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Verano viejuno

Un montón de motivos para NO ver la televisión

Ni una sola novedad. Ni un libro o un disco de escaparate. Solo antiguallas, a modo de recuperación, quizá de saldar deudas. Durante el mes de agosto no he leído un solo libro editado recientemente, y me he dedicado a recuperar clásicos discográficos. He aquí la lista de ilustres resucitados, por si sirven de inspiración a alguien. En breve regresarán los nuevos títulos…

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- El canto de la tripulación, de Pierre Mac Orlan (Ikusager).

Un clásico de piratas con personajes inolvidables, sueños de grandeza y aventuras de otros tiempos. Breve y poético, debería leerlo cada verano.

- Memorias, de Isaac Asimov (Ediciones B).

Un loco entrañable, con un gran concepto de si mismo y cientos de libros a sus espaldas. Se reconoce como escritor prolífero, antes que como gran escritor, y lo cuenta con mucha gracia. Va de menos a más, hasta convertirse en imprescindible para quienes pretendan sumergirse en el mundo de la ciencia ficción.

- Las minas del rey Salomón, de H. Rider Haggard (Valdemar).

Aventuras en estado puro. Hacía tiempo que no leía a Rider Haggard, y decidí regresar al escritor victoriano por la puerta grande: las hazañas del cazador Allan Quatermain me recuerdan los viejos y buenos tiempos, cuando el niño viajaba por África a lomos de un libro. Tan emocionante como aquella primera vez.

- Más allá del Oeste, de Ángel Fernández-Santos (Ediciones El País).

Compré este libro escrito en 1988 en un puesto callejero madrileño por un euro. Estaba dedicado por el autor, con quien tuve la suerte de trabajar en El País, a Eduardo Chamorro: “esos territorios más allá del cine, al oeste del Oeste”. Devoré los diálogos western recopilados por el más grande de los críticos de cine, y añoré su talento y su generosidad.

- Ken Parker, de Berardi y Milazzo (ECC Ediciones).

A medio camino entre dos géneros, el western y la aventura, este clásico olvidado de dos grandes del cómic italiano se ha recuperado en pequeños tomos que incluyen, en alrededor de 200 páginas (9,95 euros), dos historias de un trampero llamado Ken Parker. Blanco y negro para unas peripecias editadas en los setenta que hablan de antihéroes y grandes espacios abiertos.

- Laid Back, de Gregg Allman.

El primer disco en solitario del fundador de los Allman Brothers es una de mis grabaciones sureñas favoritas. Se ha reeditado en una versión extendida que, a diferencia de la mayoría de estos sacaperras, merece la pena: incluye 18 canciones extras, alguna en directo, otras con nuevas mezclas y, lo más interesante, demos acústicas francamente emocionantes.

- I Have Always Been Here Before, de Roky Erickson.

El pasado 31 de mayo murió uno de los grandes: el que fuera líder de los 13th Floor Elevators Roky Erickson. Y lo hizo de manera discreta, como fue toda su vida. Una vida marcada por las drogas, los problema mentales y las grandes canciones. Nada menos que 43 de ellas se han recopilado en este disco doble, una joya sicodélica en las que se alternan los momentos ácidos, los aullidos desesperados y el pop perfecto.

- The WiserMiserDemelza: Complete Big Beat Sessions, de The Prisoners.

Han pasado 25 años del lanzamiento del mejor disco de la mejor banda británica desconocida. Un momento inmejorable para recuperar esta maravilla garajera, convenientemente ampliada.

- Siren of the Disch, de Jason Isbell.

Otra reedición de un primer disco formidable, en este caso grabado en los legendarios estudios FAME por el cantante y guitarrista Jason Isbell. Miembro de Drive by Truckers, nacido en Muscle Shoals, Isbell es uno de esos tipos que transitan los caminos en los que el rock y el soul se cruzan. Incluye cuatro canciones nuevas, producto de aquellas sesiones de 2007, y solo por ese EP merece la pena hacerse de nuevo con el disco.