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La gran cruz

Canal 9 sigue perdiendo batallas incluso después de muerta. Como el Cid, pero al revés. Por rescindir el contrato del Campeonato del Mundo de Formula 1 durante los años 2012 y 2013, la televisión pública valenciana tiene que pagar 16 millones de euros a Mediapro, la empresa que tenía los derechos audiovisuales de ese deporte para España. Sí, ha leído bien: 16 millones de euros, 13,5 por los derechos del contrato, más IVA, y el resto en intereses y costes procesales, por NO emitir las carreras. Sí, 16 millones de euros que tienen que pagar tras despedir a 1.500 trabajadores que, no se lo pierda, siguen cobrando sus nóminas sin dar un palo al agua, a la espera del expediente de extinción de empleo. Unas nóminas que suponen un desembolso mensual de, atención, unos 4,5 millones de euros. Cualquiera diría que en Valencia sobra el dinero… público.
Camps F1
En Valencia y en el resto de las comunidades autonómicas. La Comisión Europea exige que éstas le devuelvan los 236 millones de euros que concedieron en subvenciones para la extensión de la nueva televisión digital terrestre a las zonas más montaraces del territorio español. Sí, la TDT de los canales de videntes, de póquer, de repetición de series, de fachas y de bazofias de todos los pelajes. Bruselas asegura que la ayuda estatal concedida a estos operadores de TDT para el “despliegue, el mantenimiento y la explotación de la red de televisión” en algunas zonas era incompatible con el mercado interior. A devolver esos 236 millones.
Tanto los genios de Canal 9 que compraron, con dinero de otros, la Formula 1, como los craks de Industria que organizaron la TDT se merecen un premio, un reconocimiento, por qué no una condecoración. Recuerde que la Comunidad de Madrid ha premiado al exconsejero de Sanidad Javier Fernández-Lasquetty con la Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo “por su compromiso con los ciudadanos, su vocación de servicio público y por el compromiso de mejorar esos servicios públicos desde la libertad de todos los madrileños”. Sí, ha leído bien. Se trata de Lasquetty, el neoliberal de FAES que impulsó la privatización sanitaria al grito de “Cuantos más licitantes haya, mejor, porque más ahorraremos”. El del euro por receta, el que cerró los quirófanos por las tardes, el que abrió la puerta a contratas de limpieza y de lavandería. El que adjudicó seis hospitales a tres empresas. El que dijo de la marea blanca que “Los de las barricadas y las movilizaciones no han conseguido nada”.
Lasquetty
Que Lasquetty luzca en la solapa la Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo solo puede significar una cosa: que la Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo vale menos que un pin de DJ Paquirrín. Si Lasquetty tiene esa condecoración también se merece algo parecido Francisco Camps, el muy honorable presidente de la Generalitat cuando se compraron los derechos de una Formula 1 “que no iba a costar ni un euro a las arcas públicas”. La Gran Cruz de la Horchata Valenciana, por ejemplo.
Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo para Lasquetty, de acuerdo, y la de la Horchata para Camps, y las que correspondan a Bárcenas, Del Nido,  Ignacio González, Ortega Cano, Rodríguez Menéndez, Urdangarín… Incluso para el Pernales y el Arropiero, a título póstumo. Y es que esto de las condecoraciones ya no es lo que era. Es una cruz.
pins

 

Un motivo para NO ver la televisión

Luis de las Alas.

PhotoBolsillo.

Editorial: La Fábrica.

Luis 1

Luis de las Alas, fotógrafo madrileño, ya se puede considerar uno de los nombres importantes de la fotografía española contemporánea: ¡tiene su propio título en la colección PhotoBolsillo! Libritos de pequeño formato y ajustado precio, pero muy bien seleccionados y magníficamente editados, los PhothoBolsillo marcan la trayectoria de un fotógrafo. Luis ya era de los grandes, pero ahora tiene la confirmación oficial, estas 72 páginas con algunas de sus mejores instantáneas.

Color y blanco y negro, eficaz en el reportaje y brillante en el retrato… Luis domina la técnica y se mueve como pez en el agua en diferentes formatos, sin perder nunca la mirada periodística. Es un todo terreno con el que he tenido la suerte de trabajar y viajar. Un fotógrafo con la mirada del tigre, la depurada mecánica del artista y el ritmo del rock and roll. Un personaje. Un clásico moderno.

Luis 2
Luis 3
Luis 4

Prioridades

Puesto que pasamos la vida tomando decisiones, eligiendo, es fundamental tener muy claro qué es lo que realmente importa. No me refiero al Atleti o al Madrid, sino a la honradez o el soborno, la dignidad o los complementos, la libertad de expresión o la censura, este fulano o aquel otro. Por eso me gusta la gente que, como Francisco Camps o José Bono, tienen claras las cosas, saben cuáles son sus prioridades y no dudan a la hora de tomar las decisiones correctas. Esas decisiones que, aún más que sus palabras, les definen como políticos y como personas.

El molt delincuente y mentiroso de los valencianos tenía que elegir, y eligió muerte: dimisión y juicio. Podía escoger entre hacerlo con dignidad o con vileza, y eligió no cambiar la actitud que le ha llevado a las más altas cumbres de la miseria. Debía elegir entre libertad y totalitarismo, y eligió mantener la política de la televisión autonómica valenciana y no permitir que retransmitiesen en directo su inmolación. ¡Y lo bien que elige a sus amiguitos del alma y la sisa de las chaquetas!

José Bono también es un artista cuando se trata de  tomar buenas decisiones. Hace unos días un tibio presidente del Congreso no se atrevió a condenar el Golpe de Estado del 36 en el Hemiciclo para, sólo unas horas después, indignarse como un macaco porque en el mismo lugar se sentaba un ministro sin corbata. Cuestión de prioridades. No me comparará usted la importancia de la sublevación militar que dio lugar a una guerra civil que se saldó con miles de muertos, muchos de los cuales permanecen enterrados en las cunetas, con la mala imagen que da un socialista desarrapado. Perdón, despechugado.

Más decisiones peliagudas. En Telemadrid tenían que elegir a un nuevo director general y, sin duda para no meter la pata y escoger a alguien que pudiera resultar mínimamente progresista, han nombrado a José Antonio Sánchez, el que fuera director general de RTVE en la última etapa del PP en el Gobierno. ¿Recuerdan ustedes a Aznar y a Urdaci? Pues Sánchez fue cómplice de toda aquella miseria.

Y sin salir de la televisión pública, pero ahora a nivel nacional, otra gran decisión, en este caso por equilibrada y salomónica: el presidente de RTVE será “un cargo de carácter rotatorio y mensual”. Un miembro diferente del Consejo de Administración asumirá cada mes el cargo que deja vacante Oliart. Ni el presidente de una comunidad de vecinos tiene una vida tan efímera, por lo que imagino que la brillante idea es un parche que sólo sirve para rellenar currículos: “¡Yo fui presidente de RTVE!”. Me temo, por tanto, que no es necesario prestar demasiada atención a Manuel Esteve, el elegido nuevo presidente del Ente a propuesta del Partido Popular. En unos días el presidente será otro…

 

 

Propaganda

Lola Johnson, hasta ayer mismo directora de Canal 9, la televisión autonómica valenciana, es la nueva consellera y portavoz del gobierno de Francisco Camps. ¿Ha cambiado Lola Johnson de trabajo? Me temo que no. Como mucho ha cambiado de despacho. Su misión sigue siendo la misma: difundir las virtudes del político que le paga, ocultar sus defectos y sinvergonzonerías, convertir un bien público en un arma política privada. Le llaman información, pero quieren decir propaganda y manipulación. Delincuencia informativa, para que usted me entienda…

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Amigos para siempre

“Friends for life / Not just a summer or a spring /Amigos para siempre / No naino naino naino naino naino na”. Los Manolos.

Esta mañana mi parienta me ha cortado el pelo junto a la tapia del huerto. Después nos hemos tomado una cerveza con patatas fritas y anchoas y, para comer, hemos hecho un arroz con setas. Es difícil imaginar un día mejor… A los parientes nos los impone la genética, pero a la parienta y a los amigos los elegimos personalmente. Esta puede ser la causa del desconcierto que causó entre la gente honrada que Francisco Camps, el molt honorable President de la Generalitat valenciana, se refiriese al contratista Álvaro Pérez, el Bigotes, como su “amiguito del alma”. Los amigos pueden ser una bendición espiritual, pero también una pesadilla de bigotes, puesto que como decía el infravalorado Wenceslao Fernández Florez, “no hay amistad que valga comer un langostino pasado”. Resulta sorprendente por tanto, que, cuando todavía no nos hemos repuesto de aquel peligroso compañerismo, llegue otro ideólogo del PP, el expresidente del Gobierno José María Aznar, y asegure que el dictador libio Muamar el Gadafi es su “amigo extravagante”.

“Extravagante” es, según el Diccionario de uso del español actual, aquel individuo “raro y fuera de lo común, por ser excesivamente peculiar u original”. Un amigo extravagante es Paco Clavel, para que usted me entienda. Gadafi sería un amigo dictador, un colega tirano, un camarada déspota o incluso un compinche sátrapa. Lo que usted quiera, excepto un amigo extravagante…

Aznar, pese a que ha dejado muy claro que es capaz de hablar catalán en la intimidad e incluso tejano en el rancho de Bush, necesita urgentemente un amigo en la Real Academia Española: es evidente que no acaba de utilizar el lenguaje con propiedad. Le faltan palabras, de la misma manera que le sobran amigos. Y recuerden lo que dijo don Pío Baroja: “Solo los tontos tienen muchas amistades”.

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P.D.

El domingo La Sexta emitió publicidad salpicada con Formula 1. Ya sé que lo normal es lo contrario, emitir la Formula 1 con algunos anuncios, pero imagino que el precio que se paga a Bernie Ecclestone por las carreras es tan grande (40 millones de euros por cinco temporadas) que obliga a modificar las reglas del deporte televisado. Así las cosas, el Gran Premio de China se convirtió en una tortura para el telespectador, obligado a sentarse en el sillón de su casa como si estuviese en una curva del circuito: con prismáticos. La publicidad hace que dividan la pantalla en dos,  dejando sólo una pequeña parte para el directo (y la grande para los anuncios). Se ve que están pasando cosas en carrera, como adelantamientos, repostajes o accidentes, pero a un tamaño tan minúsculo que sin una pantalla de 152 pulgadas cuesta trabajo ver de qué coche se trata o si es una simple repetición. En estas condiciones ¿se puede decir que la Formula 1 se emite en abierto?