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Esto no se olvida

Las cámaras de Cuatro han grabado a Jordi Puyol en su refugio de Queralbs. El ex president de la Generalitat pasea plácidamente junto a su parienta, Marta Ferrusola. En un momento dado ella le confía, por lo bajini, la estrategia con que la familia tiene previsto defenderse de la querella del sindicato Manos Limpias: “Tranquilo, esto se olvida”, susurra la matriarca de los Pujol. Y continúan paseando sin perder la sonrisa. Poco más que decir. Paciencia, aguantar el tirón, esperar que pillen a otro, que se enfríe el asunto, que el Barcelona gane la Champions, que esto se olvide.

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No es una estrategia original. Es la estrategia habitual entre los chorizos famosos de nuestro país. Alguien, creo que fue Iñaki Gabilondo, dijo hace tiempo que los políticos corruptos solo tienen que aguantar los primeros días, que son los realmente duros, cuando surge la noticia. Si soportan esos primeros golpes, la presión se afloja, el caso pierde interés, los medios buscan nuevos protagonistas. Los ciudadanos se despistan con el vuelo de una mosca. “Esto se olvida”, que diría Jordi Pujol.

¿Seguro? Las hemerotecas son para siempre: “La vergüenza de Cataluña, una mancha sobre España”, titula el Financial Times su editorial de ayer miércoles, dedicado a un Jordi Pujol que “sorprendió a muchos hace algunas semanas tras revelar que fue partícipe de un fraude fiscal durante 34 años. Una noticia que sin duda contamina la imagen de rectitud y trabajo que ha estado defendiendo durante tanto tiempo, y echa por tierra su argumento de que Cataluña aporta al Estado más de lo que recibe. Al menos moral, ya que él es el primero que se ha llevado dinero de las arcas”.

Olvidar es un desastre. Una de las enfermedades más dramáticas y dolorosas de nuestro tiempo consiste precisamente en eso, en olvidar sin remedio. Olvidar es aceptar. Consentir. Olvidar nos aísla, nos empobrece, nos debilita. Esto, ex honorable, no se olvida.

Las cosas van mejor de lo previsto

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, dio la cara ante los medios antes de las vacaciones con un balance del curso político. Lo hizo de cuerpo presente, con dos cojones, ante un grupo de periodistas de una docilidad, en líneas generales, repugnante. El líder popular dijo que España no es que marche bien, es que marcha como un cañón: “Las cosas van mejor de lo que habíamos previsto”, aseguró. Muy pesimistas debieron ser aquellas previsiones para ser ahora tan optimistas, o muy sinvergüenza es el responsable de este Gobierno acosado por el desempleo, la acumulación de deuda, el deterioro de los servicios públicos y la corrupción. ¿Corrupción? La pregunta era inevitable: ¿Qué opina usted de la confesión de Jordi Pujol? “Ahora la justicia trata igual a todos. A todos”, se limitó a decir el presidente popular, que evitó hacer valoraciones concretas sobre el caso del expresidente de la Generalitat y sobre los exdirigentes del PP Bárcenas, Matas y Fabra.

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(Los cuadros que retratan a exministros han costado al Estado 1,3 millones de euros)

Dice Rajoy que la justicia ahora trata igual a todos. Y por ese camino de esperanza, transparencia y honradez va María Dolores de Cospedal, presidenta de Castilla-La Mancha y secretaria general del PP: “La confesión (de Pujol) ayuda a desmontar la idea de que España nos roba.

La justicia es igual para todos, dice Rajoy. Siempre, eso sí, que puedas pagar la minuta de un abogado como Cristóbal Martell, el “experto en pactos y admitir hechos para evitar la cárcel a sus clientes” elegido por Jordi Pujol, y otros VIP (Messi, el cuñado de Diego Torres…), para solucionar los problemillas que surgen con delitos fiscales y de blanqueo.

Las cosas van mejor de lo que habíamos previsto, insiste Rajoy. Normal, es el líder de un partido con tres ex tesoreros imputados y se siente fuerte y confiado. Algo parecido le sucede a Cospedal, la mujer de la indemnización en diferido, de los pucherazos entendidos como cambios en las leyes electorales, y de las reformas de su sede con dinero negro. Cree en sí misma, confía en su forma de hacer política. Son dos líderes satisfechos con su trabajo y optimistas con su futuro. Normal: la justicia debería tenerles acorralados, por corruptos, y sin embargo los datos del último estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) dicen que el PP, con un 30%, se distanciaría del PSOE en casi nueve puntos y ganaría las elecciones generales. Insisto: Las cosas van mejor de lo previsto. ¡Esa sonrisa, coño!

P.D.

Si quiere leer otra versión de la actualidad, lea La Razón.

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Un motivo para NO ver la televisión

The Gashlight Anthens

CD: Get Hurt.

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Acaba de publicarse el quinto álbum de estudio de esta banda de New Jersey. Producido por Mike Crossey, el hombre que en el 75 se encargó del sonido de los Arctic Monkeys, “Get Hurt” se ha grabado en los Blackbird Studios de Nashville e incluye once canciones (16 en la edición de lujo) que suenan a rock and roll clásico. A veces incluso demasiado clásico, como es el caso de la canción que da título al disco, un tema que comienza como una balada, y se acelera por encima del medio tiempo hasta rozar el rock para adultos. La cosa mejora, cuidado, pero sin llegar a la brutalidad de “American Slang”. Lástima.

La insoportable liviandad de la corrupción

El presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, está horrorizado con la entrada en prisión de su colega de partido Jaume Matas. No es que le espante la sinvergonzonería del ex presidente balear, esa forma de gestionar el dinero público que generó los escándalos de corrupción, algunos presuntos y otros probados, que han acabado con sus huesos en chirona. No. González, conocido en círculos lumpen como El Bolsas, se indigna con la entrada en el trullo de Matas “porque los ciudadanos perciben una corrupción generalizada, lo que no es verdad”. Se lo dice alguien sobre el que jamás ha existido la más mínima sospecha, excepto por unas bolsas de basura en Colombia y un ático Marbellí.

No existe una corrupción política generalizada. Es decir, son más los políticos honrados que los corruptos. Todavía. Perdón, que me llega un teletipo urgente… “Jordi Pujol reconoce que ocultó dinero en el extranjero sin regularizar”. Vaya, vaya, vaya… Son más los políticos honrados que los corruptos, insisto. Perdón, otro teletipo de rabiosa actualidad… El alcalde de Paterna (Valencia), el popular Lorenzo Agustí, imputado por dos delitos de prevaricación administrativa, ha anunciado “por sorpresa” su dimisión por motivos personales tras siete años en el cargo. Perdón, perdón, perdón, una noticia de última hora: El ex presidente de la Diputación de Ourense, José Luis Baltar, ex barón popular, condenado a nueve años de inhabilitación por prevadicación…  Y otra más: Esperanza Aguirre exonera al alcalde de la localidad madrileña de Brunete, y no ve motivo para exigirle responsabilidades políticas por el supuesto intento de compra de una concejala de UPyD. Dice que los hechos denunciados son “poco o directamente nada verosímiles” y se basan en una conversación que “admite interpretaciones”.

La corrupción, es cierto, admite interpretaciones. Algunas francamente repugnantes. Ahí tiene usted al bueno de Vicente Martínez Pujalte, portavoz del Partido Popular en el Congreso, justificando al recluso Matas: “Es un tema simplemente de tráfico de influencias, y además muy liviano”. ¿Simplemente tráfico de influencias? ¿Y además muy liviano? Poco que añadir a las palabras de Pujalte, ejemplo perfecto de la batalla que mantiene el PP con la corrupción. Tolerancia cero.

Es un error común entre tertulianos, charlatanes y blogueros, me incluyo entre los dos últimos, decir en momentos de calentón que todos los políticos son iguales. No es cierto. Son muy diferentes. Lo vemos todos los días, a todas horas, en las circunstancias más diversas, pero por si les queda alguna duda ahí tiene a dos partidos en las antípodas, el PP y el PSOE, la derecha y la izquierda, los conservadores y los progresistas, los liberales y los… otros. Dos mundos, dos formas diferentes de entender la política, el poder, la sociedad, el dinero, la vida. En un rincón está José Bono, socialista de pies a cabeza, hablando sobre Podemos. Bono acusa a Pablo Iglesias de alentar el “odio social” con un discurso que “da miedo”. En el rincón opuesto, en las antípodas, Esperanza Aguirre dice lo siguiente del partido de Pablo Iglesias: “Podemos aplica técnicas de propaganda de genios de la maldad como Goebbels”.

Todos los políticos no son iguales, faltaría más, pero mucho se empeñan en parecerlo. Será por la insoportable liviandad de la corrupción.

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