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Moverse para retroceder

El mismo día en que conocemos los resultados de los Globos de Oro en las categorías dedicadas a televisión, en España se confirma el reinado del culebrón camuflado como serial. Y es que mientras en Estados Unidos triunfan las series innovadoras de calidad (“Homeland”, un thriller de Showtime sobre la norteamerica posterior al 11-S; la mini producción sobre la ex gobernadora de Alaska Sarah Palin “Game Change”, de HBO), en España nos mostramos continuistas, tradicionalistas, conservadores e incluso carcas. Ayer mismo arrancó en Antena 3 “Amar es para siempre”, versión tv privada del “Amar en tiempos revueltos” que triunfó en TVE. Nuevos decorados, nuevo vestuario, nuevo barrio… Y el mismo espíritu, la verdad. Es decir, más de lo mismo: nostalgia a cubos con la mirada puesta en “Cuéntame”, una referencia en cuanto a longevidad… y más cosas.

Mientras, la televisión pública, definitivamente a la contra, intentará contrarrestar el efecto “amar” emitiendo a la misma hora y a partir del próximo miércoles, una redifusión de “Herederos” (La 1). Rivales mugrientos en la hora de la siesta, esa en la que Telecinco ofrece una de sus mayores basuras: “Sálvame diario”. Y La Sexta y Cuatro, filiales de Antena 3 y Telecinco, repiten en forma de interminable bucle capítulos de series mil veces vistas.

HBO reina en Estados Unidos, ese país de rednecks sucios e ignorantes que, armados hasta los dientes, cazan ardillas y no saben localizar Marruecos en un mapa. Sin embargo en España, país de enorme legado cultural y artístico, miembro destacado de la vieja y sabia Europa, seguimos apostando por los sainetes más superficiales y ligeros. Chulos que somos…

¿Vuelve lo clásico, ese castizo folclore tan nuestro, a modo de elemento integrador de esta España que se vertebra? Nunca se fue. Puesto que lo popular emana fervor patriótico, que mejor que series blancas sobre nuestra historia reciente para reunirnos junto al brasero. Quizá incluso nos arranquen una lagrimilla nostálgica. Culebrones a la española, instalados en los mojigatos y tristes años 60, que nos recuerdan que hace no tanto tiempo estuvimos incluso peor que ahora mismo.

Cualquier cosa con tal de mantenernos alejados de las calles. De esas calles en las que se lucha por la sanidad, por la educación y hasta por la televisión. De esas calles cada vez más alejadas de unos telediarios (TVE) impresentables, organizados alrededor de anécdotas absurdas (una conductora belga que iba a Bruselas se pierde y acaba en Zagreb por fiarse del GPS del coche), sucesos patéticos (desde violaciones a robos de poca monta) y deportes, muchos deportes.

La televisión pública, como todo en este país, está retrocediendo en el tiempo a pasos agigantados.

P.D.

Los seguidores de Estudiantes, dementes y cuerdos, claman por la sanidad pública en el partido que enfrentó la mañana del pasado domingo al equipo del Magariños con el Barcelona. La carne de gallina…

No se os puede dejar solos

¡Cómo se echa de menos a Fraga en estos momentos! El bueno de don Manuel hubiera disfrutado como un niño con las cargas policiales de Valencia. Se le hubiera caído la baba viendo a los antidisturbios, con sus uniformes a lo robocop, azul oscuro y negro mate, reforzados en hombreras y rodillas, escudos y cascos aerodinámicos… Me parece estar viendo la carne de gallina de nuestro demócrata franquista, tembloroso como una novicia durante el primer coito, al contemplar las porras de aquellos que estuvieron a sus órdenes marcando los lomos de colegiales greñudos e indefensos. Esas carreras, esas patadas en la cabeza, esos tirones de pelo, esos insultos desde la fuerza irracional… Tendríamos que haber sujetado a don Manuel entre cuatro para que no bajase a la calle, su calle, y al grito de ¡porras contra libros! se liase a hostias con los estudiantes.

¡Ah, los viejos y buenos tiempos! En realidad nunca se fueron, don Manuel, lástima que no esté usted ya entre nosotros para disfrutar como el chiquillo travieso que fue. Menos mal que algunos no le olvidamos, como por ejemplo ese madero con el llavero de Franco en la solapa que podemos ver en la fotografía. “No se os puede dejar solos”, dice el muy puñetero con toda la razón del mundo. Solos no somos nadie, y por eso nos agrupamos para exigir nuestros derechos.

“Tendremos que olvidarnos de que nos regalen las cosas”, nos recuerda Gallardón, hijo ideológico de Fraga, refiriéndose al estado del bienestar. Tiene razón el flamante nuevo ministro: nada es gratis. Los ciudadanos pagamos todo. Desde el estado del bienestar hasta las porras que hacen papilla a nuestros escolares, pasando por el sueldo del propio Gallardón. Y no nos importa pagar. Lo que nos molesta son los abusos. Los abusos de fuerza y de poder, sin ir más lejos. Porque no olvidemos que cuando el policía actúa de manera violenta, quien en realidad lo hace es el Estado, es decir, nosotros mismos.

¿Masoquismo? No, simplemente pérdida de poder. Don Manuel nos lo hubiese explicado con todo detalle, yo se lo resumiré: cada vez sirve de menos meter la papeleta en la urna. Cada día perdemos soberanía, retrocedemos a nivel económico, judicial y político. “No tienes cuerpo ni para puta”, le dice un agente de la autoridad a una alumna del colegio Lluis Vives, en Valencia. Y no pasa nada. ¿En qué sociedad vivimos? ¿En qué Gobierno hemos confiado? ¿Qué valores nos sostienen? Don Manuel sonreiría con picardía y nos recordaría que, si nos dejan solos, nos olvidamos de quién manda: el jefe superior de Policía de Valencia, Antonio Moreno se refiere a los estudiantes como “el enemigo”. Y hace solo unos días el Consejo de Ministros indultó a cinco Mossos d´Esquadra condenados por lesiones, tortura, maltrato y detención ilegal, delitos por los que debían cumplir penas de inhabilitación profesional, varios años de prisión y multa.

 

Un motivo para NO ver la televisión

Heartless Bastards

Cd: Arrow.

Cuarto disco de una banda norteamericana de raíces liderada por Erika Wennerstrom, cantante y compositora de Ohio con un talento descomunal. Se trata de un trabajo irregular, entre el indie y el folk, con momentos muy intensos y otros algo imprecisos, recomendable sobre todo por una canción fabulosa: “Parted Ways”.