“Es fácil separar a un primo de su dinero”. Phineas Taylor Barnum, empresario y artista circense norteamericano.
Dice Iker Jiménez, el hombre que dirige y presenta “Cuarto Milenio” (Cuatro), que ha “sentido la marginación” y ha sufrido “el racismo periodístico”. Y lo dice en la presentación de “Cuarto Milenio: la exposición”, es decir, en la exhibición pública de algunos de los objetos y personajes que han protagonizado el exitoso programa de televisión. Ya sabe, lo normal: una réplica de la casa de las caras de Bélmez, el fantasma de Raimundita, Nosferatu, el Yeti, el Hombre Elefante, el Diablo Pazuzu… Por solo 12 euros, una auténtica ganga, usted podrá contemplar 500 piezas escalofriantes (ver foto). Y a la salida puede comprar merchandising, ¡los auténticos productos oficiales de la nave del misterio!
Así las cosas, en plena cumbre de la charlatanería mediática, con programa consolidado en la tele y medicine show itinerante, ¿Qué puede enojar al bueno de Iker Jiménez hasta el punto de denunciar “marginación” y “racismo periodístico”? Primero analicemos las palabras del gran comunicador: “Mi vida ha sido una lucha. Puedes decir que ahora que si éxito en la radio, puedes verte en la tele, pero todos los que estamos en el gremio lo sabemos. Puedes estar aquí (arriba), luego aquí (abajo)… Es el camino lo que me importa. Por tanto, esa incomprensión yo la he vivido. Yo he sentido la marginación. La gente habla del racismo, yo he sentido el racismo periodístico. También he sentido las miradas de insuficiencia. Hay mucha gente que no va a creer lo que hacemos, lo que representamos, ojo. Por eso, esa reticencia va a estar. Aunque curiosamente yo lo que me encuentro en la calle es el afecto, a favor. La incomprensión ha ido gradualmente descendiendo bastante, aunque siempre habrá ultras que lo que yo planteo no quieran ni soñarlo que se plantee. Soy un duro enemigo para ellos. Yo resumiría que mi vida hasta aquí para llegar a contar esto ha sido una lucha, pero qué lucha tan hermosa. No conozco otra lucha tan hermosa. La incomprensión siempre tiene que estar para que tú mejores. Yo me he equivocado a veces, pero lo que nunca he hecho es mentir, engañar a mi público”.
Miradas de insuficiencia. Incomprensión. Y racismo periodístico, ahí es nada. Periodistas aburridos, de los que contrastan las informaciones, recorren encapuchados los cementerios, las catacumbas y las actuaciones de bandas siniestras. Llevan antorchas y sogas en las manos. Buscan a periodistas incomprendidos, de esos que aseguran que el SIDA fue creado en un laboratorio, que creen que media cáscara de coco puede ser el cráneo del Yeti o ven en las caras de Bélmez un misterio indescifrable que debe ser estudiado en el siglo XXI. Periodistas que no conocen otra lucha tan hermosa.
El problema de Iker Jiménez es el problema de muchos de los grandes triunfadores de la televisión comercial. Y es que una vez que se han forrado, quieren también prestigio. Puede parecer lógico: una vez que ya tienes la pasta, solo te falta el reconocimiento. Lo malo, la gran putada, es que te has hecho rico haciendo “Gran Hermano”, “La Voz”, “Sálvame”… o “Cuarto Milenio”. En estos casos deberían asumir que el prestigio es cosa de otros mundos, de brujería, del lado oscuro y los fantasmas. Del más allá, para que usted me entienda.
P.D.