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El necio eterno

Francisco Marhuenda, director de La Razón y tertuliano habitual en La Sexta y Antena 3, sigue empeñado en demostrar que el periodismo puede ser una gran farsa. Es decir, que puede ser utilizado como instrumento de propaganda con absoluto descaro, sin ningún pudor, sin miedo al ridículo personal o profesional. Mientras tanto muchos consumidores de información, e imagino que todas las víctimas de sus campañas de descrédito, desean que alguien le ponga en su sitio, que desenmascaren al periodista de pega. Como no lo hacen sus compañeros, ni las asociaciones de la prensa, cómplices en este deterioro de la profesión periodística, las reprimendas llegan de fuera. Le cuento…

La alcaldesa de Madrid Manuela Carmena, una de las obsesiones de Marhuenda, presentaba un libro en Buenos Aires. El diario de la empresa altruista Planeta (desde que La Razón comenzó a editarse en 1998 solo ha tenido pérdidas), lo contaba así: “La alcaldesa presentó ayer a las 19:00 horas su libro en la Biblioteca Nacional de la capital en un evento con un aforo limitado de 200 personas, cuya entrada fue libre y gratuita. La presentación constó de un «diálogo» con Pedro Brieger el controvertido periodista judío propalestino”. ¿Periodista judío propalestino? Un reputado informador argentino que, ni corto ni perezoso, escribió esta carta al diario dirigido por Marhuenda…

Sr. Director,
Francisco Marhuenda,
[email protected]

Le escribo preocupado por la nota publicada en su diario el día sábado 29 de agosto 2015 donde se alude a mi condición de judío.

M. Palacio reseña la presentación que la alcaldesa de Madrid Manuela Carmena hace de su libro en la ciudad de Buenos Aires el día 28 de agosto y cuando menciona al presentador dice “un periodista judío”.

Mi condición de judío no tiene nada que ver con el libro de la alcaldesa ya que éste es sobre España. Aludir a mi condición de “judío” en dicho contexto me recuerda la famosa película de propaganda nazi antisemita “Der ewige Jude” (El judío eterno) de 1940, donde se presenta a Albert Einstein como “el judío Albert Einstein” y su teoría de la relatividad.

A mí se me invitó a presentar el libro de la alcaldesa Manuela Carmena porque acabo de terminar un libro sobre España que publicará la misma editorial y donde la entrevisto a ella, a la presidenta del PSOE Micaela Navarro, a Begoña Villacís de Ciudadanos e Iñigo Errejón, entre otros. Se me invitó porque hace más de 11 años que todas las noches hago mi columna sobre política internacional en el noticiero central de la TV Pública argentina, lo que me ha valido los premios más importantes y prestigiosos de la televisión argentina y también porque la cadena de noticias CNN en español me ha contratado como columnista y mis comentarios son vistos en toda América Latina. Además, soy el director de NODAL www.nodal.am , el primer portal informativo dedicado exclusivamente a las noticias de América Latina y el Caribe, y declarado de interés por la Cámara de Diputados argentina.

No se me invitó por mi condición de judío, ni porque mi madre fuera testigo en Berlín del pogromo de las “noche de los cristales rotos” el 9 de noviembre de 1939 o para explicar por qué mi padre tuvo que huir de la Alemania nazi en la década del treinta. Tampoco porque viví durante muchos años en el Estado de Israel, ni por ser profesor titular de la materia “Sociología de Medio Oriente” en la Universidad de Buenos Aires o por haber escrito varios libros sobre la temática.

Si se resalta dos veces mi condición de judío cuando se presenta un libro sobre España es –al menos- un comentario peyorativo hacia mi origen.

Cuento con su comprensión y estoy convencido de que pese al desafortunado comentario no existía ninguna voluntad de faltarme el respeto ni descalificarme por el mero hecho de presentar el libro de la alcaldesa Manuela Carmena.

Atentamente,
Pedro Brieger

Poco más que añadir tras este argumentado bofetón todo el morro. Bueno, quizá que del “Der ewige Jude” (El judío eterno) hemos pasado a El necio eterno. Pero no importa lo que suceda, lo que diga, a quién difame o acose. La Sexta y Antena 3 seguirán financiando sus manipulaciones y maledicencias. Las asociaciones de la prensa cerrarán los ojos. Los compañeros continuarán mirado para otro lado. El periodismo seguirá muriendo un poco cada vez que abra la boca en una tertulia, que invente o distorsione una noticia, que dicte una enloquecida portada.

La Razon

Negocios

Cuando usted ve cómo en una tertulia de La Sexta, cadena en la que el presentador asegura tener el periodismo por religión, los que llevan la voz cantante son Eduardo Inda o Francisco Marhuenda, es muy posible que se pregunte qué gana esa televisión emitiendo semejante esperpento. Cuestión que es muy posible se plantee nuevamente cuando observa cómo en Antena 3 destrozan la famosa serie Los Simpson, interrumpiéndola de mala manera con interminables bloques de publicidad. O cuando emiten aberraciones como “Casados a primera vista”. O cuando… La respuesta es muy sencilla: Atresmedia, propietaria de Antena 3 y La Sexta, ha incrementado en el primer semestre del año sus ingresos netos un 12,4% (muy por encima del mercado, que sube un 7%) hasta los 506,4 millones de euros. Así, ha incrementado su Ebitda un +54,3% (92,9 millones) y ha impulsado su beneficio neto hasta los 55,4 millones (+46,7%).

¿Entiende ahora por qué hablan de arriesgar e incomodar con el periodismo mientras tienen a Marhuenda e Inda como gurús? Por dinero.

30

Todos los informativos televisivos de ayer recogían las declaraciones de Mariano Rajoy en directo, nada de plasmas, durante un acto de gran importancia con ilustres invitados: la conferencia inaugural de “La Razón del Empleo”, una serie de jornadas sobre políticas para el fomento del empleo organizada por el diario La Razón. En las imágenes de TVE y Antena 3 se ve al presidente del Gobierno rodeado por miembros del PP, y acariciando el lomo de un Marhuenda que posa como un miembro más del Gobierno. ¿Ministro de Propaganda?

Rajoy habla de la caída de la tasa de paro, de la creación de empleo y de que, en caso de ganar las elecciones, volverá a bajar unos impuestos que en realidad ha subido. Un lectura triunfalista de una Encuesta de Población Activa (EPA) que habla de 5.149.000 parados, un 22,37%, un porcentaje ligeramente más bajo al del comienzo del mandato de Rajoy, en noviembre de 2011, cuando se situaba en un 22,57%. Muy lejos de aquellos 3,5 millones de empleos que su partido aspiraba a crear allá por septiembre de 2011. Tampoco dijo nada el presidente de que 3,2 millones de parados (un 61% sobre el total) son de larga duración (un año o más en situación de desempleo). O que 1,6 millones de hogares siguen con todos sus miembros en paro.

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“La recuperación no está dejando a nadie atrás”, aseguró en ese mismo foro periodístico la ministra de Empleo Fátima Báñez. Y entonces Marhuenda, entre bambalinas, movió la cabeza como los perritos que viajaban en la bandeja posterior de los coches de los setenta. Un Marhuenda que, por cierto, dirige un periódico que pertenece, como Atresmedia, al Grupo Planeta.

P.D.

“¿Es que no sabe que en este pueblo es verdadera devoción lo que hay por Faulkner?”.

Un motivo para NO ver la televisión

Wilco.

Cd: Star Wars.

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Once canciones, algunas tan experimentales y olvidables como las dos que abren el disco, en el nuevo álbum de Wilco. Un trabajo que ha aparecido por sorpresa y que de alguna manera aleja a la banda, aún más, de sus inicios. Los de Jeff Tweedy no se parecen en nada a aquellos chavales que, en el Chicago de 1996 grabaron el demoledor “Being There”, Americana con raíces en busca de nuevos destinos. Los que se pregunten por ese sonido deben conformarse con “Taste the Ceiling”, una de esas canciones atemporales, un medio tiempo eterno. El resto distorsiona, experimenta, reniega de los estribillos y juega con la creación de climax. No son los mejores Wilco, pero hay que reconocer que la relación calidad-precio de su nuevo disco es inmejorable: se puede descargar de manera gratuita en la web de la banda.

Lee o revienta

Escribo el post de hoy con una profunda desgana: no me apetece escribir, me apetece leer. El cuerpo me pide coger un libro, no un lápiz o un teclado. No quiero contar nada, prefiero que me cuenten algo. Seguramente porque tengo poco que contar, y mucho que escuchar, que ver, que leer.

Vivo en un país donde el 35% de los ciudadanos no lee “nunca o casi nunca”. En el último cuatrimestre las ventas de libros bajaron un 7,4%. Vivir sin leer es vivir a medias, es malvivir. Sin leer se vive peor, pero sobre todo se piensa peor. Y justo ahora lo que más necesita nuestra sociedad son ciudadanos que piensen.

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Los radicales leen muy poco. O quizá mucho, pero siempre el mismo libro. Leer siempre el mismo libro es tan peligroso como comer siempre la misma comida, hablar con la misma persona o mirar el mismo ombligo. Leer siempre el mismo libro es peor que no leer nada: es la antesala de la ignorancia absoluta, del radicalismo más atroz, del analfabetismo canibal.

Me preocupa enormemente leer, en la portada de El País, que Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, ha creado un club de lectura en su red social que “catapulta al estrellato” los libros que recomienda (cada quince días). Solo tres horas después de aconsejar “El fin del poder”, de Moisés Naím, el libro estaba agotado en Amazon.

No me importa que Zuckerberg recomiende libros, faltaría más. Yo recomiendo libros. Me gusta que me recomienden libros. Pero me inquieta que Facebook sustituya a mi librero, a los libreros. Y sobre todo me alarma el mutualismo simbiótico que se pueda crear entre Facebook y Amazon, esa interacción económico-social entre super empresas digitales. Yo digo lo que es cool y tú se lo vendes. “Quizá las tendencias del nuevo marketing editorial pasen por compartir una crítica elogiosa como ésta en el perfil de Facebook de Mark Zuckerberg”, sentencia el reportaje de El País. Curiosamente, en la última página del mismo diario hablan de un estudio, realizado por investigadores de Cambridge y Stanford con 90.000 usuarios de Facebook, en el que aseguran que “una máquina te conoce mejor que nadie”. El ordenador.

Soy de la vieja escuela, me temo. Seguiré charlando con el librero y comprando en la librería.

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 P.D.

Así es la prensa gubernamental en España: en portada defiende la sagrada libertad de expresión, en el interior insiste en que sí, pero no. Es decir, que no vale todo, que yo soy Charlie lo de La Tuerka no tiene gracia, que viva la libertad de expresión en Francia.

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Un motivo para NO ver la televisión

Ha muerto Robert Stone. Uno de los grandes. Lamentablemente no demasiado conocido en nuestro país. Fue corresponsal de guerra, impulsó los movimientos contraculturales de los sesenta, y sirvió de puente entre la Generación Beat y el Nuevo Periodismo. En España, la tristemente desaparecida editorial Libros del Silencio publicó hace no demasiado tiempo “Hijos de la Luz”, Recordando los sesenta” y el imprescindible “Dog Soldiers”.

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Pincha para comenzar a leer Dog Soldiers.

Pincha para leer una entrevista a Robert Stone.

¿Todos somos Charlie Hebdo?

El diario ABC dedicó su portada del jueves al atentado contra la revista satírica Charlie Hebdo: “Ataque a la libertad”, titulaba a toda página. El editorial de ese día, que estaba encabezado por una frase contundente (“Salvaje amenaza a la democracia y a la libertad de expresión”), en su interior llamaba a las armas: “Europa no tiene tiempo para seguir especulando sobre la respuesta a la amenaza yihadista. Tanto el Estado Islámico como Al Qaida, Boko Haram o Al Sabah, han decidido convertir el planeta en un campo de batalla para su violencia terrorista y la reacción de los gobiernos democráticos debe situarse a la altura de las circunstancias. Y esto puede exigir adoptar medidas…”.

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Hace exactamente un año este mismo diario arremetía contra la revista satírica española Mongolia por “utilizar una imagen de la virgen para publicitarse”: “Nuevamente la Semana Santa y sus imágenes son motivo de utilización indebida”, aseguraba el diario que hoy defiende la libertad de expresión. ABC destacaba en esa noticia las declaraciones de Juan Ignacio Zoido, alcalde de Sevilla, que consideraba “una falta de respeto muy grave” utilizar la imagen de la Macarena. “La libertad de unos termina donde empieza la de otros”, aseguraba, y hablaba de “ofender los sentimientos de los sevillanos” y de “una falta de respeto muy grave y, sobre todo, innecesaria y gratuita”.

¿Qué tiene la Macarena que no tenga Mahoma?

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La libertad de expresión es sagrada, incluso para aquellos que no creen en la libertad de expresión. O tienen un concepto muy relativo de la libertad de expresión. O solo ven amenazada la libertad de expresión cuando hay muertos. No olvidemos que hay gente que defiende, al mismo tiempo, la libertad de expresión y la Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana.

Ahí tienen a La Razón, sin ir más lejos. El jueves colgaban en los quioscos una emotiva portada en negro, “Todos somos Charlie Hebdo”, y subtitulaban su cabecera con un emocionante “En defensa de la libertad de expresión”. Pues unos años antes los chicos de Marhuenda habían escrito y publicado un editorial en el que analizaban el secuestro del semanario satírico español El Jueves en cuya portada aparecían los entonces Príncipes de Asturias haciendo el trenecito. “La libertad de expresión tiene unos límites: la dignidad moral y las leyes”, aseguraba la Razón. “No es necesario denigrar al otro para hacer ironía o sátira, y menos aún cuando lo que se busca es cuestionar uno de los pilares de la democracia, esto es, la Jefatura del Estado encarnada en la Corona”.

¿Qué tiene la Corona que no tenga Mahoma?

En TVE han defendido hoy, como no podía ser de otra manera, la libertad de expresión. El actual director de informativos de la televisión pública, José Antonio Álvarez Gundín, escribía en La Razón cuando era jefe de Opinión de este diario, allá por 2012: “La libertad de expresión es sagrada, pero no ampara el insulto ni encubre la falta de talento. Tampoco es patente de corso ni refugio de rufianes. Si por algo resultan indigestas las caricaturas francesas de Mahoma es porque carecen de calidad artística y de peso intelectual… son el producto mediocre y vulgar de quien pretende tocar las pelotas o mear el territorio… Una caricatura burda o una película insultante no aportan más de lo que aportaría un bidón de gasolina en un incendio”.

Todos somos Charlie Hebdo. Pero algunos lo somos todos los días, y otros solo el jueves.

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Libertad de expresión. La Audiencia Nacional ha imputado al director y presentador del programa de televisión Tuerka News, Facu Díaz, por el gag “El PP se disuelve”, emitido el 29 de octubre de 2014.

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El ministro del Interior Jorge Fernández Díaz fue entrevistado el jueves en La Sexta. Y habló de la necesidad de controlar a los radicales religiosos. La imagen no pertenece al momento de la entrevista…

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Un motivo para NO ver la televisión

La hoguera pública.

Autor: Robert Coover.

Editorial: Pálido Fuego.

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No es este un libro para pusilánimes, acongojados o haraganes. “La hoguera pública” exige al lector ciertos sacrificios, en lo que se refiere a constancia, intensidad y esmero en la lectura. Estamos ante una obra mayor, ante una historia densa y compleja, enloquecida y tronchante, demoledora y mordaz, que no dejará indiferente a nadie: requiere toda nuestra atención, eso sí, para poder compensarnos con largos ratos de lectura inolvidable. Incluye, además, grandes consejos: “Nunca hay que confiar en ningún hombre que tenga los dientes tan limpios como los de un perro: está claro que nunca ha estado en el mundo real cuando se ha armado la gorda”.

¿La historia? Richard Nixon ejerce de narrador de lo que resulta una avalancha de personajes, datos y anécdotas de un período caliente de Estados Unidos: la Guerra Fría, el comunismo amenazante, los grandes medios de comunicación, los políticos de diferentes calañas… Caricaturas. “Nixonland es la tierra del machacar y agarrar y lo que sea para ganar”. Todo comienza con los días previos a la ejecución, el 19 de junio de 1953, de un matrimonio de origen judío acusado de robar secretos nucleares para pasárselos a los rusos. El patíbulo se levanta en Times Square. Norteamericanos de todas las calañas, sumergidos en pleno conflicto internacional, muestran su interés por este caso.

“La hoguera pública” me recordó, en algunos sentidos, a “El desmoronamiento” (Debate) de George Packer, una versión entre épica y fantástica de los Estados Unidos entre 1978 y 2012. El libro que nos ocupa resulta menos periodístico, pero mucho más hilarante, sobre todo cuando despelleja al poder y sus protagonistas: “La política coquetea con el asesinato y la mutilación, el pillaje y el canibalismo”. La prosa brillante y torrencial de un Coover en estado de gracia consigue que los momentos divertidos y los íntimos y profundos no desentonen, que la lectura sea un placer pese a lo complejo y en ocasiones enrevesado de la trama. Cualquiera que haya intentado escribir un párrafo debe rendirse al trabajo de este profesor universitario, y a los recovecos de esta obra densa y sorprendente que desmonta el American Way of Life. Nada ni nadie salen indemnes del bisturí de Coover, especialmente brillante en su versión descarada y montaraz del Tío Sam, y del miedo a un comunismo con tintes de fantasma.

Un libro insólito, efervescente, inolvidable.