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Telemadrid, el lado oscuro

El próximo domingo día doce se cumple un año del despido de 861 trabajadores de Telemadrid, el 70% de la plantilla. Desde entonces, la cadena autonómica madrileña no ha hecho sino perder audiencia y credibilidad. La respuesta de los telespectadores al ERE ha sido demoledora: En 2013 Telemadrid perdió 1,5 puntos de audiencia con respeto al 2012, bajando del 5,3% de share a apenas un 3,8%. Es decir, que la tele de los madrileños tiene en estos momentos la mitad de audiencia que la media del resto de televisiones autonómicas, que cerraron el año 2013 con un 8,7%. No olvidemos un dato fundamental: cuando Esperanza Aguirre llegó al Gobierno madrileño la audiencia de la cadena era del 17,1%.

Telemadrid se ha convertido en una cadena sin calidad, construida con material audiovisual de saldo. Telemadrid es una cadena sin credibilidad, con los informativos al servicio de los políticos que controlan la comunidad madrileña. Telemadrid es una cadena ruinosa, sin futuro, sin espectadores. Es el lado oscuro de la televisión en España.

La actual Telemadrid ha sido construida a imagen y semejanza de Esperanza Aguirre, una gestora capaz de gastar 376.000 euros públicos en cambiar los nombres de tres hospitales antes de su inauguración.

Se habla del cierre inminente de Telemadrid. El actual presidente de la Comunidad, Ignacio González, pone voz de matón, más, cuando amenaza con llevar a negro la cadena: “No tendré otra alternativa que cerrar Telemadrid si los sindicatos la hacen inviable”. ¿Acaso los sindicatos son responsables de la programación de la cadena? ¿Quizá los sindicatos gestionan sus gastos, su deuda, su plantilla? ¿Fueron los sindicatos quienes pusieron a los directivos que manejan la cadena, carne de PP, con sueldos superiores incluso a los del presidente del Gobierno?

Telemadrid fue una vez ejemplo perfecto de lo que debía ser una televisión autonómica. Ahora es perfecto ejemplo de cómo se las gasta el PP con lo público: lo utiliza, lo agosta y lo aniquila. El domingo 12 de enero, a las doce de la mañana, tendrá lugar una manifestación en Plaza de la Villa-Puerta del Sol (Madrid) por una televisión pública, plural e independiente.

P.D.

Imprescindible el informe publicado por Mongolia en su último número, en la sección Reality News (a partir de aquí, si se ríe es cosa suya): “El actual director de Telemadrid, José Antonio Sánchez, era el director general de RTVE al final de aznarato (2002-2004) y pilotó los desesperados esfuerzos para conectar el 11-M con ETA”. Manipuladores, malos gestores y, además, arrogantes y soberbios. El perfil de los saqueadores de la televisión pública madrileña. El lado oscuro.

 

Un motivo para NO ver la televisión

En la orilla

Autor: Rafael Chirbes.

Editorial: Anagrama.

“Todo se fue por los desagües, por los fregaderos, por los retretes, por el agujero de los coños apenas en flor y ya encallecidos de tanto frotar”. Rafael Chirbes habla de la crisis, de los posos del pelotazo, de los esqueletos de empresarios, constructores y políticos que ha dejado el tsunami. “Así pasó el tiempo que te fue concedido en la tierra, amigo promotor. Así lo pasé también yo. Ahora nos toca vivir la vida que llega después de la vida”.

“En la orilla” es la crónica de la decadencia de un hombre, un carpintero, que vivió los años de la codicia en el Levante español. Derrotado, nos cuenta cómo sus colegas se pierden por los sumideros de un sistema exhausto. La gallina de los huevos de oro ha muerto, y los días de gloria han terminado. Desaparecieron los billetes de 500 euros. Y se acabaron los arroces con bogavante, los Mercedes y los yates, las putas y la coca, los “hectólitros de vino de la ribera y whisky de no sé cual de la turberas escocesas”.

Chirbes escribe con un ritmo endemoniado, que agarra al lector por las solapas y le zarandea de manera inmisericorde. Párrafos largos, enormes, agotadores, que dejan sin aliento, con un nudo en la garganta y las tripas en la boca. Chirbes nos cuenta lo que hemos vivido, lo que hemos sufrido, aquello que nos ha llevado a donde estamos: un país miserable, materialista, inculto. Listo para el derribo

La construcción es la base de la novela. La construcción desproporcionada, tramposa, ilegal, inviable. Un ladrillo que ha convertido todo en  escombros, y que ha transformado a los triunfadores en perdedores, arrastrando todo en su caída. Las personas, las empresas, las Cajas de ahorro, los sueños, el futuro. “Es visible el nuevo orden, arriba y abajo bien claros: unos cargan orgullosos con las repletas bolsas de la compra y saludan sonrientes y se paran a charlar con la vecina a las puertas del centro comercial, otros registran los contenedores en los que los empleados del supermercado han tirado las bandejas de carne pasadas de fecha, las frutas y verduras maceradas, la bollería industrial caducada”.

“En la orilla” es un bofetón en toda la cara. La historia de la derrota de un país, de una política económica y social, a través de las reflexiones de un hombre que perdió ganando, que es víctima y verdugo, que resulta engullido por un sistema que no hace prisioneros. No se me ocurre un libro español más recomendable en estos momentos de mierda.

Eurovegas, sede popular

Se pueden decir muchas cosas del Partido Popular. Muchas, muchísimas cosas. Alguna hasta buena… Pero desde luego no se les puede echar en cara que sean unos vagos. En los pocos ratos que les dejan libres sus múltiples ocupaciones habituales (organizar la contabilidad del partido, poner al día las donaciones, destruir pruebas, mentir en el Congreso, enriquecer a familiares y amigos, cambiar leyes para favorecer la construcción de casinos, etc), han diseñado un paquete de medidas contra la corrupción. Sí, créame, contra la corrupción.  Que sí, coño, que no estoy de broma, un ambicioso programa de regeneración democrática diseñado y presentado en sociedad por el PP, el partido de Bárcenas, de Carlos Fabra, de la alcaldesa de Valencia, de Camps y de Costa, de Rodrigo Rato y del marido de Cospedal, de Jesús SepúlvedaEl Consejo de Ministros de hoy viernes aprobará el informe en cuestión, que consta de 40 puntos (medidas) y ha recibido un nombre impresionante, emocionante, acojonante: Plan de Lucha contra la Corrupción.

Que el Partido Popular proponga, diseñe y apruebe un Plan de Lucha contra la Corrupción nos invita a hacernos una idea de la solidez de nuestra democracia, de lo riguroso de nuestras instituciones, de la utilidad del parlamento, de la transparencia de los partidos, del arte y el salero de nuestros políticos.

El presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, dice que Madrid necesita Eurovegas, que no podemos permitir que Adelson se lleve el proyecto a otro país. Yo creo que quien realmente necesita este centro de envilecimiento es Ignacio González, en particular, y el Partido Popular, en general. ¿Recuerda usted el Bada Bing? Era el local de striptease de Tony Soprano. Y es que toda organización corrupta que se precie necesita un garito donde relajarse, donde poder tomarse unos Jack Daniel, echar una manos de poker y ver cuatro tetas. El reposo del guerrero, el cuartel general mafioso. ¿Se les habrá quedado pequeña la sede de Génova?

En Eurovegas el bueno de Luis Bárcenas podría seguir teniendo su despacho de ex contable, junto a los vestuarios de las stripers y las mesas de bacarrá, sin necesidad de simulaciones en diferido. En Eurovegas podrían recibir como se merecen a los empresarios generosos, invitarles a unos cubatas, quién sabe si a una felación, y recoger sus donativos con seguridad y comodidad. En Eurovegas Carlos Fabra podría ganar dinero blanco sin tener que jugar a la lotería. En Eurovegas el marido de Cospedal podría multiplicar sus ahorros en poco tiempo apostando a la ruleta. En Eurovegas Ana Mato podría organizar las fiestas de sus hijos con payasos y hasta con putas. En Eurovegas, por fin, Mariano Rajoy podría fumarse un puro sin tener que hacerlo a escondidas. Lo único que no podría hacer el PP en Eurovegas es dejar que Rato tocase esa campanilla que tanto le gusta: ya se sabe que en este tipo de casinos el horario para el bebercio, a diferencia de los pubs ingleses, no tiene final. ¡Barra libre 24 horas!

“Debemos hacer todos los esfuerzos para no dejar escapar Eurovegas”, insiste Ignacio González. Normal.

Un motivo para NO ver la televisión

El muñeco de nieve.

Autor: Jo Nesbo.

Editorial: RBA.

El muñeco de nieve es la firma de un asesino en serie. Y los asesinos en serie son la especialidad de Harry Hole, un comisario de policía alto, delgado y fuerte que viste vaqueros viejos, botas Doc Martens, vive en un pequeño apartamento, tiene un coche cochambroso y ha sido abandonado por el amor de su vida. Alcohólico, Hole es un poli arrogante, en ocasiones maleducado, a veces blandengue, que desde el año 2.000 ha protagonizado cinco novelas policiacas. Trabaja en Oslo, pero cambiando los nombres de los protagonistas de sus historias (donde pone Kvinesland o Niels Bohr ponga Douglas o Smith) muy bien podría hacerlo en Chicago, Seattle o Maine, cualquier zona de los USA donde en invierno caiga algo de nieve.

Quinta entrega de las aventuras de Hole, por tanto, con el comisario investigando diferentes desapariciones que acaban fatal. La originalidad de la historia reside en el asesino, que descuartiza a sus víctimas e incorpora las partes a muñecos de nieve, y en lo enrevesado del desarrollo de la investigación. Policías que quieren mantenerse limpios, policías que no dudan en ensuciarse, policías traidores que no lo son tanto… Policías y sospechosos, muchos sospechosos, enzarzados en una compleja y entretenida historia criminal.

Jo Nesbo (Oslo, 1960) es uno de los grandes de la llamada novela negra nórdica. “La idea del libro me llegó durante un brainstorming en el que estábamos buscando un título para una película que estaban filmando unos amigos”, cuenta Nesbo. “Yo sugerí El muñeco de nieve, pero fue rechazado, lo que me pareció razonable ya que en la película no salía ninguno. De todos modos, esto me hizo comenzar a pensar en un muñeco de nieve plantado en el jardín de un domicilio particular. A continuación llega la madre a la casa y elogia a su marido y a su hijo por lo bien que les ha quedado. Ambos se miran con expresión de sorpresa y le comentan que no saben de qué muñeco de nieve les está hablando”.

Quizá lo mejor de este libro, lo más sorprendente, sea su capacidad para realizar saltos mortales en su recta final. Cuando parece que todo ha terminado, que sabemos quién es el asesino, se produce una sucesión infinita de vueltas de tuerca que desafía a la lógica y pone la historia patas arriba. En la página 419 Harry habla con un colega:

– Hay dos respuestas a eso. Una es que tenemos al Muñeco de Nieve.

– ¿Y la otra?

– Que no sé lo que pasa.

Es decir, emoción garantizada hasta la última página.

La perversión de la información

“Hoy Nación, Libertad y Soberanía Nacional siguen siendo tres conceptos meridianamente claros que debemos defender de quienes los ponen en cuestión, tres conceptos sobre los que se asienta nuestro futuro en común, paz y prosperidad”. El autor de esta apología del nacionalismo épico no es un militar golpista parapetado en la ruinas del Alcázar. Tampoco se trata de parte del guión de la nueva temporada de “Juego de tronos”. Esa frase a medio camino entre la épica bolivariana y el casticismo trasnochado salió ayer, dos de mayo, de la boca de Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid. Finalmente, el apéndice masculino de Esperanza Aguirre reivindicó “el nuevo orgullo de pertenecer a España”.

¿Nuevo? Vaya, yo creía que desde el gol de Iniesta en Johannesburgo todos estábamos orgullosos de pertenecer a España. Todos menos los catalanes, por supuesto. Esa gentuza… Perversos. No hay más que oírles hablar. ¡Catalán, maldita sea! Una lengua diabólica con la que tratan de atontar a los españoles de bien con el fin de imponerles sus perversas ideas: los calsots, la sardana, los castellets, el Barsa…

Telemadrid emitió el lunes un reportaje dentro de su informativo titulado La imposición y perversión del lenguaje”. Arrancó con estas palabras: “La propaganda estalinista lo creó, los nazis lo perfeccionaron, y hoy se apodera y nos articula sin que muchos sean conscientes. Es la perversión del lenguaje. Obsesionado por imponer su lenguaje vive el nacionalismo”. Ilustrando tan brillante guión, unas imágenes. Stalin seguido de Hitler, tres encapuchados de ETA, el presidente Artus Mas, Alfred Bosch y Oriol Junqueres, de ERC… Nacionalismo y nazismo, la misma cosa.

Todo muy sutil. “Colar eufemismos para rebajar el verdadero significado de las palabras es una estrategia común en políticas totalitarias. Para imponer un proyecto, nada mejor que una pirueta semántica y así dejaremos de llamar al pan pan y al vino vino”, dice el guión de Telemadrid, redactado por algún maestro del periodismo eufemístico. Así de burdos son los informativos de Telemadrid, la cadena que González quiere vender a buen precio. Pero hasta que encuentre comprador, y si no le parece mal a usted, querido ciudadano, seguirá utilizándola a su antojo como instrumento de propaganda. “La perversión del lenguaje”, dicen. Yo diría otra cosa: la perversión de la política, del poder y del periodismo. La perversión en estado puro, y financiada por los madrileños.

Portada de la web de Telemadrid, consagrada a Gonzalez y Aguirre, ayer a las 20:19…

 

Un motivo para NO ver la televisión

Los amigos de Pancho Villa.

Autores: Léonard Chemineau y James Carlos Blake.

Editorial: 001 Ediciones.

La revolución mexicana fue una revolución de leyenda, plagada de personajes memorables, batallas épicas y anécdotas inolvidables. Una historia caótica cubierta de sangre, con los momentos grandiosos alternándose con otros simplemente brutales. Blake y Chemineau, guionista y dibujante respectivamente, han creado una novela gráfica magnífica, que refleja toda la tensión del conflicto y describe a la perfección los personajes.

Hace de guía revolucionario Rodolfo Fierra, un energúmeno que sale de la cárcel tras cumplir condena de apenas dos años por asesinar a un poli. Le llaman el carnicero, y por esas cosas de la vida y de la muerte conoce a Pancho Villa. Se convierte en su… ¿guardaespaldas? ¿hombre de confianza? ¿verdugo? Juntos, al mando de un ejército, bajan desde el norte de México hacia el DF. Desde el sur sube Zapata, el otro gran revolucionario.

Un guión recio, que presta especial atención tanto a personajes elegidos como a momentos históricos importantes, y encaja de maravilla con los dibujos de Chemineau. Y unos dibujos en ocasiones brillantes, tanto como para recordar al Moebius de Blueberry, y en otras simplemente caricaturescos y divertidos.

“Los amigos de Pancho Villa” es la lectura perfecta para intercalar con textos revolucionarios más académicos, como la brillante biografía de “Pancho Villa” escrita por Paco Ignacio Taibo II.

Totalitarismos

A María Dolores de Cospedal se le llena la boca de espuma cada vez que pronuncia la palabra “nazismo”. Y cuando habla de “fascismo” se le revuelven los intestinos, y su hígado segrega litros y litros de una sustancia verde que le inflama la vesícula biliar hasta alcanzar el tamaño de una sandía de Velada (Toledo, Castilla La Mancha). ¡Ella es la democracia en estado puro! Y si no ha desenterrado ya a los miles de españoles que permanecen en las cunetas es porque no está demostrado que sean víctimas del franquismo.

Cospedal odia cualquier tipo de totalitarismo. “En RTVE no manda Cospedal”, ha confirmado Julio  Somoano, director de los servicios informativos de RTVE, para descojone de todos los ciudadanos con tan poco criterio como para ver un informativo de la televisión pública española. Y nada más terminar de nombrar a la número dos del Partido Popular, el bueno de Somoano se ha visto obligado a cesar a Cecilia Gómez, miembro de su equipo de dirección, después de que ésta enviara por error al Consejo de Informativos un documento en el que realiza un retrato ideológico y político de varios periodistas a los que ha espiado.

Lea usted la carta de Cecilia Gómez, y admire sus análisis de los profesionales que forman lo que denomina Comando Rubalcaba. Terminará de convencerse de que en RTVE no manda Cospedal. Ni de coña. Ni Saénz de Santamaría, ni Mariano Rajoy, ni nadie del Gobierno. En RTVE manda la democracia. Resulta evidente.

Para luchar, aún más, contra ese fascismo que tanto repelús le da, lo único que puede hacer Cospedal es lo que ha hecho Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, con Telemadrid: renunciar a producir otros programas que no sean informativos o debates. Es decir, emitir solo propaganda. Y refritos.

Telemadrid se ha quitado definitivamente la careta: les importa tres cojones la televisión como forma de entretenimiento, cultura u ocio. A partir de ahora, y después de poner en la calle a  861 trabajadores (de una plantilla formada por 1.161), solo van a ofrecer ideología. ¿Para qué gastarse el dinero en producir entretenimiento cuando lo que quieren es adoctrinar?

Señora Cospedal, adalid de la democracia, enemiga de nazismos, fascismos y toda clase de totalitarismos y choricismos… en cuanto acabe con la terrible terrorista Ada Colau métale mano a TVE, refugio del no menos peligroso Comando Rubalcaba, e inyecte en la televisión pública el  carácter tolerante y plural de que hace gala como política. Es decir, elimine toda la programación menos los informativos. Y rellénelos con vídeos como éste…

 

Un motivo para NO ver la televisión

Lydie

Autor: Jordi Lafebre y Zidrou.

Editorial: Norma.

“Lydie” es la enternecedora historia de una niña que, pese a que muere al nacer, vive para siempre. Su madre dice que está allí, junto a ellos, comiendo y jugando, estudiando en el cole y examinándose en la universidad. Y nadie en el callejón del bebe con bigote se atreve a llevarle la contraria.

El guión de Zidrou es simplemente brillante, por la manera sutil de contar una historia basada en la magia. No es fácil explicar un milagro. Los dibujos de Jordi Lafebre son simplemente inmejorables. Siempre eficaz, tanto en la ambientación como en la creación de los personajes, de sus rostros y expresiones, en algunos momentos crea ilustraciones memorables. Como las viñetas de un bar visto desde ángulos contrarios. O las ausencias de Lydie: no es fácil dibujar un fantasma.

Una inolvidable historia de amor colectiva, de solidaridad infinita, de bondad callejera. Buena gente la que vivía a comienzos de los años 30 en el callejón del niño bigotudo.