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Sánchez

Un motivo para NO ver la televisión

Sánchez.

Autora: Esther García Llovet.

Editorial: Anagrama.

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Sánchez es un perdedor de manual que busca unos minutos de prórroga en las calles de Madrid. Calles de fuego, en las que se cruza con Nikki, una vieja amiga que también utiliza la noche como refugio. Añadan a esta extraña pareja un perro que no tienen y un amigo que no lo es, Bertrán, un niñato con superpoderes. La ciudad se les queda pequeña, y sus sueños de supervivencia les vienen grandes. Es una historia en blanco y negro de derrota y melancolía, de extrañas amistades y bajos fondos, de miradas al pasado por el retrovisor y esperanzas trituradas. Lo que viene siendo Madrid.

“Nos habían contratado a seis amigos muertos de hambre y a mí para hacer de reyes magos y de pajes, y a alguno que hacía de camello también para la noche de Reyes. Yo había dicho que sí enseguida, pagaban muy bien, la ropa nos la proporcionaban ellos mismos, solo había que estar a medianoche en el salón con los regalos, saludar con la mano y marcharse, que es lo mejor que saben hacer los Reyes. Llegamos a eso de las siete de la tarde. Los disfraces no estaban aún. Había una fiesta ya en marcha, una familia enorme la de Bertrán, muchos niños vestidos de adulto con corte de pelo molón y sexi. Nos dijeron que esperásemos en una habitación de servicio para que los niños no nos reconocieran más tarde”.

“Sánchez” es una novela corta, muy corta, que se lee en un suspiro y deja, como una canción de los Burning, regusto a asfalto recalentado, a ambientador de discoteca de los ochenta, a café con leche y porras. Esther García Llovet escribe de manera directa, sin florituras innecesarias, haciendo diana en cada párrafo. El resultado de esta literatura urbana es contundente, Madrid en cada línea, personajes que esconden su humanidad, una trama que se enreda como el callejero de una ciudad borrosa. Un placer breve y rotundo, una convincente sorpresa.