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Corderos degollados

En Telecinco han puesto en marcha una nueva edición de “Gran Hermano”. Van quince. Podría parecer que en este programa ya está todo visto, todas las miserias humanas mostradas, todos los freaks utilizados, todas las historias chungas amortizadas. Pues no. Para eso están los directivos de una cadena triunfadora, para darle una vuelta de tuerca al que seguramente sea el programa más repugnante jamás emitido y así poder sacarle unas pocas perras más. Tipos ingeniosos, es bien sabido que los grandes talentos están en la televisión, con ideas sencillamente brillantes. “En la historia mundial de ‘GH’, nunca, ningún presentador había entrado en la casa”, explica la cadena dirigida por Paolo Vasile. “¡Pero nosotros somos diferentes! Mercedes Milá quiso vivir la experiencia en su propia piel y pasar las primeras horas de la convivencia junto a los concursantes, y por lo que parece durmió muy bien”.

Ahí tiene la primera gran sorpresa. Después de vestirse de coliflor, de hacerse la loca y de enseñar las tetas, la gran comunicadora al frente de “Gran Hermano” se mete en la casa y se pega una siesta. ¡Qué fuerte! ¡Por primera vez en la historia mundial de GH! ¡Alucinante, ¿verdad? La presentadora no solo es campechana, sino que no duda en tumbarse en una de las camas de Gran Hermano, más piojosas y pegajosas que las piltras del más sucio y pestilente puticlub de carretera. Ella es así. De humana, de hermana.

“Gran Hermano” es el ejemplo perfecto de telebasura. No es la primera vez que lo digo. Me gusta decirlo una vez por edición, así que van quince veces. Por lo menos… Y me lo parece, telebasura, porque el programa está basado en la utilización de personas cultural, económica o socialmente inferiores. Así de sencillo, así de duro. Los ejecutivos encorbatados de Telecinco, y la histriónica presentadora, se aprovechan de las necesidades de concursantes con evidentes carencias intelectuales y emocionales. Y si no me cree, ahí tiene el titular de una web de televisión: “La incultura de los grandes hermanos: el principal satélite de la Tierra es Marte”.

Nada más comenzar esta edición del programa, primer escándalo: una de las concursantes, musulmana, tiene una fotografía en su cuenta de Twitter en la que aparece degollando una oveja. Pie de foto: “A más de uno le aria asín”.

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Corderos degollados. Eso son los concursantes de Gran Hermano, la fábrica de muñecos rotos y de portadas de Interviú. Y de dinero y publicidad para Telecinco, la cadena especializada en rentabilizar las miserias humanas.

P.D.

Cañete: El petróleo se queda en familia…

Un motivo para NO ver la televisión

La escritura transparente.

Autor: William Lyon.

Editorial: Libros del K.O.

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Delicioso librito sobre el arte de contar historias, escrito por uno de esos talentos enormes, tanto por su sabiduría como por su discreción, del periodismo mundial. William Lyon nació hace más de setenta años en Nueva York, pero ha escrito grandes reportajes en medios españoles. Recomiendo su libro “La pierna del Tato”, una colección de historias taurinas que, como sucedía con los textos del maestro Joaquín Vidal, pueden ser disfrutados incluso por los antitaurinos más acérrimos.

“La escritura transparente” desvela algunos trucos para ser mejor periodista. Es decir, para contar mejor las historias. Porque en eso consiste el periodismo. Ni más ni menos. “Escribimos mal. Escribimos confuso. Escribimos desordenado. Escribimos sin pararnos a pensar en lo que estamos escribiendo ni en quien nos va a leer”, reza la contraportada. Ya dentro del libro, un master en sentido común periodístico. Lyon no es un teórico, no es un catedrático aburrido. Es un tipo que ha vivido y ha viajado, obsesionado por ser eficaz en sus textos: tienen que entenderse, tienen que disfrutarse, tiene que fascinar al lector. “Es precisamente esta sensibilidad hacia el lector -el saber siempre cómo está reaccionando a lo que está leyendo- uno de los atributos más importantes del buen periodista. Si no puede ponerse en lugar del lector, ¿cómo va a conectar el él?”. Un placer útil.

Gran Hermano, una basura de libro

Esta noche acaba la decimocuarta edición de “Gran Hermano”, seguramente el programa de televisión que más ha hecho por la telebasura y menos por la dignidad del ser humano. Catorce años sembrando las pantallas de ignorancia, de malos modos, de suciedad, de zafiedad y de sexo chungo. Catorce años reduciendo a las personas a la categoría de peleles.

Mercedes Milá y Jorge Javier Vázquez promocionan esa gala final en el programa de Telecinco “Sálvame De Luxe”. Son dos zoquetes orgullosos de su exitosa simpleza, dos cachos de carne forrados de euros, el orgulloso corazón y alma de la telebasura ibérica… Pero también tienen su corazoncito. Y sus ínfulas culturales, pese a su descomunal aportación diaria al embrutecimiento y la estupidez mundial: comentan la Feria del Libro de Madrid, como escritores que son ambos, e incluso se atreven a meterse con una Almudena Grandes que unos días antes había zarandeado a la cuadra de famosetes televisivos que se las da de escritores. Grandes habla de los verdaderos escritores, aquellos que “No salen en la televisión, no son famosos, no tienen más presencia pública que las fotos de las solapas de sus libros. Pero son los guardianes del tesoro, los depositarios de una herencia ancestral, los héroes de estos tiempos de chichinabo, donde cada día más necios confunden valor y precio. Y encima, tienen que aguantar que tantos famosos de medio pelo, periodistas, estrellas de la televisión, seudoaristócratas y demás aparezcan en los telediarios exhibiendo esos libros que, dicen ellos, son sus novelas”.

“Las palabras de Almudena Grandes son la razón por la que la gente no lee libros”, le dice Milá a su colega Jorge Javier, que la mira como si hablase de física cuántica. “Las personas se creen que son inferiores a los escritores que, como Almudena Grandes, asustan a la gente que entonces se va de los libros. Hay que hacer todo lo contrario. Decir: gracias a todos los famosos que aparecen en la feria del libro a firmar… Los escritores no valen para nada, lo que valen son los libros”, sentencia Milá, autora del sesudo ensayo “Lo que me sale del bolo”. Un… libro.

Tras presentar desde el año 2000 “Gran hermano”, la buena de Mercedes Milá carece del más mínimo pudor: “Desde hace muchos años quiero hacer un programa de libros, donde se contagie la pasión por lo que está escrito”, dice. “La literatura es lo más grande, donde están los mundos de verdad”, sentencia un tanto místicamente la mujer que para subir la audiencia de su programa grita y enseña las tetas y las bragas.

P.D.

Solidaridad total y absoluta con Mario Tascón, insultado por una alumna de religión obligatoria mientras firmaba ejemplares de su libro “La Biblia bastarda” en la Feria del Libro de Madrid

 

Un motivo para NO ver la televisión

Sturgil Simpson

Cd: Hightop Mountain.

Estamos ante el primer disco de un cantautor eléctrico que pasó su infancia en Kentucky, pero que se formó musicalmente en Nashville. Su música tiene algo del sonido de los forajidos clásicos, recuerda a Waylon Jennings, Merle Haggard o Billy Joe Shaver, pero está basado en un honky tonk tradicional con pinceladas bluegrass. Un tipo honesto que hace country de gran calidad.

 

 

¡Vea “Gran Hermano”!

No nos habíamos repuesto de la impresión que nos causó Angelina Jolie y su doble mastectomía voluntaria, cuando llega Mercedes Milá y nos enseña unas fotografías de su operación de un quiste en el morro. Las estrellas no dejan de sorprendernos. Y es que cuando creíamos haber visto lo mejor de estas dos grandes damas de la pantalla, como la interpretación de Jolie en “El intercambio” o las lorzas de Milá en la última edición de “Gran Hermano”, esta última da una nueva vuelta de tuerca a la solidaridad audiovisual. Bellezas comprometidas que derrochan desinterés, entrega, abnegación, altruismo, generosidad, filantropía…

Podríamos decir que Mercedes Milá se ha marcado un “Angelina Jolie”, pero yendo un paso más allá. Es decir, que ha hecho públicos sus problemas con una mancha supuestamente cancerígena y, para superar de alguna manera a la parienta del Brad Pitt, ha ilustrado la narración con unas fotos de la operación. “Porque me sale del bolo”, su blog personal, ha sido el lugar elegido para realizar tan sincera, a la par que emotiva, confesión.

Pero cuidado, porque en contra de lo que pudieran pensar algunos malvados, Mercedes Milá no ha montado  todo este numerito para darse publicidad, para que su decadente y miserable “Gran Hermano” salga de las horas bajas que vive. Ni muchísimo menos. Mercedes Milá no es de esas. Mercedes Milá exhibe su enfermedad, y su operación, y su recuperación, porque considera que “el mayor favor que podía hacer a la lucha contra el melanoma, ese cáncer que se lleva a tanta gente por delante cada año, era compartir mi realidad”.

¡Pero qué buena es Mercedes Milá!

Yo le recomiendo, ya poniéndonos prácticos, que no se pierda usted cada noche “Gran Hermano”. Más que recomendárselo, se lo suplico: ¡vea cada noche “Gran Hermano”, por lo que más quiera! Y hable con su familia, con sus amigos, con sus compañeros de trabajo, de Mercedes Milá. Comente con ellos lo valiente que es esta mujer, el desparpajo que tiene, su enorme humanidad. Conviértala cuanto antes en trending toppic, en líder de audiencia y, si hace falta, en presidenta del Gobierno. Y sobre todo que, por favor, que no se pierdan “Gran Hermano”. Porque en caso de que el programa de Telecinco continúe perdiendo audiencia, no sé qué otra cosa podría llegar a hacer esta señora.

Le recuerdo que antes de enseñarnos su quiste en el hocico, Milá ya nos había enseñado las bragas, las tetas, los michelines… ¿Hasta dónde podría llegar esta buena mujer en su desespero exhibicionista? ¿Qué podría llegar a mostrarnos en caso de necesitar subir unas decimillas el share? ¿Los juanetes? ¿Los pliegues de pellejo que rodean los golondrinos? ¿Las inglés brasileñas recién podadas? ¿Un piercing en el capuchón del clítoris? ¿El saneamiento de una hemorroide?

Por dios bendito, ¡no se pierda ni un solo “Gran Hermano”!

 

P.D.

La imágen del día: varios universitarios niegan el saludo al ministro Wert durante la entrega de los Premios Fin de Carrera

Molla estéril

La Sexta. Siete y media de la tarde del domingo. “Más disparos, más hachazos, más sangre, más muertos, más violencia, más gritos, más desmembramientos, más cadáveres… más decapitaciones”. Dos minutos de sugerentes promesas en algo que llaman “promo extendida” (un anuncio largo de cojones) de la serie “The Walking Dead”. Todo ilustrado con fantásticas imágenes a todo color. Algunas francamente inolvidables, como aquellas en que una chica con una catana abre en canal a un caminante desde el ombligo hasta el hombro, corta la tapa de los sesos a otro, y decapita limpiamente a un tercero. Las sugerencias arriba indicadas (más, más, más…) aparecen rotuladas en pantalla, e ilustradas con un catálogo de formas y posibilidades de destrozar una cabeza: disparos con pistola, flechas, culatazos, hachazos, cuchilladas… Litros y litros de sangre zombi, música estridente, imágenes de una violencia repugnante.

Pues fíjese bien lo que le digo: me dio mucho más asco ver a Mercedes Milá en ropa interior. La presentadora tenía que hacer algo para combatir la amenaza que suponía el estreno de “La Biblia” en Antena 3, la competencia. Y tiró de profesionalidad, de veteranía, de buen gusto y de clase. Apareció en la gala de “Gran Hermano” (Telecinco) con un traje negro muy escotado, que mostraba una grieta pectoral solo comparable a la gran fosa de Las Marianas. Como quizá en ese momento Moises separaba las aguas del Mar Rojo a golpe de báculo en la cadena enemiga, Milá tuvo que improvisar: “¡Tápate las tetas, Mercedes, que se te ven!”, se jaleó a sí misma con voz de verdulera en el inicio de un show perfectamente planificado. Para rematar la faena pidió música de striptease, y exigió a un panoli que le bajase la cremallera. “¡Hasta donde quieras!”, dijo en principio. Pero como el buen hombre se mostró prudente tuvo que ordenarle en plan dominatrix: “¡Baja!”. Con el vestido abierto por delante hasta las ingles giró como una peonza, para delirio de un público tabernario que aullaba embrutecido.

Es difícil recordar un espectáculo televisivo más sórdido…

“¿Que hago todo por la audiencia? Pues claro”, reconoció la veterana presentadora tras el striptease,  mientras trataba de introducir lorzas, ubres y demás mollas de vuelta en el ajustado vestido. Pero lo más triste es que semejante despliegue de magro resultó estéril: La serie de estreno en Antena 3 sobre La Biblia logró un 23,6% de audiencia, frente a un rácano 17% de “Gran Hermano”. No quiero ni pensar lo que tendrá que enseñar Milá en la próxima gala…

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Un motivo para NO ver la televisión

The Rockingbirds.

Cd: The Return Of The Rockingbirds.

The Rockingbirds es la primera banda del británico Alan Tyler, un maestro del country rock. Así, como suena. Tyler formó este grupo a comienzos de los años 90, y con él lanzó su primer disco en el 92. Incluía una canción deliciosa dedicada a Jonathan Richman, además de un puñado de temas que apestan a bosta de vaca y silla de montar sudada. Una delicia.

Desde el 2003 al 2008 Tyler ha publicado cuatro discos acompañado por otro grupo, The Lost Sons of Littlefield, muy recomendables pero quizá no tan redondos y entrañables como aquel debut con los Rockingbirds, una obra maestra reeditada hace cuatro años por la multinacional Sony como doble cd, con demos y descartes.

“The Return Of The Rockingbirds” supone una maravillosa noticia, puesto que recupera el espíritu de la mejor banda vaquera de Inglaterra. Son once canciones honestas y vigorosas, es el esperado retorno de los Rockingbirds