Un motivo para NO ver la televisión
Dar la cara
Autor: Larry Brown.
Editorial: Dirty Works.
Tercer título de Larry Brown para Dirty Works. Conocíamos por tanto la maestría de este escritor de Mississippi para el relato largo: “Padre & Hijo” y “Trabajo sucio” son dos novelas formidables, de esas que te sacuden las entrañas y te dejan sin aliento. Ahora tenemos la oportunidad de disfrutar del Brown más contenido y preciso, puesto que “Dar la cara” reúne diez relatos breves. Los protagonistas son los mismos: hombres y mujeres zarandeados sin piedad por la vida. Es el autor el que muestra su otra cara, dejando que el corredor de fondo deje paso al velocista. Narraciones como “Los ricos” o “Julie: un recuerdo” muestran el trabajo de un francotirador, un profesional capaz de contar en poco más de diez páginas una historia de desigualdad, sumisión y rabia, la primera, y otra de amor y violencia, la segunda, en las que no falta ni sobra una palabra.
“Me encaré con ella, le dije déjame que te diga una puta cosa. Te pasas el día aquí con el culo sentado sin hacer nada. No limpias la casa. Ni siquiera lavas la cara a Tracy. Le dije que si yo salía a currar por las noches, lo menos que podía hacer ella es preparar algo de cena.
Ella me dijo que no había nada en la nevera.
Yo le dije que, por Dios, podía salir a comprar algo.
Ella me dijo que si le diera algo de dinero claro que podría.
Le dije que ya le había dado y que se lo gastaba en esas putas revistas de mierda”.
Los personajes de las historias de Brown no entienden de la extensión de los textos, de si algún relato no tiene un solo punto y aparte o de si otro podría ser la letra de una canción del Dylan del “Blonde on blonde”. Los personajes de Brown solo saben sobrevivir. Su mundo es brutal, tanto física como emocionalmente, y gastan la mayoría de sus energías en tratar de llegar enteros al día siguiente. No todos lo consiguen. Brown les pone al borde del precipicio y con una navaja al cuello, situación en la que parecen desnudarse y enseñar lo que les queda en la reserva.
“Y los perros perseguían coches.
Y los coches mataban perros.
Y a veces llovían ladrillos.
Y los niños sufrían castigos.
Pero padres andaos con ojo.
Hoy los niños son violentos…”
En estos relatos no hay espacio para la impostura o el relleno. Sin embargo abren un enorme campo para la empatía: es imposible no sentir sus dramas como propios, no solidarizarse con sus demonios, no imaginar desenlaces dignos para sus conflictos, no desearles el perdón y la redención. El Larry Brown de largo recorrido es un escritor tenso, apasionado y brillante. El que hoy nos ocupa resulta certero y magistral. En cualquiera de los dos casos, indispensable para intentar comprender qué mierda ocurre dentro de la cabeza humana.