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Silencio: España se levanta sola

La democracia se acaba el día de las elecciones. En el momento en que entendamos este sencillo concepto, que nuestros políticos llevan años tratando de inculcarnos, nos llevaremos muchos menos disgustos. La ya legendaria negligencia/vaguería de Mariano Rajoy, presidente del Gobierno de España y primer ministro de las Islas Salomón, no puede justificar sus desapariciones y sus silencios, su falta de compromiso con el diálogo y la información, la ausencia de comunicación con el ciudadano. Con sus prolongados e impresentables silencios, Rajoy parece despreciar incluso a sus propios votantes. No es, por tanto, la credibilidad del Gobierno lo que está en juego, sino la mismísima esencia de la democracia. Los silencios de Rajoy, ejemplo de soberbia tanto como de desidia, son profundamente dictatoriales, dramáticamente antidemocráticos.

Todo se pega. Cuando escribo estas líneas es Luis De Guindos quien escurre el bulto. El ministro de Economía también se esconde, y son el secretario de Estado y el subgobernador del Banco de España quienes dan la cara en la rueda de prensa donde se facilita la cifra que debe servir como referencia para la solicitud formal del rescate europeo. Total, un dato sin importancia: “La banca española necesita de 51.000 a 62.000 millones de capital para estar preparada para hacer frente con solvencia a un agravamiento de la crisis”.

Los silencios de Rajoy, De Guindos y compañía solo pueden entenderse desde un punto de vista dramático: no son ellos, sino Ángela Merkel, quien tiene que dar las explicaciones sobre la situación en España. Es decir, que la desagradable sensación de no tener Gobierno en realidad se debe a que no lo necesitamos. “España se levanta sola”, dijo un Montoro perfectamente consciente de sus limitaciones y las de sus colegas.

La circulación fluida y libre de la información es una de las bases de la democracia. El silencio es el mejor cómplice de vagos y dictadores. Así las cosas, los españoles de bien deberíamos pensar en huir. Hacer un “Assange”, quizá. Es decir, pedir asilo en embajadas de países realmente democráticos.

 

Un motivo para NO ver la televisión

El lagarto astronauta.

Autor: Kenneth Cook.

Editorial: Sajalín.

En solo unos meses hemos pasado de no poder comprar un solo libro de Kenneth Cook a disponer tanto de su obra maestra, “Pánico al amanecer”, como de su trilogía de la Australia profunda (y freak), formada por “El koala asesino”, “El lagarto astronauta” que presentamos hoy, y “El canguro alcohólico”, que está al caer. Buenas noticias para los amantes del humor sangrante, de los marsupiales de instintos criminales, y de los bares de carretera (australiana).

Cook es una especie de Gerald Durrell sin un ápice de sensibilidad hacia los animales. Orondo como un oso, Cook recorre las zonas pedidas del noroeste australiano buscando historias. No le faltan, puesto que en esa región perdida se concentra la flor y nata de la población: cazadores de cocodrilos y búfalos, buscadores de ópalo, criadores de serpientes venenosas, vendedores de explosivos… El lugar de la primera cita siempre es el mismo: el pub, único cubículo con una temperatura por debajo de los 45 grados centígrados. A partir de la décima cerveza surgen las amistades, y los problemas. Un niño que quiere poner un lagarto en órbita. Un hombre que vende granadas de mano en la barra del bar. Un pescador que atrapa a un tiburón grande, demasiado grande. Un wombat que resulta tan rencoroso como agresivo. Una serpiente letal que no quiere entrar en la bolsa…

Cook cuenta todas estas aventuras, en ocasiones muy similares entre sí, con enorme desparpajo. No debía ser fácil aburrirse a su lado. Sus libros son tronchantes.

semana santa

“Cualquier ciudadano que encuentre a un vecino trabajando el sábado debe matarlo” (Éxodo 35:2)

La monaguilla de mi pueblo blasfema como un camionero portugués. “¡Me cago en dios!”, dice tras pisar una boñiga del tamaño de una tortuga de las Galápagos. La monaguilla de mi pueblo tiene diez años, va vestida de punta en blanco y es de misa diaria, pero cuando la mierda de burro le desluce el brillo acharolado de los zapatos se pone de muy mala hostia. Endomingada pero con restos de ñorda en los calcos, la monaguilla se acuerda de todos los santos a caballo: “hoy no voy a catequesis porque no me sale de los cojones. Luego ya veré qué excusa me invento…”, dice mientras mordisquea una chuche con forma de banana.

Seré sincero: no veo a esta monaguilla dentro de unos años, cuando tenga pleno uso de razón, siguiendo los pasos del señor y organizando la procesión del Cristo del Gran Poder. No. La veo más cómoda al frente de próximas ediciones de la  manifestación atea, convocada para este jueves santo en Madrid y prohibida por la Delegación del Gobierno. ¿Se ha convertido la iglesia católica en una inmejorable cantera de ateos?

“No hubo penetración. Fue sin malicia”, aseguró Roger Vangheluwe, ex obispo emérito de Brujas, durante una entrevista en la televisión belga VT4. Vangheluwe confesó haber abusado sexualmente de sus sobrinos en los años sesenta. Benedicto XVI aconseja al pedófilo una “cura espiritual y psiquiátrica”: como los delitos han prescrito le mantiene en el seno de la iglesia, en un retiro espiritual en un monasterio de la región del Loira (Francia). A fin de cuentas, no hubo penetración y fue sin malicia. ¡Ojalá fuesen igual de comprensivos y transigentes con una simple manifestación atea!

Que pase usted una feliz Semana Santa. Disfrute de la vida. No olvide que, más que probablemente, dios no exista.

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Un motivo para NO ver la televisión.

El koala asesino.

Autor: Kenneth Cook.

Editorial: Sajalín editores.

 

Los seguidores del gran Gerald Durrell (sin duda el escritor más interesante de la familia Durrell) estamos de enhorabuena. El bueno de Gerry aplaudiría a rabiar estos enloquecidos relatos australianos, escritos por el periodista y comunicador Keeneth Cook pero protagonizados por algunos de los seres vivos más raros, peligrosos y desternillantes de las antípodas. Koalas repugnantes, serpientes venenosas, cerdos peligrosos… y humanos. Humanos en ocasiones borrachos y en otras simplemente extravagantes o trastornados que comparten protagonismo con las fieras.

El koala asesino” es lo que necesitábamos todos aquellos que hemos leído y releído las aventuras de Durrell. Y es que más allá del clásico “Mi familia y otros animales”, el escritor y naturalista viajó por todo el planeta capturando animales para su peculiar zoo de especies en extinción de Jersey. Fruto de esos viajes son maravillas como “Murciélagos dorados y palomas rosadas”, “Rescate en Madagascar” o “Filetes de lenguado”. Cook recupera el espíritu de Durrell, su ironía, su humor bestial, y ofrece al lector hilarantes historias repletas de animales salvajes, humanos decadentes y toneladas de mala fortuna. Un auténtico placer.