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acontecimientos populares

En España, 4.910.200 personas no tienen trabajo. Están en paro. Anarquistas y antisociales se preguntan quénecesitamos los españoles para echarnos a las calles, insultar a los políticos en los mítines y orinar en los cajeros automáticos. ¿Por qué no reaccionamos? Yo tengo la respuesta: porque estamos muy liados. Nuestra agenda social de frivolidades está tan apretada que no tenemos ni un segundo para pensar en nuestro futuro inmediato. Recapaciten… El miércoles pasado tuvimos el partido del siglo: Real Madrid-Barcelona. El viernes, la boda del siglo: Guillermo-Kate. El domingo, la beatificación del siglo: Juan Pablo II abandonó su triple ataúd para que sus restos sean venerados. Y el próximo martes cerramos el círculo semanal con el nuevo partido del siglo: Barcelona-Real Madrid. En medio de estos acontecimientos populares de ensueño, ¿a quién puede apetecerle el baño de realidad que suponen 4.910.200 dramas individuales?

Esta imagen de la boda real, con la novia plebeya postrada ante el príncipe, es maravillosa, pero de todos los acontecimientos de la semana me quedo con la beatificación de Juan Pablo II. Como le he contado en alguna ocasión, uno de mis vicios confesables es la preparación de cadáveres de animales con fines científicos. Lo que para usted es un bicho atropellado en la carretera, para mi es el cráneo de un tejón (Meles meles). Así las cosas, no puedo evitar pensar en los restos del bueno de Juan Pablo II como en auténtica caza mayor: huesos largos, cráneo rotundo… Tras años de maceración bajo tierra, el cuerpo descompuesto del polaco vuelve a ver la luz del día. El proceso para exhumar el fiambre ha sido digno de Houdini, puesto que se encontraba en un féretro de nogal, recubierto a su vez de un ataúd de plomo y rodeado por otro de madera de ciprés. Pero ha merecido la pena: ¡son los despojos de un santo!

Los despojos y la sangre, puesto que unas gotas de plasma del nuevo beato se han expuesto en una ampolla encastrada en un relicario de plata. ¿No podían haber mostrado también uno pequeñito, encastrado en un tupperware, con la sangre infectada de SIDA de alguno de los niños que han contraído la enfermedad por la negativa del santo padre al uso de preservativos? En La 2 (TVE), la televisión pública de un país en proceso de laicización, retransmitieron ayer domingo el morboso espectáculo. Las imágenes del Papa vivo, ejerciendo de maestro de ceremonias en una plaza de San Pedro abarrotada, coincidían con las de la parrilla de salida de Moto 2 en La 1 (TVE). Chicas con tops y ajustadas minifaldas de látex sostenían las sombrillas de los pilotos mientras Benedicto XVI se abrazaba con otros hombres celebrando la beatificación de su marchito colega. El mando a distancia echaba humo, el dedo gordo comenzaba a dar síntomas de agotamiento. “Es este un siglo de santos”, aseguraba el comentarista de… La 2.

Carne viva, carne muerta. Si usted es de los que no sabe a qué prestarle más atención, si a los restos amojamados de un cura milagrero o al muslamen de unas azafatas que sostienen una sombrilla, yo le propongo casi cinco millones de sugerencias, tantas como desempleados. Y si es de los que piensa que para solucionar ese problema necesitemos un milagro, no se desanime porque este fin de semana nuestros políticos han puesto toda la carne en el asador. María Dolores de Cospedal, número 2 del PP, ha viajado a Roma para pedírselo en persona al nuevo santo. Y Alfredo Pérez Rubalcaba, futuro del socialismo español, ha visitado Sevilla buscando la inspiración en el fondo de un vaso de rebujito. Hay esperanza…