José Luis Rodríguez Zapatero fue un líder impresentable, un presidente de paja al frente de un Gobierno colorista, efectista y profundamente incapaz: estamos donde estamos gracias a su nefasta gestión. Aclarado esto, con lo que pretendo evitar comentarios del tipo “pues anda que Zapatero”, deberíamos ser conscientes de que Mariano Rajoy está rematando la faena aniquilando el estado de bienestar. La sanidad, la educación, la ciencia y, de momento en último lugar pero no por ello menos importante, la televisión pública, es decir, la información. El Gobierno del PP ha roto el consenso sobre TVE, y ha aprobado un decreto ley mediante el cual puede imponer al presidente del Ente sin necesidad de pactos. Se acabó la televisión pública independiente, regresamos a los viejos y oscuros tiempos…
No debería sorprendernos: ningún gobierno totalitario prescinde del control de los medios de comunicación. Y el de Rajoy es un gobierno muy, pero que muy, totalitario: ¡quieren tipificar como atentado a la autoridad la resistencia pasiva!.
Una de las pocas cosas buenas de Zapatero, algo que no fueran fuegos artificiales y brindis al sol, fue conseguir que la televisión pública se gestionase desde el consenso. Los ideólogos socialistas eligieron las pelas, y decidieron beneficiar a determinadas empresas amigas en lugar de controlar informativamente TVE. Creían que con Público y La Sexta tendrían las dos cosas, la pasta y la propaganda. Error. Fracaso económico y vía libre para los medios de derechas, que camparon a sus anchas.
Quizá los ciudadanos no merezcamos recibir información independiente y libre. ¿Por qué vamos a tener una televisión pública digna si hemos elegido deteriorar la sanidad y empobrecer la educación y la ciencia? ¿Acaso es más importante un telediario o un debate que una lista de espera, una beca universitaria o una investigación sobre Parkinson? Cuando TVE sea como Telemadrid (o Canal Sur) al menos no sabremos que la gente se muere por no poderse pagar la medicinas, que en los hospitales no atienden a los inmigrantes, que los científicos abandonan España o que aumenta el fracaso escolar.
Con el anuncio del PP de acabar con la independencia de la televisión pública se cierra el círculo estratégico de Rajoy: quiere acabar con el estado de bienestar, y no quiere que nos enteremos de los detalles. Ojos que no ven…ciudadano dócil.
En cualquier caso, lo grave no es que estos maleantes intenten eliminar la información independiente. Insisto: es una característica fundamental de los gobiernos totalitarios. Lo realmente grave, lo terrible, lo dramático, es que se lo consintamos.
P.D.
Pero no me gustaría terminar el post de hoy con ese tono triste y melodramático… ¿Pueden Mongolia y El Jueves competir con la realidad? “Desaparece por fin la manipulación socialista de Televisión Española”, titulaba el pasado sábado La Gaceta en portada y a todo trapo. ¿Cómo pagará el PP las nóminas de estos sicarios de la desinformación? ¿Camiones de seis ejes repletos de jamones Joselito? ¿Cargos en los medios de comunicación públicos? ¿O simplemente con publicidad estatal?
Un motivo para NO ver la televisión
En estos tiempos difíciles, con los medios de comunicación en proceso de putrefacción, el individuo tiene la necesidad, y la obligación, de formarse a sí mismo. Hoy es el día del libro. El día de la independencia.