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¡Vivan las Eurovegas!

Madrid necesita una ciudad del juego. Barcelona ya tiene el Nou Camp y La Masía. “Eurovegas”, ya puedo ver parpadear los neones en lontananza. Una urbe artificial, mitad lupanar mitad paraíso fiscal, capaz de retener a los mejores inversores y evitar que todo el talento mafioso que genera nuestro país se vea obligado a emigrar con las perras a las Caimán. Un macrocomplejo con capital extranjero capaz de recaudar ingentes cantidades de dinero fácil. Una meca del ocio que se pase por el forro la Ley de Blanqueo de Capitales y permita lavar dinero negro a cascoporro. Una isla legislativa y fiscal. Una zona franca donde no se pague IVA, ni impuestos, ni seguridad social, ni hostias. ¿Chicago años 20? No, por dios, estamos hablando de una fuente inagotable de creación de empleo. Una sencilla y humilde ciudad del pecado… Eurovegas Alcorcón.

¿Ha estado usted en La Vegas? Pues yo sí, y le digo que exactamente eso es lo que necesita este país: tragaperras, ruletas, copas y tentempiés a precios de risa, luces que impiden saber si es de día o de noche, hoteles que imitan Venecia o las pirámides… Evasión. Necesitamos alejarnos de la realidad. Necesitamos poder casarnos vestidos de Elvis (o de Paquirri). Necesitamos tigres blancos, decadentes magos, cantantes melódicos y combates de boxeo. Necesitamos poder volver a fumar en locales públicos. Necesitamos inagotables luces, con formas de descomunales cowboys (o flamencas), que nos recuerden que aún estamos vivos. Necesitamos, en resumen, que los jóvenes que terminan Medicina puedan trabajar de croupiers, y que las chicas que acaban Derecho tengan la oportunidad de realizarse haciendo largos en una barra de striptease.

¿Saben que es lo más me gustó de La Vegas? Que piensan en todo, incluso en los niños: una planta del hotel donde me hospedaba estaba dedicada a tragaperras para los más pequeños. Como se lo cuento. Si Alcorcón alcanzase, dios lo quiera, el nivel del oasis del desierto de Nevada, nuestros hijos podían iniciarse en el juego, con fichitas del tamaño adecuado a su manitas y una barra libre de bebidas gaseosas, con vasos gigantes de Colas hiper azucaradas y super gaseadas capaces de mantenerles espabilados durante días. Antes de que nos demos cuenta se habrán convertido en cachondos ludópatas enanos.

Es lógico que Esperanza Aguirre, presidenta de la comunidad madrileña, diga que está dispuesta “a cambiar todas las normas que haya que cambiar” para que se construya en Alcorcón un gran complejo de casinos impulsado por un multimillonario estadounidense. Quiere conocer gente interesante. Acostumbrada a bregar con Ana Botella y Gallardón, fulleros de chichi nabo, por fin tendría la oportunidad de compartir experiencias con tahúres profesionales, que llegarían a Alcorcón en busca de naipes y tragos.

Los grandes beneficiados, como siempre, los madrileños. Aquellos que salgan de la ciudad por la carretera de Extremadura podrán vivir una inolvidable jornada de ocio republicano: primero jugándose los cuartos en las mini Vegas madrileñas de Sheldon Adelson, República Independiente de Juegolandia y, si no les han desplumado, echando el resto en IKEA, República Independiente de su Casa. ¿Se le ocurre mejor plan para el fin de semana? ¡Vivan la Eurovegas!

 

Un motivo para NO ver la televisión

Los Madison

Cd: Compas de espera.

¿Dónde está el límite de Los Madison? Esta banda madrileña nos sorprende con cada disco, notablemente superior en todo al anterior. Mejores canciones, un sonido más maduro, un cantante más seguro de sí mismo, colaboradores de nivel…

Los Madison ya juegan en las grandes ligas, junto a los Secretos o Quique González, dos de sus referencias más obvias. Lo grande es que en este “Compás de espera”, su tercer disco, demuestran una enorme personalidad, que les aleja de las referencias habituales. Sí, es pop rock, pero suena nuevo, fresco, original: será “cuestión de actitud”, como dice la primera, y soberbia, canción de este disco. Luego viene otra mejor, “Lo que queda”, y así hasta el final, doce temas que nos obligan a esperar lo mejor de un grupo que no deja de crecer.

Los Mádison, en la carretera: gira Compás de Espera!