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la información y la propiedad

Hace unos días, paseando por la madrileña plaza de Callao, vi a dos indigentes junto a la puerta de unos grandes almacenes. Hacía frío. Estaban tumbados en el suelo, sobre unos cartones, cubiertos con ropas mugrientas y acompañados de perros esqueléticos. Sus cabezas, cubiertas con gorros de lana, se tocaban. Ambos observaban atentamente la parte de atrás de la caja que sostenía su demanda (“algo para comer”) y el platillo de la limosna. Un hombre dejó caer unos euros, pero ni siquiera el tintineo de las monedas consiguió desviar su mirada hipnotizada. ¿Congelados? ¿Colgados? ¿Borrachos? No. Desde un lateral se podía ver una pequeña televisión dentro de la caja, bajo el platillo.

Mucha gente piensa que la televisión e internet han democratizado el acceso a la información. Pero eso no es del todo cierto. Si lo fuese, no sucederían cosas como las que se pueden ver estos días en telediarios y periódicos. Trinidad Jiménez, ministra de Sanidad y Política Social, ha dicho con la cabeza muy alta y sin disponer de ningún indicador global que sustente sus palabras, que, pese a la crisis, en España no ha subido el número de pobres. Lamentablemente, y a pesar de las facilidades para acceder a los medios y a la información, un inmigrante esloveno de 24 años que vivía en Valencia no debió escuchar la noticia y ha muerto aprisionado al intentar extraer prendas de un contenedor callejero de ropa usada. Tampoco deben haberse enterado de las palabras de Jiménez miles de inmigrantes más, puesto que el número de extranjeros afiliados a la Seguridad Social ha caído el último año un 4,68 %.

Me voy a atrever a pedirles un pequeño sacrificio económico: compren Público mañana sábado. El periódico será estupendo, como cada día (tiene una plantilla de lujo), pero les recomiendo ese ejemplar con especial interés porque incluye como regalo un libro de Pierre Joseph Proudhon, el legendario filósofo y revolucionario francés. No se trata de un libro cualquiera, sino de “¿Qué es la propiedad?”. Un clásico. Es decir, que por dos míseros euros usted se irá para casa con toda la información del día y con un manual anarco socialista que denuncia los abusos a que da lugar la concentración del poder económico y de la propiedad privada. Agradézcanle el obsequio a Jaume Roures, el empresario catalán propietario de Público. Y del grupo de comunicación Mediapro, de la cadena de televisión La Sexta, de los derechos de la liga de fútbol,  del campeonato del mundo de fórmula 1…

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P.D.

Gabilondo se despidió anoche de Cuatro. Y lo hizo definiéndose como “un veterano en etapa de aprendizaje televisivo”. Inmediatamente después  entraron los deportes, con las imágenes de una modelo desnuda tapándose las tetas con el brazo.

Suele pasar que, cuando alguien falta, es cuando más se le echa de menos. Somos así de miserables. Pues este es exactamente el caso de Iñaki Gabilondo, un periodista que, desde el primer minuto en que dejó  Cuatro para pasar a CNN+, parecía más necesario que nunca en una cadena generalista. Puedo estar de acuerdo con aquellos que piensan que su ritmo televisivo era escaso, su vanidad alta y su capacidad para impartir doctrina excesiva. Pero por encima de ello deberíamos valorar su trayectoria, su seriedad y su credibilidad.

“Yo venía a ser el extravagante pelmazo que estaba colocado en un sitio diferente… Puede poner como titular que yo no he dado lo que se esperaba y que no he dado la medida”, asegura en una entrevista publicada por El Periódico. Lleva sólo unas horas fuera de Cuatro y ya se le echa de menos.

verdades como puños

“No he perdido la fe, pero la estoy perdiendo”, dijo Iñaki Gabilondo en la presentación de su último libro, modestamente titulado “Verdades como puños” (Aguilar). El veterano periodista tenía motivos para desconfiar: el próximo jueves presentará por última vez el informativo estrella de Cuatro. La cadena de Prisa (y de Telecinco)  prescinde de la estrella que inauguró la cadena, en lo que debería entenderse como una declaración de principios. Ofrecer información de calidad ya no es lo más importante. Vamos a por la audiencia perdida. Gabilondo ha muerto… ¡Vivan los Manolos!

Un primer análisis podría hacernos considerar al veterano periodista como la primera víctima de la fusión entre Telecinco y Cuatro. Un daño colateral. La sombra de Berlusconni, el hombre que amordaza Italia, planea sobre los medios de comunicación españoles. Pero no todo el mérito es de il Cavalieri. Ni siquiera del actual Gobierno, que ha empobrecido el panorama audiovisual facilitando la fusión de cadenas. A Gabilondo ya le había sentenciado la audiencia. Su telediario “de autor” no enganchó a los televidentes y, pese a ser el informativo más serio de la parrilla (como lo están leyendo), su jubilación sólo era cuestión de tiempo. La marcha hace un par de meses del director de informativos de la cadena, José María Izquierdo, otro veterano ilustre, fue un aviso para navegantes.

“Me jubilaré al acabar esta temporada”, dijo Gabilondo en septiembre de 2006. “A Iñaki le quedan muchos telediarios”, aseguró inmediatamente Daniel Gavela, director general de Cuatro. Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario. El nuevo orden televisivo termina por apuntillar a un profesional intachable y necesario que, posiblemente, apuró demasiado su suerte.

Gabilondo, un periodista de los grandes, posiblemente el último de su especie, no se merece un final así. En cuatro años ha pasado de dirigir y presentar el programa más escuchado de la radio española (“Hoy por hoy”, Cadena SER) a aceptar un subsidio en el canal temático CCN+. Canal que, por cierto, estuvo a punto de desaparecer hace solo unos días.

Decía Gregorio Morán, no sé si con estas mismas palabras, que mientras la realidad se endurece, la prensa se ablanda. Corren malos tiempos para la reflexión, el análisis y el periodismo de calidad. Manda la audiencia. Es hora, por tanto, de aligerar la información, de banalizar las noticias, de prescindir del criterio. Lo importante son las imágenes, el espectáculo. Es la victoria de lo visual sobre lo real. Gabilondo era lo real. Lo visual son los sucesos, los Manolos, la mujer más vieja del mundo, el niño torero, Elsa Pataky en pelotas en la portada de una revista…

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La fusión de cadenas no sólo trae desgracias. Un ejemplo: ahora  leyendo la sección de televisión de El País podemos enterarnos no solo de los estrenos de Cuatro. También nos enteramos de los de Telecinco. Anoche le tocó el turno a “El pacto”, una mini serie de dos capítulos basada en un tema francamente escabroso: el acuerdo de siete adolescentes para quedar embarazadas al mismo tiempo. Puede parecer un planteamiento algo  retorcido, pero en realidad resulta conservador. Metidos en faena, y teniendo en cuenta que se estrenaba en la cadena de Paolo Vasile, lo suyo hubiese sido darle una vuelta de tuerca para hacer el producto aún más atractivo. Una idea: los padres de las criaturas serían extraterrestres, y los fetos tendrían al menos dos cabezas y tres órganos sexuales. Sólo con estas pequeñas modificaciones el éxito de la mini serie estaría garantizado.

Pero Fernando Colomo, el director del engendro, no se ha atrevido a llegar tan lejos. Las siete niñas están embarazas de humanos. ¡Qué decepción! “Es una ida de olla, una frikada. Esperamos que no cunda el ejemplo en España”, asegura un Colomo que demuestra estar comprometido con la calidad y los valores positivos. O arrepentido. Aprecio a Colomo. Por eso quiero pensar que se ha planteado dirigir “El pacto” como un trabajo nutricional. Las cosas están muy malitas en el cine, y la nevera no se llena sola.

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Seguimos hablando de tv movies. Telemadrid tiene una ocasión magnífica para ponerse a la altura de las grandes cadenas rodando una película para televisión sobre un tema de actualidad: la agresión a Hermann Terstch. Ya la estoy viendo… Mezcla de información y suspense, estaría dirigida por Amenábar, la protagonizaría el propio Terstch, que narraría la historia desde la cama del hospital, y se podría llamar… “Bar adentro”. Poli Díaz bordaría el papel de agresor “profesional”. Teddy Bautista interpretaría el papel de agresor de la SGAE. Marcelino Camacho sería el agresor de izquierdas (no es fácil encontrar a alguien en este país para un papel de izquierdas). El gordito de Intereconomía sería el Gran Wyoming. Y Esperanza Aguirre realizaría un cameo de lujo: sería una de las dos mujeres que acompañaban al agresor. La otra sería Carmen de Mairena. El papel de presidenta de la Comunidad Madrileña, vinculando la agresión sufrida por el periodista con una broma que hizo “El Intermedio”, lo interpretaría Violeta Santander. Tiene buena pinta ¿verdad?

la huella humana

“Si el clima fuese un banco, ya lo habrían salvado” Hugo Chávez

Antena 3 ha emitido un magnífico reportaje sobre el consumo enloquecido y la capacidad del ser humano para contaminar. Se llama “La huella humana”, está producido por National Geographic y seguramente usted no lo ha visto, puesto que fue programado cerca de la una de la madrugada de un día laborable. Reconozcámoslo: el medio ambiente no nos preocupa demasiado. Y menos en estos tiempos de crisis, en los que para impulsar la economía todo está permitido: ¿recuerdan el desastre del ladrillo? Pues al parecer un 35% de las grandes fortunas invertirá más dinero los próximos años en el sector inmobiliario, según el informe de Barclays Wealth “Perspectivas para la inversión inmobiliaria”.

En la cumbre sobre el cambio climático que se ha celebrado en Copenhague aseguraron que debían alcanzar un acuerdo mundial para reducir las emisiones de CO2. Se trataba de la última oportunidad para salvar el planeta. Debemos, por tanto, despedirnos del planeta. La conferencia, a la que asistieron 15.000 delegados de 190 países y 5.000 periodistas, estaba condenada al fracaso. Y fracasó. Excepto para los restaurantes, gasolineras y puti clubs de la capital danesa, que vivieron un momento de esplendor verde.

Según el Daily Telegraph, en Copenhague se alquilaron durante la cumbre más de 1.200 limusinas, frente a sólo cinco coches híbridos, y el aeropuerto recibió 140 vuelos de jets privados. Los hoteles, repletos, dispararon sus precios. Pero fueron las prostitutas quienes apostaron con mayor fuerza por la sostenibilidad… de su negocio: ofrecieron sexo gratis a los delegados de la cumbre.

Los informativos de televisión presumen de ser el espejo de la sociedad. Bien, pues sólo el 3,4% de la información emitida en telediarios se dedica al medio ambiente. Lo dice un estudio de Pablo Fracescutti, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. El mayor porcentaje de esa miserable cifra está dedicado, no podía ser de otra manera, a las desgracias medio ambientales: un 39,2%. A la biodiversidad un 26,5%, al cambio climático un 13,7%, a las prácticas ecológicas un 10,8% y a las protestas un 6,5%. Según Fracescutti resulta especialmente preocupante que sólo un 3,3% de esa presencia informativa este dedicado a las energías alternativas.

Copenhague fracasó, como estaba previsto. Y sin embargo el mundo sigue dando vueltas. ¡No era para tanto! Una vez más, Aznar tiene razón: ¡la ecología es el nuevo comunismo!

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Un fuerte abrazo para Juan López de Uralde, director de Greenpeace España, y los otros dos activistas del grupo que permanecen aislados en prisión preventiva en Copenhague. Como si fueran peligrosos criminales. ¿Su delito? Mostrar una pancarta que decía la verdad: “Los políticos hablan, los líderes actúan”.

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“España entera deseando ver cómo gesticula Belén Esteban con su nueva cara”, rezaba la pantalla la noche del sábado. La marca de embutidos Navidul patrocinaba el acontecimiento. Todo estaba listo en “Casquerías Telecinco”: Berlusconi ponía la cadena, Navidul los jamones y Belén Esteban los despojos. Jorge Javier Vázquez se encargó de presentar el esperpento. Una pena, porque lo realmente impactante es que lo hubiera hecho otro premio Ondas: Iñaki Gabilondo. Lástima. La fusión de Telecinco y Cuatro hubiera dado sus primeros frutos en una noche histórica.

En cualquier caso, un éxito: 3.147.000 espectadores, y un 26% por ciento de cuota de audiencia, casi siete puntos por encima del promedio de la cadena.

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El bodegón del narco. No es un nuevo restaurante mexicano financiado con dinero de dudosa procedencia. Es el impresentable montaje que ha realizado la policía mexicana con el cadáver del narcotraficante Arturo Beltrán Leyva. Le muestran  tirado en el suelo, con los pantalones bajados y el cuerpo cubierto de billetes ensangrentados. La policía cae en la misma miseria moral que los narcos, enviando mensajes de esta manera tan macarra.

Los Manolos y el bombo

Los Manolos, Lama y Carreño, son unos cachondos. Ya saben, gritones, chuletas, zafios, machistas, gañanes, algo guarretes, bastante tendenciosos, muy tabernarios… La alegría de Prisa, para que ustedes me entiendan. Porque los Manolos son, por si aún no se han dado cuenta, una pareja de periodistas deportivos que tiene un bombo: Cuatro. Hasta hace poco los Manolos tocaban ese bombo con descomunal alegría  y salero, convirtiendo los informativos de esa cadena en una ensordecedora tamborrada. Eran buenos tiempos: la audiencia les correspondía y todos en la empresa reían sus toscas gracias. Pero un buen día entrevistaron en directo a Florentino Pérez, y al todopoderoso presidente del Real Madrid le pareció que los Manolos desafinaban. ¡Qué inconveniente, qué desatino! Los divertidos Manolos se convirtieron de inmediato en los faltones y chulescos Manolos.

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Vertele.com y El Confidencial Digital informan de que personas cercanas a Daniel Gavela, director general de Cuatro, aseguran que “ese tono faltón y chulesco no es propio de esta casa”. Vaya por Dios. La parejita de moda, el dúo dinámico de la cadena, el sostén de los informativos en cuestión de audiencia, ahora resulta que no tiene el tono “propio de la casa”. Lo ha tenido durante días, semanas e incluso meses. Pero lo ha perdido de golpe y porrazo.

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Los pobres Manolos no midieron. Acosaron e incomodaron a Florentino. Todo parecía indicar que  trataban de saldar cuentas pendientes con el presidente madridista, y que creían tener impunidad para hacerlo. En Cuatro no pondrían pegas, dada la complicidad del presidente madridista con una cadena de la competencia (La Sexta). Infravaloraron a Florentino. Y ha estado a punto de rompérseles el bombo: en Cuatro no descartan sancionar a los Manolos, o incluso retirarles durante un tiempo de pantalla. Ya saben, desde que entrevistaron a Florentino, su tono “faltón y chulesco no es propio” de Cuatro.

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Pero yo sé que no será así. Los Manolos seguirán tocando su bombo. Tienen cuerda para rato: la entrevista-acoso a Florentino fue el programa más visto de Cuatro, alcanzando picos del 14% de share. Casi el triple que el informativo de Iñaki Gabilondo.

 

P.D.

Francisco Camps está mutando. Antes daba asco, ahora, miedo. En la tribuna de oradores de las Cortes Valencians ha dicho, de forma melodramática y dirigiéndose al portavoz socialista: “A usted le encantaría coger una camioneta, venirse de madrugada a mi casa y por la mañana aparecer yo boca abajo en una cuneta”. Pero ahí no acaba el macabro esperpento. Su grupo, el Partido Popular, en lugar de abuchear a Camps, primero, y ponerle una camisa de fuerza, después, le ovacionó con energía. El presidente valenciano es un enfermo, como ya suponíamos. Ahora también sabemos que su partido, podrido, agoniza.

No conozco al portavoz socialista, pero estoy seguro  de que, lejos de ver a Camps boca abajo en una cuneta,  se conformaría con echar un ojo a las facturas de sus trajes.

Camps y

 

Un motivo para NO ver la televisión.

Burlando a la parca.

Autor: Josh Bazell. Editorial: Anagrama.

Parca

Estamos ante una novela negra sorprendente, por lo original de la trama, la violencia que empapa cada párrafo y el surrealismo de situaciones, personajes y diálogos. Un libro fácil de leer, difícil de clasificar e imposible de olvidar. Auténtica dinamita.

El protagonista es un médico sicópata experto en artes marciales, Pietro Brnwa, incluido en el programa de protección de testigos del FBI por su turbulento pasado: asesino a sueldo arrepentido de sus crímenes. Su paciente más importante en el hospital (el más mugriento centro médico de Nueva York) es un enfermo terminal, el mafioso Nicholas LoBrutto, que tras reconocer al doctor le ofrece un pacto: o le mantiene vivo, o sus socios le delatan.

No intenten imaginar el resto. No podrán. La violencia y el sexo resultan tan explícitos como las descripciones hospitalarias, francamente espeluznantes.

Leer un fragmento del libro.