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Jóvenes

Televisivamente hablando, este fin de semana ha girado en torno a la entrevista a un joven. Como usted sabrá, querido lector, la entrevista, género periodístico por excelencia, ofrece al telespectador perfiles de las figuras más importantes de la actualidad, aquellos personajes contemporáneos admirados por la sociedad que, además de influir en el pensamiento del ciudadano, son incluso capaces de cambiar el signo de los tiempos.

La entrevista del fin de semana tuvo lugar en Telecinco, y consiguió batir el record de audiencia (21,4%) del programa que tuvo el acierto, y el olfato periodístico, de emitirla. “Llevo tres semanas sin saber nada de mi hijo”, aseguró Kiko Rivera a Jorge Javier Vázquez en uno de los momentos más intensos no ya de “Sálvame Deluxe”, sino de la historia del periodismo moderno. El afamado DJ, hijo de Isabel Pantoja, arrasó con sus respuestas, perfecto resumen del momento intelectual y moral que vive nuestra civilización: “Jessica era un amor, muy dulce, pero se ha transformado”; “Hoy en día pienso que Jessica Bueno fue a cazarme”; “No quiero ni que esté más tiempo conmigo, ni más tiempo con ella”; “Toda España piensa que Jessica se ha aprovechado de mí”.

La entrevista de Jorge Javier Vázquez a Kiko Rivera en Telecinco, liderando la audiencia del fin de semana, es mucho más que la conversación entre una abominable estrella de la telebasura y un cacho de carne sin sustancia. De la misma forma en que recuperar viejas entrevistas a personajes interesantes nos acercan al pasado, y nos ayudan a entender la historia, la entrevista a Kiko Rivera nos explica con claridad meridiana cómo es la España contemporánea: una puta mierda.

Miles de jóvenes quieren ser como Kiko Rivera. O como Jorge Javier Vázquez. Incultos, soberbios, soeces, necios, irreflexivos, vanidosos, simples, embusteros, morbosos, horteras, manipuladores, arrogantes… pero, eso sí, famosos y con dinero para gastar.

Entonces pasa lo que pasa: los jóvenes españoles no solo se sitúan a la cabeza de Europa en cuanto a fracaso escolar, sino que cada  vez están más asustados, son menos tolerantes y más racistas. Un 16% prefiere no cruzarse con un musulmán en el descansillo de su casa. Un 42% está a favor de la pena de muerte. El Informe de la Juventud 2012, el Informe Anual 2013 de SOS Racismo, el barómetro del Observatorio de la Inmigración de la Universidad del País Vasco… Todos sus datos coinciden en el aumento de un desencanto juvenil marcado por el paro: el 32,5% de nuestros jóvenes (15-29 años) son desempleados de larga duración.

Que Mermelada y Kiko arrasen en televisión, siendo vistos y hasta admirados por millones de personas, no es la causa, es la consecuencia de esta miseria. ¿Por qué los jóvenes quieren ser como el gañán de Kiko o como el baboso de Mermelada? Desconozco el sueldo de este último, pero según un diario del prestigio y la credibilidad de El Mundo, el hijo de la Pantoja cobró 200.000 euros por ser entrevistado en Telecinco el pasado viernes. Es decir, por decir “Toda España piensa que Jessica se ha aprovechado de mí” y contar cuatro miserias familiares. Como para perder el tiempo estudiando. O trabajando.

La crisis es económica, pero sobre todo moral. Y cultural: en las Cuentas del Estado para 2014 el ministerio de Cultura ha recortado en cine, bibliotecas, archivos, museos… El presupuesto de enseñanza es un 30% inferior al de hace cuatro años.

¿Crisis? No para Telecinco, que cerró 2012 con unos ingresos totales netos de 886 millones de euros y un beneficio neto de cincuenta millones de euros.

 

Un motivo para NO ver la televisión

El entenado.

Autor: Juan José Saer.

Editorial: Rayo Verde.

Recomendación de los libreros más infames de Madrid, este libro es un clásico oscuro de la literatura sudamericana. Reeditado treinta años después de su publicación, “El entenado” cuenta la historia del grumete de una expedición española por el Río de la Plata durante el siglo XVI que, tras la muerte de sus compañeros, cae en manos de los indios colastinés. Entenado quiere decir hijastro, que de alguna manera es en lo que se convierte nuestro superviviente para la tribu de caníbales (ocasionales) con los que pasará los siguientes diez años.

Pero “El entenado” es mucho más que una novela histórica o de aventuras sobre un momento puntual de la Conquista. Escrita de manera preciosista, con descripciones bellísimas de los lugares donde tienen lugar los hechos, crece alrededor de la memoria: “Esos recuerdos son, para cada hombre, como un calabozo, y está encerrado en ellos del nacimiento a la muerte. Son su muerte”. Y se sostiene en un puñado de metáforas y reflexiones que no permiten relajarse durante la lectura: en cada recoveco del bosque, en cada recodo del río, surge un motivo para la reflexión: “Ahora que soy un viejo me doy cuenta de que la certidumbre ciega de ser hombre y solo hombre nos hermana más con la bestia que la duda constante y casi insoportable sobre nuestra propia condición”.

Con la liberación, y el regreso a algo que llamaremos civilización, las dudas aumentan y crece el número de preguntas sin respuesta. “Para algunos, no eran hombres; para otros, eran hombres pero no cristianos, y para la mayoría no eran hombres porque no eran cristianos”. El lector tiene que mojarse, no puede mantenerse al margen si quiere avanzar en la lectura, en la comprensión de este enigma sobre la vida y la muerte, sobre la fortuna y la elección, sobre el poder y la inocencia.

“El entenado” es un gran descubrimiento. La puerta de entrada al mundo de Juan José Saer, el escritor argentino que murió en París y pensaba que “la patria de un escritor no es sino la infancia y la lengua”.