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Los actores y la crisis

Los actores son unos mierdas. Todos. Bueno, todos menos Arturo Fernández, que es un cachondo. Arturo Fernández el chatín, cuidado, no el vicepresidente de la CEOE. Y si no ya me dirá usted… Maribel Verdú, la que dedicó su Goya a los desahuciados, asistió a la ceremonia vestida de Dior. Como se lo cuento… Dior es una marca de ropa de lujo, por si usted es más de Zara. Y qué me dice de Candela Peña, que dijo que había visto morir a su padre en un hospital donde no había ni mantas ni agua. Pues resulta que los sindicatos del hospital de Viladecans aseguran que no faltan ni agua ni mantas… “salvo algunos días puntuales de colapso”. ¡Qué mala leche la del padre de la Candela, ir a palmar un día de colapso! ¿Y qué me dice usted de Javier Bardem? El muy puñetero defiende al pueblo saharaui de manera beligerante, con uñas, dientes y documentales, pero sin embargo luego va y se lía con una madrileña. ¿Se le puede llamar a eso coherencia?

Por eso me sentí en buenas manos cuando Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, señaló: “algunos de nuestros famosos actores no pagan impuestos en España”. ¿Cómo? ¿Que algunos de nuestros famosos actores no cumplen con Hacienda? ¿Y los menos famosos, esos de reparto? ¿Y los nada famosos, esos actores fracasados? Madre mía, ¡qué notición, qué escándalo y qué alboroto! Resulta que la culpa de la crisis que estamos viviendo la tienen los jodíos peliculeros: “El día que (los actores) paguen, las bases imponibles serán más amplias y la recaudación corrigiendo el déficit público podrá bajar en nuestro país”, aseguró Montoro sin despeinarse.

Montoro es un pedazo de ministro. Ya nos lo advertía su aspecto de roedor: qué mejor que una ardilla para almacenar recursos, para cuidar la despensa. Y lo ha confirmado su manera de acabar con la crisis a golpe de insinuación. ¿Tirando la piedra y escondiendo la mano? No, recaudando impuestos a los actores famosos. Esos que aprovechan las fiestas del cine español subvencionado para quejarse del Gobierno que les da de comer. Esos que, recuerde, tienen en sus manos la salida de la crisis: “el día que paguen, las bases imponibles serán más amplias y la recaudación corrigiendo el déficit público podrá bajar en nuestro país”.

El responsable de la Agencia Tributaria Española lleva tiempo demostrando que es un político de altura: su amnistía fiscal y su gestión del caso Bárcenas así lo demuestran. Es normal que los ciudadanos le adoren. Fíjese hasta que punto que Armando del Río, actor y ciudadano, le ha escrito una carta. Una de esas misivas que hacen que se te ponga un nudo en la garganta y broten las lágrimas: “Montoro, pequeño Gollum, si quieres crear cizaña lo has conseguido, si quieres criminalizar a todo un sector profesional, lo estás consiguiendo, pero si lo que dices es que por lo que defraudan algunos actores la situación del déficit español mejoraría, teniendo a un ex-tesorero de tu partido con 22 millones de euros que no se saben de donde han salido, en Suiza, es que eres más tonto de lo que, lamentablemente, pareces”.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Emmylou Harris & Rodney Crowell.

Cd: Old Yellow Moon.

Dos grandes estrellas de la música norteamericana unidas en un proyecto común, interpretando doce canciones de corte clásico escritas a su medida. Emmylou, musa de Gram Parsons, quizá sea la cantante country más grande de todos los tiempos. Rodney Crowell, toda una garantía como compositor y guitarrista, se mantiene desde finales de los setenta en primera línea de fuego.

Cuentan que en 1975 la de Alabama pidió al tejano que formara parte de su banda: “Lo primero que oí de Rodney fue una maqueta en 1974 y supe inmediatamente por su voz y letras que tenía buen material. Nos conocimos poco después, llegando a ser compañeros de grupo en la Hot Band e iniciamos una amistad que continuó y creció a lo largo de los años. Siempre esperé que algún día pudiésemos hacer este disco, y ahora, finalmente, puedo tacharlo de mi lista de deseos”. Cuatro décadas después han grabado un álbum que arranca con guitarras de pedal en la más pura tradición vaquera. Mucha balada, algún medio tiempo, y la sensación de que Crowell podía haber metido algo más de caña.

Un disco que, pese a su melancolía, encantará a todos los seguidores de los sonidos campestres. Incluye grandes canciones de Crowell, y versiones de, entre otros Kris Kristofferson, Hank DeVito, Roger Miller y Patti Scialfa.

¿Hasta cuándo?

Deberíamos estar orgullosos  de Pedro Almodovar, Javier Bardem y Miguel Ríos. Yo lo estoy. Y eso que desde “Mujeres al borde de un ataque de nervios” el cine de Almodovar no me interesa demasiado, en ocasiones Bardem me parece una versión ibérica de Jack Nicholson y Ríos lleva años sin ofrecernos un gran disco. Estoy orgulloso de ellos porque han prestado su imagen y su voz a las víctimas del franquismo con intención de reivindicar “justicia” y exigir “una autentica política pública en materia de memoria”. En la campaña, llamada “Cultura contra la impunidad”, Pedro, Javier y Miguel cuentan en primera persona, y mirando directamente a cámara, los casos de otros tantos desaparecidos durante la Guerra Civil y la dictadura franquista.

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Todos tienen un gran mérito. ¿Qué ganan estas tres leyendas poniendo su imagen a disposición de una campaña como ésta? Nada. “Ya están otra vez ahí los de la ceja”, dirán algunos. A Almodovar le acusarán de recibir subvenciones socialistas, a Bardem puede que le increpen en algún restaurante, y Miguel es posible que entre en la lista negra de algunos ayuntamientos y pierda conciertos. Por eso esta campaña “contra la impunidad” y  “por la dignidad de la víctimas del franquismo” es obra de artistas, pero también de patriotas, un término que no es propiedad exclusiva de la derecha.

Quince actores, escritores y músicos cuentan otras tantas historias de desolación, muerte y olvido. Una campaña impecable. Técnicamente, por su sencillez y eficacia: un plano fijo, una luz cálida, una mirada profunda y la voz del protagonista sonando como un cañonazo en nuestras conciencias: “No tuve juicio, ni abogado ni sentencia. Mi familia me sigue buscando. ¿Hasta cuándo? ”. Y emocionalmente, por ayudarnos a no olvidar un momento fundamental de nuestra historia, por recordarnos que no podemos abandonar a aquellos que lucharon por la libertad, por nuestra libertad…

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P.D.

¿Puede un partido que antaño fue de izquierdas impedir que uno de sus dirigentes participe en tertulias ultraderechistas? Sí. El Partido Socialista de Madrid ha prohibido a Antonio Miguel Carmona, un hombre con aspecto de protagonista de culebrón que ejerce de Secretario de Economía del PSM-PSOE, participar en el programa de televisión donde llaman “guarras, puercas y zorras repugnantes” a las políticas con las que no están de acuerdo. Ya saben, “El gato al agua” (Intereconomía).

Carmona tiene que estar deshecho: nadie le conocería si no fuese por las tertulias televisivas, auténtico trampolín mediático para políticos metrosexuales y de medio pelo. Les recuerdo que a Carmona se le podía ver habitualmente en los platós de Telemadrid (“Madrid opina”), Telecinco (“El programa de Ana Rosa”), TVE (“59 segundos”) e incluso en los de La Sexta, Veo 7 e Intereconomía. Con tanto protagonismo televisivo lo raro es que Carmona tuviese tiempo para trabajar para el partido. O para los ciudadanos.

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Un motivo para NO ver la televisión

Diario de Oaxaca.

Autor: Oliver Sacks.

Editorial: RBA.

Oliver Sacks es Catedrático de Neurología Clínica en la Universidad de Columbia. Y también un escritor original, incisivo y de muy largo recorrido. Su libro más conocido es “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero” (Anagrama), un clásico de las historias clínicas y psicológicas. Después llegaron los también recomendables “Despertares” y unas memorias, científicas y emotivas a partes iguales, tituladas “El tío Tungsteno”.

“Diario de Oaxaca” no tiene nada que ver con lo que hemos leído anteriormente de Sacks. Es un libro de viajes que cuenta de manera rápida y directa una expedición de una semana a Oaxaca en busca de pteridofitas. ¿Cómo? Sì, sí, esas plantas sin semillas llamadas vulgarmente helechos. Sacks es miembro de la Asociación Americana del Helecho, y junto a treinta colegas recorre los alrededores de la capital mexicana en busca de plantas. Y también de otras muchas cosas… Breve, en ocasiones pedagógico, en otras excesivamente botánico, siempre muy descriptivo, este librito se lee en un suspiro y deja claro el brutal talento de Sacks para la narración. Para cualquier tipo de narración.

Eutanasia para Telemadrid

José Antonio Ovies, presentador del programa de Telemadrid “7 días”, un informativo en la línea del clásico “Informe semanal”, define la manifestación por el empleo que se celebró en Madrid el pasado sábado: “Turismo de manifestantes. Como en los viejos tiempos de la dictadura”. Para dar fuerza a sus palabras utiliza imágenes no de la propia manifestación, convocada por UGT y CCOO, sino de las concentraciones de apoyo a Francisco Franco que se celebraban en la plaza de Oriente.

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Aquellos que comparten la vida con un perro estarán de acuerdo conmigo en que hay que vigilar su salud y ofrecerle toda clase de atenciones y cuidados. Son nuestros compañeros y amigos. Hasta que desgraciadamente la situación del perro, por enfermedad o vejez, se hace irreversible. Cuando no hay solución, y para evitar la agonía del animal y el sufrimiento de todos, sólo queda la eutanasia.

Telemadrid es un perro rabioso. Desinforma, manipula, censura, miente…Y pierde audiencia y dinero. Es muy posible que la eutanasia sea la única solución para esta televisión enferma. Emitir una información sobre la marcha sindical que convocó a más de 50.000 personas únicamente con imágenes de manifestaciones franquistas es intolerable. No sólo periodísticamente, sino también a nivel social y político. Se trata de una burla para todos aquellos que financian la cadena. Los madrileños. TODOS los madrileños, no sólo los votantes de Esperanza Aguirre. Pero lo peor es que no se trata de una situación nueva o sorprendente: Telemadrid traspasa todos los días la frontera del esperpento.

Creo en la televisión pública. Una televisión de servicio al ciudadano, sin intereses comerciales, libre de la presión del negocio audiovisual. La televisión desde donde recibir información limpia, entretenimiento digno, ocio de calidad. Pero empiezo a creer que determinadas televisiones públicas no tienen solución. Telemadrid se ha  convertido en un cáncer para los ciudadanos madrileños, obligados a financiar el órgano de propaganda del gobierno de su comunidad.

Eutanasia para Telemadrid. Sin ella los madrileños serían más libres.

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P.D.1

Hermann Tertsch presentará el editorial de “Diario de la noche” (Telemadrid) desde el hospital. Se trata de una gran idea, puesto que el periodista supuestamente agredido alcanzará cotas de teatralidad y dramatismo sólo comparables a las de Javier Bardem en “Mar adentro”. Ya me lo estoy imaginando soltando, desde su lecho del dolor, frases tan interesante como la de ayer: “Los que me agredieron pueden ser moros o gente normal, del cine o de la SGAE”.

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P.D.2

El eyaculador interior Sánchez Dragó es uno de los gurús de Telemadrid. Y uno de los grandes beneficiados del agónico estado de esta televisión. Según la plataforma “Salvemos Telemadrid”, Dragó ha facturado “desde 2005 a la cadena 1.200.000 euros, aproximadamente, por el programa “Las Noches Blancas” (con una media de audiencia de un 3%). Más unos 36.000 euros por 4 programas de “Dragolandia” (con una media de un 4.1%). Más unos 350.000 euros por presentar “Diario de la Noche” durante año y medio”.

¿Saben cómo ha conseguido un personaje como Dragó afianzarse en la cadena pública y en el diario El Mundo? Siendo un miserable. Es decir, provocando, defendiendo lo indefendible, insultando, faltando al respeto, mintiendo… El último ejemplo de su sórdida técnica de superviviencia es un texto publicado en el diario de Pedro J. sobre los  cooperantes españoles secuestrados en Mauritania, a los que llamó “gorrones sin fronteras”. Lean a Sánchez Dragó: “Mi mujer, que es japonesa, exclama: ¡Menudo chollo! Los españoles pagáis al contado y, encima, convertís en héroes a esos pijos. Razón lleva. Pijos, caraduras, gilipollas y gorrones, añado. ¿Acció solidaria? No. Acción mamaria (de mamoneo). Lo de esa gubernamentalísima organización no gubernamental es como para clamar al cielo en el que sus frailes no creen. Pijos, porque basta verlos, saber quiénes son sus papis y pasar lista a los enchufes de los que viven. Caraduras, porque jeta de granito hay que tener para asegurar que es la misericordia -solidaridad, la llaman. Jerga progre- lo que los mueve. ¡Oh, cuánto sacrificio! ¡Qué entereza de ánimo la que los lleva a arrastrar las penalidades del turismo de aventura! Gilipollas, porque lo es en grado sumo todo el que piense que con unos cuantos camiones cargados de alubias, chocolatinas y preservativos va a sacar de apuros a millones de personas gobernadas por sinvergüenzas”.

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P.D.3

“Nos tenemos que despedir. Volveremos más adelante”, acertó a decir Pepa Bueno cuando apenas habían transcurrido doce minutos del Telediario (TVE) de las nueve de la noche. Pudimos escuchar esas palabras, pero ella tenía la boca cerrada. Entró un bloque publicitario de ocho  minutos. Después llegó la información meteorológica. Fueron doce minutos de Telediario absolutamente surrealistas en los que había un desfase de varios segundos entre el sonido y la imagen. Doce minutos caóticos, absurdos, patéticos. Y a las nueve y veinticinco minutos, tras la información meteorológica… ¡arrancó de nuevo el Telediario!

P.D.4

“Lo que no puede ser es que el Gobierno quiera prohibir el tabaco y no el alcohol, que es igual de perjudicial para la salud”, dice la tertuliana de “Los desayunos de TVE”. Gran error. Puede que para la salud del que bebe y fuma ambas prácticas sí sean igual de perjudiciales. Para el que se sienta en la mesa de al lado, no: respiramos el humo ajeno, pero no bebemos sus copas. ¿Es tan difícil de entender? No, pero es que entonces la culpa no sería de Zapatero.

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No hay bestia tan feroz.

Autor: Edward Bunker.

Editorial: Sajalín.

Leer “La educación de un ladrón” (Alba), primer libro editado por Bunker en España, me produjo un placer salvaje y visceral. Era posible una nueva novela negra. Bunker, el preso más joven de San Quintín con 16 años, sobrevivió a una vida al límite y alcanzó la madurez escribiendo sin tapujos. Con la misma naturalidad con que disparaba una recortada, sodomizaba a un preso afeminado o se metía un chute de caballo. Bunker era auténtico. Y “La educación de un ladrón”, autobiografía de un chorizo, todo un clásico.

“No hay bestia tan feroz”, el primer libro escrito por Bunker, se ha editado por fin en España. Y es otra pequeña maravilla. El sórdido submundo de Los Angeles proporciona nuevos y sorprendentes  personajes, historias condenadas a terminar a tiros,  violencia fuera de control. El instinto de supervivencia de Max Dembo, el protagonista, resulta inagotable y enternecedor. Tanto como su capacidad para generar conflictos y provocar dolor. Pero no esperen arrepentimiento. El protagonista de este libro es un delincuente que odia la sociedad, asesina a sangre fría a un policía, ejecuta a un amigo chivato, y se sumerge en una huida sin final. Un criminal que roba, mata y se coloca para sobrevivir. Un guía de lujo para recorrer el lado oscuro de L.A.