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Una vida apasionante

Antes, los chavales querían ser futbolistas, bomberos o astronautas. Ahora querrán ser curas. La culpa la tiene el anuncio de la Conferencia Episcopal emitido con motivo del Día del Seminario que se celebra el 19 de marzo. Uno de esos clips que te ponen la piel de gallina, los testículos en el gañote y las lágrimas en el disparadero. Son apenas dos minutos y treinta segundos, primeros planos y mensajes emocionantes, que te hacen replantearte la vida. ¿Y si en lugar de trapichear con crack ingresase en un convento? ¿Y si dejase la presidencia del Santander y me hiciera predicador? ¿Y si cerrase la barra americana y me metiese monja? Yo solo le digo que, tras ver el anuncio, no sabía si correr a ingresar como seminarista o a pegarle fuego a una iglesia.

Hacen falta nuevos curas porque la actual plantilla, formada por 410.593 clérigos, se encuentra deprimida y estresada debido al exceso de trabajo, la pérdida de relevancia social y la mala imagen por la pederastia. Y por el sacerdote-heavy que ha entrado en “Gran Hermano” (Telecinco). Según un estudio de un psicoterapeuta  italiano los curas católicos sufren el síndrome de burnout, y se encuentran agotados, desmotivados, desilusionados, cansados… Más quemados que el Cristo de Krahe. Milagrosamente, el chispeante anuncio de la Conferencia Episcopal se emite al tiempo que vuelve a estar de actualidad otro brillante e imaginativo ejercicio audiovisual de temática religiosa: “Cómo cocinar un Cristo”. Javier Krahe, responsable de este sutil ejercicio de nouvelle cuisine, será juzgado en unos días por la receta. Vea usted y luego comparamos…

Audiovisualmente hablando, el vídeo de la Conferencia Episcopal es muy superior: mayor presupuesto, buenos actores, iluminación celestial, un guión divino… La cinta del cantautor con ínfulas de Adriá se grabó en 1978, en condiciones precarias y con bajo presupuesto (ni siquiera la mantequilla era francesa), y eso se nota en el resultado final, no demasiado apetitoso. En cualquier caso, nunca sabremos hasta dónde pudo llegar este revolucionario de los fogones, cuya ambición era deconstruir la tradicional cocina de monasterios y conventos. Una pena, sobre todo para unos paladares, los nuestros, que cansados de los dulces de clausura se han perdido las pechugas de novicia a la plancha, el espíritu santo escabechado, el caldo de hueso de santo o el steak tartare de brazo incorrupto de Santa Teresa. Rico, rico.

El Centro Jurídico Tomás Moro (CJTM) acusó en 2004 al cantautor y a la productora de Canal + que entonces emitió el vídeo, de un delito contra los sentimientos religiosos en virtud del artículo 521.1 del Código Penal, y presentó una “querella criminal por escarnio de las creencias religiosas”. Sí, ha leído bien: sentimientos religiosos. A Krahe y a la productora Montserrat Fernández se les impuso fianzas de 192.000 y de 144.000 euros respectivamente, y serán juzgados el próximo día 28 en el Juzgado de lo Penal número 8 de Madrid. Espero que abra una puerta para juzgar y enchironar a otros blasfemos, como mi vecino, un madridista que desde hace años hace escarnio de las derrotas de mi atleti y se burla de mis sentimientos rojiblancos.

Todo esto está sucediendo en la España de 2012, seis siglos después de la muerte de Tomás de Torquemada. Esa España con casi cinco millones de parados en la que, hablemos claro, el que no tiene trabajo es porque no quiere: “Yo no te prometo un gran sueldo, te prometo un trabajo fijo”, dice el primer individuo que aparece en el anuncio de la Conferencia Episcopal. ¿Prometen un trabajo fijo? Las colas del INEM tendrán que trasladarse a las puertas de parroquias y sacristías. Y en esos confesionarios, donde los curas dormitaban mientras ojeaban revistas de monaguillos en pelotas, ahora sellaran las tarjetas de renovación de demanda de empleo.

¿Quedarán plazas? Seguro. Uno de los lemas de la campaña es “La certeza de que has sido elegido”. ¿Que usted no tiene vocación? ¿Que le falta la fe? No me sea pejigueras…. A ver si lo que pasa es que es un vago redomado. “No te prometo que vayas a tener grandes lujos, te prometo que tu riqueza será eterna”, insisten. La riqueza eterna no será, me temo, como la del tío Gilito, sino algo… digamos que más espiritual. En cualquier caso, y a modo de sentencia, dice: “Te prometo que alimentarás al mundo”. Volvemos a Krahe y su Cristo al horno.

P.D.

Mientras escribo este post, la red escupe informaciones sobre la iglesia. Una decena de menores fueron castrados en 1950 por la iglesia holandesa para reprimir su homosexualidad. Una monja es la primera acusada por la fiscalía por el robo de bebés. Muchas campañas tiene que hacer la Conferencia Episcopal…

 

Un motivo para NO ver la televisión

- Capitán Dadis, de Jon Lee Anderson.

- Ellas, de José Martí Gómez.

- Groenlandia, de Ander Izaguirre.

Editorial: eCícero.

Tres títulos, los tres primeros, de una editorial que nace con las ideas claras: libros electrónicos breves de no ficción. El mejor periodismo, aseguran, y el mejor periodismo ofrecen con tres títulos de otros tantos autores que, con menos 100 páginas, cuidadas ediciones y ajustados precios, vienen a ocupar un vacio editorial.

Jon Lee Anderson escribe un perfil perfecto del dictador guineano Moussa Dadis Camara, capitán del ejército que tomó el poder con la promesa de “limpiar la nación” y dejar paso a la democracia. Las cosas no fueron exactamente así. El periodista viaja hasta Conakry y hace una descripción magistral del personaje, del país y de la compleja situación social y política.

Martí Gómez es un tipo muy interesante. Lo asegura  Enric González en el prólogo, y lo dirá cualquiera que lea las entrevistas que dan forma a este libro. El autor huye del protagonismo, y demuestra que para extraer información de alguien no es necesario ni atosigarle ni incomodarle. Solo es necesario ser un gran conversador.

Finalmente, un viajero llamado Ander Izagirre reúne cuatro historias que son otras tantas aventuras, una por Groenlandia y las otras tres por Islandia. Reportajes repletos de información, pero con espacio para la ironía y el buen humor, que nos recuerdan aquellas piezas que publicaban los suplementos dominicales en su época dorada.

Tres libros minúsculos con periodismo enorme, con textos brillantes y necesarios, de esos que cada día cuesta más trabajo encontrar en la prensa diaria.