You are currently browsing the El Descodificador posts tagged: Hoja de Lata


Rock and roll matutino

Hoy podría hablarles de Trillo, y del asco que siento por unos políticos capaces de traicionar incluso a los suyos. Pero no lo haré: habíamos quedado en que dedicaríamos menos tiempo a estas miserias y más a todo aquello que nos hace mejores personas. Por ejemplo, el hecho de que hace dos días puse en marcha el I Curso de Rock and Roll Matutino sobre Ruedas.

Solo tengo dos alumnas. Mi mujer y mi hija. Algún día se incorpora un viajero que, de manera puntual y sin cargo alguno, asiste de manera gratuita como oyente. El curso, que nace como consecuencia de las aficiones musicales mi hija, descarriada hasta el punto de escuchar a Taburete, es un desesperado intento por reconducir la vida sonora de alguien tan joven y maleable. Las clases son diarias, de lunes a viernes, duran lo que dura una buena canción, y las imparto por la mañanita temprano, nada más subirnos al coche camino del colegio.

Un día, una canción. Una buena canción. No importa el género ni el tiempo, tocaremos todos. Sí importa el volumen. Generoso. Y por su puesto importan, y mucho, las explicaciones previas, clases maestras de un par de minutos impartidas por un servidor sobre el músico, la época y las circunstancias que rodean el tema y su grabación. También son fundamentales los comentarios posteriores, ya en grupo.

Comenzamos el primer día de colegio del 2017 con Bob Marley y su “Redemption Song” grabada en directo en Pittsburg en 1980. Les dije que Bob ya estaba enfermo, que fue su último concierto. Y les hablé de Jamaica, de los rastafaris, de la ganja, de Etiopía como tierra de promisión, de la influencia del reggae en el pop y el rock (desde Eric Clapton a los Clash)…

El segundo día sonó “Changes”, la canción que abre uno de los mejores álbumes de David Bowie“Hunky Dory”. Puse este disco porque a mi hija le hace mucha gracia un tipo que sale en la nueva edición de “Gran Hermano” con unas pintas muy raras, supuestamente provocativas, diciendo cosas aún más extrañas. Alex Gibaja. Un triunfador en las redes sociales. Aproveché para hablarles del Bowie del 71, provocador, extravagante y sexualmente ambiguo en unos tiempos duros… pero al mismo tiempo capaz de escribir y grabar canciones enormes. “Changes” habla de todo eso. Cambios, de maquillaje, vestuario y peluquería, pero tambien de melodías y acordes. Talento además de lentejuelas.

Hoy sonará “I´ll Feel A Whole Lot Better”, un gran tema de un genio escondido llamado Gene Clark. Dudaba entre la versión de los Flamin Groovies, seguramente mi favorita, o la original grabada por The Byrds. Me he decidido por esta última. Dos minutos y medios perfectos. Hijos de Dylan y los Beatles, los Byrds bordaron el folk-rock, apostaron por las voces y las guitarras sutiles, y sembraron la semilla del Nuevo Rock Americano. Sin los Byrds no existiría Tom Petty.

¿Mañana? Quién sabe. Quizá Chuck Berry. O algo de la Motown. O Warren Zevon. O puede que Buddy Holly.

Un motivo para NO ver la televisión

Lluvia de agosto

Autor: Francisco Álvarez.

Editorial: Hoja de lata.

Captura de pantalla 2017-01-10 a la(s) 17.43.07

Mucho se ha hablado de Buenaventura Durruti, líder anarquista y leyenda antisfascista, personaje histórico del que se han escrito algunas biografías excelentes. “Lluvia de agosto” es mucho más que eso, puesto que convierte en novela las aventuras y desventuras, las gestas y errores, del que fuera enemigo número uno del poder. Pero cuidado, porque Francisco Álvarez, el autor, mantiene un rigor escrupuloso en cuanto a los hechos y las fechas: traslada al lector a la España de la Guerra Civil, le muestra el color y el dolor de un país dividido. Casi se pueden percibir el olor del miedo y la pólvora, escuchar el griterío de la revuelta, sentir el impulso de la revolución.

“Tanteando el terreno con la lámpara para no pisar en falso, Ascaso y Durruti caminaron con rumbo fijo en aquella noche ciega de luna, arrumados por los sonidos zoológicos y por las fragancias botánica de los bosques de Bon-Secours, entre hayas, robles y un laberinto fresco de corrientes y riachuelos. Tardaron un par de días en presentarse en Bruselas, donde ya estaban informados de su llegada varios libertarios belgas, que les dieron ropa y alojamiento. Allí recibieron la mala noticia de la ejecución, en la prisión estadounidense de Boston de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti. Las huelgas obreras, las manifestaciones pacíficas, las vigilias nocturnas en los cinco continentes, las cartas de petición de clemencia, los artículos de prensa, los actos de boicot, los sabotajes contra objetivos estadounidenses… nada había servido para salvar la vida de los dos anarquistas italoamericanos, condenados a muerte, en un juicio sin garantías, por un robo a mano armada en las oficinas de una fábrica que dejó un balance de dos muertos, un cajero y un vigilante”.

Durruti fue un hombre especial, un revolucionario de “verbo encendido y atronador” que pronunciaba discursos “sin concesiones ni renuncias”. El enemigo de la patronal, el héroe de la clase trabajadora, un luchador que “se alejaba de los cánones dialécticos y consuetudinarios de la izquierda de la época”. Un tipo único, que alimentó el anarquismo de combate y murió fiel a sus principios. Esta es su historia, la de su vida y su muerte, construida desde la admiración y el respeto.

“En septiembre de 1932, todos los deportados que se había llevado el Buenos Aires regresaron a Barcelona, donde la CNT y la FAI les tributaron un multitudinario recibimiento. Aquellas vacaciones impuestas en Canarias terminaron de convencer a Durruti y a Ascaso, si aún no lo estaban, de que no quedaba resquicio alguno para buscar la convivencia y entendimento con un régimen que perseguía a los anarquistas y que reprimía el anarquismo”.

“Lluvia de agosto” es un soplo de aire libertario. “Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones”, dijo Durruti a un periódico canadiense. Un mundo nuevo que también está en las páginas de este libro, una clase magistral de historia encerrada en una novela de aventuras.

El Intermedio o el caos

Lo de El Intermedio se debe considerar, desde hace tiempo, una bendición. Tras tres programas majestuosos, el lunes con una Manuela Carmena inmensa que confiaba en la reinserción de Aguirre, el martes con Cifuentes y Carmona, y anoche con el psicoanálisis de la desquiciada lideresa, podemos decir que se ha convertido en un espacio tan necesario para el ciudadano como los ambulatorios, las panaderías o los bares. El Intermedio o el caos, que diría Mariano. Un español puede pasar perfectamente sin ver los informativos de televisión, tanto de cadenas públicas como de privadas: son un amasijo de noticias de medio pelo manipuladas con mayor o menor descaro. Pero si quiere estar informado no puede dejar de ver El Intermedio, “ahora les contaremos la verdad”, televisión inteligente para un público crítico que lucha por mantener activas sus constantes intelectuales. Sin El Intermedio muchos no terminaríamos de entender qué está pasando ahí fuera. Sin El Intermedio seríamos más tristes, menos libres.

El estado de forma de El Intermedio es tal que se le pueden perdonar incluso las entrevistas promocionales, tan largas y poco interesantes como la que realizaron el martes, un día caliente con Aguirre on fire, a un José Antonio Zarzalejos que presentaba su nuevo libro. Adivine usted la editorial. ¡Bingo! Planeta. Una entrevista que no desprestigia el programa, pero que lo intenta: Zarzalejos no solo se niega a responder a las preguntas interesantes, el patrimonio del rey Juan Carlos, sino que arremete contra el estado del periodismo y de unos medios de comunicación a los que no considera libres. Sí, unos medios con hipotecas, como por ejemplo esas televisiones obligadas a entrevistar a periodistas que editan libros en la editorial propietaria de la cadena.

Zarzalejos es la única mancha de El Intermedio en una semana en la que roza la perfección. El telespectador lo sabe: record absoluto el pasado lunes, con 3.291.000 espectadores y un 17,4%. Lo sabe incluso el presidente de RTVE, un José Antonio Sánchez rabioso que llamó “televisión de segunda” a la que solo es la segunda cadena de Atresmedia. Tras el fracaso obtenido con el estreno de “Así de claro”, el mugriento debate presentado por Buruaga (6.5% y 976.000), Sánchez enloquece y critica el excelente programa de La Sexta en la pasada noche electoral: “TVE no lo hubiera hecho así, estamos más en el mundo de las cadenas normales como Antena 3”. Pobre Sánchez, cerebro de mosquito y alma del PP, obligado a hundir la televisión pública a cambio de unas monedas.

El Intermedio se ha convertido en el único programa imprescindible de la televisión actual. Diga lo que diga José Antonio Sánchez, un presidente de segunda al que, espero, le quedan cuatro días.

Un motivo para NO ver la televisión

El buitre.

Autor: Gil Scott-Heron.

Editorial: Hoja de Lata.

Cubierta_Elbuitre

Gil Scott-Heron fue un poeta, un músico y un activista afroamericano que pasará a la historia por la canción recitada “La revolución no será televisada”: “La revolución no ocurrirá inmediatamente después de una noticia / Sobre un tornado blanco, un relámpago blanco o un hombre blanco… No podrás perderte en la heroína ni evadirte / Ni ir por una cerveza durante los comerciales… La revolución no se postulará otra vez / La revolución será en vivo”.

Escrito a finales de los años 60, “El buitre” es la primera novela de Gil Scott-Heron. Cuando el libro cayó en mis manos no podía creerlo: ¡Por fin traducida al castellano esta leyenda de la literatura underground USA! Desde las primeras páginas el texto está a la altura de las expectativas: “En los ojos de los yonquis se pueden leer muchas cosas. Y todas ellas hablan de la extinción en vida de hombres y mujeres. Era como si la muerte pasara a hacer la visita de rigor y se fuera sin estampar en la frente de la víctima el típico aviso. Como si se llevara el alma y el corazón, pero desechara el cuerpo lacio del superviviente por no tener valor”.

Pero cuidado, porque “El buitre” no es una novela entregada al poder destructor de las drogas. No estamos ante una melodía de Lou Reed, ni ante una dosis de Jim Carroll. Ni siquiera ante un thriller ambientado en el lado oscuro del gueto negro de Chelsea, en Nueva York. Gil Scott-Heron escribió una novela sobre la semilla de la revolución, y sobre la dureza de sus comienzos, las frustraciones del camino y el desengaño de la derrota. La semilla del black power, mezclada con el humo de la María, el sudor de los camellos, la sangre de los drogatas y un espíritu combativo que impregna cada página.

“Fue entonces cuando me convencí de que los negros de los Estados Unidos no se iban a unir nunca con la determinación suficiente para provocar una revolución a gran escala. La forma en que concebían la naturaleza de la revuelta era vaga y nebulosa. No sabían si la libertad significaba trabajar junto al hombre blanco con el mismo sueldo y, por tanto, necesitar una formación “blanca” o si iban a querer un estado independiente para el pueblo negro, como Texas o Misisipi. No sabía si querían integración o separación política, guerra o paz, vida o muerte. No sabían si querían cargarse a todos los blanquitos o salvar a unos pocos. Ni siquiera tenían una idea clara de lo que era ser progresistas. Malcolm decía que los progresistas no existían…”.

“El buitre” es una novela prodigiosa, con varios narradores y una estructura original, escrita por un visionario. Un Gil Scott-Heron que con apenas veinte años parece haber disfrutado de veinte vidas. “Aquello que llamábamos blackness, la negritud, un túnel de fantasía para la imaginación”, escribe en esta búsqueda de materiales con que construir la revolución.

Poderoso pasaporte español

En el último pleno de legislatura del Ayuntamiento de Valencia la alcaldesa Rita Barberá dijo “punto 25”. El concejal de Urbanismo del Partido Popular en el consistorio, Alfonso Novo, no pudo resistirse y le hizo la popular e ingeniosa rima: “por el culo te la hinco”. Un micrófono abierto nos ha permitido disfrutar de ese momento, un hito en la historia no sólo de la poesía, sino también de la política.

El señor Alfonso Novo continúa en su puesto. Y aquí debería terminar el post de hoy…

La aspirante a alcaldesa de Madrid, Esperanza Aguirre, ha dicho que “La mayor queja de los vecinos es porque hay una serie de personas, generalmente de origen extranjero, formando parte de organizaciones y de mafias que están organizadas no solamente para sobrevivir sino tener un buen vivir a base de estas cuestiones que hay que estudiar y erradicar”. ¿Tener un buen vivir? ¿Durmiendo en la calle? ¡Mendigos fuera!, ladra una Aguirre que, como veíamos ayer, advirtió en su día que “El populismo no ha traído más que miseria y opresión”. Nada raro, puesto que en 2011 dijo lo que entonces le venía bien, que es lo contrario que dijo ayer mismo: “Los servicios sociales pueden ofrecer una cama limpia pero hay gente que no la quiere aceptar, y estos ciudadanos pueden hacerlo porque no se les ha privado de sus derechos… Y no se puede privar a nadie de sus derechos”.

CDoBxsdXIAAwUPe

Aguirre sigue siendo aspirante a la alcaldía de Madrid. Y aquí debería terminar el post de hoy….

Pero vamos a terminar con las palabras de algunos (cuidado, de algunos) de los españoles evacuados de Nepal tras el terremoto del sábado: “Nos han tratado como a perros. Sin agua, ni comida, ni mantas, con frío y lloviendo y con las autoridades con escopeta metiendo presión para sacar a los suyos…. Estoy orgulloso de estar en España, tener un Gobierno como el mío que por lo menos me saca de una catástrofe como ésta y no intenta estafarme como Nepal. Nos han robado, nos han estafado”.

El español orgulloso de su Gobierno debería tener en cuenta dos cosas. La primera, el estado de la población local tras el seísmo, de los nepalíes, uno de los pueblos más pobres, y también duros y solidarios, del mundo. A ellos nadie irá nunca a rescatarles, a “sacarles de la catástrofe”. Ellos vivían, viven, en la catástrofe. La segunda, que el Gobierno de ese turista que se siente orgulloso no es que “intente” estafarle, como asegura ha hecho el nepalí. El Gobierno de ese turista ya le ha estafado: El PP tuvo durante décadas una caja B, pagó su sede madrileña con dinero negro, se niega a que se investigue la corrupción (hoy sabemos que tapan a Pujalte, y que el exjefe de prensa de Javier Arenas se niega a declarar en la Audiencia Nacional por el caso Gürtel)

Y ahora sí termina el post. Entre el orgullo de tener un Gobierno como el nuestro y la vergüenza de pertenecer al mismo país de Alfonso Novo, Esperanza Aguirre y el Partido Popular. Normal que el pasaporte español esté, según ABC, “entre los diez más poderosos del mundo”.

pujalte-2

Un motivo para NO ver la televisión

El fin del mundo

Autor: Upton Sinclair.

Editorial: Hoja de Lata.

Cubierta_Findelmundo

Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto leyendo un libro. Seguramente porque “El fin del mundo” me ha recordado mis primeras grandes lecturas, esas historias iniciáticas protagonizadas por jóvenes en busca de conocimiento, de placer, de aventuras. Con “El fin del mundo” he recuperado al Kim de Kipling y al Huck Finn de Mark Twain. En la página 317 Sinclair escribe sobre la pasión del protagonista, el joven Lanny Budd, por los libros, “algo que ninguna desgracia ni dolor podían arrebatarle a un hombre”. Para dar fuerza a sus palabras recurre a un Montesquieu que “había dicho que el amor por la lectura transformaba los instantes de aburrimiento en pura delicia”.

“El fin del mundo” es una delicia total. Para el lector, que se sumerge en la primera mitad del siglo XX de la mano de unos personajes entrañables. Larry, el principal protagonista de esta historia, tiene 13 años cuando comenzamos a saber de él. No es un pícaro callejero, como lo fueron Kim y Huck Finn, sino todo lo contrario: hijo ilegítimo de un fabricante de armas y una modelo estadounidenses, toca el piano, siente debilidad por el arte, es adicto a la lectura y procura frecuentar buenas compañías, cosa que no siempre consigue. Larry vive una vida maravillosa junto a su madre en la Riviera francesa. Una vida de lujos, viajes y placeres que financia el padre, y que se ve interrumpida por los conflictos que darían lugar a la Gran Guerra.

Larry crece entre las miserias de la vieja Europa, con amigos atrapados en ambos lados de la batalla. Todo el horror y el despropósito de una guerra pasa ante los ojos del hijo del fabricante de armas, instruido por su padre para ser neutral. Pero resulta que tiene amigos alemanes, y que otros caen gravemente heridos en el frente francés. Es el momento de conocer Estados Unidos, la familia, los grandes negocios, la influencia del poder… incluso el papel de la mentira y los medios de comunicación en la información que recibimos: “Recuerda que jamás ha habido una guerra en la que toda la razón estuviera de parte de uno solo de los bandos. Y recuerda que en toda guerra los implicados mienten como condenados. Y esa es solo la mitad de la batalla. También has de mantener alto el ánimo de tus tropas y conseguir todos los aliados que puedas para tu causa. La verdad es solo lo que consigues que la gente crea. Recuerda eso cada vez que leas un periódico”.

“Descubre siempre a quién pertenece el periódico que lees”, aconseja Sinclar, escritor norteamericano de Baltimore muy comprometido, en una de las muchas reflexiones de absoluta actualidad. Porque “El fin del mundo” es un libro clásico que, publicado en 1940, habla de temas atemporales y eternos: el aprendizaje, la amistad y la lealtad, los horrores de la guerra, los entresijos de la diplomacia y la economía, las diferencias sociales, la búsqueda de la felicidad, las miserias del capitalismo…

  • “Oh, por favor, no te preocupes por mí – la cortó el chico-. Yo sería feliz si pudiera quedarme en casa leyendo libros y tocando el piano.
  • Eso crees ahora, hijo mío; pero es solo porque no sabes lo suficiente sobre la vida. La gente como nosotros ha de tener dinero y oportunidades. ¡Descubrirás que hay tantas cosas que necesitas!”.

La excelente traducción de las más de 700 páginas de “El fin del mundo”, un libro de historia y aventuras, hace que sea imposible interrumpir su lectura. La lectura de una obra inteligente, emocionante y vital que describe el alma de una época, que se convierte en el relato vívido de diferentes escenas culturales y sociales. Absolutamente imprescindible.