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Franco Vive

“A ver si dejamos a Franco en paz”, decía Francisco Marhuenda hace un par de años en el prime time de La Sexta. Sabias palabras del periodista (¿periodista?), a las que añadía “que ya hay bastante en este país” y “hay que cerrar una etapa pasada”.

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Recordé estas jugosas reflexiones del mamporrero número uno de Mariano Rajoy mientras veía unos vídeos, 20N, grabados unas horas antes en Madrid. Apenas unos centenares de personas entonaban, con el brazo levantado, el “Cara al sol”. En pleno centro, en 2016, ante la indiferencia de una ciudad que mira para otro lado.

Un día antes el diario El Mundo entrevistó a Alonso García, vicepresidente de la Fundación Francisco Franco. “De las 36.000 condenas a muerte sólo se fusiló a 23.000, y no fue por capricho. Y es una cifra, entre comillas y salvando las distancias, ridícula comparando con lo que pasó en Italia, Francia o cualquier país afín al Eje”, dijo García sin inmutarse.

Ese mismo día supimos, gracias a una grabación inédita, que Adolfo Suárez no permitió un referéndum sobre la monarquía “porque se perdía”. Y forzó la inclusión de la monarquía en la ley, tal y como tenía previsto el dictador, para evitar una vuelta a la república.

¿A ver si dejamos en paz a Franco? Es muy difícil. Franco se niega a dejarnos en paz. Vive, y habita entre nosotros en las formas más diversas. Ese ángel que acompaña en el coche a un ministro. Esa Iglesia. Esos medios de comunicación. Ese tipo que odia a los diferentes, a los gays, a los extranjeros. Ese machista violento. Ese partido franquista. Ese ayuntamiento de Salamanca que protege el medallón del dictador en la Plaza Mayor con una vitrina. Esos ultras del fútbol.

¿He dicho fútbol? Hasta mañana…

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Un motivo para NO ver la televisión

Gran Hotel Abismo

Autores: Marcos Prior y David Rubin.

Editorial: Astiberri.

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“Gran Hotel Abismo” es un cómic apocalíptico que habla de tiempos futuros… no tan futuros. Por eso, por la rabiosa actualidad de su denuncia, el sistema es una mierda al servicio de los poderosos, causa una profunda incomodidad, en ocasiones, y unas ganas irrefrenables de quemar un cajero automático o hacer un scratching, casi siempre. Estamos ante una obra de ciencia ficción, pero en demasiadas ocasiones parece que nos enfrentamos a la prensa diaria, a un informativo televisivo, a la sucesión de acontecimientos hiper realistas que conforman la miseria cotidiana.

“Lo que está claro es que el clásico estado del bienestar de la segunda mitad del siglo XX no sólo no es sostenible en la actualidad, sino que no está adaptado a los nuevos retos de la fluidez y la volatilidad de la sociedad contemporánea, y ni mil manifestaciones violentas van a cambiar esto… Necesitamos un pueblo fuerte y maduro, capaz de adaptarse a los cambios… un pueblo alejado de aquelarres radicales”.

Edición de lujo, un hermoso apaisado, para una obra que es una explosión horizontal de ideas, de imágenes y de golpes. “Gran Hotel Abismo” arde en rojos infernales, propone ideas peregrinas sobre el fin del mundo o la existencia (¿Dónde se puede uno apuntar a la Asociación Internacional de Supervivencia y Senderismo?) y se sumerge en un mar de mamporros, explosiones y gases lacrimógenos. El hábitat que nos espera.

“Nadie estaría hablando de violencia si se tratase de una pseudorrevolución bendecida por la Comisión Europea, el BCE y el FMI… El problema es que estamos girando siempre alrededor de una violencia espectacular, de espectáculo, casi de entretenimiento, si se me permite la boutade… al mismo tiempo que queda velada, oculta, una violencia institucional, mucho más dañina y con una onda expansiva infinitamente superior a la violencia espectacular”.

Marcos Prior y David Rubin nos hablan de economía, de tecnología, de neoliberalismo, de violencia y de manipulación. De una evolucionada Ley Mordaza, de la violencia de Estados, de desorden moral y miseria social. Pero sobre todo, nos hablan de indignación y rebeldía. Y nos invitan a pensar, a reflexionar y a luchar. Y lo hacen con gran ironía y un sentido del humor absolutamente macabro. “Gran Hotel Abismo” es una ventana abierta a ese futuro que nos espera a la vuelta de la esquina. Lo estamos viendo dibujado, ¿consentiremos que se convierta en realidad?

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Tres Tristes fachas

En Telemadrid, mientras Hermann Tertsch hablaba de la grandeza de Aznar se podían ver en múltiples pantallas, a sus espaldas, las de Hermann, imágenes de Francisco Franco con el brazo en alto. Un cursi diría que los duendes de la televisión se habían vuelto locos, loquitos. Una persona normal diría que dios los cría y ellos se juntan. Andreita Fabra diría, con su habitual soltura: ¡Qué se jodan! Yo en este caso, quién me lo iba a decir, soy más de los de Andreita. Cuando juegas tanto con el enfrentamiento y la crispación, cuando añoras tanto el pasado, y cuando nombras tanto a la bicha… la bicha se te acaba agarrando a la chepa, y trata de tomarte por detrás y fundirse contigo en uno, grande y facha.
Tertsch, Aznar y Franco forman un triángulo de ensueño. Como Los Tres Sudamericanos, pero con menos gracia y sin ningún ritmo. Y de sudamericanos nada: españoles hasta la médula, cuidadito. No me diga que no tiene chispa… “Fue durante mi intervención. He pedido explicaciones”, ha dicho un mosqueado Hermann en Twitter. ¿Explicaciones? ¿En Telemadrid? Pero hombre Hermann, si las imágenes te las hubieran colado en Canal Sur o en una entrevista en “El Intermedio” era para sospechar, pero ha sido en Telemadrid, la meca de la derecha, el Everest de la manipulación ultra conservadora, el lugar donde mejor te tratan después del piano bar Toni 2.
No entiendo las quejas de Hermann. No entiendo la polémica que se ha montado. De hecho, después de ver repetidamente las imágenes, creo sinceramente que al bueno de Hermann le sienta bien esa ambientación, ese blanco y negro casposo. No le veía tan guapo desde su crónica desde el lecho del dolor, recuerde, postrado en la cama de un hospital tras la paliza que le propinó ese miserable luchador de Pressing Catch apodado El Gran Wyoming.

Anormales

Antonio Resines dice que los críticos de televisión de El País que han comentado “Cheers”, la serie que  protagoniza, son “anormales”. Hasta aquí, todo correcto. Sin embargo, la reflexión pierde garra cuando es leída en su totalidad y analizada en profundidad. El veterano actor no lamenta que hayan puesto a parir un trabajo, el suyo, que a él pudiera parecerle digno, sino el hecho de que estén tirando piedras sobre su propio tejado: “¿no se han dado cuenta estos anormales que es la misma empresa? Coño, Plural es de Prisa, es una productora del grupo”.

El remake es una bazofia, de acuerdo, pero es nuestra bazofia, sugiere un Resines que no entiende que, tal y como funciona el mundo del periodismo corporativo, le hagan semejante putada. Entre curas no podemos pisarnos la sotana. El actor tal vez recuerde haber leído en El País reseñas magníficas de libros francamente infectos, pero editados por Alfaguara. O quizá lea en ese mismo periódico, día sí y día también, las novedades y bondades de Carrusel deportivo y otros espacios de la Cadena SER. O puede que contemple cómo habitualmente la sección de comunicación está consagrada a Canal +, y cómo desde hace unos meses (concretamente desde la fusión) tratan con cariño incluso a la programación de Telecinco. Entonces, lloriquea resines, ¿Por qué me hacen esto a mi?

Resulta entrañable Resines con este comentario, tan inofensivo y simplón que parece extraído de uno de sus guiones. Se queja de la crítica negativa, pero no de la campaña promocional del mismo periódico días antes del estreno: “Donde todos saben tu nombre”, “Vuelve Cheers pero en castizo”, “Barra libre para Cheers en español”

La interpretación que hace Resines en la adaptación de “Cheers” le aleja, seamos sinceros, de conseguir un Emmy, un Globo de Oro o incluso un TP de Oro. Pero con sus  declaraciones no debería haber tenido problemas para hacerse con “la frase estúpida del día”. Pues ni por esas. Jaime Martínez Bordiú, nieto del dictador Francisco Franco, ha soltado la siguiente memez: “Mi abuelito era un gran tío, una buena persona. Murió cuando yo tenía casi 12 años, pero recuerdo que era divino y muy familiar”. Y Cristiano Ronaldo, esta otra: “Me pitan por ser rico, guapo y un gran jugador”. En el mundo de la estupidez, la competencia es feroz…

El dinosaurio

“Cuando despertó, el dinosaurio ya no estaba allí”. (Adaptación libre de un cuento de Augusto Monterroso)

La retirada de Manuel Fraga de la política activa por decrepitud, a los 89 años, es un signo innegable de la excelente salud democrática española, solo comparable a la muerte de Francisco Franco en la cama. Fraga es el franquismo, y también un ejemplo perfecto de adaptación al medio, un modelo a seguir por políticos sin escrúpulos: se puede sobrevivir en la dictadura, en la transición y en la democracia. Reciclar ideologías es posible. Los principios y las ideas son tan frágiles y moldeables como un excremento fresco de camello. Ser un fascista de manual no condena, de ninguna manera, a renunciar a los placeres de la democracia. Aquí todo vale.

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