You are currently browsing the El Descodificador posts tagged: Juan Díaz Canales


¡Basta ya!

El pasado sábado 40.000 personas salieron a la calle en Talavera de la Reina (84.000 habitantes) para, al grito de “¡Basta ya!”, solicitar la atención del Gobierno de Castilla La Mancha. Talavera es la ciudad con más paro de esta comunidad, y la cuarta de toda España. Las reivindicaciones de los talaveranos estaban muy claras, y no eran descabelladas: inversiones en empleo, infraestructuras, servicios, Universidad y el fin del trasvase Tajo-Segura.

Manifestacion_Talavera_165-1199x674

La manifestación acabó sin incidentes, en un ambiente festivo pero triste. La gente quiere ser optimista, pero no puede: la ciudad pierde vida, hay calles enteras con los comercios cerrados, muchas familias sobreviven gracias a las pensiones de los abuelos, a sus huertos y gallinas. La manifestación fue un éxito, pero la sensación que tengo es que sirvió para poco, excepto para unir a los talaveranos.

¿Quién puede dar importancia a una manifestación en Talavera, el culo del mundo, con la que está cayendo fuera? Comentaba con unos amigos que, sin llegar al modo en que otras comunidades han solucionado años atrás sus problemas, quizá sí deberíamos haber llamado más la atención. Por ejemplo cortando la autovía de Extremadura durante 24 horas con montañas de neumáticos en llamas. Toda la prensa, todos los informativos de televisión, recogerían entonces las penalidades de una población tan olvidada hoy como el pasado viernes.

Cuando pase todo el follón de Cataluña, que aunque parezca mentira pasará, volveremos a la realidad general. Con Mariano Rajoy o alguno de sus clónicos en el poder. Pedro Sánchez, quizá. Y todo seguirá como estaba. Igual. Nada habrá cambiado, excepto el nombre de aquellos que nos ignoran.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Corto Maltés: Equatoria.

Autores: Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero.

Editorial: Norma.

978846792878501_g

Segundo libro con las aventuras de Corto Maltés tras la muerte de Hugo Pratt, creador y alma del aventurero más carismático de la historia del cómic. Lo mejor que puede decirse de este excelente trabajo, muy superior al primer intento (“Bajo el sol de medianoche”, Norma Editorial) es que el lector olvida en las primeras páginas que el dibujante italiano nos dejó en 1995. El espíritu de Pratt está en cada viñeta, en el rostro de cada personaje, en la sonrisa cínica de Corto y en los magistrales diálogos.

“-Señora, lamento decirle que las damas no tienen permitido el acceso a esta sala. Aunque venga con su marido.

- No estamos casados. Solo somos dos buenos amigos charlando y compartiendo unos cigarros. ¿Cuál es el problema?

- Una dama que esté fumando no es algo que esté bien visto.

- Pues no mire.

- Cuando uno viaja en este tipo de barcos ha de aceptar las normas, caballero.

- Será por eso que nunca viajamos en estos barcos”.

Pero la cosa no queda en una simple revisión de un clásico. “Inspirado en la obra de Hugo Pratt”, advierte la portada, cuando la realidad es que “Equatoria” va más lejos. Canales y Pellejero se sienten más confiados, más cómodos, y comienzan a imprimir su toque personal en esta nueva etapa de las andanzas del vagabundo nacido en Malta. Es justo lo que necesita el nuevo Corto: unos padres adoptivos que le lleven por nuevos senderos, por diferentes mares, que le enfrenten a distintos enemigos. La búsqueda de un espejo mágico, en la tradición del mejor Indiana Jones, ofrece al protagonista de este cómic todo lo que necesita para enamorar al lector: viajes exóticos, mujeres hermosas, culturas diferentes, peligros inimaginables y, sobre todo, situaciones excitantes que sacan lo mejor de Corto, de su desbordante ingenio y su lengua afilada.

“- ¿Cuanto tiempo llevas traficando en la región?

- ¿Conoces dónde está la tumba de Emin Pasha?

- Sus más fieles acompañantes le sacaron el corazón y lo enterraron bajo un árbol.

- Igual que a Livingston.

- Siguieron el mismo método que con Livingston. Secaron su cuerpo con sal y se lo llevaron de vuelta al fuerte de Wadelai”.

“Equatoria” sacia la sed de Corto que teníamos los viejos seguidores del hijo de la gitana y el marinero. Y nos hace esperar ansiosos una nueva entrega que, de seguir progresando a este ritmo, podría incluso superar a los originales (algunos un tanto espesos). Por cierto, hablo de la versión en color, absolutamente espléndida. Hay una versión en blanco y negro a la que no he tenido acceso.

La Sexta, el dinero es su religión

La Sexta quiere convertirse en la cadena que apuesta por la información progresista de calidad, por el periodismo de denuncia serio y comprometido. Y lo quiere conseguir con Eduardo Inda como periodista estrella. Normal, ¿verdad? Cuando el director de La Sexta no está a pie de atentado, gorrito de lana y teatral gesto circunspecto, y habla desde un plató, es para decir que el periodismo es su “religión”. La de La Sexta, que es quien rellena horas y horas de programación con las exclusivas de Eduardo Inda, quien cree que la responsablidad informativa finaliza cuando suben las audiencias, quien deja que sea otro el que ponga en marcha su propio ventilador de la mierda.

Lo que está haciendo La Sexta con la información no tiene nombre. Bueno, quizá “sinvergonzonería” esté muy cerca. “Indecencia” no desentonaría demasiado. Y por supuesto “inmoralidad” también se ajusta a la realidad. Y no me refiero solo a la exclusiva sobre el dinero que Venezuela ha pagado a Pablo Iglesias en un paraíso fiscal…

Escuchar a Inda hablar del “casoplón” que tiene en Galicia la familia de Carolina Bescansa en “La Sexta Noche” (video, minuto 6:07), una y otra vez, con una sonrisa cínica nauseabunda, “¿De quién es, de Amancio Ortega?”, ante la pasividad del presentador de la cadena, fue simplemente repugnante. Sencillamente vergonzoso. Impropio de un periodista con un mínimo de decencia, evidentemente, pero también de una cadena de televisión que presume de tener “el periodismo por religión”.

Eduardo Inda se ha convertido en el juguete de García Ferreras. ¿He dicho juguete? Mamporrero quizá se ajuste más al trabajo que el primero desempeña para el segundo. Contratado para manchar el nombre de un político, de todo un partido, desde una cadena de televisión que en un alarde de hipocresía pretende permanecer al margen de esa miserable actitud. Ya sabe, tirar la piedra y esconder la mano. No, no, nosotros no somos, lo dice ese de ahí, el de la risa de loco. Nosotros solo ponemos el altavoz. Y enfocamos el documento público falsificado. Y le pagamos, eso sí, por los servicios prestados.

Que La Sexta de voz a la infamia es evidentemente cuestión de audiencia; es decir, de dinero. Pero también de política: en La Sexta ya han jugado bastante con Podemos. ¿Imaginan que fuese verdad lo del “sorpasso” y con la ayuda de IU se zampasen al PSOE, a su PSOE? Hasta ahí podíamos llegar. En La Sexta no están por el periodismo verdadero, están por el periodismo rentable, por el periodismo de amiguetes, por el poder y la gloria. Por eso arrancaron con una estrategia que consistía en ocupar un hueco libre en la parrilla televisiva. ¿La cadena progresista? Perfecto. Partían de cero, y les dio buenos resultados a la hora de posicionarse, de crecer, de apoyar a la parte del duopolio televisivo que le corresponde (Atresmedia, Planeta, etc). Pero una vez ocupado el espacio, lo importante es conservarlo. Y eso no se consigue con Podemos, sino con el Ibex y el bipartidismo.

En La Sexta quieren mantener los privilegios televisivos, políticos y económicos conseguidos gracias al socialismo, a los socialistas. Y tras utilizar a Podemos para ubicarse, dan paso a Inda para forrarse. Para que nada cambie. Porque el dinero es su religión.

P.D.

IMG_1069

Un motivo para NO ver la televisión

Como viaja el agua

Autor: Juan Díaz Canales.

Editorial: Astiberri.

comoviajaelagua

Esta reseña tiene que arrancar diciendo que Juan Díaz Canales es uno de los mejores guionistas de este país, responsable de maravillas como “Blacksad” o “Bajo el sol de medianoche”, las nuevas aventuras de Corto Maltés. Canales se tira al barro y dibuja su primer cómic, un thiller social con fondo filosófico: tras leer “Como viaja el agua” es imposible no pararse a pensar en la crueldad del tiempo, en la fugacidad de la vida, en la miserable existencia de los viejos, de los olvidados.

El guión es impecable, no podía ser de otra manera. Una mezcla inteligente de humor irónico y reflexión vital, que presta especial atención al mundo de los ancianos, con un Niceto de 83 años como protagonista…

“Lo peor es la indiferencia. Un buen día te das cuenta de que la realidad te ha ganado la partida. Una partida que ni siquiera sabías que estabas jugando. Y tú, impasible, como un árbol al que el otoño deja con los pantalones bajados en mitad del bosque. Pero como buenos árboles vivimos ajenos a esta ironía. Un árbol sin ojos ni oídos ni dientes…”.

“Como viaja el agua” cuenta una historia triste de viejos que disparan su última bala, que fuman Ducados y beben sol y sombra en tabernas castizas, y que trapichean con objetos robados como signo de rebeldía, de insumisión.

El dibujo seguramente sorprenderá a los seguidores de Canales. Aquí no encontrarán los héroes gatunos y los colores deslumbrantes de “Blacksad”, ni la épica marinera en tonos crema del retorno del legendario Corto. Aquí el blanco y negro es austero, y se mueve entre el compromiso social de Carlos Giménez, la angustia desmitificadora del uruguayo Alberto Breccia y el lumpen barriobajero de Jordi Bernet y su “Torpedo”.

El resultado es una obra más densa de lo que pueda parecer, de textura gris y profunda melancolía, que invita a reflexionar: “Porque queremos pensar que nuestra vida es un viaje como el del agua. Que nunca desaparece del todo. Que siempre encuentra el camino de vuelta. Pero un buen día, cuando ya eres tan viejo que todo te da igual, llega la revelación. Sabes que ese camino no existe. Que la lluvia que te cae encima nunca es la misma”.

Como-viaja-el-agua-4