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Sábado antediluviano

Me acuerdo mucho de mi abuela. Era muy generosa, habladora y divertida, algo cándida, muy asustadiza y ligeramente conservadora. No tanto como para votar al PSOE, pero lo suficiente como para creer que un grupo de terroristas de inspiración nazi pretende tomar el poder en España para matar a Hermann Tertsch, primero, e imponer al resto de la población su ideología socialdemócrata radical, después. “¿Seguro que es de fiar ese chaval de la coleta?”, diría la pobre sin dejar de remover su carajillo de coñá de media tarde.

Me acordé mucho de mi abuela el sábado, porque todos sus temores revolucionarios hubiesen desaparecido tras ver el programa estrella de La 1 de TVE para esa noche: “Sábado sensacional”, una gala producida por José Luis Moreno con Ana Obregón como presentadora. Sí, ha leído bien: el 9 de agosto de 2.014 la televisión pública española estrenó a las diez de la noche una versión del mugriento “Noche de fiesta”, presentado por Ana Obregón, producido por José Luis Moreno y con momentos tan entrañables como, no se lo pierda, la actuación de Isabel Pantoja junto a su hijo Kiko Rivera.

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“Todo sigue en orden, no me he perdido nada”, diría mi abuela cerrando tras ella, con un fuerte porrazo, la tapa del ataúd. La buena mujer no llegó a conocer en todo su volumen al hijo de la Pantoja, pero sí disfrutó de los desnudos veraniegos de la Obregón, de los grititos de chinchilla de José Luis Moreno e incluso de las carcajadas equinas de Loreto Valverde en “Risas y estrellas”, allá por el final del siglo XX. La nueva última voluntad de mi abuela, tras ver “Sábado sensacional”, sería que sellase su féretro con hormigón armado y no volviese a molestarla nunca más.

El presidente del Gobierno dice que en España las cosas van mejor que lo previsto. Es fácil imaginarle en Moncloa, disfrutando de “Sábado sensacional” con el Marca a su vera. Tronchándose con los chascarrillos sexistas de Ana Obregón y el resto de presentadores, o con el gag clasista de la “sirviente” alcohólica, o con esos guiones en los que se nota el toque sutil de José Luis Moreno. ¿Que no recuerda a José Luis Moreno? Por favor, husmee en los callejones más sórdidos de su memoria audiovisual. José Luis Moreno, el de los muñecos. El padre de Monchito, Macario y Rockefeler. El ventrílocuo que era médico, que sabía muchos idiomas, que vivía en un casoplón y que fue cosido a hostias por unos ladrones. El que chillaba como una grajilla aquello de “Es guapa, es lista, sabe cantar, sabe bailar… uh,uh,uh”. Pues ese José Luis Moreno, el rey de la horterada, el maestro del chiste vulgar, el máximo representante de la televisión rancia y acartonada, es el flamante nuevo fichaje de TVE. Como lo oye.

“Sábado sensacional”, el programa que estrenó el sábado por la noche TVE, la televisión pública española (no lo olvide), es uno de los motivos por los que en El Descodificador no se habla sólo de televisión.

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Un motivo para NO ver la televisión

La ira de los ángeles.

Autor: John Connolly.

Editorial: Tusquets.

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Me ha decepcionado profundamente el último libro de Connolly con Charlie Parker como protagonista. Y me temo que se trata de un problema mío, no del escritor irlandés. Connolly ofrece en “La ira de los ángeles” lo que sus seguidores esperan. Más de lo mismo. Misterio clásico aliñado con siniestros fenómenos sobrenaturales. Cuerpos que se consumen pero no mueren, creyentes, espíritus migratorios, cadáveres negros que luchan por volver…

Connolly se repite. Como se ha repetido hasta ahora, en los doce volúmenes previos sobre el detective privado Parker y sus investigaciones en Maine y alrededores. Debe ser mi cabeza la que ha dicho basta. “La ira de los ángeles” me parece una vuelta de tuerca más, innecesaria, repetitiva, incapaz de sorprender, al mundo de fantasía macabra creado por Connolly con enorme éxito. Es decir, que ya he leído todo sobre el Colecionista, los hombres que arrancan la piel a sus víctimas, la naturaleza del Mal y demás zarandajas.

Cuestión de honorabilidad

Antonio Lobato, el periodista que comenta la Formula 1 en La Sexta, entrevistó en la tarde del domingo, justo antes del comienzo de la carrera en Brasil, a Emilio Botín, presidente oficial del Banco Santander y presidente oficioso de este país. Un latigazo eléctrico me recorrió la columna vertebral, desde la rabadilla hasta la nuca. Esa entrevista, solo dos días después de que el Gobierno indultara a Alfredo Sáenz, vicepresidente y consejero delegado del Santander y mano derecha de Botín, era el sueño de cualquier periodista. Con la mano derecha Lobato sostenía el micrófono, y con la izquierda acariciaba la barriga del banquero en un intento por ganarse su confianza. ¿Y la mano de la guadaña? No había guadaña. Lobato pregunta a Botín por el futuro de la fórmula 1, y el banquero le responde que el año próximo Fernando Alonso volverá a ser campeón.

Periodísticamente hablando, Lobato dejaba escapar vivo a Botín. Pero laboralmente hablando, el locutor conservaba su puesto de trabajo. Porque ¿tendría en este momento trabajo Lobato si hubiera preguntado a Botín por su secuaz? La profesión vive momentos complejos, y para conservar las lentejas es imprescindible no perder el respeto a nuestros honorables superiores.

Honorable es el tratamiento honorífico que se otorga a aquel que actúa con tanta dignidad y honradez como para ser respetado. Honorable era, es y será por siempre Alfredo Sáenz, vicepresidente y consejero delegado del honorable banco de Santander: el viernes el honorable Gobierno le indultó, con el beneplácito del honorable Mariano Rajoy, suspendiendo la ejecución de la sentencia del honorable Tribunal Supremo que le condenaba a prisión e inhabilitación por un delito de estafa procesal y presentación de acusación falsa. No le indultaron para evitar que fuese sodomizado en las duchas durante su paso por prisión, no, sino porque de haber cumplido la condena, no hubiese cumplido los requisitos de “honorabilidad” que exige el Banco de España para los ejecutivos del sector financiero.

La honorabilidad es un don solo al alcance de unos pocos elegidos. Ahí tenemos al no ya honorable, sino Molt Honorable Senyor Francisco Camps, ex presidente de la Generalitat Valenciana. Pese a estar imputado por el caso Gürtel, Camps disfruta de ese tratamiento de manera vitalicia y, de paso, de coche oficial, chofer, escolta y dos asesores.

Ser honorable es un hecho, pero también un estado de ánimo. Me imagino que se sentirán ahítos de honorabilidad todos aquellos socialistas que, mudos y mirando para otro lado, asistieron al comité federal del pasado sábado como si nada hubiese pasado unas horas antes. Como si el gobierno de Zapatero, su gobierno, no hubiese terminado de la peor manera posible: renegado de sus iniciales. No de la E de España del honorable Bono, sino de la S de socialista. Como si indultar a un banquero en este país, en las circunstancias actuales, no fuese la mayor burla que podemos esperar de unos políticos que se dicen de izquierdas.

Por cierto, el antónimo de honorable es miserable.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Más allá del espejo.

Autor: John Connolly.

Editorial: Tusquets.

 

La oscuridad de los sueños

Autor: Michael Connelly.

Editorial: Roca.

Connelly y Connolly, el norteamericano y el irlandés, unidos en un mismo post, en la misma reseña. El motivo es bien sencillo: ambos escritores acaban de lanzar sus nuevos libros. Y tienen muchas cosas en común… Como por ejemplo que se trata de más de lo mismo. Nuevas aventuras policiacas de calidad, bien escritas, que enganchan con sencillez y se mantienen fieles a los principios que han llevado a sus autores al éxito masivo. Ni dinamitan ni siquiera revitalizan el género. Se limitan a mantenerlo vivo… y bien.

John Connolly nos invita a visitar una casa llena de espejos y de malos recuerdos. En la más breve de las historias del detective Charlie Parker se repite el ambiente siniestro, entre la realidad y la fantasía macabra, de sus mejores títulos. Michael Connelly crea la figura de un periodista de sucesos a punto de jubilarse que recuerda a otros de sus personajes: concienzudo, irónico, algo cínico… En su última crónica, la que debe ser la mejor, trata de demostrar la inocencia de un joven yonki acusado de asesinato.

Poco más que decir, excepto que ambos libros se leen en un santiamén y dejan el regusto de los placeres ya conocidos. Escritos para sus respectivos fans, no les desilusionarán…

malamadre & Co

Durante la agobiante campaña promocional que TVE ha dedicado a la ceremonia de los Goya, su presentador, Andreu Buenafuente, advirtió de la necesidad de ir al servicio antes de que comenzase la retransmisión. Por aquello de la ausencia de publicidad en la televisión pública y el ritmo frenético previsto para la gala. Un consejo a tomar muy en serio, puesto que venía de uno de los accionistas de La Sexta, la cadena del buen cine nacional, el de Chuck Norris, Steven Seagal y Jackie Chan. El presidente de la Academia del Cine y los suyos parecían tenerlo todo calculado con precisión cinematográfica. Por tanto, una vez aliviada la vejiga y vaciado el vientre podía sentarme a disfrutar de la gran fiesta del cine español…

… si no hubiese sido por un pequeño detalle: el Atlético de Madrid y el Barcelona estaban jugando a esa misma hora. ¡Malditos peliculeros! No respetan nada. Menos mal que en TVE Carlos del Amor, ese periodista-protagonista de la información cultural, ya había advertido de que lo bueno estaba al final. Es decir, 160 minutos después del comienzo de una fiesta gremial que, al no ser mitómano, me interesa tanto como el congreso nacional de reumatología.

¿Se puede amar el cine y pasar de los Goya? Yo creo que sí. Disfruté mucho, muchísimo con “Celda 211”, pero no me interesa demasiado saber quién es el mejor director de producción o la mejor interprete femenina de reparto; me ruborizan los elogios, las palmaditas y las vanidades; y el glamour me produce sarpullidos.

“No somos tan importantes”, dijo Alex de la Iglesia, que prometió un discurso épico, en un momento hiperrealista del mismo. Y habló de ombligos, de que la gente del cine tiene posters de ombligos en sus casas. No son los únicos: los periodistas, sin ir más lejos, tenemos también ombligos grandes, muy grandes. Y con pelotillas. Los blogs, no sé si se ha dado cuenta, son ombligos digitales cargados de electricidad estática. Atraen más roña que si fueran analógicos. Volvamos al cine…

La noticia es que fue un gala digna, impecable en muchos aspectos (realización, guión, presentación), imagino que muy interesante para los ombligos, perdón, para los profesionales, de la industria cinematográfica. Pero también creo que fue una gala larga, interminable, para quien disfruta viendo cine pero no sabe los nombres de los actores, ignora las tripas del mercado y está cansado del ombliguismo rampante. ¿La sorpresa final? Almodovar. Tras mucho suplicar, Dios bajo a la tierra, se reconcilió con la Academia y asistió a los Goya para que el público se levantara de sus asientos y Alex de la Iglesia chupara algunos planos más.

En cualquier caso, parece que el cine español recupera la salud y se sobrepone a los malos tiempos. Buenas noticias. La culpa no era de la gente del cine, ni muchísimo menos. La crisis del cine era consecuencia de la debacle económica, y por tanto se debía, como muy bien ha comentado Rouco Varela (cardenal arzobispo con nombre de actor porno, por cierto), a “causas espirituales” y “ético morales”. Ya sé que lo normal sería no dar ninguna importancia a las palabras de un cardenal arzobispo, o por lo menos no más que a las de los líderes de otras sectas religiosas, pero la verdad es que tienen gracia. Me las imagino dentro de un guión de Azcona, o en una película de Berlanga. Humor surrealista. O en una entrevista a Bigas Luna. Él fue quién dijo que “hacer cine es jugar a ser Dios”. Es decir, a ser Almodovar.

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P.D. 1

Curry Valenzuela tiene problemas con el ordenador durante su programa. ¿Y cómo cree que lo soluciona? ¿Esperando al final y avisando a los informáticos, como haría todo el mundo? De ninguna manera. Tirando el portátil al suelo. Grandes males, grandes remedios. Supongo que influye en tan violenta decisión que el ordenador no es suyo, que es de todos los madrileños (Telemadrid es, aunque no se lo crean, una  televisión pública). Y todo en riguroso directo.

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P.D.2

Lo mejor del fin de semana, con mucha diferencia y sin ninguna promoción por parte de TVE, fue la emisión de “Nómadas del viento”. Una maravilla. Una película documental sobre las aves migratorias absolutamente recomendable. Al ser televisión pública en estado puro, es posible que hayan querido que pasase desapercibida…

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Un motivo para NO ver la televisión

Los amantes.

John Connolly.

Tusquets.

Charlie Parker ha perdido su licencia y trabaja en un bar de Portland. Podría ser el comienzo de una vida tranquila, pero el pasado siempre regresa para atormentarle, para meterle en líos, para rodearle de muertos. En este caso se trata de la memoria de su padre, un policía que en un momento de locura mató con su arma reglamentaria, y aparentemente sin motivo alguno, a una pareja de adolescentes. Horas después se suicidó pegándose un tiro en la boca en el garaje de su casa. Su hijo comienza a hacerse preguntas, a entrevistar a los camaradas de Will Parker, a mirar por el retrovisor.

Como de costumbre, la última novela de John Connolly juega con lo indescifrable. Seres que vienen del más allá, muertos que regresan a la vida, un maligno todopoderoso y quién sabe si eterno… “Los amantes” arranca con solvencia, y discurre de manera frenética gracias a la incorporación a la trama de un periodista que pretende convertirse en biógrafo de Parker. Otra gran historia policiaco-gótica del maestro Connolly. Las dudas surgen con el final, un tanto decepcionante no por no cerrarse (volverán los ángeles negros) sino por no estar a la altura emocional del resto de la trama.