detalles”, primeras marcas…La Librería Agrícola ahora es un espacio “dedicado y pensado desde una perspectiva masculina donde poder encontrar accesorios personales y para su propio entorno (calzado, fragancias para el hogar…)”.
¿Por qué les cuento todo esto? Pues porque la crisis del pepino es mucho más que la crisis de una verdura contaminada con bacterias E. coli. Es la crisis de una civilización egoísta, sin conciencia planetaria, que ignora la agricultura prudente, el comercio local y justo, el equilibrio del medio natural. Una población que practica el consumo depredador, ningunea el calentamiento global, exprime la tierra sin piedad. La crisis del pepino es la crisis de una Comunidad Europea que ha puesto patas arriba la agricultura y la ganadería. Y de unos europeos que desprecian el campo, manipulan legumbres y hortalizas, destruyen la naturaleza, abusan de pesticidas e insecticidas… Gentes que olvidan que somos lo que comemos. Es la crisis de la alimentación sana. Media hora antes de escribir este post he tenido que comprar un saco de pienso compuesto para gallinas en un lugar no habitual de Arenas de San Pedro (Ávila). Cuando llego a casa leo la composición: Maíz modificado genéticamente, soja tostada modificada genéticamente…
En Alemania señalan nuestros pepinos. Yo señalo a políticos tan impresentables como nuestra Ministra de Medio Ambiente Rural y Marino, capaces de consentir que España se encuentre en déficit ecológico, y tan necios como para defender el consumo de organismos sometidos a ingeniería genética: “Yo como alimentos transgénicos sin problemas”.
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