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De lobos, hombres y gallinas

“Habrá que esperar para saber si hay hombres lobo o no”, dice Laura Belloso, productora de Globomedia. Se refiere a “Luna”, la serie que anoche estrenó Antena 3, una ficción con ínfulas de thriller fantástico que resulta, de nuevo según Belloso, “muy sugerente, nada explícita”.

Le quitan a uno hasta las ganas de ver la televisión. Los del Gobierno, digo. ¿Cómo puede el espectador tener ilusión por ver una ficción que sugiere  metamorfosis lobunas, pura mitología, la semilla de lo fantástico, cuando está asistiendo en directo a las transformaciones más brutales que puede soportar el ser humano, mezquino realismo político? El cordero que ayer defendía la sanidad pública, un Mariano Rajoy que el pasado mes de noviembre aseguraba “meter la tijera a todo, salvo a pensiones, sanidad y educación”, hoy enseña colmillos y anuncia que recortará 7.000 millones en sanidad y 3.000 en educación. Después huye como un conejo por la puerta de atrás del Senado para no responder a las preguntas de los periodistas.

¿Pueden los guionistas más inspirados, los actores más brillantes y las productoras más creativas, superar este ejercicio de licantropía política? Me temo que es imposible. La trasformación que sufre el bueno de Rajoy, un presidente de pelusa en pecho, es tan brutal que sus colaboradores más cercanos le mantienen aislado, e imagino que fuertemente encadenado y amordazado, en su despacho de Génova. Nada sabemos del huidizo presidente del Gobierno, pero sus aullidos lastimeros resuenan ya no por España, sino por toda Europa: “¡Auuuuuuuuuun no hemos recortado suficiente!”. Así las cosas, es difícil tener cuerpo para sentarte a ver la televisión… pero lo intentaremos.

“Luna, el misterio de Calenda” coincide no solo con la transformación del Gobierno del Partido Popular, sino con la indispensable “American Horror Story” de Cuatro. Lástima. “Te esperan amor, misterio y leyendas milenarias”, aseguraba Antena 3 en su web. En diferentes medios comparaban de manera recurrente la nueva ficción con “Twin Peaks”. Medios que seguramente no habrían visto aún “Luna”, más cerca de un rústico y peludo “El internado” que de la obra maestra de David Lynch.

La serie cuenta las desventuras de una juez (Belén Rueda), que se traslada junto a su hija a un pueblo para encontrarse con su marido, capitán de la Guardia Civil (Leonardo Sbaraglia), y así poder reorganizar la familia. No acaba de deshacer las maletas cuando el marido, que trabajaba en un caso misterioso, desaparece. El pueblo es un tanto siniestro, y sus habitantes enigmáticos. La juez, una mujer de armas tomar, se propone averiguar toda la verdad “pese a quien pese”. Comienza el lío…

Todo es posible en estas series de terror psicológico. Un guardia civil argentino, por ejemplo. ¿Puede el cerebro humano imaginar algo más espeluznante y retorcido? Superado el trauma del boludo en la Benemérita, el telespectador se encuentra con los tópicos habituales en este tipo de ficciones: un atropello, un rastro de sangre, entradas y salidas de personajes misteriosos, miradas interrogantes, gruñidos sin identificar, susto con perro asustado (y sanguinolento), los habituales conflictos pasionales, los ya clásicos adolescentes raritos e hiper hormonados, un embarazo, una desaparición, una caja, una caída, la puerta secreta de un oscuro y húmedo “guardalobos”, el intruso, el casquete en el coche, el pozo abandonado, la manada de lobos, el guardia civil argentino que la espicha (pero que yo creo que de alguna manera volverá)… Añádale algunos actores buenos y otros regulares, un guión resumen de guiones, diálogos insignificantes, la luz crespuscular de “Crepúsculo”… y poco más. ¿Y poco más?

Técnicamente aceptable, “Luna” tiene un aire a “El hombre del revés” (Siruela), una de las primeras novelas policiacas de Fred Vargas. Esas nieblas sobrevolando el monte, esos musgos cubriendo las piedras, ese pueblo de los Alpes en el que el miedo se apodera de los vecinos, esos escurridizos hombres lobo que no terminan de aparecer por ningún sitio…

En estos tiempos duros, es difícil que la ficción supere a la realidad. Sabiendo como sabemos que los recortes en sanidad ponen en peligro las terapias para los afectados por Parkinson, por poner un ejemplo, es difícil dejarse arrastrar a mundos mágicos, por muchas leyendas y lobeznos que ofrezcan.

¿Animales que se comportan como hombres? Dan mucho más miedo los hombres que, arrogantes y despiadados, se comportan como fieras y luego huyen como gallinas.

P.D.

Los interesados en el género lobuno no deberían perderse “El libro de los hombres-lobo”, de Sabine Baring-Gould, editado primorosamente por Valdemar. Una absoluta maravilla repleta de espeluznantes historias relacionadas con la licantropía. Para aullar de placer.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Actúa

Varios autores.

Editorial Debate.

Esta semana se pone a la venta “Actúa”, un libro que, vistos los recortes del Gobierno y las escapadas del presidente Rajoy, se me antoja muy necesario. Podía contarles maravillas de los autores y los textos que incluye, pero lo hace mucho mejor Rosa María Artal, la coordinadora del proyecto, en su blog “El periscopio”

Actúa, un nuevo diálogo de ciudadanos con ciudadanos.

Cabeza de cochinillo

Mi buen amigo Javier Casqueiro, redactor jefe de El País y auténtica autoridad en política nacional, exigía el otro día en su interesantísimo blog “Entre moquetas” un respeto para el todavía presidente Zapatero. Le abuchearon, al presidente, al bajar del coche el día de la Constitución : “Hay que tener mucho rencor, memoria destructiva, resentimiento, mala baba, el corazón espeso, la mezquindad en el cerebelo para vivir en la desdicha de levantarse un día festivo, con ese frío, y llevar a los niños o incluso a los nietos a gritar “¡fuera, fuera!” al coche blindado y con los cristales tintados de una persona que se ha dejado buena parte de sus últimos ocho años de vida en su trabajo -más o menos afortunado, ese es otro debate- por el conjunto de todos los españoles. Esa actuación requiere un examen psicológico, no un análisis o post político. ¡Qué ejemplo!”.

Casqueiro exige un examen psicológico a aquellos que silbaron a Zapatero. Silbar es una muestra de rechazo indolora, agresiva únicamente en lo sonoro, que solo puede producir daños en la autoestima. Se silba a Ramoncín cuando desafina, al operario de la sala de cine cuando se desenfoca la imagen o a Sergio Ramos cuando el centro se le marcha a la grada. Una forma de protesta, el abucheo, que admite combinaciones más o menos ingeniosas: en el Nou Camp a Figo, entre silbido y silbido le tiraron una cabeza de cochinillo. Nada importante. Tras el concierto de pitidos Ramoncín, el operario, Sergio Ramos e incluso Figo superaron el mal rato sin ayuda de especialistas o medicación. Y, que yo sepa, no arrastran traumas irrecuperables. Son gajes del oficio.

No entraré en si, a lo largo de estos años como presidente, Zapatero ha desafinado más de la cuenta, ha desenfocado una barbaridad o ha perdido muchos o pocos balones. Pero me gustaría recordar que, solo unas horas antes de que la gente le abucheara, el todavía presidente había indultado a Alfredo Sáenz, consejero delegado del Banco Santander. El banquero, condenado a tres meses de prisión e inhabilitación por el Tribunal Supremo, solo tendrá que pagar un máximo de 3.000 euros. El indulto impide la posibilidad de que Sáenz sea inhabilitado por el Banco de España.

Indultar es una cuestión peliaguda. Un ejercicio veleidoso y arbitrario que suele ser la guinda de políticas autoritarias. Cuentan que Franco lo hacía para celebrar sus erecciones: apenas una docena de indultos en cuarenta años. Y que Idi Amin indultaba a quienes se comía para que la carne supiese menos a bilis.

Indultar no es democrático, ni progresista, ni socialista. Indultar es autoritario, despótico y profundamente injusto. Para silbar a alguien que acaba de indultar a un banquero no hace falta tener, como dice Casqueiro, “mucho rencor, memoria destructiva, resentimiento, mala baba, el corazón espeso o la mezquindad en el cerebelo”. Para silbar al Zapatero que, con la que está cayendo, indulta a un banquero, quizá solo hay que tener un poco de sangre en las venas.

Pero la cosa no queda ahí. Con el eco de los famosos silbidos aún resonando, el indultador volvió a las andadas y levantó la pena a dos directivos de Azucarera Ebro condenados por fraude a la Unión Europea. La Audiencia Nacional les impuso en su día penas de nueve años y seis meses de cárcel por delitos contra la Hacienda de la Comunidad Europea y falsedad en documento público y mercantil, en un fraude que ascendió a 27 millones de euros.

Si ésta va a ser la línea de Zapatero, el indultador, en sus últimos días de gobierno, algunos energúmenos podemos llegar a pensar que el silbido se queda pequeño. Echamos de menos la cabeza de cochinillo.

 

Un motivo para NO ver la televisión

El Ejército Furioso

Autora: Fred Vargas.

Editorial: Siruela.

Gustan mucho los muertos vivientes en estos tiempos de crisis. Televisiones, cines y librerías rebosan zombis, vampiros y demás cadáveres en movimiento. Por eso resulta especialmente oportuno el tema elegido por la francesa Fred Vargas para su nuevo libro: el Ejército Furioso, una hueste de cadáveres andantes que imparte justicia en una pequeña población normanda. La tropa, una leyenda medieval que mantiene aterrorizados a los vecinos, ha regresado para sembrar de cadáveres de maleantes la región. O al menos eso piensa una señora que busca la ayuda del entrañable comisario Adamsberg para resolver el misterio.

Pero la cosa no queda aquí. Vargas añade a esta trama, ya de por si densa y compleja, un puñado de personajes increíbles: un joven pirómano, un palomo torturado, un hijo reencontrado… Con estos elementos la escritora parisina escribe una historia tan negra como fantástica, tan policiaca como macabra. Vargas en estado puro.

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La merluza, de Wisconsin

Mi padre siempre decía que, cuando un pobre come merluza, es que uno de los dos está enfermo. Puede que el hombre exagerase, pero también es posible que se quedase corto: quizá estén enfermos ambos, la merluza y el pobre. En cualquier caso, es casi seguro que estafan al pobre cobrándole merluza de pincho gallega cuando en realidad se trata de merluza congelada sudafricana. Ahora sabemos, gracias a un estudio de las Universidades de Oviedo y Aristóteles (Grecia), que la procedencia de la merluza que consumimos en el 40% de los casos es falsa. En el momento de escribir estas líneas el ejército español se limita a perseguir a los piratas de Somalia: aún no ha entrado en Mercamadrid.

Nos venden merluza africana (Merluccius capensis) por merluza europea (Merluccius merluccius) por una razón muy sencilla: los salarios de los pescadores africanos son más bajos. Estafan a los consumidores, por supuesto, pero también se burlan de los pescadores españoles. A los africanos, simplemente los explotan.

La codicia de algunos empresarios es insaciable. Por eso me voy a atrever a proponerles un nuevo caladero, que hará las delicias de los armadores sin escrúpulos: Wisconsin. En el estado del Medio Oeste de Estados Unidos el Congreso acaba de aprobar una ley que elimina los derechos sindicales. Barra libre. Fin de la libertad sindical, parte integrante de los derechos humanos fundamentales. Se acabó la fuerza de la negociación colectiva. Terminó el derecho a la huelga. A la mierda todo lo conseguidos durante años de lucha y sufrimientos.

“Wisconsin no tiene mar”, nos recordará el lector más listillo y pejiguero. Minucias, responderá el empresario emprendedor, incapaz de frenar su iniciativa por un detalle sin importancia. Wisconsin tiene dos lagos espléndidos, el Superior y el Michigan, con agua más que suficiente como para albergar especies suculentas. Y no solo eso, sino que en la orilla de este último se encuentra la central nuclear de Kewaunee, en cuya planta se produjo hace exactamente seis años una filtración. ¿Imaginan las merluzas de agua dulce que podríamos disfrutar los consumidores españoles? ¿Y a qué precios? Recuerden que los pescadores de Wisconsin carecen de derechos sindicales…

¡Abajo los derechos inalienables de la clase trabajadora!

¡Arriba la energía nuclear!

¡Viva la merluza de Wisconsin!

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Un motivo para NO ver la televisión.

El hombre del revés.

Autor: Fred Vargas.

Editorial: Siruela.


Es bien sabido que el hombre es un lobo para el hombre. Fred Vargas nos recuerda este fenómeno en su nueva novela, una historia de licantropía rural que acaba convirtiéndose en una obsesión para el comisario Adamsberg, viejo conocido de los seguidores de la escritora parisina.

La acción tiene lugar en un pueblo de los Alpes, con  aldeas perdidas, vecinos marginales y ovejas (y personas) degolladas como principales protagonistas. Vargas crea en esta ocasión toda una troupe de personajes secundarios, que acompañan al comisario en su búsqueda del hombre lobo: un chaval negro que memoriza el diccionario, un viejo pastor que permanece siempre alerta, un norteamericano que estudia los lobos…

A medio camino entre la novela negra y la fábula campestre, “El hombre del revés” arranca muy fuerte, se desvanece en un planteamiento a veces surrealista, y crece en un final clásico que no decepcionará a los seguidores de la autora de “Huye rápido, vete lejos”.

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