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Normalidad

A PP y PSOE les gustaría poder resetear la política española. ¿crtl + alt + supr? Apretar los botones y volver a empezar. Como si nada hubiera pasado. Como si no existiera Podemos (Ciudadanos es una réplica fallida), como si no hubiésemos disfrutado llamándoles “casta”. Como si no pudiera estar en entredicho la actual democracia, el sistema liderado por un partido que ha vencido dopado (financiando ilegalmente sus campañas). Les gustaría volver a la casilla de salida para competir como siempre, mano a mano, con el PP en el centro derecha (ultraderecha) y el PSOE en la izquierda (centro derecha). Comenzar desde el principio, manejando con discreción sus puertas giratorias, su ERE y su Gürtel, el sagrado bipartidismo, la ausencia de democracia interna…

“La vuelta a la normalidad de un sistema político”, adelantaba ayer mismo el diario progresista El País en un editorial titulado “Hacia la normalidad”. ¿Está claro? La normalidad no es combatir la desigualdad, o luchar por derogar la reforma laboral o la ley de seguridad ciudadana. La normalidad es que Mariano Rajoy vuelva a ser presidente del Gobierno, y el PSOE se asiente en la oposición. Estos últimos tardarán un poco en recomponerse, lo que tarde Susana Díaz en instalarse en Madrid y empezar a exigir su derecho a la sucesión. ¿Tres años? ¿Cuatro? Rajoy se retira, con la Gürtel y los ERE olvidados o prescritos, y llega la alternativa de poder. Orden y concierto. El PSOE gobierna, el PP en la oposición. Paz. Democracia. Normalidad.

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Ya es tarde para todo esto. Para volver a empezar. Lástima. Nadie dijo que fuera a ser fácil, pero es evidente que los tiempos (políticos) están cambiando. Que la normalidad no es lo que Cebrián entiende por normalidad. Que hemos olido sangre (¡Sí, se puede!), que conocemos otras formas de hacer política (Ayuntamientos de Barcelona, de Madrid…), que desmontar este sistema corrupto solo es cuestión de tiempo. Volver a empezar no es posible, porque la normalidad sí es posible.

P.D.

Huelga general en contra de las reválidas, la LOMCE y los recortes en educación.

Un motivo para NO ver la televisión

El corredor.

Autor: John L. Parker.

Editorial: Capitán Swing.

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Cuando los aficionados a correr se ponen a trotar se sumergen en un mundo propio, aislados del resto del universo por el ritmo de su respiración, por la sincronía de sus zancadas, por el esfuerzo y el sacrificio que supone una actividad personal e intransferible. Correr no es de cobardes. Correr es una filosofía de vida, es convertir el esfuerzo en experiencia vital, es acercarse al límite de la cotidianidad. La libertad se parece a correr.

“El corredor”, clásico del escritor norteamericano John L. Parker publicado en 1978, se incorpora ahora a la larguísima lista de libros sobre running publicados en España. Y lo hace a lo grande, subiéndose a un podium en el que le esperan nada más y nada menos que Haruki Murakami, con su “De qué hablo cuando hablo de correr”, y Jean Echenoz y su “Correr”. Tres obras fundamentales que hablan de la carrera no solo como ejercicio físico, sino como actividad mental, reflejando de diferentes formas, bajo diferentes perspectivas, la importancia psicológica que lleva implícita la carrera.

“En el universo del corredor, igual que en el océano, existe una jerarquía de ferocidad. En el mar, la fulminante barracuda que se zampa al veloz jurel es a su vez comida por el impresionante tiburón mako. En la pista, estas posiciones relativas están más o menos establecidas en negro sobre blanco, y solo un precio tan contundente como elevado puede llegar a alterarlas. El orgullo necesariamente brota y crece, un orgullo que únicamente puede proceder del esfuerzo incansable de reblandecer la carne renuente, de meses de dolorosa trituración y combustión de todo aquello que pesa, que debilita las fuerzas y resulta inútil para que un cuerpo se asemeje a un proyectil”.

Correr es duro. No todo es satisfacción psicológica y bienestar físico. En ocasiones, sobre todo cuando el deportista se exige más, se aísla y se fija metas complicadas, cuando quiere llegar a ser un atléta de élite, puede llegar aquello que Murakami llamó “la tristeza del corredor”. Precisamente de esta gente, aquellos que trabajan duro cada día para ser los mejores, trata buena parte del libro que nos ocupa…

“El peaje que el corredor –y todos los que le rodean- debía pagar era alto, tanto desde un punto de vista psicológico como físico. Se convertía en un ser débil, deprimido; necesitaba entre doce y catorce horas de sueño por las noches. Estaba literalmente desesperado por descansar, pasaba las horas que permanecía despierto con las piernas elevadas y vivía en un estado generalizado de irritabilidad. Se volvía asexual, de prestaciones –tal y como expresa el inmortal poema jocoso- ciertamente inútil en cuestión de citas amorosas. En suma, se volvió una persona bien desagradable”.

“El corredor” no es un libro con consejos para quienes comienzan a hacer running. Parker escribió una obra compleja, ambiciosa y profunda, que habla de las entrañas de la competición, de la mente del atleta. La historia de un corredor al que la vida, y sus reveses, invitan al aislamiento social y a la carrera como liberación. Sí, la soledad del corredor de fondo. Épico.